HOY ES DIA DE REGRESAR A CASA - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

HOY ES DIA DE REGRESAR A CASA

Hoy compartiremos un pasaje muy conocido como lo es la parábola del hijo pródigo: Lucas 15:11-22, es una historia muy conocida, pero que ha sido usada por Dios por miles de años para bendecir a hijos perdidos o extraviados:

11También dijo: Un hombre tenía dos hijos; 12y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. 13No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. 14Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. 15Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. 16Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. 17Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. 20Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. 21Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. 22Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies”.

            LA HERENCIA DE UN HIJO DE DIOS

Frecuentemente escucho personas que dicen: “No me animé a venir a la iglesia porque tenía miedo de usted”. ¡Sienten cosas! Este pasaje que leímos es una de las historias más hermosas de la Biblia y nos muestra a Dios en ese padre; un padre que siempre está dispuesto a correr hacia su hijo, abrazarlo, colgarse del cuello y decir: “¡Este era mi hijo que estaba perdido y extraviado pero he aquí que ha vuelto y vive!” Y el hijo representa perfectamente a cada uno de nosotros, aquellos que después de haber pecado y habernos alejado del camino de Dios, sentimos que Dios ya no será el mismo para con nosotros, que no tendremos otra oportunidad, que seremos rechazados y que no somos más hijos. Lo que menos nos esperamos al venir a la iglesia es que Dios nos abrace y nos bendiga y que la iglesia nos reciba con los brazos abiertos. ¡Dios está contento con los que vuelven a sus brazos! Qué bueno que es el Señor, que da oportunidades y cuando recibe a su hijo no lo pone en penitencia contra la pared, sino que lo recibe contento con los brazos abiertos y hace fiesta. ¡Hace fiesta!

Cuando uno llega a la iglesia y escucha el mensaje del evangelio, lo primero que hace es reclamar por la fe, la parte de los bienes que le corresponde; se te enseña que si crees en Jesús él te da vida eterna y hace todas tus cosas nuevas y que Dios está dispuesto a impartirte su propia naturaleza, se te da la potestad de ser hecho hijo de Dios, y si hijo, también heredero. ¡Sólo los hijos heredan a los padres! ¿Y qué herencia puede tener un pecador y una persona que no sabe de Dios? ¡No puede participar de la herencia con Dios! ¡Ningún pecador puede tener herencia con Dios, mas a los que creyeron y le recibieron, él les dio potestad de ser hechos hijos de Dios, no engendrados por voluntad de carne o sangre sino por el Espíritu de Dios! Dios toma el barro que eres, la inmundicia que eres y la pone sobre la cruz de Cristo para que ya no seas más maldición y lo hace a Cristo pecador en tu lugar y carga con todos tus pecados al autor de la vida, a Jesucristo y cumple en el sacrificio de Cristo, con Su justicia, que la paga del pecado es muerte pero con tal de que tu no mueras, él condena su propio hijo. ¡Qué maravilloso que es Dios! Te corresponde pues, la vida eterna, la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento. ¡Te corresponde la esperanza que el mundo está perdiendo! Un hijo de Dios tiene fe y esperanza, tiene gozo, esa es la herencia de los hijos de Dios. ¡Esa es tu herencia! ¡Es lo que te corresponde por pertenecer a la familia de un padre tan bueno!

Dios no espera que te mueras para que recibas la herencia, te la da en el acto; tu ya eres ciudadano del reino de los cielos, esa es tu herencia. Si tu crees en Cristo y reclamas las promesas, en el mismo instante en que crees, él te hace hijo de Dios y te da la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento y la sanidad y la prosperidad son tuyas. ¡Te pertenecen! Esa es la herencia de Jehová sobre los que le aman y guardan sus mandamientos, serán como árboles plantados junto a corrientes de agua que dan su fruto a su tiempo y su hoja no cae y todo lo que hacen prosperará. Serás bendito en la ciudad y bendito en el campo, bendito será el fruto de tu vientre y el fruto de los animales de tu tierra, te pondrá Jehová por cabeza y no por cola, tú prestarás y no pedirás prestado. ¡Es tu herencia! ¡Serás prosperado en todo lo que tu mano haga! ¡Has sido creado para su gloria!

¿ESTÁS DESPERDICIANDO TUS BIENES?

Me dejó consternado una historia que escuché de una mujer que se fue de la iglesia enojada y luego de ocho años, regresó; había venido a la iglesia desahuciada, con un cáncer, ella quería que Dios la sane pero venía mal orientada pues quería hablar solamente con el pastor Márquez pero éste le dijo: “No puedo atenderte”. Ante esta respuesta, esta hermana se vino abajo en su espíritu y dijo: “¿Cómo no me va a atender?” Y cayó postrada en el altar. ¡No estaba el pastor Márquez pero estaba Dios! ¡El pastor Márquez no la atendió pero Dios sí la atendió! ¡Se sanó completamente del cáncer! Piensan mal aquellos que creen que si no hablan con el pastor no se solucionará su problema. Esta señora se fue con un cáncer sanado y estuvo ocho años viviendo en angustia y con resentimiento pero el Señor la recibió con un abrazo, puso sandalias en sus pies, una túnica nueva, un anillo de dignidad, y le dijo: “Tú eres mi hija, te habías extraviado pero hoy estás nuevamente en la familia”. ¡Qué bueno que es Dios!

Otra cosa que te corresponde, además del perdón, de la fe, del gozo, de la esperanza, es una familia, la nueva familia de Cristo Jesús. Tenemos una identidad genética que proviene de nuestros padres pero cuando venimos a Cristo él nos da una nueva genética, una nueva identidad, y nos introduce en la familia de los redimidos por su sangre. Nos corresponde esa familia. ¡Somos parte de esa familia!

Otra cosa que nos da Dios, es identidad de hijo. Dice la Biblia que el Espíritu Santo nos da testimonio de que somos hijos de Dios. Yo sé que soy hijo de Dios porque siento esa identidad dentro de mí, porque él la ha puesto a fuego en mi interior. ¡No puedo dudar, soy un hijo de Dios! Cristiano es solamente un título, algunos lo llevan por herencia, otros por tradición, pero el llamarse cristiano no es ser hijo de Dios.

¿Tienes esa seguridad? Si no la tienes, hoy puedes ser un hijo de Dios, hoy puedes recibir a Cristo en tu corazón. Algunos dicen: “No se si soy hijo de Dios, sólo Dios lo sabe”. Si no lo sabes, no eres hijo de Dios, porque es para todo aquel que cree. ¡El que cree es salvo! Porque el que cree tiene certeza, la fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve. ¡Te corresponde la fe! ¡Es tu herencia! Eso no lo pueden entender ni los científicos, ni los psicólogos, es algo que Dios les da a los que creen.

ES HORA QUE REGRESES A CASA

Me llamó la atención el versículo 13 que dice: “No muchos días después…“ Después de no muchos días, muchos deciden irse con su fe, con su esperanza y con su paz y disfrutar así de su herencia pero les molesta disfrutar dentro de la “familia” porque allí se sienten rechazados y consideran que no hay amor en la iglesia.

Dice este pasaje de la Biblia, que el hijo pródigo desperdició todos sus bienes; desperdiciar los bienes de Dios significa irme a la soledad de mi casa, de mi trabajo, de mis cosas, para sentirme mejor, lejos de mis hermanos, lejos de aquellos que me han rechazado y me han mirado mal, a pesar de que recibí el evangelio, la fe y la esperanza en ese lugar. Muchos piensan que pueden estar lejos de la iglesia, “la familia” y mantener el gozo, la esperanza y la paz pero cuando se alejan, comienzan a perder de a pedacitos la paz, la fe, oran pero se sienten fríos y si habían perdonado a su suegra, ahora le toman bronca nuevamente. ¡No te alejes nunca de la casa de Dios! Hay quienes se alimentan por radio pero la radio no es la iglesia. Tú te deleitas en la palabra pero te falta la comunión con tus hermanos; tú no puedes decirle al receptor: “Te amo con el amor del Señor”, no puedes tomarte de la mano del receptor. ¡No puedes! El amor se expresa cara a cara, se expresa con una mirada firme, con una sonrisa, con un abrazo, con un beso, con palabras de amor, porque somos hijos de un mismo padre, porque si yo te amo, Dios se alegra pero si te rechazo, Dios se pone mal conmigo.

¿Cómo regresan aquellos que se alejaron de Dios y de su familia? Llegan sin el equipamiento que se les dio, necesitan chapa, pintura, ¡de todo! Porque por el camino han ido perdiendo la herencia, lo que les corresponde: Vivir llenos de fe, de esperanza, de gozo, amando a los hermanos y sirviendo a Dios.

Dice esta parábola, que cuando el hijo pródigo hubo malgastado todos sus bienes, vino una gran hambre en la provincia en la que estaba, por lo que fue a buscar “trabajo” y terminó alimentando cerdos. No hay cosa más inmunda para un judío que un cerdo; los cerdos también son tipo de los demonios. Cuando uno pierde el amor, en lugar de éste, entra el resentimiento a tu corazón. Cuando Dios no reina en el corazón, reinan otros espíritus: El rencor, el resentimiento, la amargura, el rechazo, la soledad. Cuando hubo desperdiciado todo, al hijo pródigo no le dio por “ir de nuevo a la iglesia”. ¡Buscó algo con qué sustentarse! Y le dieron de trabajo alimentar cerdos con algarrobas, y veía éstas y deseaba saciarse de ellas. Cuando uno alimenta la soledad, la venganza, la ira, está “alimentando un cerdo”, pero esa actitud, jamás te saciará. Si alimentas el dolor, la soledad, jamás te saciarás.

Pero en un momento, volvió en sí y se dio cuenta que lejos del padre estaba mal. ¿Dónde estaba el padre? ¡Con la familia! Volvió en si y dijo: “Yo aquí perezco de hambre y en la casa de mi padre los jornaleros tienen pan. Por lo menos quiero ser un jornalero en la casa de mi padre”. Un jornalero no es un hijo, no le corresponde herencia alguna, sólo el jornal. Era un hombre que estaba realmente quebrado, humillado, pero su padre lo estaba esperando; corrió hacia él y echándose a su cuello, lo besó y lo abrazó. Inmediatamente dijo: “Pónganle una túnica nueva, un anillo en su dedo y calzados en sus pies y traigan un becerro gordo y hagamos fiesta porque este mi hijo muerto era y ha revivido, se había perdido y ha sido hallado”.

 CONCLUSIÓN

A veces es muy difícil volver a la familia porque te detienen los rencores, los dolores, los recuerdos, las palabras duras que se te han dicho… pero tengo una palabra de aliento para darte: ¡Lo tienes que superar! Una vez que perdonas y lo superas, vuelve la paz a tu vida; cuando te humillas, Dios te exalta. Sé humilde, si tienes que pedir perdón, pide perdón, que el orgullo no se levante como una pared que te impida volver al seno de la familia. ¡Hoy es día de fiesta! ¡Dios tiene preparado para ti una túnica nueva, un anillo y calzado para tus pies! Vuelve a la familia, vence tus prejuicios, tus temores y resentimientos y ven a la casa de Dios pues Él ha preparado la fiesta y te está esperando. Si quieres reconciliarte con Dios, haz esta oración ahora mismo:

“Padre querido, te pido perdón por haberme alejado de ti; perdona mis pecados, reconozco que lejos de ti mi vida no tiene sentido, hoy vuelvo a la familia. Restáurame Señor, creo por la fe que hoy me pones una túnica nueva, un anillo en mi mano y calzado en mis pies. ¡Gracias Señor! En el nombre de Jesús, hago esta oración, amén”.

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