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¿Tú quieres que todo lo que hagas te salga bien? ¡Es fácil! Si haces las cosas bien, te irá bien. Hay un principio que señala que si haces bien las cosas, te va bien. ¡Matemática pura! Muchos piensan que hacen todo bien pero les va mal. ¡Eso es una contradicción científica! Si tú haces las cosas bien, te irá bien, de lo contrario, si haces las cosas mal te irá mal y en este caso habría que cambiar algo. Tendrás que dejar de hacer lo que estabas haciendo y hacer lo que hasta ahora no has hecho. Para que las cosas cambien, tendré que tomar nuevas decisiones y cambiar de actitud.
La gente tiende a creer que hace las cosas bien pero todo le sale mal. Yo diría que el hecho de pensar que hago las cosas bien y todo sale bien es una conclusión matemática científica. La idea que anda dando vueltas es que yo estoy bien, pienso bien, hago las cosas bien pero me sale mal por culpa de otro; por el gobierno, por culpa de mi padre o mi madre, mi cónyuge, mi suegra, etc. Mientras tengamos a alguien a quien echarle la culpa de lo que nos sale mal, seguiremos creyendo que estamos bien, pensamos bien y hacemos bien las cosas. Pero hay un principio de liderazgo, el cual señala que, si las cosas no están yendo bien, algo hay que cambiar. Si nada cambia, entonces nada cambia. ¡Algo que estoy haciendo tengo que dejar de hacerlo porque tiene consecuencias malas! Tengo que cambiar mi manera de ver y de pensar. Es importante que comiences a cuestionarte qué debes cambiar. Tú dices: “Yo crié a mis hijos bien y me han salido mal”. ¡Tú has trabajado doce horas diarias y no has estado cerca de tus hijos, ellos estaban solos en la calle! “Ah pero yo tenía que trabajar para darles de comer”. Todos tendríamos que saber que si trabajamos doce horas diarias no podremos atender a nuestro cónyuge y a nuestros hijos. ¡De esa forma la familia no va a prosperar! No es porque yo trabaje más que mi familia estará mejor. Posiblemente necesitarás sabiduría para trabajar menos y producir más. Si tú no atiendes bien a tu esposa, seguramente habrá algún vecino que te la querrá atender. Si siempre estás cansado porque trabajas mucho para proveer a tu familia y cuando llega el fin de semana no puedes sentarte a tomar mate con tu esposa porque quieres dormir, tu mujer se va a aburrir de vivir siempre lo mismo, y el vecino que es muy atento terminará por conquistarla. Luego dices: “¡Me maté por mi familia!” Tendemos a creer que hacemos las cosas bien pero nos salen mal. ¡Quítate eso de la cabeza! Puede ser que algunas cosas salgan mal, pero si tú perseveras en hacer el bien, todo se va a encaminar.
Si hago las cosas bien, todo irá bien y el principio para hacer las cosas bien es tener temor de Dios. La Biblia señala que el temor de Jehová te aleja de pecar. Temer a Dios te inhibe de pecar. Tú no quieres ofender a Dios, no lo quieres poner mal, así que no pecas. Algunos pecan y dicen: “¿Qué quiere que haga si no tengo un peso?” ¡No mientas! ¡No engañes! ¡No estafes! Porque hacer las cosas fuera de la voluntad de Dios enceguece el entendimiento y el corazón; te mete en penumbra, y cuando hay oscuridad en la mente y en el corazón, sucede como el refrán, que de noche todos los gatos son pardos. A ti te da lo mismo una cosa u otra y no sabes diferenciar entre lo que es bueno y lo que es malo. Pero para hacer bien las cosas necesitas luz y sabiduría, y para ello tienes que tener temor de Dios. Cuando tenemos temor de Dios observamos mejor cuál es su voluntad; porque la voluntad de Dios es el bien y fuera de ella está el mal. ¡Todo lo que está dentro de la voluntad de Dios está bien!
¡Es mi oración que el Señor enderece nuestro corazón! Primero, para poder reconocer con humildad que no somos capaces de hacer las cosas bien porque normalmente hacemos todo mal. Por eso, normalmente tenemos que acercarnos a Dios y debemos leer la Biblia. En las escrituras está el corazón de Dios, su mente y su Espíritu. Si quieres conocer a Dios debes leer su palabra. Si tú quieres conocer a alguien tienes que tratar con esa persona; y tratas con el Señor amándole, buscándole de corazón y leyendo su palabra. El consejo de Dios está en la Biblia. ¡Tienes que leerla habitualmente! Si lo haces, tu prioridad será conocer la voluntad de Dios respecto de cada decisión que tienes que tomar.
Algunos piensan que hay cosas, que, porque todo el mundo las hace, no tienen nada de malo. Pero hay muchas cosas, de las que la Biblia dice que son malas y lo son porque así lo dice la palabra de Dios. Si todo el mundo hace eso, entonces, todo el mundo está equivocado.
¿Tú quieres que las cosas te salgan bien, verdad? Haz todo bien y todo te saldrá bien. Te preguntarás: “¿Cómo hago para hacer las cosas bien?” Leemos en el Salmo 1:1: “Bienaventurado (dichoso) el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado”. La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, está rodeada de gente corrupta, comenzando por su hijo. En Argentina, la presidenta Cristina Fernández, está rodeada de gente corrupta y aún se dice que ella es corrupta. El ex presidente del Uruguay, “Pepe” Mujica, ha escrito un libro en el que, al parecer se le fue la lengua y comenzó a contar cosas, entre las que se refirió al ex presidente de Brasil, “Lula” Da Silva, quien estaría involucrado en corrupción, aunque Mujica opina que lo ha hecho con buenas intenciones. Entonces, como ha actuado ilícitamente lo han querido extorsionar, y el “Pepe” tranquilamente escribió en su libro que ha habido gente mala que lo ha querido extorsionar. La presienta actual de Brasil, también está rodeada de corruptos y esa corrupción la está tocando a ella. Recuerdo cuando Menem, quien fuera presidente de Argentina decía que el único bueno era él, pero todos los que lo rodeaban eran corruptos. La Biblia dice: “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos…” ¿Qué es eso de andar en consejo de malos? Las personas con las que tienes amistad o afinidad, las personas con las que te relacionas, ¿son temerosas de Dios? ¿Son personas espirituales? ¿Cuando hablas con ellas, ves la luz de Dios? ¿Ves que tienen temor de Dios a la hora de hablar o de tomar decisiones? ¿O es que tienes amigos que son corruptos? Amigos que hablan cosas que tú no deberías escuchar y que te llevan a decir cosas que no deberías decir; que contaminan tus oídos, tus ojos y tu corazón. ¡Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos! ¿A quién le pides consejos?
Les sucede a algunos que tienen padres que no son creyentes y por no deshonrarlos, obedecen consejos carnales, que no son de Dios. He visto cristianos muy preocupados porque la palabra de Dios dice una cosa pero su padre o su madre dicen lo contrario, entonces se afligen porque son sus padres, y la Biblia señala que hay que honrarlos. Tú debes honrar a Dios por sobre todas las cosas, por encima de tu padre, de tu madre o cualquier persona; tienes que honrar a Dios por encima de tu cónyuge. ¡Primero es Dios! Para que te vaya bien tienes que tener una buena relación con Él. La primera y más importante relación es la que debes tener con el Señor. Tú dices que lo primero es Dios pero comienzas a hacer esto, lo otro y lo otro, y al final, cuando haces un balance, resulta que Dios no es el primero en tu vida.
Hoy te voy a enseñar una clave muy importante. El primer consejero y el mejor es Dios. Debes orar a Él y preguntarle qué hacer con tal negocio, con tu familia, etc. O bien, pedirle perdón porque has metido la pata y decirle que te muestre qué debes hacer para no volver a equivocarte. Lo importante no es haber metido la pata sino que no has buscado al Señor para tomar decisiones. Hay personas que por haber metido la pata creen que tienen que mentir y engañar para poder tapar su error. Hablando con un joven, me terminó confesando que ha matado a una persona y se le ha complicado la cosa, pero él me dijo que quiere entrar a un hogar Beraca y servir a Dios. Yo le aconsejé que se entregue a la policía. ¡No podía creer que yo le estaba pidiendo eso! Su preocupación no es que mató a alguien sino que iba a ser apresado. Me preguntó: “¿Usted quiere que yo vaya preso?” “No”, le respondí. “¡Pero usted me está pidiendo que me entregue!” “Lo que yo quiero es que te pongas en las manos de Dios”, continué. “Tu intención al declarar es mentir, pero yo tengo temor de Dios y no lo voy a hacer”. Cuando metemos la pata, queremos salir de la situación, basados en nuestros temores, en los pensamientos y sentimientos de nuestro corazón, pero para tomar una decisión correcta, mi relación con Dios tiene que ser inquebrantable para no tener que actuar erradamente y que eso atente en mi comunión con Él.
Toda la ley de Dios está resumida en dos mandamientos, el primero declara: “Amarás al Señor, tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente y con todas tus fuerzas” y el segundo declara: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Se trata de que debo tener una buena relación con Dios y con mi prójimo, basada esta última con la relación que yo tengo con el Señor. Si tu relación con Dios y con tu prójimo es correcta, entonces, tus decisiones serán conforme al corazón de Dios. El Señor no quiere que pienses qué es lo que sucederá si te pones en sus manos. Si te rindes a Dios quédate tranquilo que estarás en buenas manos. Yo prefiero estar en las manos de Dios preso, y no en manos del diablo fuera de prisión. “Usted no es quien va a ir preso. Es a mí al que van a encerrar”, me dijo el joven. Le dije que hay presos que se han recibido de pastores dentro de la cárcel. Esa gente predica y bautiza a otros estando en prisión, y tienen más libertad que muchos, que están afuera, porque tienen libertad en su corazón.
Un cristiano me contó que le entraron ladrones y le robaron. Él tiene todos sus bienes asegurados así que sólo debe declarar qué es lo que le ha sido hurtado. Pero se le aproxima un amigo cristiano y le dice: “¡No seas tonto! Si contás con un seguro, escondé algunas cosas y declará que te las robaron también”. ¡Un amigo cristiano, estúpido, le dijo semejante barbaridad! Tal vez puedas engañar a la empresa de seguros pero, ¿cómo quedas delante de Dios? ¿Cómo queda tu relación con Dios? Capaz que el seguro te paga y tú dices: “¡Dios me ha bendecido!” ¿Acaso Dios bendice a costa de mentiras? Saber hacer el bien es muy importante, yo no tengo que tomar decisiones incorrectas. Si quiero que Dios me bendiga, Él es la fuente de la bendición. ¡La mentira no es la fuente de la bendición! El temor de Dios te hace sentir miedo a mentir y a engañar, y cuando pasa la tormenta, tu corazón está en paz y puedes declarar: “Hice lo que Dios quería”. Los malos consejeros no solamente están afuera del templo, también están adentro. ¡Cuídate!
“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores…” Una chica que asiste a la iglesia tiene un deseo en la carne de estar en esos lugares donde se practica sexo, donde corre el alcohol. Ella me contó de un joven que tiene mucho dinero y cuando el padre se va de viaje, hace una fiesta, en la casa del padre, donde invita mucha gente. Allí tienen relaciones sexuales en la piscina, se drogan, se alcoholizan, etc. Ella lucha por aferrase al evangelio, entonces me escribe: “Amo a Dios y estoy orando, me siento bien. El viernes voy a ir a una fiesta, pero voy con una amiga para predicar el evangelio”. Cuando yo era chico, en la escuela dominical cantábamos: “Cuida tus ojitos, cuida tus ojitos lo que ven //Pues tu Padre celestial, te vigila con afán, cuida tus ojitos, cuida tus ojitos lo que ven”. ¿Parece una canción tonta, no? Pero hemos sabido de tantos chicos que sirven a Dios en la iglesia y ven pornografía. La canción también dice: “Cuida tus manitos, cuidas tus manitos lo que hacen// Pues tu Padre celestial, te vigila con afán, cuida tus manitos, cuida tus manitos lo que hacen”. Aun siendo chico, yo creía que esa era una canción estúpida. ¡Me sentía ridículo! Y seguía diciendo: “Cuida tus piecitos, cuida tus piecitos donde van //Pues tu Padre celestial, te vigila con afán, cuida tus piecitos, cuida tus piecitos donde van”. El salmo 1:1 dice: “Ni estuvo en camino de pecadores”
Queremos que todo salga bien, ¿no? La palabra todo es muy extensa. El que está cerca de Dios tiene prudencia y sabe si es Dios que lo manda a ir a donde está yendo. Si la persona tiene temor de Dios, se le enciende una señal adentro y ella sabe que no tiene que ir a determinado lugar o no tiene que seguir viendo lo que estaba viendo, y también sabe que no tiene que estar tocando lo que no debe. El que tiene temor de Dios prefiere su relación con el Señor, antes que el deseo que le mueve. Si Dios me manda a algún lugar donde hay pecadores, ¡claro que voy! Pero si yo voy solo porque tengo ganas de estar con ellos, es otro tema. Si yo voy por mandato de Dios, ¡está todo bien! ¡No hay pecado en hacer la voluntad de Dios! Una misma cosa que en un momento es la voluntad de Dios, en otro no es su voluntad. Si un carnal quiere ir a un lugar donde hay carnalidad porque es atraído por eso, no va por un mandato de Dios y ni siquiera es la voluntad de Dios. Pero si hay un hombre o una mujer que derrama lágrimas por esos pecadores y ora por ellos, no está mal que vaya a donde están. Las reglas con Dios no son tan rígidas. Al impuro todo le es impuro, mejor sería que haga un pozo y se entierre ahí, así no ve nada, no toca nada y no va a ningún lado que no conviene. Pero la inmundicia le va a seguir aún adentro del pozo.
El Salmo 1:1 continúa diciendo: “Ni en silla de escarnecedores se ha sentado…” Se podría decir que un escarnecedor es una persona chismosa lengua larga, gente que malgasta el tiempo para “descuerar” a los demás. El escarnecedor es quien saca el cuero o la carne. Hay chismosos a quienes no les gusta andar hablando pero sí les gusta escuchar chismes. “¡Ah sí, mirá vos! Contame, contame, no me dejes con la espina”. El chismoso es escarnecedor y vive sacándole el pellejo a los demás. Hay tres tipos de chismosos; está el que sólo oye, el que sólo habla, y el que oye y habla. Tres pastores estaban pescando en una laguna, un día de comunión. Estando en medio del lago uno de ellos dice: “Ya que estamos acá, ¿por qué no oramos un poco y buscamos al Señor? Miren qué lindo día nos ha dado Dios. ¿Y por qué no nos ministramos unos a otros?” Otro comenzó a decir: “Saben que yo estoy mal y debo confesarles que en la iglesia metí la mano en la lata. He usado el dinero para mi beneficio”. Los otros dos oraron por ese pastor. Le toca el turno a otro y también confiesa su pecado, cuenta que había mantenido relaciones sexuales con la secretaria de la iglesia. Entonces los otros dos oran por este hermano pastor y se siente perdonado y aliviado. Cuando le preguntan el tercero que tenía, él responde: “Yo nada”. Aunque le señalaron que no le veían bien, insistió que no tenía nada que confesar. Los otros dos le dijeron que habían sido sinceros y abrieron sus corazones así que él debía contar qué es lo que le pasaba, entonces, ante la insistencia, el tercero les respondió: “Yo les quiero confesar que tengo un espíritu chismoso y no veo la hora de salir de este bote y contar a todo el mundo lo que ustedes han hecho”.
El chismerío hace mucho daño en la iglesia, en el trabajo, en donde sea. La gente tiene una habilidad para agregarle cosas al chisme, porque para que suene más interesante lo tienes que decorar y agregarle algunos detalles. “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado…” Bienaventurado significa dichoso, una persona que disfruta la vida. “…Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche…”
Dije que había dos leyes: Amarás al Señor, tu Dios; y amarás a tu prójimo. Los tres primeros mandamientos de los diez tienen que ver con nuestra relación con Dios, y el primero es: “Al Señor tú Dios adorarás”; y los siete restantes tienen que ver con nuestra relación con el prójimo: no mentirás, no adulterarás, no hablarás contra tu prójimo falso testimonio, etc. La ley de Dios tiene que ver con mi relación con Él y con la relación con mi prójimo. Quien ama a Dios, ama al prójimo; quien ama a Dios no hace nada que lastime a su semejante. En otras palabras, hace todo bien. ¿Pero cómo puedo hacer el bien si no conozco la voluntad de Dios? Resumiendo todas las leyes, la norma fundamental de Dios es su voluntad; por lo que su voluntad es mi ley. Lo que Dios quiere es el bien; lo que quiere está bien y lo que Él no quiere está mal. ¿Y quién sabe cuál es la voluntad de Dios? Quien tiene comunión y se relaciona con Él.
Jesús no quería ir a la cruz y oró tres veces en Getsemaní diciendo: “Padre mío, si es posible, pasa de mí esta copa” (Mateo 26:41). Dios guardó silencio. La segunda vez oró: “Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad” (Mateo 26:42). Oró por tercera vez y sólo hubo silencio (Mateo 26:44). El Padre no respondió; como si con ese silencio le dijese: “Tú ya sabes cuál es mi voluntad”. Jesús abrigaba la esperanza de que tal vez pudiera ser la voluntad de Dios librarlo de esa hora de condenación y muerte. Pero Él conocía al Padre y en el silencio podía saber cuál era su voluntad. Una esposa que ama mucho a su esposo y lo conoce bien, le dice: “No me digas nada, lo puedo ver en tus ojos. Tenés ganas de que te haga esos tallarines que tanto te gustan”. “¡Ah sí, mi amor!” responde él. Es que ella sabe, lo ama y lo conoce bien. Quien tiene una buena relación con Dios, le dice: “No es necesario que me digas nada porque sé lo que quieres”. No necesitas que nadie te diga cuál es la voluntad de Dios porque ya lo conoces y sabes qué es lo que quiere para ti. Hace varios años atrás, una mujer se enamoró de mí y me dijo: “Voy a dejar a mi marido y me voy contigo”. Le dije que fuera a contárselo a mi esposa. Recuerdo cuando estaba en Buenos Aires, en una iglesia donde había miles de personas, cuando terminaba el culto yo iba caminando hacia la salida y la mujer venía detrás de mí. Yo trataba de escabullirme y ella me buscaba. Otra mujer me contó que estaba enamorada y yo le dije: “¡Gloria a Dios! ¿Quién es la persona de la que estás enamorada?” “De fulano de tal”, me responde. “¡No! ¡Ese hombre es casado!” la interrumpí. “Él tiene una familia formada y asiste con su esposa a la iglesia”. “Ah, pero lo que yo siento por él es divino y no puede ser del diablo”, agrega la mujer. ¡Se había enloquecido con un hombre casado! Si tuvieras comunión con Dios no necesitarías que nadie te diga cuál es su voluntad y si eres tan tonto para saber qué es lo que el Señor quiere, alguien te tiene que despabilar. Debes entender que no puedes codiciar la mujer de otro o el hombre de otra. Sin embargo, sucede que hay personas que codician a quienes no deben.
Si tu relación con Dios es fuerte, tú no harás cosas indebidas y no necesitarás que la gente te ande diciendo esto está bien o esto está mal. Nosotros no predicamos que el cigarrillo es un vicio o es un pecado, pero la gente que entra a la iglesia deja de fumar automáticamente porque algo adentro se le mueve y sienten asco de ese vicio. Así como también pueden dejar la droga, o al escuchar el evangelio dejan de adulterar, porque cuando entras en relación con Dios, hay algo que se enciende dentro de ti y te hace cambiar, Ahora, si tu relación es mala, de noche todos los gatos son pardos, todo da igual.
Leemos en el salmo 1:2 y 3: “Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no cae”. ¿Tú quieres que todo te salga bien? Atesora este salmo y ponlo por obra, léelo una y otra vez y digiérelo. Aquí hay una fórmula para que todo te vaya bien. ¡La palabra de Dios no miente! ¡Su palabra no es una cuestión poética sino que tiene poder! Lo importante no es lo que sabes de la palabra de Dios sino lo que sucede cuando la crees y la pones por obra. “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no cae” (Salmo 1: 1 al 3) ¡Gloria a Dios! ¿Puede suceder que todo lo que hagas prospere? ¡Sí, dice la palabra de Dios!
La vida cristiana es una lucha por aferrarse a Dios y a su voluntad. En la medida que te aferras al Señor y a su voluntad, las cosas comienzan a suceder para bien. Vendrán embates e injusticias; vendrán problemas pero Dios te sacará de ello en victoria. Son muchas las veces en las que cae el justo pero en todas se levanta, dice la palabra de Dios. A los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien. ¡No te confundas! ¡No todo es color de rosas! Vendrá el infierno a combatir esta palabra que Dios te ha dado hoy, y puede ser que por creerla ya comiencen las pruebas, pero tú crees en Dios, haces el bien; tu amas al Señor y a tu prójimo y cumples con la palabra de Dios, entonces Él se va a encargar de que a ti te vaya bien.
A José lo vendieron sus hermanos como esclavo a Egipto y señala la Biblia que él era varón justo delante de Dios y que el Señor hizo prosperar todo lo que hacía. José era temeroso de Dios. Estando en Egipto en condición de esclavo, llegó a tener tan buena imagen ante el capitán del ejército, su amo, que lo puso como mayordomo sobre su casa. La Biblia dice que estando José, su amo no se preocupaba de nada porque todo salía bien. El amo prosperaba porque tenía en su casa como mayordomo a un hombre temeroso de Dios. Se ve que José era lindo y el capitán iba a muchas batallas ya que no estaba casi en su casa, porque su mujer comenzó a seducir a José y quería acostarse con él. Pero José dijo: “¿Cómo voy a pecar yo contra Dios acostándome contigo? Tu esposo ha puesto todos sus bienes en mi mano pero a ti no”. La mujer insistió tanto que asió de él y le quito su ropa, pero en un arrebato de conciencia José salió corriendo desnudo y huyó, porque dijo: “Yo no voy a pecar contra Dios”. Cuando llegó el marido, la mujer acusó a José mostrándole la prenda que logró quitarle y diciéndole que la quiso violar. Lo apresaron, mas dice la Biblia que José era varón temeroso y Dios lo prosperó en la cárcel. El jefe de los carceleros lo puso como su ayudante principal. ¡José era el mejor de los presos! Estando en prisión, algunos amigos le fallaron, no obstante, Dios lo llevó a interpretar un sueño del faraón y éste lo puso como gobernador de Egipto. Posiblemente tengas que pasar por muchos desiertos, pero Dios te levanta y no hay vuelta. Si tú tienes temor de Dios, saldrás adelante y terminarás tus días diciendo: “¡Gloria a Dios! ¡El Señor me guió en todo, Él estuvo conmigo y me acompañó!”
Leemos en Proverbios 4:10 y 11: “Oye, hijo mío, y recibe mis razones, y se te multiplicarán años de vida. Por el camino de la sabiduría te he encaminado, y por veredas derechas te he hecho andar”. Aquí habla de una persona temerosa de Dios. No es que tú andas por veredas derechas sino que Dios te encamina, Él endereza el camino delante de ti: “Cuando anduvieres, no se estrecharán tus pasos, y si corrieres, no tropezarás. Retén el consejo, no lo dejes; guárdalo, porque eso es tu vida. No entres por la vereda de los impíos, ni vayas por el camino de los malos. Déjala, no pases por ella; apártate de ella, pasa. Porque no duermen ellos si no han hecho mal, y pierden el sueño si no han hecho caer a alguno. Porque comen pan de maldad, y beben vino de robos; mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto. El camino de los impíos es como la oscuridad; no saben en qué tropiezan” (Proverbios 4:12 al 19). “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto”. Puede ser que a esta altura de tu vida, el día no sea perfecto, pero el sol sale tempranito, disipa la oscuridad y la luz va aumentando hasta que el día es perfecto, eso es al mediodía. Cuando el sol está arriba, el día es perfecto; máxima luz. Cuando hay luz, los gatos no son pardos. La senda de los justos es como la luz de la aurora, quiere decir que van a pasar los años y tú tendrás más y más luz. Yo confieso que hoy entiendo cosas que no entendía hace diez años atrás, y hace diez años entendí cosas que veinte años atrás no entendía. Cada vez tienes más luz y más entendimiento; cada vez tienes más sabiduría. Yo no temo que las cosas me vayan mal porque hago el bien. Y si hago algo mal, me alegro de tener un Dios y Padre que me corrige.
Yo le digo: “Señor, perdón, entiendo que hice mal. Tú eres mi Padre y amo tu disciplina. Golpéame donde más te guste porque tus golpes son buenos y me hacen bien. Para lo que es bueno viene tu castigo, Señor. Padre, deseo amarte como no te he amado hasta hoy. Yo sé que amándote tendré temor de ti, conoceré tu voluntad y haré lo que a ti te agrada. Lo que a ti te agrada es bueno, es luz y a mí me hace bien. Líbrame de mis pensamientos y deseos, Padre; líbrame de mis temores, de mis dudas y mis angustias. Hazme caminar en caminos de luz. No quiero temer al hombre; no quiero temerle al pecado ni a nada, yo quiero temerte a ti, Señor. Anhelo tener el temor de Dios dentro de mi corazón. Ayúdame ahora, Padre. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén”.
Cuando tú tienes que tomar decisiones, lo importante no es saber cuál es la decisión que debes tomar; tú tienes que asegurarte que amas a Dios y quieres hacer su voluntad. El que ama a Dios sabrá cuál es su voluntad. A veces no la sabremos automáticamente y habrá que esperar un poco, pero el que ama a Dios, se encuentra con su voluntad.
“Padre, oro por mis hermanos; oro por aquellos que están viviendo circunstancias conflictivas y tienen que tomar decisiones. Todos los días debemos tomar decisiones. Padre, ten misericordia de nosotros, que las decisiones que tomemos sean las que tú quieres, Señor. Queremos tener temor de ti y amarte como tú mereces ser amado porque tú eres digno, Señor. ¡Alumbra nuestras vidas! Estamos cansados de errar y fracasar, Señor. Danos luz, Padre, te lo pedimos en el nombre de Jesús. Te adoramos, te bendecimos y te honramos. Anhelamos caminar contigo Señor, en el nombre de Jesús, amén”.
ANEXOS: