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El capítulo 15 del libro de San Lucas cuenta tres parábolas que tienen que ver con el hecho de que Dios ama profundamente a las personas. Yo te pregunto: Si Dios fuera estafador, si fuera mentiroso o hipócrita, ¿tú lo amarías y lo seguirías? ¿Quién quiere un dios así? ¡Nadie! ¡Yo no le creería ni lo seguiría! Y te hago otra pregunta: ¿Amarías a una persona mentirosa, estafadora, criminal e hipócrita? ¿La seguirías? La respuesta de algunas personas a esta respuesta, es sí. ¿O sea que a Dios no lo amarías ni seguirías pero a una persona con las cualidades que te he mencionado sí?
Estos cuestionamientos nos llevan a reflexionar, nos muestran que Dios no sería digno de confianza, de que le tengamos fe, esperanza, credibilidad, y mucho menos de ser seguido si fuese un Dios mentiroso, estafador, etc. Pero la cruda verdad es que Dios ama a los pecadores, a los estafadores y criminales aunque la iglesia no los quiere amar. Esto nos muestra qué tipo de amor es el de Dios: un amor benigno, misericordioso, tan grande y tan profundo que llevó a Jesucristo a morir en la cruz. No tendría mérito que Él haya tenido que entregar su vida por una persona buena sino que, quiso morir en la cruz del calvario por las personas más malas, mentirosas, estafadoras y nos ha mandado a nosotros que las amemos también. Esto nos señala cuánta es la dignidad y el valor que Dios le asigna al hombre para pagar con su propia vida y con su sangre, el precio de la salvación de un pecador.
Quiero decirle a los pecadores que la dignidad que tienen todos los que han pecado les vino, no por causa de ser buenos, de hacer grandes esfuerzos para no pecar, no les vino por hacer el esfuerzo de sonreír, sino que, la dignidad de cada uno de nosotros, hasta la del más vil y sucio de los pecadores, nos viene por causa de nuestro origen y sustancia, y esto proviene de Dios. ¡Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios y por eso tenemos un gran valor a sus ojos! Los pecadores huyen de la mirada de la gente, se sienten perseguidos, pues temen que se conozca sus pecados porque eso les destruiría la imagen. Muchas personas con las que he tratado, ocultaban sus pecados porque les daban temor qué pensarían de ellos el pastor o los hermanos, vivían cuidando su imagen, pero Dios ve esa falsedad y esa hipocresía, sin embargo, Él sale en busca de esos pecadores porque los ama. ¡Puedes sentirte consolado de que hay un Dios en el cielo que te ama tanto al punto de morir en la cruz por el más grande de los hipócritas!
Este amor que Dios tiene por las personas lo podemos apreciar en las tres parábolas del capítulo 15 del libro de Lucas. Leamos Lucas 15: 1 y 2: “1Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle, 2y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come”.
Los religiosos se sienten puros, santos, y con derechos de condenar y acusar a los pecadores. En los tiempos de Jesús, los religiosos como los fariseos, los saduceos, los escribas, que eran los que más sabían de la palabra de Dios, habían determinado que los publicanos y pecadores eran personas inmundas, por lo tanto, cualquiera que amara a Dios y quisiera servirle no debía entrar en la casa de un pecador o de un publicano.
Los publicanos vivían del dinero que les sacaban a los ciudadanos de Israel, el que entregaban al imperio romano; eran personas judías al servicio del imperio romano, los que se conocen como “los vende patria”. Los publicanos eran muy mal vistos, eran los peores de los pecadores. Entonces, los religiosos habían establecido que si entraban en la casa de uno de esos publicanos o pecadores se contaminaban con sus pecados, así que para mantenerse santos, tenían que apartarse de ellos, no podían tener amistad con esa clase de personas y mucho menos compartir una mesa. Esos eran los términos de la religión para poder mantenerse limpios, entonces miraban lo que hacía Jesús y murmuraban: “¡Este se junta con los pecadores y aún come con ellos!”
¡Qué bendición es tener un Dios que es capaz de entrar a cenar a tu casa! Apocalipsis 3:20 dice: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”.
Cuando Jesús dice que si hay alguno, no se refiere a que si hay alguien que sea religioso, sino que en este término –alguno- incluye a todos, aún a ese criminal que está preso, a un padre que abusó de su hija, ¡incluye a todas las personas!
En un tiempo, los cristianos teníamos determinados límites; recuerdo un hermano que me dijo: “Si alguno llega a abusar de mi hija, que me perdone Dios y la Bibliapero yo agarro un fierro y lo mato”. ¡Dios tenía que disculpar a este hermano cristiano! Pero Jesús dio su vida por todas las personas: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Aquí se refiere a “todo” aquel que cree, lo mismo que en Apocalipsis 3:20 cuando señala que: si “alguno” oye su voz y abre la puerta, Jesús entrará en él. Hay muchas personas que quieren purificarse antes de entrar en una relación con Cristo, quieren ser buenos para poder agradar a Dios. Muchos son o eran como yo cuando conocí a Marta; cuando yo me enamoré de ella quería agradarla entonces me bañaba y me perfumaba, ¡quería caerle bien! Hay quienes dicen: “Cuando esté bien voy a ir a la iglesia”, “cuando esté bien me voy a acercar a Dios”. No entienden y no saben que es Dios quien les hace “chapa y pintura” a los pecadores, éstos no pueden dejar su condición de pecadores sino que tienen que venir a Jesús. No se trata de que tienes que venir a Jesús presentable para poder caerle bien y agradarle sino que debes venir así como estás, sucio, porque Él es el único que tiene el detergente que un pecador necesita para poder ser limpio. ¡Tienes que venir a Él tal como eres y como estás! ¡No trates de esconder tu suciedad ni de tapar tu pecado porque éste no saldrá nunca, a menos que Cristo lo limpie!
Es un grave problema que tienen los cristianos, que tratan de mantener su imagen, que no se descubra la mugre, la podredumbre que tienen adentro. Hemos tratado con personas que han cometido pecados muy feos, pero, el problema más grande no era el pecado sino la desesperación por cubrirlo y tapar lo que estaba sucediendo; algunas de las personas involucradas, con tal de que no se descubriera su pecado estaban dispuestos a abandonar la iglesia, no me podían dar una razón de por qué se querían ir, simplemente estaban tratando de cuidar su imagen. Pretendían irse dejando la podredumbre dentro de la iglesia, una sarta de mentiras y demás, con tal de que no se descubriese la maldad de sus pecados.
Alguno me ha dicho: “Me quiero ir lejos, mándeme bien lejos pastor”. “¿Por qué te quieres ir lejos?” “Porque no le quiero ver la cara a la gente, me da vergüenza todo lo que he hecho”. ¡Trataba de encubrir su pecado! Quiero decirte que Jesús sale en busca de los pecadores y Él sabe muy bien cómo están. El pecador ni siquiera es libre de su pecado por iniciativa propia sino porque el Espíritu de Dios sale a buscarlo, lo “mete en un brete” hasta que ese pecador, quien Él ha escogido para sí, termina confesando su pecado y postrándose delante de Dios. La misericordia de Dios lo lleva a perseguirte, no para condenarte sino para salvarte. El día que tú miras a Jesús de frente, cuando llegas a reconocer cómo estás y eres consciente de que Él sabe muy bien cuál es tu condición, pero también sabes que el único que puede limpiarte es Él, ese día sucede un milagro.
Los fariseos decían que Jesús comía con los pecadores, ¿por qué lo hacía? ¿Por qué Jesús entraba a la casa de ellos? Resulta que los otros se contaminaban entrando a la casa de éstos pero Jesús no. ¡Cristo entraba y alumbraba! Él les contó la parábola de la oveja perdida: “4¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? 5Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; 6y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido. 7Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento” (Lucas 15:4 al 7).
El pastor tiene cien ovejas, se le pierde una, deja las noventa y nueve en el desierto y sale a buscarla; la encuentra, la carga sobre su hombro y la lleva al redil. Luego busca a sus vecinos y parientes y les cuenta la gran historia, no les habla de las noventa y nueve ovejitas lindas que tiene sino de su gozo por causa de haber recuperado la que se había perdido. Yo de esto sé porque el Espíritu de Dios ha sido derramado sobre mí y me sucede igual; cuando vuelve una oveja que ha estado descarriada, como una hermana que ha venido en estos días, quien ha estado siete años lejos de la iglesia, se fue ofendida y ha sufrido mucho, no sabía cómo hacer para volver porque sentía vergüenza, pensaba qué diría yo, así transcurrieron siete años pensando que yo me iba a enojar con ella. ¡Pero cuando yo miro a alguien conocido, le veo la cara de oveja! La mujer me contaba que se había ido enojada y comenzó a hablar mal de mí; enseguida le digo: “¡No me cuentes más nada, dame un abrazo, eres bienvenida a casa! ¿Cómo me voy a enojar contigo si tienes olor a oveja? Descarriada pero eres oveja y yo te amo”.
Mucha gente se sorprende del espíritu misericordioso, hay quienes le huyen a Dios y al pastor, porque creen que Dios o el pastor los van a rechazar, pero, créeme que el pastor al igual que Dios, está deseando que un pecador se arrepienta y así gozarse con él. ¿En qué consiste el arrepentimiento? En que una persona regresa del camino que había andado y confiesa sus pecados. Jesús termina la parábola diciendo: “7Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento” (Lucas 15:7). ¡Para Dios es un gran triunfo rescatar una oveja perdida!
Hay gente que asiste todos los domingos a la iglesia y son ovejas perdidas, hablan y les sale aliento a pecado, como los alcohólicos. Hemos recibido recientemente a Marcos Witt y organizamos un almuerzo; un hermano miembro de nuestra iglesia y chef de la presidencia de la nación hizo una comida especial que llevaba un litro de vino Jerez, y lo ayudó un joven que está viviendo en uno de nuestros centros comunitarios, a donde ingresó por causa del Jerez o el Merlot. El asunto es que a la mañana buscaron el vino y no estaba y tampoco estaba el muchacho; al rato lo encontraron y le preguntaron dónde se había metido… cuando les contesta, ¡enseguida se dieron cuenta dónde estaba el Jerez! ¡Se le notó enseguida que había bebido! Cuando una persona tiene cosas ocultas, hace un esfuerzo terrible por disimular poniendo una linda cara pero por algún lado se le escapa el aliento o una mirada que no está llena del Espíritu Santo, porque un creyente lleno del Espíritu tiene otra cara.
Jesús dijo: “De la misma manera que el pastor se pone contento al recuperar una oveja…” ¡La gran noticia no son las noventa y nueve que se encontraban seguras sino la oveja que se había perdido! ¿Te imaginas el gozo que habrá hoy en el cielo por lo pecadores que se arrepienten? Yo le digo al más pecador de todos que a Jesús no se le escapa tu pecado pero a ti se te escapa el saber que a Jesús no se le escapa.
Cuando Adán pecó, lo primero que se le ocurrió fue taparse con hojas de higuera; lo encuentra Dios y le pregunta qué se ha puesto, por qué se ha tapado y él le responde: “Es que oí tu voz, tuve miedo y me escondí”. ¿Te podrás esconder de Dios? Yo quiero decirle al más malo de los pecadores que aunque tú sepas que eres el más malo y que te la has pasado engañando, mintiendo y mostrando una cara linda queriendo hacerles ver a los demás que eres bueno y no lo eres, aunque hayas sido falso e hipócrita con la gente y con Dios, Jesús hoy te quiere rescatar. ¡Jesús te ama! ¡Él tiene misericordia de ti!
El Señor les enseña otra parábola: “8¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla? 9Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido. 10Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente” (Lucas 15:8 al 10). Si eres el más pecador quiero que sepas que ya, el cielo está preparando una fiesta porque está expectante de que hoy te vas a arrepentir y aunque nadie más se arrepienta sino sólo tú, en el cielo hoy habrá fiesta, habrá gozo porque hay pecadores llamados al arrepentimiento.
Cuando la mujer encuentra la dracma que se le había perdido le cuenta a sus vecinas que su alegría es por causa de la moneda que encontró.
¿Serás tú la moneda que Jesús vino a encontrar hoy? ¿Serás esa moneda que Jesús anda buscando hoy? ¿Cuál será tu respuesta al Señor? Fíjate que tú no estarías dispuesto a dar nada por Dios si Él fuese mentiroso, estafador e hipócrita; pero Él estuvo dispuesto a dar su vida por ti a pesar de que tú eres falso, hipócrita y mentiroso. ¿Entiendes el amor de Dios? ¡Yo no lo entiendo!
La tercer parábola del capítulo 15 de Lucas es la del hijo pródigo; refiere a un hijo que tiene derecho a la herencia de su padre, a todos sus bienes, de los que puede disfrutar, pero él no quiere pertenecer a esa familia ni quiere que su padre sea el jefe, entonces le pide la parte que le corresponde de la herencia, para ir a disfrutar de la vida. El padre se la da y se va creyendo que la disfrutará lejos de él y de su familia. Nos ha pasado esto con muchos jóvenes que se drogaban y se han ido del centro comunitario antes de tiempo creyendo que ya estaban bien. Creen que lo tienen a Dios en el bolsillo y deciden irse para hacer la vida que ellos quieren, sintiéndose libres. Uno de esos jóvenes que hizo así, tres meses después de que se fue estaba involucrado nuevamente en las drogas. Se fue a vivir con otro joven que había estafado a un traficante; cuando los que fueron estafados quisieron tomar cuentas, fueron a la casa del amigo para matarlo y resultó que lo balearon a él. ¡Este muchacho volvió a la comunidad en sillas de ruedas!
Hay muchos hijos pródigos que no han querido hacer la voluntad del Padre y han querido gastar los bienes que Dios les ha dado pero han perdido mucho. Tu herencia es gozo pero lo has perdido, es paz pero la has perdido, es poder pero lo has perdido, porque fuera de la voluntad de Dios, el Espíritu Santo se baja. Él te puede cuidar, te puede seguir pero no puede llenarte. Tu herencia es la sabiduría pero ésta te abandona al poco tiempo; porque estos bienes se disfrutan en la casa del Padre.
Ahora sientes que has fallado, sientes que no eres nadie, y el diablo te dice que el pastor no te va a recibir y en la iglesia te van a mirar mal. Tal vez la gente en la iglesia te conoce de vista, alguno te conoce más íntimamente, entonces, ¿cómo puede ser que digas que en la iglesia todos te miran mal? El diablo te miente señalándote que todo el mundo te mira y te juzga, ¡pero no es verdad! Sientes una voz que te dice: “Dios ya no te quiere” o “Eres un fracasado, has hecho todo mal”. ¡Yo quiero decirte que Jesús sigue apostando por ti! Así y todo, sabiendo como eres, dio su vida en la cruz del calvario por ti.
El hijo pródigo había malgastado los bienes que tenía, perdió el gozo, la paz, la sabiduría, perdió su capacidad de disfrutar; es más, sabía disfrutar pero no sabía administrar, no supo invertir. Llegó al punto de tener que conseguir un empleo y tuvo que cuidar cerdos. En Israel nadie tenía cerdos, nadie cuidaba a esos animales porque es una tarea inmunda hasta el día de hoy, ya que se trata de un animal inmundo para ellos, de acuerdo a lo que indica la Torah.
Enla Biblia, los demonios son el paralelo de los cerdos. Este joven, estando en esas circunstancias, comía de las algarrobas que les daba a los cerdos como alimento; es que cuando uno anda entre chanchos, no solamente anda como estos sino que come como chancho. ¿Cuándo te has alejado de la familia de Dios?La Bibliadice que el perro vuelve a su vómito. No obstante, Jesús, hoy quiere entrar a tu corazón.
Entonces reflexionó el hijo pródigo y dijo: “17Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros” (Lucas 15:17 al 19). Ya había perdido su condición de heredero, se había gastado toda su fortuna; había perdido la condición de hijo pero fue a su padre y le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti”. Si tú pecas contra Dios también pecas contra la gente, si pecas contra la gente también estás pecando contra Dios; entonces, cuando una persona se arrepiente, le pide perdón a Dios y a la gente.
Hay muchos que se hicieron a la idea de que su pecado no afecta a nadie y eso es mentira. Un drogadicto ha puesto en Twitter algo así como: “Yo me drogo y no afecto a nadie”, y alguien le respondió: “Eso es porque todavía no le has visto la cara a tu pobre madre”. Todo lo que haces contra ti afecta a los que te rodean, y todo lo que haces contra los demás te afecta también a ti.
¿Serás tú la persona que Dios está buscando hoy? ¿Serás tú quien se tiene que quitar la careta?
Cuando este hijo llegó a la casa de su padre, éste lo recibió como a un hijo. ¿Qué padre le puede decir a su hijo: está bien, perdiste tu calidad de hijo, ahora vas ser un jornalero de mi empresa? Si su hijo viene destrozado pidiéndole perdón un buen padre lo recibe, como señalala Biblia: El padre corrió y le abrió los brazos a su hijo. Él no aceptó la propuesta porque ese joven nunca dejó de ser su hijo y jamás lo tomaría de jornalero; y del mismo modo, Jesús murió en la cruz del calvario para hacerte hijo y no jornalero.
¡Hoy sucederá el más grande de los milagros! ¿Estás dispuesto a venir a Jesús y decirle: Señor, yo no soy digno de ser llamado tu hijo pero creo en tu palabra y se que me has venido a buscar? Dile: Jesús, vengo a ti porque me he dado cuenta de que eres tú el que me está llamando, el que me está buscando, eres tú el de la iniciativa.
Este es un momento solemne, es el momento en que los ángeles están preparando fiesta en el cielo. ¡Es tiempo de volver a la casa del Padre! Se que hay personas que, a pesar de que han estado asistiendo a la iglesia se han comportado como perfectos hipócritas y ya no saben qué hacer. Jesús te dice: Ven que yo te voy a hacer libre, voy a limpiarte de tus mentiras. Sabes que no tienes que presentarte limpio, preséntate delante de Dios así como estás; tú no puedes limpiarte, Él es quien te limpiará. Tú no puedes perdonarte, Jesús te perdonará, tampoco eres tú quien se bendecirá a sí mismo, ¡el Señor te va a bendecir! Es un paso de fe que estás necesitando tomar.
Señor, todas las vidas te pertenecen, son tuyas; tú has muerto por todos nosotros, has derramado tu sangre preciosa en la cruz del calvario. ¡Haz tu obra Jesús! Espíritu Santo, toca con tu poder y haz el más grande de los milagros. ¡Dios eterno derrama tu gracia y tu misericordia!
¡Haz una oración con fe, creyendo! El Espíritu Santo se está derramando hoy; no solamente, Dios te va a perdonar, también te restaurará, fuego del cielo te quemará, vendrá sobre ti y te confirmará tu condición de hijo de Dios. ¡Eres hija, eres hijo, no te conformes con menos! Dile a Dios: “Hoy respondo a tu palabra, a tu amor, a tu misericordia. Hoy recibo mi identidad de hijo, hoy recibo tu bendición, tu perdón, tu restauración. Hoy recibo tu Espíritu Santo, con poder, lléname Señor, te lo pido en el nombre de Jesús, amén”.
ANEXOS: