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He recibido un e-mail de un amigo creyente miembro de otra iglesia, con el que tengo una linda amistad; él me escribió lo siguiente: “¿Alguna vez te has desanimado? Imagino que sí. Pero yo quiero saber cómo se hace para encontrar esos factores que nos desaniman y tratar de bloquearlos, porque hay días que soy tan feliz en Dios, pero por veces me siento como nada y desanimado”. Y me pregunta: “¿Hay solución?” Este hermano me escribe porque me ha estado observando por varios años y se hizo a la idea de que yo soy un hombre que difícilmente se desanima o que se viene abajo, siempre me ha visto que voy para adelante, que soy una persona de mucho tesón, de mucho fuerza y que nada me hace retroceder. Y hay muchos que me observan y se preguntan: “¿Qué es lo que tiene?” ¿Qué es lo que ha hecho que el apóstol Márquez durante más de veinte años de estar en Uruguay se pueda subir al púlpito y predicar con fe, con esperanza y con fuerzas? Posiblemente, algunas veces pude haber estado desanimado o “bajoneado” pero casi ni se ha notado y esto lo pueden afirmar quienes me han seguido por tantos años.
El e-mail de mi amigo me ha hecho reflexionar ya que me pregunta cuáles son los factores que nos desaniman; él los quiere detectar para poder tratar con ellos y bloquearlos porque hay días en los que se encuentra bien y otros en los que está desanimado. El término desanimado significa desalmado. De algunas personas decimos: “¡Este es un desalmado!” Le llamamos desalmado a quien no tiene los sentimientos en su lugar, a una persona mala; pero no necesariamente, una persona desalmada es mala, sino aquella a la que le está faltando alma. Des-almado significa sin alma, o más bien, falta de alma. Las palabras ánimo y alma tienen la misma raíz y significan lo mismo. Estar desanimado significa que te encuentras escaso de voluntad, ésta, es el ímpetu que te lleva a tomar decisiones y encarar problemas, y no solamente andas mal de la voluntad cuando estás desanimado, sino que tampoco tienes ganas de pensar, prefieres distraerte con alguna cosa con tal de no pensar, porque tienes opresión y te cansa hacerlo. Tu mente se resiste a resolver problemas, estás desanimado, te falta esa capacidad, esa habilidad de pensar, y no quieres hacerlo.
Si tienes un problema matrimonial en lugar de tratar de resolverlo te pones a escuchar música o miras televisión, se te hunde la familia pero tú no tienes fuerzas para luchar. Así que estar desanimado es tener falta de voluntad, de pensamientos, falta de actividad en la mente y también falta de actividad en las emociones, éstas no funcionan bien; está el nene llorando y tú lo dejas porque estás tan mal que no puedes atenderlo.
Me llamó la atención la pregunta que me hizo el hermano: “¿Cómo se hace para encontrar esos factores?” Yo he descubierto que hay miles de factores que nos llevan al desánimo; tienen que ver, por ejemplo con nuestro origen, surge de la situación que se planteó cuando tu mamá quedó embarazada de ti y tu padre le pidió que te abortara. Un buen día, tomando mate, tu madre te cuenta la historia y te dijo: “Tú eres un accidente, tu papá y yo no te esperábamos pero viniste”. Ella le cuenta eso al hijo o a la hija y sigue tomando mate como si no le hubiera tirado una camionada de basura encima, pero el chico o la chica comienzan a cuestionarse para qué han venido al mundo, por qué su mamá o su papá cuando se enteraron de la noticia del embarazo no lo querían.
Así es como se pierde el ánimo, uno comienza a preguntarse por qué nació, para qué sirve vivir… Hay muchas causas que nos llevan al desánimo. Un hombre o una mujer esperaba que su cónyuge fuera de tal o cual manera pero resultó todo lo contrario. ¡La vida está llena de motivos para desanimarse! Una chica estaba mal porque trabajaría hasta fin de año pero después iban a prescindir de ella. Continuos fracasos, falta de empleo, falta de dinero producen desánimo. ¿Cómo hacer para desactivar todos esos factores? ¡Es imposible!
La carta de mi amigo me llevó a pensar en todo lo que he vivido durante veinte años de ministerio en Uruguay; yo llegué en un estado de suma fragilidad y debilidad, no sabía bien qué iba a pasar con mi vida en este país, sólo estaba obedeciendo a Dios, pero no me imaginaba que iba a durar tantos años.
¡He recibido la noticia de que voy a ser abuelo, así que tendré nietos uruguayos! En Argentina, yo era uno más en treinta millones de ciudadanos, era una persona común, normal pero cuando llegué a Uruguay sucedieron cosas extraordinarias. Comencé a salir en la radio y la televisión, al tiempo me convertí en una persona pública; la gente que me veía, una a otra se codeaba y comentaban: “¡Mira, ahí va el pastor Márquez!” Yo pensé que debía andar derechito porque no sabía dónde habría alguien que me estaba observando. Al transformarme en una persona pública comenzaron mis problemas, Uruguay es el lugar que más aflicción me produjo en toda mi vida; cuando yo era un anónimo en Argentina estaba bien, pero al convertirme en una persona pública me vinieron toda clase de ataques, se dijeron cosas de mi, algunas eran verdad, otras, eran mentiras horrendas. Entonces, ¿qué es lo que me mantuvo en la brecha? ¿Qué me mantuvo firme? ¿Es que me puse a desactivar cada factor de desánimo? ¿Cada vez que decían algo de mi yo corría a solucionar el problema? He salido en la prensa, a veces me invitaban a programas de televisión, sólo para escracharme, buscaban que yo dijera cosas para hacerme caer; personas que parecían amigas mías terminaron siendo enemigas. No puedo contar todo lo que viví pero el asunto es que yo debía subir al púlpito y predicar la palabra de Dios, debía darle ánimo, fe y esperanza a la gente, pero después de veinte años puedo decirte que Dios ha estado conmigo. Después de tantos años tengo que decirte que no depende de mí, no soy yo, sino lo que Dios logró hacer en mí. Yo, como muchos, era dependiente de la opinión de la gente, me preocupaba por el “qué dirán”. Las primeras veces que me “hicieron bolsa” la imagen, hablando cosas de mí, creía que estaba destrozado y que no podría levantarme más, pero el Señor me empujó y me animó porque la cosa no depende de mí sino de Él.
Yo le contesté a mi amigo: “Mira, lo que yo descubrí se encuentra en el Salmo 125:1: “1Los que confían en Jehová son como el monte de Sion, Que no se mueve, sino que permanece para siempre”. No se trata de desactivar factores de desánimo sino de confiar en Jehová, quien confía en el Señor es como el monte de Sión que no se mueve, ¡es inconmovible! Ya no depende de mí sino de lo que Dios hace en mí por cuanto yo he puesto mi confianza y mi esperanza en Él.
Recuerdo las veces que sentados en la cama con mi esposa a la madrugada, le decíamos a Dios llorando: “Tú nos sacarás de esto” Después de llorar y orar un rato, el alma se llena de esperanza y de paz, Dios pone su sello y al otro día estoy predicando y diciendo: “¡Dios puede! ¡Dios te puede hacer como el monte de Sión, inamovible!”
No es lo que puedes hacer con los factores que te deprimen sino que es tu confianza en Dios. ¡Señor, tú eres mi Dios! ¡Eres mi Padre! ¡Cuando yo nací no fui puesto en los brazos de una enfermera o de una partera, yo fui puesto en tus brazos! ¡Tú me has tomado en tus brazos desde que nací y me has cuidado! He andado por valles de sombra y de muerte, he andado por muchos lugares. Algunos me han dicho: “¡Te vas a acordar de mi! ¡Te voy a hacer un trabajo de brujería!” Me han prendido velas de todos colores y tamaños. ¡Me han querido matar los de la umbanda y la quimbanda con sus trabajos de brujería, pero no han podido!
¡Pasaron cosas que uno no se puede imaginar! Apenas yo comencé a salir en programas de televisión, en una oportunidad salí orando por las autoridades; a los días me llaman por teléfono y me dicen: “Yo soy una persona allegada al presidente, los políticos no estamos acostumbrados a que salgan en televisión bendiciéndonos, más bien estamos acostumbrados a que nos den palo. Yo conozco el evangelio pero estoy apartado, pero quiero preguntarle: ¿usted quiere una entrevista con el presidente de la nación?” “Bueno” le respondo, a lo que agrega: “¡Lo van a llamar de presidencia!” A los días me llaman y me dicen que el presidente me ha concedido una entrevista en su residencia. ¡Mira al apóstol Márquez! En Argentina era uno más en treinta millones y ahora era invitado por el primer mandatario de la nación. ¡Qué cosas extrañas comenzaron a suceder! Pero también, ni te puedes hacer la idea de cuántos endemoniados venían a la iglesia; se endemoniaban durante el culto y cuando finalizábamos la reunión no dábamos abasto con mi esposa tratando de liberarlos. Nos llevábamos a algunos a nuestra casa. Donde vivíamos, había un segundo piso y era como una sala de juegos que transformamos en dormitorios donde cabían unas diez personas; ahí dormían mis hijas con dos chicas más que nos ayudaban y también alguna chica que llevábamos endemoniada. Una noche nos fuimos a dormir como a las dos o tres de la madrugada, ¡cansados! A eso de las cuatro o cinco escuchamos un golpe, y ahí estaba yo entre dormido… algo me decía: “no te levantes quedate tranquilo, que se caiga el mundo”, pero por otro lado sentía una voz que me decía: “¡Levantate!” Entonces fui a ver lo que sucedió: una chica que habíamos llevado, endemoniada, había bajado, fue a la cocina, agarró un cuchillo, no se si para quitarse la vida o para matarnos a nosotros, pero cayó al suelo desmayada; cuando me levanto, la encuentro en el piso y con un cuchillo grandote. ¡Enseguida, agradecí a Dios! ¡De cuántas cosas como esas, nos ha librado el Señor!
¿Cómo hace uno para no perder el alma, para no perder el ánimo y no desanimarse? Lo único que he conocido y me ha mantenido firme en todos estos años, no fue que traté de ver cómo desactivar los factores que me han producido desánimo, sino saber y conocer que Dios es mi Señor, que Él está conmigo y en Él está mi confianza.
El desánimo no viene por la ausencia de los factores que lo producen, porque si tuviéramos que esperar en eso para no tener desánimo entonces no te tendría que suceder nada, siempre te tendría que ir bien en lo económico, en el matrimonio, y en todas las áreas de tu vida. No tendrías que tener ningún problema que te oprima para que siempre estés bien; y aún así, hay personas con desánimo igual, porque éste es una condición del alma. Hay quienes viven durmiendo, viven cansados, no quieren trabajar y es porque el desánimo les ha ganado espacio, y no es que esas personas estén sufriendo factores que les produce ese desánimo, es que el desánimo les gobierna.
Yo creo que el ánimo, la fuerza y el ímpetu tienen que ver con lo que uno tiene de Dios; cuando falta Dios, entonces falta el ánimo. La palabra entusiasmo significa lleno de Dios, proviene del griego enthousiasmos que quiere decir “inspiración divina”. Cuando una persona está vacía de Él, está al alcance de cualquier clase de dardos envenenados del maligno, cualquier cosa que le digan, lo derriba al suelo: “Mi mamá me dijo cualquier cosa y yo me quiero morir”, “mi marido me destrata, no me tiene en cuenta”. ¡Cualquier cosa es buena para perder el ánimo! Todos tenemos personas cerca que nos destratan y que hablan mal de nosotros, pero, cuando uno tiene demasiado amor propio, orgullo o vanidad, esas cosas pegan como un balazo; en cambio, cuando uno está muerto, nada le afecta, porque los muertos no reaccionan. ¿Has probado ir a un velorio y provocar a un muerto? El cristiano es una persona que ha muerto en Cristo; el apóstol Pablo dijo: “Ya no vivo yo, mas Cristo vive en mi” (Gálatas 2:20). Entonces, cuando vienen los bombazos, ¿a quién se los pegan? ¡A Cristo! ¿Quién me defiende? ¡Cristo! Ya no vivo yo, me vienen a querer golpear pero a quien golpean es al que vive en mí, el Todopoderoso.
¡Tiene muy buenos resultados la confianza en Dios! Si sabes que tienes que servir a Dios lo debes hacer; las cosas que te vienen para que no lo hagas son problemas que te salen al encuentro para que te desanimes y no sirvas a Dios. No hagas caso a las cosas que vienen, confía en Dios y sigue caminando a la meta que es a donde Él te ha mandado que vayas.
Yo creo que, lo que me ha dado victoria en estos años fue la gracia de Dios, no es mi habilidad de enfrentar los factores que producen el desánimo, tampoco mi sabiduría ni mi inteligencia; es que, los que confían en Jehová son como el monte de Dios que no se mueve, ¡están firmes!
La pregunta que tienes que contestarte es: ¿A dónde está mi confianza? ¿Cuánta confianza tengo en Dios? ¿Cuánto me importan los problemas y cuánto me importa Dios? Si Dios te importa, entonces los problemas son pequeños, si Él es importante, los factores que producen desánimo no son tan importantes. ¡Mi relación con Dios es importante!
Hay días en que algunas personas parecen que tocan el cielo pero hay otros días que tocan el infierno; un día sientes que Dios está contigo y otro día preguntas: ¿dónde está Dios? ¿Crees que Dios juega a las escondidas contigo? ¿Crees que Él un día está pero otro no? ¿Cuánto sabes del Dios que ha dicho que enviaría a su ángel para cuidarte? ¡Eres tan importante para Él que envía su ángel para que te defienda! ¿Conoces el dicho: ojos que no ven, corazón que no siente? Claro, como no lo ves al ángel no sientes que él está a tu lado. ¡El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen y los defiende!
¡Si creyeras un poquito más a la palabra de Dios entonces tendrías más ánimo, estarías más fortalecido, serías inamovible! He visto cómo algunas personas con problemas sencillos tambalean y caen. Hay creyentes que le tienen miedo a las sombras, unos se asustan con las cucarachas o las ratas. ¡Imagínate uno que se asusta con una rata peleando con un principado o una potestad!La Bibliadice que nuestra guerra no es contra carne ni sangre, las ratas son de sangre y de carne, sino contra poderes espirituales de maldad en las regiones celestes. ¡Qué creyente más aguerrido es aquel que le tiene miedo a la noche! Hay quienes no se animan a ir a descolgar la ropa que está en el patio, de noche, en invierno, otros duermen con la luz prendida. ¿Ese es el ejército de Dios?
“¡Mi marido me dijo que soy una desgraciada, que soy una perra!” “¿Y tu eres una perra?” “¡No!” “¿Entonces por qué lloras?” “¿Eres una desgraciada?” “¡No, yo soy una hija de Dios!” ¿Dónde está tu confianza en Dios? Si no tienes tu confianza puesta en Él, cualquier cosa te puede debilitar o desanimar. ¡No se necesitan cosas grandes para que te desanimes!
¿En qué puedo ver que tienes tu confianza en Dios? ¿Qué tan importante es Dios para ti? Si Él dice: “Yo soy tu sanador”. ¿Cuánto vale eso para ti? El médico te detectó cáncer y te dijo que tienes treinta días de vida pero Dios te declara: “Yo soy tu sanador”. ¿Dónde está tu confianza? ¿Le crees más al médico que a Dios? ¡Tú vas a morir si Dios quiere! Las cosas sucederán como Dios quiere, no como te la dicen los demás. La gente te dice: “No vas a poder”, pero Dios dice, a través del apóstol Pablo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. (Filipenses 4:13). ¡En Cristo soy más que vencedor! ¡Él nos lleva de gloria en gloria, de victoria en victoria! ¿Dónde está tu confianza? ¿Dónde está puesta tu fe? ¿Cuánto vale tu Dios y cuánto vale la palabra que Él te da? Hoy, Dios te está dando una palabra: “1Los que confían en Jehová son como el monte de Sion, Que no se mueve, sino que permanece para siempre”. ¡Los que confían en el Señor permanecen para siempre! ¡No se mueven!
Más de una vez el diablo me ha amenazado con destruirme; nunca voy a olvidar cuando un endemoniado me dijo: “¡Te voy a matar a tus hijas!” Mis hijas eran chiquitas cuando me dijo eso y todavía están vivas. Yo lo miré más endemoniado y le contesté: “¡Diablo, no tienes poder, no vas a tocar a mis hijas porque ellas están cubiertas con la sangre de Jesucristo! ¡No te lo permito!” El demonio sonaba feroz, sonaba poderoso, y no era una simple sombra, era un demonio. Pero, ¿qué puede hacer un demonio si mi confianza está puesta en Dios? ¡No depende de mí sino de Dios, pero Él está esperando ver mi confianza!
El diablo intenta robarte la fe, robarte la confianza en Dios, y si lo logra, entonces te gana la pelea. No importa qué tan grande pueda ser la pelea que enfrentas sino qué tan grande es la confianza que tienes en Dios. Si el problema es grande, ¿Dios no puede?, y si es chiquito, ¿Dios no puede? Daría la sensación de que si el problema es grande, ni Dios, ni yo podemos y si es pequeño, ¿para qué lo quiero a Dios? mejor lo soluciono yo. ¡Pero sea grande o pequeño el problema, mi confianza debe estar puesta en Dios!
¿Qué es lo que te quita el sueño? ¿Qué te aflige? Algunos están amargados en sus casas y pensando que en la iglesia nadie los quiere o todos lo miran mal. ¡Cuántos motivos hay para estar desanimados! ¡Cualquier cosa sirve para perder el valor y la fuerza!
¡Mi confianza está puesta en Dios! Yo confió que si me acompañó por veinte años, caminará conmigo los que me restan. Tal vez suene mal pero debo decirte que si necesitas ejemplo aquí me tienes, y no te lo digo con soberbia; yo conozco mis debilidades, pero mi fuerza está en mi confianza en Dios.
Santiago dijo del profeta Elías, el más grande de la antigüedad: “17Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses” (Santiago 5: 17). Su fuerza no estaba en lo que él podía resistir a las pasiones o a los problemas, sino que estaba en su confianza en Dios. David dijo: “Cuando yo tuve que enfrentar al león o al oso, Jehová estuvo conmigo”. ¡Ahí estaba Goliat gritando y David declaraba que el gigante sería igual que el oso o el león porque Jehová estaba con él, Dios era su fuerza!
¿Dónde está tu fuerza y cuál es la causa de tu desánimo? ¿Por qué tus bajones? ¡Confía en Dios!
Dijo David: “No temeré mal alguno, porque tu estarás conmigo” (Salmo 23:4).
Hoy es el día en que le tienes que pedir perdón a Dios por haber confiado en lo que el médico te ha dicho, por haberte desanimado con lo que te ha dicho tu esposo pero no has cobrado ánimo por lo que Dios te ha dicho. ¡Cuántas veces te asustó el diablo, una sombra, un pariente, o alguien que te amenazó! ¡Cuántas veces te has venido abajo por causa de algún factor! Hoy debes entender que los factores no son importantes, sino que lo importante es tu confianza en Dios.
En este tiempo no estoy probando qué cosa me puede ayudar, sino que estoy en la etapa de transferir lo que me ha ayudado a mí. Muchos preguntan: “¿Qué tiene Márquez?” Márquez está en la etapa de darle a la iglesia, porque Dios no se conforma solo conmigo, él quiere un ejército, te quiere a ti fuerte; quiere que tu tengas lo que el pastor Márquez tiene. Yo tengo debilidades pero he esperado y he confiado en Dios y por eso he prevalecido. Algunos dicen: “¡Qué fuerte es, cómo quisiera ser como él!” Yo soy débil, sólo en Cristo soy fuerte.
Yo creo en la transferencia espiritual; en estos veinte años he estado transfiriendo mis experiencias a la gente y muchos han entrado en el camino de la victoria porque me han visto y han recibido la trasferencia espiritual. Creo también en la trasferencia que viene por la imposición de manos, creo que puedes recibir un toque de Dios en este día.
El creyente funciona en relación al contacto que tiene con Dios. ¿Te está faltando conectarte con Dios? ¿Reconoces que te conectas a muchas cosas pero no a Dios? ¿Te dejas afectar por las cosas que te dicen o que pasan pero no estás firme en Dios? Yo creo que antes de que finalice mi pastorado tendremos un ejército de gente creyente con igual o más ímpetu que yo. ¡Vamos a cambiar nuestra nación! ¡Serás lo que Dios quiere que seas! No serás un observador sino un jugador de Dios.
¿Crees que puedes recibir hoy un toque de Dios? ¿Crees que Dios puede hacer algo ahora? Declara: “Yo he recibido bendición, Dios me ha bendecido”.
Repite esta oración: “Padre querido, perdóname, porque me he dejado afectar por lo que me sucede cada día, pero no por lo que tú me has dicho a través de tu palabra, que es firme e inconmovible. Declaro en esta hora como David, que no temeré mal alguno, sino que tú estás conmigo cada día, cada hora, cada minuto, ¡cada segundo! Declaro que en mi vida se cumplirá tu propósito eterno, y no el del diablo. Te entrego mis ansiedades, mis tristezas, mis frustraciones. ¡Toma mi vida y lléname con tu Espíritu Santo! En el nombre de Jesucristo hago esta oración, amén”.
ANEXOS: