DEBEMOS VOLVERNOS COMO NIÑOS - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

DEBEMOS VOLVERNOS COMO NIÑOS

INTRODUCCIÓN

La lectura de hoy está en Marcos 10:13-16; leeré la versión de la Biblia Textualde la SociedadBíblicaIberoamericana: “Y les presentaban unos niños para que los tocara, mas los discípulos los reprendieron; pero cuando Jesús los vio, se indignó y les dijo: Dejad a los niños venir a mí y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo que quien no acoja el reino de Dios como un niño, de ningún modo entrará en él. Y tomándolos en brazos, los bendecía, poniendo las manos sobre ellos”. Previamente, quiero aclarar qué es una variante textual en el texto bíblico. Observamos que el versículo 13 afirma que presentaban unos niños a Jesús para que los tocara y los discípulos “los reprendieron” pero otras versiones dela Biblia dicen que “los discípulos reprendían a los que los presentaban”. No obstante, la versión dela Biblia textual que hemos leído concuerda con los manuscritos más antiguos que expresan “los reprendieron”, esto es no a los niños sino a quienes los presentaban. Sucede que los copistas de las sagradas escrituras, por temor a que las palabras “lo reprendieron” pudiera interpretarse como dirigida a los niños y no a quienes los presentaban a Jesús, introdujeron la variante mencionada. La versión dela Biblia Textual ha realizado la traducción de acuerdo a los manuscritos más antiguos conocidos hasta ahora.

¡Qué linda actitud la de los padres! He visto las madres más tristes, más desconsoladas y más duras, que no vienen nunca a la iglesia, que no obstante un día se acercan a la casa de Dios pidiendo la bendición para su hijo o hija. ¡Qué maravillosa actitud la de una madre o un padre que trae a su hijo para que sea bendecido en el nombre de Jesús! A través de este episodio conoceremos el corazón de Jesús, que no sólo es sensible a los niños sino que le dice a los más grandes, ¡si no se vuelven como niños, no podrán entrar en el reino de Dios!

JESÚS AMA A LOS NIÑOS

Me imagino que antiguamente sería como es ahora, que cuando los grandes hablamos, no queremos que los niños nos molesten, y les decimos: “¡Salga de aquí, porque son cosas de grandes! ¡No moleste, esto no es para usted!” Y el niño dice: “¡Pero papá, quiero saber!” Y el padre le contesta: “¡Cuando sea grande!” Pero Jesús podía detener un sermón, una enseñanza, a causa de un niño, porque le enternecía, o podía detener una enseñanza porque un padre o un grupo de padres traían a sus niños para que los tocasen y los bendijesen, que no es lo mismo que los bautizasen. Existe una práctica de bautizar a los niños que nosotros no encontramos asidero bíblico para hacerlo pero sí encontramos esto: Que los papás traen a los niños para ser bendecidos por Jesús y es muy buena práctica que deberían seguir aquellos padres que aún no han traído a sus niños para ser bendecidos. No importa qué edad tengan, si nunca trajiste tu niño a la iglesia y ya tiene siete años, no digas: “Uy… se me fue el tiempo!” Tráelo igualmente porque lo vamos a bendecir en el nombre de Jesús.

Jesús no solamente tenía sensibilidad con los niños sino también con aquellas personas que tienen una mentalidad de niño. Y en esto suelen presentarse ciertas equivocaciones; cuando Jesús vio que retaban a esas personas mayores que traían niños se indignó. ¿Qué es indignarse? Pareciera ser que si te indignas, se te va el espíritu y estás en la carne.La Bibliaafirma que Jesús se indignó. No sé cómo habrá quedado su cara, pero es evidente que alguien vio su semblante y comentó: “¡Se enojó!” Le causó un disgusto tremendo ver que sus propios discípulos estorbaban a los padres para que vinieran a traerle a los niños y ser bendecidos por él.

La versión Reina Valera expresa: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios”, pero la versión de la BibliaTextualafirma que literalmente debería traducirse “Dejad a los niños venir a mí porque… de los que son como ellos… es el reino de los cielos”. Jesús quiso decir que el reino de Dios es de las personas que son como los niños, no específicamente “de los tales”. Una tremenda enseñanza rescatamos de las palabras de Jesús: Quien no reciba el reino de Dios como un niño, de ningún modo entrará en él. Asimismo, Dios nos demandará las actitudes que tenemos con los niños, Él quiere una iglesia sensible a los niños. Éstos, hoy en día, son menos tenidos en cuenta que en anteriores etapas de la historia de la humanidad; actualmente se debate, aún delante de los niños, el derecho que tiene una madre de quitarse un hijo. Si yo fuera niño en esta hora, y escuchara a mi madre decir: “Estoy embarazada, ya tengo cuatro hijos, ¡el quinto me lo voy a sacar!”, ¿qué hubiera pensado? Creo que pensaría: “¡Qué suerte que tuve! Están matando al mas chiquito, no a mí!”

Uno de los factores que más influyó para que el pastor Álvaro Martínez de nuestra iglesia se diese a la droga, al alcohol, y al sexo, es que a los once años de edad se enteró que su madre había intentado abortarlo; casualmente su mamá no sabia que tenia mellizos en su vientre, de modo que el doctor le sacó uno y dejó sin darse cuenta, el otro. La mamá regresó a su casa creyendo que ya no tenía más nada pero a los pocos días sintió un movimiento dentro de sí, ¡y descubrió que aún le quedaba uno! “Ese uno” decidió dejarlo y hoy es el pastor Álvaro; pero a los once años, cuando se enteró de lo sucedido, pensó: “Hubiera sido yo quien esté muerto ahora… ¿qué es la vida? Si mi madre no me valoró, ¿cuánto valgo realmente?” Se dedicó pues, a tener una vida libertina, considerando que la vida no tenía sentido, o que el único sentido que tenía, era el sexo, la droga y el rock and roll. Nosotros los grandes, somos los forjadores de la mentalidad de los niños; nos enseñaba el Dr. Tripolone que cuando una madre le da el pecho a su hijo no solamente le está alimentando sino que le está trasmitiendo lo que él llama “soporte social”, es decir, está produciendo ese vínculo necesario para que el niño sienta desde que es bebé, que vale algo. El niño no solamente necesita la leche de la madre sino ese contacto vital, el calor del cuerpo de la madre, sus palabras, su sonrisa… todas esas cosas le hacen sentir al niño que vale la pena estar en el planeta tierra. Se han hecho experiencias con niños a los que se les da la leche pero no se les habla ni una palabra; el niño comienza a rechazar la leche y empieza a secarse porque no recibe afecto, no quiere vivir. He hablado con niños de diez o doce años que no tienen ganas de vivir, son niños tristes. Los puedes ver en los recreos de los colegios, arrastrando los pies al caminar… no hablan con nadie, consideran que la vida no tiene sentido, no son amados, no tienen iniciativa, porque pareciera que nada de lo que ellos hagan tiene sentido, sirve o vale la pena, consideran que están de más en el mundo.

Pero los hijos de Dios hemos recibido de Jesús otro espíritu, no el del mundo, y les decimos con la frente bien alta a nuestros niños, que valen mucho, que no hay que abortarlos sino amarlos. Es una cobardía decir que no le podemos dar de comer a los niños porque no hay dinero, ¡pensar así es gestar una cultura cobarde! ¡Es una aberración! De modo que Jesús aún dice: “Dejen a los niños venir a mí porque de aquellos que son como los niños, es el reino de los cielos”. ¿Por qué Jesús tenía un afecto especial por los niños? Porque ellos tienen una mentalidad especial que no la tienen los mayores. Jesús anhelaba que las personas con las que él hablaba, tuvieran una mentalidad para recibir el reino de los cielos como la de un niño. O mejor dicho, ¿de qué me tengo que desprender yo que soy grande para tener una mentalidad de un niño y ser acreedor al reino de los cielos? La mente de un adulto tiene más prejuicios, razona todo, aunque si bien el niño también razona todo, lo hace de un modo muy distinto. La mentalidad del adulto está más esquematizada, más endurecida, y es más difícil de romper o torcer. El adulto ha vivido tantas experiencias que difícilmente le cambiemos su manera de pensar y ver las cosas.

DEBEMOS CAMBIAR NUESTRA MENTALIDAD

Dice el apóstol Pablo que hemos adquirido una manera de pensar heredada de nuestros padres pero también afirma que es una “vana manera de pensar”. ¿Por qué? Porque a lo largo de nuestras vivencias, hemos desarrollado pensamientos o estructuras mentales. ¿Qué es una estructura mental? Es algo que marca el rumbo por el cual has de caminar, es decir, determina tus reacciones frente a determinadas circunstancias; el adulto ya tiene esquematizado cómo va a reaccionar frente a determinada cosa o frente a la mayoría de las cosas. Digamos que no ha vivido todas pero ha vivido casi todas, por tanto, cree que ya sabe y ese es el problema. El adulto dice: “Ya soy así, no me van a cambiar, a mí no me van a decir lo que tengo que hacer”. Con una mentalidad así, ¿qué puede hacer Cristo? ¡Nada! El no puede hacer nada con la personalidad de alguien que ya está totalmente esquematizada. Cuando hemos esquematizado nuestra mente, ya no importan tanto los argumentos que nos presenten, vemos las cosas a nuestro modo, nos basamos más en la experiencia y eso nos lleva a depender de nosotros más que de Dios. El nos dice: “Necesito que no sean así, sino que dependan de mí. Necesito poder mostrarles qué se mueve en el mundo espiritual cada vez que enfrentan algo. Anhelo revelarme a ti, pero, ¿qué lo voy a hacer si de antemano ya estás esquematizado en tu manera de ver y pensar las cosas?” ¡Dios necesita niños! El adulto sentencia: “Esto se puede y esto no”, perola Bibliadice: “Dios todo lo puede. ¡Todas las cosas son posibles para aquellos que creen en Dios!” Y repetimos lo que dice la palabra de Dios pero no nos entra porque no consideramos dentro nuestro que esto sea realidad. Qué lindo cuando le damos a un niño un cajón de manzanas y le decimos: “Esto es un auto fórmula uno” y el niño se sube dentro del cajón creyéndolo con todo su corazón. Recuerdo cuando era pequeño, que en la escuela dominical, mientras el maestro daba la lección, había un compañero que era sumamente inquieto, por tanto el maestro le decía: “¡Súbete al auto!” y mientras nos daba la lección, este niño, subido al cajón de manzanas, se imaginaba manejando un auto. ¡Qué sencillez la del niño! No es que tenemos que tener esa mentalidad para afrontar las cosas de la vida sino tener esa mentalidad para oír a Dios. Poder escuchar la voz de Dios significa estar desprogramado de nuestros propios prejuicios y esquemas mentales, haber renunciado a nosotros mismos, implica que cada vez que me presente delante de Dios, no tengo que tener nada en mente sino sólo el anhelo de escuchar lo que él tiene en su mente. ¡Dios necesita mentes tiernas!

Cuando maduramos, nuestras mentes no están formadas sino desformadas. ¿Qué le pasó a Dios con el pueblo de Israel en el desierto? No pudo hacer nada con ellos por la mentalidad de esclavos que tenían. Es increíble que un Dios que todo lo puede, no puede “darte vuelta la cabeza” por cuanto te ha dado libre albedrío. En otras palabras, Dios puede perdonarte todos tus pecados pero la decisión de llenar tu mente del pensamiento divino es tuya y no de Él. Es difícil encontrar una enseñanza enla Bibliaque ya no la hayamos leído. Pero es necesario que nos acerquemos a la palabra  de Dios, como si fuese la primera vez que lo hacemos, que cuando leamos un versículo ya conocido, descubramos que Dios tiene algo nuevo en él. Muchas veces no estamos con una mentalidad moldeable, receptiva, abierta para leerla Biblia, consideramos que ya sabemos todo acerca de ella, tenemos preconceptos. ¡Pero no sabes nada! La palabra de Dios es viva y eficaz por esola Bibliaes el único libro del mundo que se da el gusto de enseñar cosas nuevas siempre con el mismo texto, porque no es una cuestión del texto sino del espíritu. La palabra de Dios es como un caleidoscopio, cada vez que lo miras te muestra un paisaje distinto, te da una perspectiva distinta de parte de Dios. Dios está necesitando mentalidades sencillas, como la de un niño. Nosotros nos queremos sentir mayores, maduros, anhelamos enseñar, no que nos enseñen, por tanto, ¿qué puede hacer Dios con nosotros? ¡Nada!

Viene a mi mente la historia de grandes siervos de Dios, como Eli, que tuvieron un ministerio fuerte pero cuando llegaron a viejos se fueron endureciendo, no les puedes enseñar nada porque se creen dueños de la verdad. ¡Le pido a Dios tener una mentalidad nueva y disponible cada día! Aunque también he visto personas mayores que hacen cosas nuevas cada día y de ellos quiero aprender; uno de ellos es el hermano Pablo, otro es el Dr. Juan Carlos Ortiz. Es necesario que no estemos esquematizados, ir delante de la presencia de Dios y descubrir que Él tiene algo nuevo cada día, que siempre tiene algo más que decir acerca de algo que yo ya sabía. Hoy debemos presentarnos delante de Él y pedirle que nos dé una mentalidad como a él le agrada, como la que espera de nosotros. Señor, ¿qué cosas hay que tú me has querido decir, que no las he escuchado? ¿Por qué tengo que sentir todos los días que no me hablas, que no me enseñas, que no aprendo, por qué no puedo sentir tu presencia? ¿Te has puesto a pensar que el problema no está en Dios sino en ti? ¡El problema está en nosotros!

Qué bueno poder decir: “Hoy no miraré televisión sino que me deleitaré en ti, entraré en el televisor del cielo a ver qué tienes tú para mostrarme”. Vivimos en una época tan difícil, donde corremos velozmente y es difícil tomar un tiempo para meditar. Antiguamente la gente tenía más tiempo para meditar, pero, ¿cómo hará Dios algo con nuestras vidas si no tenemos tiempo para presentarnos delante de Él con una mente abierta? ¿Quieres realmente que Dios haga algo con tu vida? A veces nos presentamos delante de él, pero no con una mente abierta sino con cargas tremendas, con deudas, con los problemas de la suegra, con enfermedad, ¡traemos una mente ocupada! Nos cuesta estar delante de la presencia de Dios, pero Él dice: “Yo haré cosas nuevas con aquellos que me buscan, con aquellos que puedan perder su tiempo conmigo”. ¡Perder tu tiempo con Dios es ganarlo! No te está pidiendo Dios cosas complicadas, que estudies demasiada teología, que leas doctrina ni muchos libros, Él te ama y quiere compartir contigo; dicela Bibliaque el Espíritu Santo nos anhela celosamente. ¿Qué es lo que más quiere Dios de ti? ¡Que puedas compartir tiempo con Él! El es tu padre y tu eres su hijo, el deleite de Dios es poder abrazarte, envolverte, su complacencia son los niños y tú eres su niño. Ahora te hago otra pregunta: Por más que hayas crecido, por más que tengas 70 años de edad y te hayas leído todos los libros y hayas ido a la universidad, ¿cuánto puede haber crecido tu mente comparada con la mente de Dios? ¿Podrás enseñarle algo a Dios con todo lo que has aprendido? Somos orgullosos y engreídos, somos unos piojos bailando en una pelotita… dijo uno de los astronautas que fue a la luna, que desde allí, el planeta tierra se ve como una frágil pelota de cristal… es tan chiquito el planeta tierra… y nosotros mucho más chiquitos. ¡Pero qué agrandados que somos, creemos que lo sabemos todo! Y el humanismo pretende explicar todas las cosas a través de la razón del hombre. ¡Qué agrandado que es el hombre! Por eso Jesús dice: Aquel que no es como un niño, no puede entrar en el reino de los cielos.

CONCLUSIÓN

¿Cuánto puede haber crecido tu mente para que digas “no necesito a Dios”? Para Él siempre vas a tener la mentalidad de un niño. A mí me pasa cuando voy a San Juan mi ciudad natal, que mi madre me trata como si aún siguiera siendo un niño, para ella sigo siendo pequeño. Y si mi mamá piensa así, ¿cómo no pensará Dios lo mismo? Él hoy te dice: “Para mí siempre seguirás siendo un niño; quiero que tengas una mente abierta para que yo te enseñe. Y si no te vuelves como un niño, no te dejaré entrar en el reino de los cielos; quiero que me busques cada día balbuceando, diciendo “papá te necesito, sin ti nada soy”. Cuando era pequeño, anhelaba llegar a grande. ¿Por qué? Porque tenía esa sensación de no ser valorado, sin embargo Dios valora los niños. Es necesario que hoy te despojes de tus prejuicios y vuelvas tu corazón a Dios. Si estás dispuesto, haz esta oración: “Señor, quiero que me hagas tierno. Enséñame a contar mis días para traer al corazón sabiduría, que pueda tener una total y absoluta dependencia de ti Señor. Renuncio a toda mi experiencia, solamente quiero contar como experiencia lo que tú me has revelado, nada de lo que aprendí de mis padres, de mis vecinos, en la universidad. ¡Renuncio a todo! Sólo contaré como experiencia aquello que tú me has revelado que tengo que hacer. Quiero ser como un niño, quiero que mi mente sea como un recipiente vacío que tú tengas que llenar. No quiero venir a ti con esquemas, con prejuicios. Renuncio a mis pensamientos, a mis caminos. ¡Quiero ser como un niño! En el nombre de Jesús hago esta oración, amén”.

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