DOS FUENTES DE CONOCIMIENTO DEL BIEN Y DEL MAL - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

DOS FUENTES DE CONOCIMIENTO DEL BIEN Y DEL MAL

INTRODUCCIÓN

¿Te has puesto a pensar que hay dos fuentes de conocimiento del bien y del mal? Todo comienza en el Génesis, cuando mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: “De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:16).

Ese era el árbol que daba un fruto que es el del conocimiento del bien y del mal y que se alcanzaba con sólo desobedecer a Dios. El fruto de ese árbol no era una manzana como se ha especulado siempre. Fue ahí que apareció la serpiente y sedujo a Eva para que lo probase y así fue que la mujer probó lo que Dios había prohibido. Antes de ese momento, el bien y el mal estaban en manos de Dios y no había ley; y si no hay ley, no hay infracción. Todo lo que la ley prohíbe es penado y todo lo que la ley no prohíbe no está penado. En ese momento la única prohibición era no comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. Lo que Adán y Eva hacían no eran actos inadecuados o delito; como, por ejemplo, andar desnudo. Esto no tenía ninguna consecuencia y tampoco ellos tenían vergüenza. Como dije, estaba en las manos de Dios el conocimiento del bien y del mal. Esa es la fuente divina.

Y está la otra fuente, la que le sugirió Satanás a Eva, que era probar la independencia de Dios: no le hagas caso a Dios, no le creas, no le obedezcas; tú puedes hacerlo por ti mismo. Es como cuando los drogadictos dicen: “yo puedo salir de la droga cuando quiera”, pero después de algún tiempo dicen: “no doy más”.

A lo largo de la Biblia vemos que las consecuencias de aquellos que comen de uno de aquellos dos frutos son evidentes; por un lado, cuando alguien come del fruto del conocimiento que es revelado por Dios, por su Espíritu Santo, por su Palabra. Decimos que la fuente de Dios es su palabra y su revelación. Pero también, podemos caminar guiados por el conocimiento del bien y del mal que nos viene de abajo, de la tierra, de nuestras propias emociones y sentidos. Y muchas veces juzgamos nosotros mismos qué es el bien y qué es el mal cuando decimos, qué tiene de malo que yo haga esto o aquellos, por ejemplo. Pero lo importante es que sepamos qué le parece a Dios, o qué piensa Él.

Se abrieron las puertas del infierno, y todo el mal y toda maldición vino sobre la tierra cuando el hombre que tenía la autoridad de Dios le abrió las puertas al pensamiento de satanás, obedeciendo a su idea de que podemos funcionar por nosotros mismos y no necesitamos a Dios. Hasta el día de hoy la tierra está contaminada de ese flujo del infierno de los que se rebelaron contra Dios, que son los que están trabajando para hacerte sentir placer en hacer aquello que Dios no quiere que hagas. Entonces se moviliza en ti el deseo, la codicia, y surgen los argumentos para que tú puedas de alguna manera justificar que lo que estás haciendo, está bien.

La fuente que viene de Dios como lo es la revelación, significa la manifestación del poder de su palabra. Hablo de una visión dada por Dios a los que le temen. Hoy te expongo todo esto dentro del contexto de la oscuridad que hay en el mundo por causa del conocimiento del bien y del mal que vino sobre el hombre. Es el hombre decidiendo qué es lo que está bien o qué es lo que está mal. Hoy en día la gente opina que no está mal abortar, que es un problema tener hijos. En este sentido, Uruguay está cavando su propia fosa. El hombre decidió que el divorcio después de todo es una solución. A lo bueno le dicen malo y a lo malo bueno. A lo dulce le dicen amargo y a lo amargo dulce. Entonces, está la fuente podrida que viene desde el mismo infierno, pero está la fuente de luz que es Dios hablándote y advirtiéndote por causa de los tiempos que vienen. La voluntad de Dios es el bien para la humanidad.

DIOS QUIERE TU OBEDIENCIA, NO TU SACRIFICIO

La Biblia nos narra cuando Dios mandó a Saúl a destruir a Amalec. Era la voluntad de Dios destruir a los amalecitas que habían salido a debilitar la retaguardia del pueblo de Dios. Según los israelitas, los amalecitas los perseguían para destruirlos. Pero, como lo veía Dios, era que los amalecitas se levantaron contra su trono. Dios le dijo a Moisés: “Escribe esto para memoria en un libro, y di a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo”. Y dice la Biblia en Éxodo 17:15 y 16: “Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová-nisi y dijo: Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación”.

Este era un proyecto de Dios que tenía ya 500 años. Luego, manda a Saúl a destruir a los amalecitas, tanto a hombres como mujeres, niños y aún las bestias, y todo lo que les pertenecía, para que no quedara ningún rastro de ellos. Saúl destruye a los amalecitas, pero tenía algunas buenas ideas, como perdonarle la vida al rey; al cerebro, al endemoniado, hijo del infierno que gobernaba a los amalecitas. Dice la Biblia que Saúl y el pueblo no sólo perdonaron a Agag, sino que también perdonaron lo mejor de las ovejas y de las vacas, para sacrificarlas a Jehová. Pero el ganado era anatema, era maldito. Dios había dicho que tenían que destruirlo todo y no obedecieron. Entonces, Dios le dijo a Samuel: “Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras”. Vino Samuel a Saúl y este le dijo: “Bendito seas tú de Jehová; yo he cumplido la palabra de Jehová”.  Y Samuel preguntó: “¿Pues qué balido de ovejas y bramido de vacas es este que yo oigo?” Y Saúl respondió: “De Amalec los han traído; porque el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de las vacas, para sacrificarlas a Jehová tu Dios, pero lo demás lo destruimos”. Saúl estaba convencido de que hizo lo que Dios le había mandado.

En 1ª Samuel 15:22 leemos: “Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová?” Aquí se establece un principio. Dios no quiere tus sacrificios, Él quiere tu obediencia. Si hay que hacer algún sacrificio Dios te lo va a pedir y te va a respaldar.

Te recuerdo que este mensaje está encuadrado en el contexto profético de los últimos tiempos. Sigue sonando la tercera guerra mundial. Israel ha logrado postergarla a base de hacer ataques preventivos. Por eso Irán y Hezbollah no han podido iniciar un ataque masivo porque Israel los ha destruido antes de que comiencen. En todo esto se están involucrando las naciones y se está armando una tercera guerra mundial. Es más importante obedecer al oír la palabra de Jehová, que sacrificarme por Él o hacer grandes ofrendas. Ninguna ofrenda servirá si eres desobediente a Dios. Hay gente que lleva 30 o 40 años de servicio, supuestamente trabajando para el reino de los cielos, pero han desechado un llamado de Dios en su vida. ¡Hay de ellos que han querido ser cuidadosos y no se han arriesgado! ¡Hay de ellos que han tenido temor para obedecer un llamado de Dios! Están esos que quieren ser obedientes, pero no prestan atención, y el que no presta atención desobedece. Dicho de otra manera, si yo quiero obedecer a Dios, pero no presto atención a lo que Él me dice o demanda, entonces termino no obedeciendo a Dios.

Pareciera que Saúl hizo lo que Dios quería, pero no prestó atención al hecho de que Dios quería raer de la faz de la tierra a todos los amalecitas y todo lo que ellos poseían. Algunos dicen que el Dios de la Biblia es un Dios criminal. Yo a Dios no le discuto. ¡A Dios se lo obedece y san se acabó! La obediencia a la voluntad de Dios es indiscutible. No razonar con Dios a la hora de hacer lo que Él nos manda es obediencia absoluta. Tú puedes desobedecer al pastor y eso es desobediencia relativa; y la desobediencia relativa no es hacia Dios. Tú decides si lo que yo te digo es de Dios o no. Como yo soy hombre puedo decirte algo que no es de Dios. Así que no está en mi equivocarme o no equivocarme respecto de ti. Está en ti decidir si realmente lo que yo he dicho es o no es de Dios. A algunos les resulta muy fácil atropellar la autoridad delegada de Dios. Al fin y al cabo, es un hombre, ¿quién se cree? Tú decides si obedeces o no la autoridad delegada por Dios. Y la Biblia dice que quien no obedece a la autoridad que él ha puesto, a Dios resiste.

En el año 1995 ocurrió un gran avivamiento en la ciudad de Pensacola, al noreste del estado de Florida en Estados Unidos. Yo quería ver qué era eso y viajé hasta el lugar. Pensacola es una localidad pequeña y era imposible conseguir hospedaje ya que iban miles de personas de todo el mundo. Ah, pero yo hice un sacrificio, conseguí el dinero y fui hasta ese lugar. ¿Y el que no tenía dinero para ir a Pensacola qué? ¿Se quedó sin el favor de Dios? Con esto me refiero a las obras y sacrificios que hacemos. A veces damos ofrendas grandes o nos cuesta dar el diezmo, y hacemos un gran sacrificio para sembrar en el reino de los cielos. Pero lo importante es que entendamos cuál es la voluntad de Dios, porque su voluntad es inexcusable. La obra que estás haciendo puede ser de Dios o no. Cuando obedeces a Dios y haces su voluntad, haces obras que a Él le agradan. Recuerda que a Dios no le agrada ninguna buena obra de acuerdo a tu concepción, a tu idea, o a un sentimiento.

A veces te molesta algo de la iglesia y te desapareces por meses o por años, gobernado por tus estados de ánimo; pero después te cuesta volver. De alguna manera has desobedecido y no has valorado la voluntad de Dios. A la edad de 12 años, un sobrino mío oró a Dios y le dijo que quería tocar el teclado como yo. Unos meses después me mostró cómo tocaba y me dijo que nadie le había enseñado, que estaba aprendiendo solo, informándose de acá y de allá. Dios le había dado el don, y se desarrolló en eso muy bien, hasta les hacía música a algunos ministerios. Pero en algún momento se enfrió y se dedicó a otras cosas, a otros proyectos. ¡Cuánto dolor tengo por él! Porque sé que tiene un llamado de Dios y un don especial. Cuando me vino a visitar nos pusimos a tocar algunas canciones antiguas, pero ya no se acordaba de los acordes. Lo cierto es que se fue a otro país y me regaló el teclado que se había comprado pero que ya no usaba. Con dolor le dije: “Querido, ¿no era que Dios te había dado ese don? ¿No era que vos le ibas a servir a Dios? ¿Qué estás haciendo?”

Cuando uno hace lo que le parece se desvía de la voluntad de Dios y cae en desobediencia; y la desobediencia trae maldición. Siempre decimos que en la obediencia hay bendición. Pero para poder ser obediente hay que saber prestar atención. Me cansa cierta gente que está alrededor mío, que cree que yo le dije una cosa, cuando yo en realidad le dije otra. Le pasó a Saúl que Dios lo mandó a destruir a los amalecitas, pero pasó por alto que debía destruir absolutamente todo. Sin embargo, perdonó la vida del rey y a lo mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir; según él para sacrificarlas a Jehová.

Un festival de adoración puede ser abominable para Dios. Voy a insistirles a los músicos y adoradores de la iglesia. Varios ministros del Señor han dicho que hoy en día la música se ha vuelto muy comercial. Hoy se sientan a tomar mate a ver qué musiquita podrían hacer para Dios, cuando la adoración brota del corazón y de experiencias intimas con el Espíritu Santo. Hablo de las acciones de los creyentes que pareciera que son sublimes. Tenemos los mejores teclados y los mejores estudios de grabaciones. Hacemos grandes escenarios y juntamos miles de personas para darles un show creado por la carne humana; porque lo que es de la carne, carne es, y lo que es del Espíritu, espíritu es; y cómo dijo Jesús, es necesario que los que adoran, adoren en espíritu y en verdad.

Hablemos de prestar atención. Si no prestas la debida atención, no vas a ser obediente. Me ha sucedido muchas veces que le di una orden a alguien, pero hizo todo al revés; entonces, ya no le pedí más nada. Después dicen que no los tienen en cuenta. Es que los distraídos no son obedientes. Debemos decidir si vamos a ser obedientes a Dios en tiempos de confusión o no. Tenemos que oír claramente la voz de Dios y prestar atención, porque es lo que exige Dios, que estemos atentos. Le dijo Samuel a Saúl: “…como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey” (1ª Samuel 15:23).

Saúl insistía que había hecho lo que Dios le había mandado, mas Dios le había revelado al profeta que no hizo como se le había ordenado. Habría cumplido si hubiera estado atento, pero no tomó en serio a Dios. Pido al Señor que me enseñe a escuchar y a no saltarme una coma o un punto de su palabra. Cuando le mando algún pasaje bíblico a los pastores me tomo el trabajo de escribirlo letra por letra, coma por coma. Sería más fácil usar “copy paste”; pero es escribiéndola que me queda grabada la palabra de Dios. Yo quiero ser meticuloso en el cumplimiento de la palabra de Dios. Por ejemplo, Dios me marcó para hoy el tema de prestar atención para obedecer cumplidamente, ya que no prestar atención es cumplidamente desobedecer. Media verdad y media mentira son una mentira completa. Media obediencia y media desobediencia es algo que Dios no acepta.

OBEDIENCIA ABSOLUTA Y OBEDIENCIA RELATIVA

Dije que hay obediencia absoluta y obediencia relativa. Es que cuando comprendemos que el Señor nos enseñó a orar, hágase tu voluntad, así como se hace en el cielo, también en la tierra, entendemos que en el cielo no hay democracia y no hay distintas opiniones. En el cielo se hace la perfecta voluntad de Jehová. Tienes que enfocarte en oír la voz de Dios para hacer lo que Él dice. La paz, la unidad, la bendición, la gloria, la sanidad, todo en el cielo tiene que ver con hacer perfectamente la voluntad de Dios. Y no es que vas a ir a aprender allá; Dios quiere que aprendas acá. Por eso la iglesia es una organización que Dios ha puesto en la tierra para ir separando los que aprenden la obediencia de los que no aprenden. Nuestra materia más importante y la que nos mantiene en carrera es la obediencia a Dios.

Dice la Biblia en el Nuevo Testamento que nosotros podemos juzgar a otros cuando nuestra obediencia sea perfecta. Una persona desobediente no puede enseñarle obediencia a otra. ¿Cuánto de la Biblia hay en mi vida y cuánto he obedecido a la palabra de Dios? Eso afecta poderosamente a los que me rodean. Los cristianos estamos bastante conflictuados, porque la Biblia dice que tenemos que obedecer a las autoridades puestas por Dios. Y es claro que yo no puedo obedecer a una autoridad que me está ordenando contra la voluntad de Dios.

Cuando se promulgó un edicto que decía que cualquiera que en el espacio de treinta días demande petición de cualquier dios u hombre fuera del rey, sea echado en el foso de los leones, el cual firmó el rey y no podía ser abrogado, dice la Biblia que cuando Daniel se enteró, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como solía hacer. Daniel pudo ver el respaldo de Dios a pesar de haber infringido el decreto y en consecuencia ser arrojado al foso de los leones. La obediencia al rey Darío de Persia fue relativa. Porque la palabra de Dios dice: “Al Señor tu Dios adorarás y a Él solo servirás” (Mateo 4:10). La obediencia a Dios fue absoluta.

La máxima autoridad religiosa bajo amenazas le prohibió predicar a Pedro, y entonces leemos en Hechos 5:29: “Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”. La obediencia a Dios es absoluta y la obediencia a los hombres es relativa. Algo similar pasó con las parteras hebreas en Egipto. El faraón temía porque el pueblo de Dios había crecido mucho, entonces ordenó a las parteras hebreas que mataran a todos los niños varones que nacieran y que dejaran vivir a las niñas. Pero las parteras temieron a Dios, y no hicieron como les mandó el rey de Egipto, sino que preservaron la vida a los niños. Y Dios hizo bien a las parteras; y el pueblo se multiplicó y se fortaleció en gran manera. La obediencia al faraón fue relativa, la obediencia a los líderes religiosos es relativa, la obediencia a Jesús tiene que ser absoluta. “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”, dijo Jesús.

CONCLUSIÓN

La persona que se muestra muy temerosa de Dios y alaba u ofrenda, y no conoce la palabra de Dios, entonces, cuando hace algo que cree que está bien, lo justifica con algún argumento humano y no con fundamento en la Palabra de Dios. La tal persona no está obedeciendo a Dios. Tú tienes que obedecer porque conoces la voluntad de Dios. Dijo Jesús: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado”. Alguno dirá, “todavía no lo siento”. La obediencia debe ser absoluta desde el mismo momento que sé, qué es lo que quiere Jesús de mí, de lo contrario, estoy en desobediencia.

He visto cómo se han perdido algunas personas que han querido pensar demasiado si hacían o no lo que Dios les mandó. Antes prefirieron orar y ayunar, pero solo fueron excusas para no hacerlo. Ahora, esas personas no están en la iglesia y ni siquiera se fueron a otra iglesia. La desobediencia no es chiste. Esta palabra va dirigida a aquellos que saben que Dios les ha llamado y saben que han desobedecido y están postergando lo que se les encomendó hacer. No juegues con la paciencia de Dios. No juegues con su palabra. Yo te doy un consejo, y la obediencia al pastor es relativa, porque la palabra del apóstol o del pastor no es absoluta. Puede estar equivocado, pero te aviso que el equivocado también puedes ser tú. Puede ser que estés despreciando algo que te ha dicho el pastor y no has entendido que estás desechando a Dios. Porque Dios ha puesto a los apóstoles, a los evangelistas, a los profetas, a los pastores y a los maestros para edificar su Iglesia. Y con mucho dolor lo digo que hay gente que no se deja edificar.

Nos vamos a poner en obediencia y vamos a marchar hacia la segunda venida de Cristo con certeza. Te voy a decir otra cosa que le suele suceder a algunos que no quieren obedecer. El diablo les mete temor y cuando se les pide algo, les da miedo hacerlo. Tus obras son el fiel reflejo de tu obediencia o de tu desobediencia. No importa cuántos animales sacrifiques en el altar, puede ser que estés desobedeciendo.

“Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Enséñanos a caminar en tu voluntad Padre, te lo pedimos en el nombre de Jesús”. No tengas miedo a obedecer a Dios. Echa fuera el temor, pero no eches por tierra la Palabra de Dios. No la deseches. Pídele al Señor que te enseñe obediencia cueste lo que cueste.

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