EL EVANGELIO TRAE SANIDAD AL CUERPO, AL ALMA Y AL ESPÍRITU - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

EL EVANGELIO TRAE SANIDAD AL CUERPO, AL ALMA Y AL ESPÍRITU

Vamos a abrir nuestras Biblias en Deuteronomio capítulo 28:1-14: 1Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. 2Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios. 3Bendito serás tú en la ciudad, y bendito tú en el campo. 4Bendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas. 5Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar. 6Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu salir.

7Jehová derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti; por un camino saldrán contra ti, y por siete caminos huirán de delante de ti. 8Jehová te enviará su bendición sobre tus graneros, y sobre todo aquello en que pusieres tu mano; y te bendecirá en la tierra que Jehová tu Dios te da. 9Te confirmará Jehová por pueblo santo suyo, como te lo ha jurado, cuando guardares los mandamientos de Jehová tu Dios, y anduvieres en sus caminos. 10Y verán todos los pueblos de la tierra que el nombre de Jehová es invocado sobre ti, y te temerán. 11Y te hará Jehová sobreabundar en bienes, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, en el país que Jehová juró a tus padres que te había de dar. 12Te abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos. Y prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás prestado. 13Te pondrá Jehová por cabeza, y no por cola; y estarás encima solamente, y no estarás debajo, si obedecieres los mandamientos de Jehová tu Dios, que yo te ordeno hoy, para que los guardes y cumplas, 14y si no te apartares de todas las palabras que yo te mando hoy, ni a diestra ni a siniestra, para ir tras dioses ajenos y servirles”.

Si observamos bien, en ningún lado dice que “de vez en cuando Dios nos mandará unas cuantas enfermedades para bendecirnos”. Hay enfermos que dicen: “Será la voluntad de Dios”, pero en este pasaje no encontramos que diga que la voluntad de Dios es estar enfermo. ¡No! Dice que si le hacemos caso a Dios para guardar y poner por obra todos sus mandamientos , vendrán sobre nosotros sus bendiciones y nos alcanzarán.

 CONSECUENCIAS DE LA DESOBEDIENCIA

Pero también este pasaje habla de maldiciones: 15Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán”.

Las maldiciones persiguen y alcanzan a los que no temen a Dios, a los que no guardan sus mandamientos, ni le aman ni andan en sus caminos. Hoy quiero hablarles de las enfermedades: Cuando Dios dice que todas estas enfermedades te perseguirán y te alcanzarán, se refiere a las enfermedades que le sobrevienen a los malos e injustos, a los que no obedecen a Dios y se alejan de sus caminos.

Dice este pasaje también que todas esas enfermedades sobrevendrán “…a causa de la maldad de tus obras por las cuales me habrás dejado”. (versículo 20). ¿De cuáles obras de maldad habla? Simples palabras no inspiradas por el Espíritu Santo son obras de maldad, como por ejemplo, hablar mal de tu prójimo. Dice la Biblia que nuestras mejores obras son como trapos de inmundicia delante de Dios, y que engañoso es el corazón del hombre más que todas las cosas: Nada bueno sale del corazón del hombre. ¡En tus caminos no hay buenas obras!

“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”. (Isaías 55:8-9) ¡Tus caminos y tus pensamientos son malos! Quizás muchas veces te pones contento porque te viene una buena idea: Si es buena proviene de Dios, pero muchas veces parece buena pero finalmente no lo es…¡esa idea no es de Dios! Algunos piensan que quienes hacen obras malvadas están presos, pero realmente, si todos los que hacen obras malvadas tuvieran que estar en la cárcel… ¡estaríamos todos presos!

 LA ENFERMEDAD ES UNA MALDICIÓN

Hoy hablaremos de la enfermedad. La enfermedad no es obra de Dios; Dios obra para bendición y te advierte: “Fuera de mis caminos no hay bendición”. No es que Dios quiera maldecirte, sino que fuera de su voluntad, todo lo que hay es maldición. Dentro de su reino todo es bendición, fuera de su reino, todo es maldición. Él nos advierte que en nuestros caminos no hay bendición, y que si salimos de sus caminos, nos comenzará a perseguir la maldición. Dios ordenó a los hijos de Israel que cuando pasen el Jordán, pusieran en determinados montes, las bendiciones y las maldiciones para que las tengan presentes todos los días.

La maldición es un poder espiritual que te persigue no de parte de Dios para bendecirte sino de parte de satanás para destruirte, la maldición nunca es un premio, la bendición sí. Pero, ¿la enfermedad es un premio o es una maldición? Nadie debe considerar la enfermedad como algo que Dios le mandó: “Será la voluntad de Dios”, dicen algunos. ¡No! Es una maldición que viene a causa del pecado, a causa de las obras malas. Quizás te preguntes: “¿Y yo que habré hecho pastor?” Estar ofendido con alguien y no perdonar, es suficiente obra mala para que la maldición te persiga. Los médicos han descubierto que la mayoría de las enfermedades son psicosomáticas, es decir, son problemas intelectuales, de la mente, la voluntad y las emociones que se somatizan. “Soma” significa carne, se manifiestan en el organismo, pero nosotros que somos hijos de Dios, e “hilamos más agudo”, decimos que los problemas psicológicos, tienen una raíz más profunda aún que es el pecado del hombre. Muchos han  caído en pecados que jamás pensaron cometerlos, se creían fuertes en esa área pero terminaron cayendo… y dicen: “¡Cómo pude caer en eso!” Porque son pecadorores.. pero el pecador para ser libre de esa maldición necesita ir a Dios y recibir perdón por sus pecados.

Cuando la enfermedad aparece, los cristianos hemos perdido la sensibilidad espiritual de entender que ella viene por causa del pecado. Por ejemplo, un adúltero necesita vivir mintiendo y fabricando historias para cubrir su pecado; un día su esposa que siempre le creyó, comienza a dudar de él y el esposo se ve obligado a mentir más y a ensuciar a otros para cubrirse él. ¡El adúltero vive nervioso y estresado para cubrir su adulterio! Un buen día, le aparece un quiste grandísimo a causa de sus nervios y ansiedades. Los tumores también son psicosomáticos, son degeneraciones de los tejidos que tienen un origen en la comida que comemos y en los problemas que vivimos; el adulterio te puede traer un tumor, te puede traer problemas sanguíneos e infinidad de enfermedades. A Pasteur se le ocurrió preguntarse si no habría algún “bichito” que produjera las enfermedades y todo el mundo se le rió en la cara; ¿cómo un virus tan pequeño y microscópico puede afectar la salud de una persona? ¿Cómo puede un bichito tan insignificante producir una enfermedad si es invisible a los ojos? Pasteur descubrió que ese “bicho invisible” causaba las muertes más frecuentes de su época y descubrió un método sencillo que llamaron después “pasteurización” a través del cual llevando los alimentos a más de 100 grados, los virus que están en esos alimentos se eliminan. ¡Tendríamos que pasteurizar a los creyentes!

 EL ARREPENTIMIENTO TRAE SANIDAD

 Cuando viene la enfermedad a la vida del creyente, lo primero que se le ocurre hacer es tomar algún remedio para ver si se le va el dolor; a nadie se le ocurre decir: “He pecado”. En vez de correr a Dios, corremos a las aspirinas, al último antibiótico que nos recetó el médico y por último, al médico quien ataca el problema externo de la enfermedad, pero el verdadero problema de la enfermedad es el pecado y la maldición por causa del pecado. La enfermedad es solamente la rama del árbol pero lo importante del árbol está en el tronco y en la raíz. La Biblia nos enseña que la raíz de la enfermedad está en el pecado. Observemos lo que dice Santiago 5:16: “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho”. Fíjate cómo se relaciona la enfermedad con las ofensas que hay entre hermanos. Si alguno está enfermo tiene que confesar sus ofensas para ser sanado. ¡Nada de aspirinas! Algunos creen que la enfermedad, en algunos casos, no viene por el pecado, pero yo afirmo hoy, que la enfermedad SIEMPRE viene por el pecado. Muchos se oponen a este argumento diciendo que en una oportunidad Jesús sanó a un enfermo diciendo que no era que había pecado él o sus padres, sino que nació ciego para que las obras de Dios se manifestasen en él (Juan 9:3). Pero Jesús no quiso decir que este hombre o sus padres no hayan pecado, porque no hay justo ni aún uno debajo de la tierra, ni la virgen María. Hubo un  solo hombre que no pecó en la tierra y recibió sobre sí mismo el pecado de todos nosotros, se hizo pecado, no habiendo pecado y ese fue Jesús. Jesús, en el caso del ciego, no dijo que éste había nacido sin pecado, sino que su enfermedad fue para la gloria de Dios.

Horrendo error es atribuir a la voluntad de Dios, lo que es la consecuencia de nuestras malas obras; otro error es creer que la solución es ir al médico: Lo que necesitamos, es que Dios nos perdone y en todo caso, si Dios nos perdonó vayamos al médico (no estamos en contra de ellos) pero no podemos dejar la raíz de la enfermedad. Tu tienes que asegurarte que Dios te limpia de todo pecado; necesitas preguntarle a Dios: “¿Qué  hay en mí que necesita limpieza? El pecado es la infracción de la voluntad de Dios. La muerte espiritual obedece al pecado, pero en el mundo visible, esa misma verdad se manifiesta por la muerte física que tiene su origen en la enfermedad. La enfermedad es tipo del pecado en el área visible. Siempre hay realidades visibles que tienen manifestación en el mundo visible. En el mundo visible el tipo del pecado es la enfermedad, y el tipo visible de la muerte espiritual, es la muerte física; entonces el pecado actúa trayendo muerte espiritual, es decir, separación absoluta de Dios, lo cual te impide conocer sus caminos y su voluntad, trayendo esto, condenación a tu vida; la enfermedad en tanto, actúa para la muerte del cuerpo, nadie se muere de muerte natural. No existe eso… no es sanidad que el corazón deje de latir. Toda persona muere porque la enfermedad ha luchado contra esa existencia toda la vida. Y si no lo entiendes, mírate al espejo…

 CONCLUSIÓN

La enfermedad acecha y la Biblia nos enseña que Jesús al morir en la cruz del calvario, trajo provisión no sólo para el pecado, evitando así la muerte eterna, sino también provisión para nuestro cuerpo, a través de la sanidad. La conclusión es que todo aquel que es perdonado de sus pecados, tiene derecho a ser sano de sus enfermedades, por eso el capítulo 53 de Isaías que habla de la redención del hombre, habla también de que el Mesías pagó el precio por nuestras enfermedades. ¡En la cruz Él llevó nuestras enfermedades también! Salvación incluye creer que no sólo tenemos vida eterna en el cielo sino que Él sana nuestras enfermedades aquí abajo en la tierra. Creer que Dios me ha perdonado, incluye creer que Él me sana también; en el mismo pasaje donde habla de la salvación, habla de la liberación de la enfermedad: Pecado y enfermedad están relacionados. Dirás: “Si Él murió por mis pecados, ¿por qué estoy enfermo?” Porque toda bendición debe ser alcanzada por la fe. ¡Tienes que buscar tu sanidad primeramente delante de Dios! ¿Cómo? Arrepintiéndote de tus pecados. Dios hoy quiere librarte; si reconoces tus pecados, hoy Él te sanará y te librará de la maldición que te persigue. Si hoy quieres vida eterna y también sanidad, haz esta oración ahora mismo:

“Padre querido, reconozco que he pecado y he cometido malas obras; perdóname Señor, límpiame de mi pecado y seré sano, límpiame de mi maldad y será limpio mi cuerpo. Creo por la fe, que tu hijo Jesucristo, vino a este mundo para redimirme física y espiritualmente. Lo creo, en el nombre de Jesús, amén”.

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