EL ESPÍRITU SANTO TE HACE VALIENTE - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

EL ESPÍRITU SANTO TE HACE VALIENTE

El libro de Hechos de los apóstoles relata lo que sucedió en la primera etapa de la iglesia.

Después que Cristo ascendió al cielo se estableció la iglesia de Jesús sobre la tierra. El Señor les había dicho a sus discípulos que no salieran de Jerusalén hasta que no recibiesen la promesa del Padre que es la del Espíritu Santo, vale decir, la unción de Dios sobre el creyente para que éste pueda funcionar. Ésta es algo así como el combustible; el creyente tiene un motor adentro que es la vida espiritual que Dios le ha dado, pero ella no funciona sin ese combustible que es el Espíritu Santo; así como la lámpara no puede funcionar sino cuando ha sido conectada a la energía, del mismo modo la vida del cristiano no puede funcionar si no está conectado al Espíritu Santo. Así es la fuente de la energía de Dios, o el poder que emana del cielo a través de la presencia del Espíritu Santo en los creyentes: cuando los llena, la luz se enciende; si el cristiano no tiene esa presencia poderosa, puede saber muchas cosas pero no les funcionan.

Yo siento un anhelo profundo de parte de Dios porque Él tiene que hacer su obra aquí en el mundo y ésta debe ser hecha a través de los creyentes. ¡Dios se ha propuesto hacerlo por medio de su pueblo, la iglesia! ¡Dios ha depositado su gloria en ella! Jesús les dijo a sus discípulos: “Así como el Padre me envió a mi, yo os envío  a vosotros” y agregó: “Los que creen en mi nombre echarán fuera demonios, harán las mismas obras que yo hago y aún mayores”. ¿Por qué? Porque la iglesia de Jesucristo es su cuerpo, es el brazo armado de Dios en el mundo y si el creyente no tiene la unción del Espíritu Santo podrá tener ojos pero no ve, podrá tener oídos pero no oye, podrá hablar pero no hay poder en sus palabras o imponer las manos pero no hay fuego y Dios está interesado en conseguir gente que pueda dar la vida por su causa. ¡Hay causas que valen más que nuestras vidas! La causa de Cristo vale más que nuestra vida, pero si uno no tiene el fuego del Espíritu Santo le falta ímpetu y fuerza para llevar a cabo esa causa.

LA PROMESA DEL ESPÍRITU SANTO

Cuando Jesús resucitó, el primer día de la semana, a la noche estaban los once discípulos encerrados con llave porque tenían miedo por causa de todo lo que había pasado. Hacía tres días que Cristo había sido crucificado, y a las mujeres que fueron al sepulcro se les anunció que Jesús había resucitado y no estaba en la tumba, pero ellos, en vez de empezar a buscar dónde estaba Jesús se encerraron por temor a los judíos. Se les apareció Jesús y les dijo: “Paz a vosotros”.

Pasados ocho días, el segundo primer día de la semana, después de la resurrección, los discípulos continuaban encerrados y Jesús se introdujo donde ellos estaban, entró por las paredes y nuevamente les dijo: “Paz a vosotros” y les reprochó no haber creído; luego sopló sobre ellos y dijo: “Recibid el Espíritu Santo”. En ese momento sucedió algo: ¡El generador que no andaba comenzó a funcionar, el motor que no arrancaba, arrancó! Los discípulos salieron de su encierro, y a los cincuenta días de haber resucitado Jesús, en la fiesta de las cosechas, el día del Pentecostés, se reunieron con otros a orar; en total eran ciento veinte y descendió sobre ellos el Espíritu Santo que es la promesa que Dios les había dado a través del profeta Joel:28Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones” (Joel 2:28).

Sabemos que los que sueñan son los jóvenes no los viejos, éstos ya no tienen ni ganas de soñar, sin embargo Joel dice que los ancianos soñarán sueños. ¿Sabes por qué dice que el Señor derramará de su Espíritu sobre toda carne? ¡Porque la carne no funciona si no es con el Espíritu! ¿Qué es la carne? Es el ser humano sin la fuerza de Dios, librado a sus propias fuerzas. Pero la obra de Dios es sobrenatural y lo que enfrenta el creyente también es sobrenatural, los poderes del infierno son sobrenaturales. La carne está en el terreno natural, si el hombre tiene que luchar en la vida cristiana sin la unción del Espíritu Santo, está enfrentando una guerra dispareja. ¡El diablo lo come crudo! A él no le resulta difícil devorar a un creyente que está frío sin el fuego del Espíritu Santo. ¡Lo tiene atado! El cristiano mira para todos lados y no sabe a dónde ir, no tiene definición ni propósito, tampoco tiene visión ni fuerzas. ¡No se anima! ¡No puede! Ve que su vida es débil. Y esto era lo que les sucedía a los discípulos que estaban encerrados por miedo. Pero cuando vino el Espíritu Santo sobre los ciento veinte, fueron llenos, hablaron nuevas lenguas y profetizaron; ellos comenzaron a predicar el evangelio y sucedían las cosas que Jesús había anunciado. ¡Los enfermos comenzaron a sanarse! ¡Los endemoniados comenzaron a liberarse!

“Yo no te voy a negar. Yo te voy a seguir y si tengo que dar mi vida por ti lo haré”, le prometió Pedro a Jesús. ¡Pero si quieres dar la vida por Cristo debes estar lleno del Espíritu Santo! Terminó negando a Jesús, aunque tenía buenas intenciones y buenos deseos, porque sabemos que estos no sirven para nada. ¿De qué sirve que quieras hacer algo para Dios si no lo haces en el poder del Espíritu Santo? Del mismo modo, nosotros tenemos buenos deseos, queremos cruzar el Atlántico a nado y volar alto en Cristo. ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece! Pero si no estás lleno del Espíritu Santo no eres Tarzán sino la mona chita.

¡Yo puedo sentir el latido del corazón de Dios! ¡Él quiere hacer su obra, quiere llenar Uruguay con su gloria y trascender con uruguayos las naciones! ¡Dios quiere arrebatarle territorio al enemigo! ¡Él quiere entrar donde no se ha entrado nunca! ¡Quiere entrar en la educación, en el gobierno, en los cines! Yo puedo ver y sentir el deseo que Dios tiene de llenarte con su Espíritu Santo. ¡Me imagino la desesperación del Espíritu Santo diciéndote: “Te quiero llenar”! Y tú totalmente apático. Yo siento la presión de parte de Dios de hablarte estas cosas. El deseo de Dios es usarte y ungirte para sanar a los enfermos, para liberar endemoniados.

¿Qué sucedió? Pedro, el cobarde, quien negó a Jesús, después que fue lleno del Espíritu Santo, enseguida hizo un milagro, levantó un hombre que estuvo cojo por más de cuarenta años; éste se levantó y caminó y todo la gente glorificaba a Dios. En el primer mensaje de Pedro se convirtieron tres mil personas a Cristo y las mismas autoridades que habían crucificado a Jesús, las mismas a las que los discípulos le tenían miedo fueron a ver qué pasaba porque el pueblo glorificaba a Dios y seguía a éstos hombres que anunciaban en el nombre de Jesús el perdón de pecados y la resurrección de los muertos. Ellos no podían soportar que se predicase en ese nombre la resurrección de los muertos; los saduceos no creían en esto, pero esta vez Pedro ya no tenía miedo. Con denuedo exclamó: 16Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros” (Hechos 3:16).

¡El pueblo glorificaba a Dios! Yo creo que Jesús no sanó a este hombre a propósito porque dejó esa tarea para los discípulos. Seguramente Él lo habrá visto todos los días porque cada día llevaban a ese hombre a las puertas del templo para pedir limosnas; habrá dicho: “Lo voy a dejar para cuando mis discípulos estén llenos del Espíritu Santo. Cuando esto suceda ellos vendrán y levantarán a este hombre”.

Si tú has recibido por la fe en Cristo Jesús el perdón de tus pecados, por esa misma fe recibes la unción del Espíritu Santo. ¡Sin su llenura no hay poder!

Aquí está el cobarde pero ahora es valiente. ¿Cuál es la diferencia? Que antes era carne y ahora es carne ungida. “En los postreros tiempos derramaré de mi Espíritu sobre toda carne” dice el Señor. La palabra de Dios nos señala que a la verdad el espíritu está dispuesto pero la carne es débil; lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. La obra de Dios es espiritual, es poderosa, es sobrenatural, y lo deja chiquitito al diablo. ¡Satanás le teme al Espíritu Santo porque sabe que fue Él quien levantó de los muertos a Jesús de Nazaret!

Leemos en Hechos 4: 1 al 3 1Hablando ellos al pueblo, vinieron sobre ellos los sacerdotes con el jefe de la guardia del templo, y los saduceos, 2resentidos de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos. 3Y les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde”.

Al día siguiente los trajeron delante del concilio, el mismo que había juzgado a Jesús, el mismo que podía decidir llevarlos a la muerte, el concilio al que ellos tenían miedo por lo que se habían escondido. Sin embargo, esta vez los traen delante de ese concilio y ellos les preguntan: 7y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto? 8Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel:…” (Hechos 4:7 y 8) Ahora habló la carne ungida, era Pedro lleno del Espíritu Santo: 9Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado, 10sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano” (Hechos 4: 9 y 10). “¿Ustedes se acuerdan señores? ¡Hace solo unas semanas, hace solo cincuenta días que ustedes crucificaron a Jesús!” Y mientras hablaba se acordaba de cómo ellos habían huido y se habían escondido.

¡Cuántos cristianos hay que anhelan que salga fuego de su boca y no sale! Me ha llamado llorando un sobrino que es pastor; la policía fue a requisar el templo donde él predica con la intención de llevárselo detenido, pero él estaba a trescientos kilómetros de allí; y todo es porque él se dispuso a defender a una mujer que había sido bruja pero ahora se entregó a Cristo para que no le quitaran a la hijita. Los cristianos que lo rodean le dijeron: “Hazte a un lado porque te van a meter preso. Abandona esta historia y deja a esta mujer si no quieres ir a la cárcel”. ¡Ese fue el consejo que le dieron! Él me llamó preguntándome qué hacía y yo le respondí: “Marcelo, si te meten preso, yo voy a ir a visitarte a la cárcel y te voy a dar un abrazo., ¡Vale la pena ir presos por Cristo! ¡Vale la pena morir por Él!” ¡Si lo llegan encarcelar yo me voy donde está mi sobrino a llorar con él y a bendecirlo porque yo se que Dios lo va a levantar con poder!

Entró al templo una mujer policía, feminista, y prepotente preguntó: “¿Dónde está ese pastorcito?” ¡Estaba enojada, molesta! ¡Le revolvieron todo! Un día antes de este hecho, un pastor de Buenos Aires lo visitó y le dijo: “Aquí yo veo que se mueve un espíritu de Jezabel” Entonces oró. Cuando llegó la policía al día siguiente, revolvieron todo pero no se llevaron nada, aunque encontraron un libro que se titulaba: “Desenmascarando el espíritu de Jezabel”. La mujer tomó el libró y preguntó qué era eso de Jezabel. ¡Era la misma Jezabel hablando! Entonces dijo: “¡Esto me lo llevo!” ¡Y se llevó el libro! Me pregunto: ¿La habrá mandado el juez a esa mujer policía a incautar el libro: Desenmascarando el espíritu de Jezabel?

El pueblo daba gloria a Dios. “¡Éstas señales son de Dios! ¡Éste es el poder de Dios! Pero las autoridades se preguntaban qué hacían con esos discípulos: 16…Qué haremos con estos hombres? Porque de cierto, señal manifiesta ha sido hecha por ellos, notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar. 17Sin embargo, para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este nombre. 18Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús” (Hechos 4:16 al 18)

Los miraron fijo a los ojos y les dijeron: “¡Nunca más vuelvan a hablar en el nombre de Jesús!” Si Pedro hubiera sido el de antes, se hubiera hecho encima, pero ahora era Pedro lleno del Espíritu Santo. Imagínate a Pedro calentándose las manos en el fuego cuando lo estaban juzgando a Jesús y una mujer le dice: “Tú eres uno de ellos”, pero él lo negó; viene otro y otro y le dicen: “Eres uno de ellos” y Pedro responde: “¡Maldita sea, lo juro por esta luz que me alumbra!” ¡Maldijo, insultó, juró que no conocía a Jesús! Y ahora le dice a los mismos tipos en la cara: 19Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; 20porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hechos 4:19 y 20). ¡Ya no lo podían parar! Era carne ungida, el Espíritu Santo derramado sobre la carne de los discípulos timoratos.

¿Tú eres carne o carne ungida? ¡Qué tiemblen esos cristianos que les da vergüenza hablarle a un compañero de trabajo porque Cristo se avergonzará de ellos! ¿Sabes cuál es la vergüenza que sienten? Que se burlen de él o de ella, temen perder al amigo o a la amiga. Una joven que asistió al encuentro pasó avergonzada y confesó que a casi nadie de la universidad donde ella estudiaba le había dicho que era cristiana; ella era la nena piola, la chica linda y jovial pero le faltaba la unción del Espíritu Santo. Ella, avergonzada, confesó el pecado de que no había abierto su boca para decirle a la gente que era de Cristo. ¡Qué Dios te libre de hacer algo así! ¡Qué Dios te libre de cerrar tu boca!

Los religiosos pues, les volvieron a amenazar y los soltaron. ¿Te imaginas a Pedro diciéndole a Juan: “Dejémonos de embromar, no hagamos ningún milagro más” y Juan respondiéndole: “Tienes razón Pedro, quedémonos piola, tranquilos tomando mate”? ¡No! Ellos con más denuedo aún predicaron el evangelio. Leemos en Hechos 5:12 y 14 al 16: 12Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón…14Y los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres; 15tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos. 16Y aun de las ciudades vecinas muchos venían a Jerusalén, trayendo enfermos y atormentados de espíritus inmundos; y todos eran sanados”.

Dios ha prometido que la gloria postrera de la iglesia de Jesucristo será mayor que la primera. ¡Yo estoy esperando ver qué es lo que sucederá en este tiempo! ¡Yo creo que Dios levantará gente más valiente que yo, más ungida y con más poder que yo! ¡Viene una generación de gente sobre la cual Jesucristo va a derramar fuego, va a derramar el poder del Espíritu Santo! ¡Quizás tú seas uno de ellos! ¡Tal vez hoy lo recibas en el nombre de Jesús!

Leemos en Hechos 5:27 al 30: 27Cuando los trajeron, los presentaron en el concilio, y el sumo sacerdote les preguntó, 28diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre. 29Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. 30El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole en un madero”. ¡Ya no hay temor! ¡Hay fuego! Expresa Hechos 5:33: 33Ellos, oyendo esto, se enfurecían y querían matarlos”.  ¡Pero ya no importaba! ¡El fuego de Dios estaba en la médula de sus huesos! ¡Ya nadie podría detenerlos! ¡El poder de Dios estaba en ellos! ¡Ya no importaba si los serruchaban, si los crucificaban! ¡Bendito sea Jesús! ¡Yo quiero ver esto en mis días!

CONCLUSIÓN

En los meses anteriores mi sobrino me llamó y me dijo: “Tío, ¡cosas extraordinarias están sucediendo! ¡Hay sanidades, hay liberaciones!” Pero los vecinos enardecidos han puesto denuncias alegando que golpeaban a los niños en la iglesia, que las mujeres desaparecen, etc. ¡Es que cuando el fuego de Dios arrecia el infierno se levanta con mentiras y más mentiras y se arma la gorda!

Sólo resta ver qué es lo que Dios puede hacer con tu vida. Dios quiere hacer su obra, Él no la podrá hacer con timoratos inútiles. Dice la Biblia que los cobardes no entrarán en el reino de los cielos, éstos, están en la misma lista que los fornicarios, los adúlteros y homicidas. ¿Eres cobarde pero te crees mejor que un homicida? ¡Los cobardes están en la misma lista de los que no entrarán en el cielo!

Dile al Señor: “Gracias Jesús, lléname de ti Señor, enciende fuego en mi vida, hazme valiente como tus grandes valientes. ¡Te lo suplico Señor! No quiero pasar por este mundo desapercibido, quiero dejar huellas, quiero ser conocido en el infierno y hacerlo temblar. ¡Lléname de ti, Espíritu de Dios, sople tu fuego en mí! Gracias Jesús, amén”.   

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