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Quiero centrar la atención en el día de hoy, en el hecho de que estamos viviendo una época extraordinaria de confrontaciones y la más grande de ellas es la que se produce entre el reino de las tinieblas y el reino de la luz disputándose este pequeño planeta. Sucede que a satanás se le ocurrió poner su trono en Jerusalén y está trabajando para eso; casualmente, Dios quiere poner su trono allí mismo, por lo tanto vivimos una confrontación cósmica y le llamo así porque el cosmos entero se estremece, con satanás, sus brujos y sus satanistas que saben que viene la ultima y gran confrontación. Y satanás cree la mentira porque él no tiene la verdad, se ha privado a sí mismo de ella, y le ha hecho creer a sus brujos y satanistas que va a vencer, arrebatándole a Jesucristo el señorío y el poder en el universo. Su pretensión sigue siendo: “Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; 14sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (Isaías 14:13-14). Esa pretensión de satanás aún está vigente y la lleva hasta el último extremo de querer deshacer la obra de Dios en el planeta Tierra que incluye: amargarte la vida, destruir tu matrimonio, enfermarte, llenarte de aflicciones diversas, destruir a tus hijos, desdibujar la imagen de Dios en las personas y tantos otros males. Maquina a través del poder económico en el mundo, aflige a las naciones poniéndolas bajo cautiverio, sean grandes, medianas o pequeñas, éstas están cayendo bajo la cautividad del dinero que es la raíz de todos los males; las deudas crecen y se hacen impagables. Las naciones aprietan el torniquete de los jubilados, de los trabajadores, pretenden disminuir la población liberando el aborto, permitiendo el matrimonio gay y tantas otras cosas.
Lo más triste de todo esto es que, hay cristianos que no ven esta confrontación cósmica en sus vidas diarias, viven como si esto no fuera verdad y muchos pierden sus matrimonios como si no fueran cristianos, algunos viven ansiosos, amargados, otros tienen hijos que se sumergen en las drogas, también, como si no fuesen cristianos. Yo sigo predicando en el nombre del Señor Jesús, que no hay ninguna circunstancia en el mundo visible que no tenga escondida detrás alguna realidad invisible de maldad que está tratando de operar. El pueblo de Dios necesita ser alumbrado, necesita luz, necesita discernir y entender qué se mueve detrás de ciertos pensamientos que tienen, de ciertos deseos, qué se mueve detrás de ese gran problema familiar o económico que tienen; el creyente lucha y no encuentra el poder espiritual que necesita para la victoria, no encuentra esa fuerza de la que habló el apóstol Pablo cuando dijo: “…somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8:37).
Hoy te quiero hablar de una virtud que hace posible que tengamos esa presencia directriz, sabia e instructora y se trata de la humildad. “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” dice la Biblia en Santiago 4:6. Dios no comparte su vida con los soberbios que generalmente son rebeldes, y personas no enseñables que no aceptan consejos y no lo reciben.
¿Qué es una persona humilde? Debemos tener esa gracia, debemos tener la virtud de la humildad, porque Dios no les da a los soberbios sino a los humildes, Él establece relación con los humildes; Dios levanta a los humildes y aplasta a los soberbios. ¡Una y otra vez, los soberbios, rebeldes, son resistidos por Dios! Además, los soberbios son cabezones, siguen empecinados en sus rebeliones, en la dureza de su corazón, mas Dios quiere hacernos reaccionar, Él quiere hablarnos.
La persona humilde es enseñable, es una persona que se considera a sí misma necesitada de ayuda, es aquella que expresa un búsqueda, está dispuesta a recibir consejos; el humilde es una persona tipo esponja que absorbe, pero el soberbio es una persona que cree que ya se las sabe todas. ¿Qué le vas a decir que no sepa? Él no está para aprender; el soberbio está para enseñar, es el que dice: “¡A mí no me van a decir lo que tengo que hacer! ¡Yo no voy a permitir que me pisoteen! No voy a permitir que me estén mandando.”
“Yo no soporto que me hablen en voz alta”, me dijo un hombre que tenía una expresión dura en su rostro. Mientras yo estaba predicando le veía la cara y me preguntaba qué era lo que le estaba pasando; estuvimos hablando un rato y me comentó que tenía problemas en su trabajo, a lo que agregó que no le gustaba que lo manden. ¡La solución para esto es no tener patrones o no laburar!
Hay muchas cosas con las que luchamos y no entendemos. ¡Qué triste cuando dos cónyuges cristianos discuten y pelean, y buscan razones el uno contra el otro pero no se dan cuenta que un demonio está jugando con ellos! ¡No se dan cuenta que están peleando porque hay un espíritu de disturbio, de confusión, de agresividad que los acecha! ¡No saben qué hacer!
Estuve conversando con un matrimonio que tiene su historia. Cuando ellos se casaron eran más o menos asiduos a la iglesia y el hombre me dijo: “Apóstol, el Señor me ha mostrado que yo tengo que estar cerca suyo”; pero se casaron y se congregaban poco hasta que dejaron de asistir a la iglesia. Cada vez que me los encontraba yo le recordaba al hombre lo que Dios le había mostrado y él me miraba con soberbia. “Apóstol, ahora estoy casado, tengo mi familia, tengo que trabajar, salgo de un empleo y me voy a otro.” “¿Y los fines de semana?” “Y… estoy muerto apóstol, los fines de semana son para mi familia”. Una vez por año me los cruzaba y le volvía a recordar al hombre lo que Dios le había mostrado. “¿Así que tenes mucho que hacer?” “Sí apóstol, no es fácil”, y me miraba como diciendo: “Para usted es fácil porque puede dedicarse, pero los que laburamos no”. El asunto es que han venido hace unos días porque ya no se aguantan más. Él, para descansar navegaba en facebook… ¡Se llevaba muy bien con su jefa en el trabajo! Como trabaja en un taxi, en varias oportunidades la llevaba a su casa. Pero la esposa descubrió que abría demasiado la página de la jefa por lo tanto le preguntó, pero él le restaba importancia. Entonces comenzaron a discutir delante de mí, ¡qué cosa más complicada! ¿Cómo intervenir? Argumento va y argumento viene, ahí estaban el esposo, la esposa y yo en el medio como en un partido de ping pong; ellos no se daban cuenta pero yo discerní inmediatamente lo que sucedía. Esperaba el momento para cortarlos pero no paraban de discutir, él me miraba y me decía: “¡Apóstol, lo que pasa es que ella…! Y ella lo acusaba: “Lo que pasa es que él…” y yo miraba a uno y a otro cómo se pasaban la pelotita. No se daban cuenta que satanás anda detrás de toda discordia, que cuando está la presencia del Espíritu Santo hay paz y no guerra. Yo había terminado de predicar y había invitado a mis yernos a comer un jamón que me trajeron de San Juan, Argentina y de paso quería mostrarles algo de un libro que estoy escribiendo sobre el fin del mundo, entonces, terminamos el culto y pensé: “Ya me voy con mis yernos a comer el jamón” y aparece este matrimonio que me frena y me dicen: “Necesitamos hablar con usted, ¿se acuerda que nos dijo que hoy hablaría con nosotros?” Cuando ya llevaba media hora escuchándolos discutir, por ahí me asaltaba el pensamiento: “¡Estos locos de mis yernos me están comiendo el jamón!” y me preguntaba: ¿Cuándo intervengo?” Por ahí, a los cuarenta minutos les digo: “Bueno, ahora quiero hablar yo”, pero no paraban de discutir y de acusarse, así que golpee fuerte la mesa y dije: “¡Ahora hablo yo! ¿Ustedes quieren consejo?” “¡Sí!”, respondieron. “¡Pero ustedes no están para escuchar consejos! Desde que se casaron los vengo aconsejando. ¿Quieren que les diga la verdad? ¡Su matrimonio no tiene arreglo!” ¡Me quedaron mirando! Pero agregué: “A menos que… se consagren, porque ustedes quisieron primero, afianzar su matrimonio, llevan siete años de casados y todo lo que han logrado es esto.” A ella le dije: “¡Te la has pasado acusando a tu marido! ¡Ese es el trabajo de satanás!” y el marido festejaba, pero le dije: “¡Y vos también!”
¡Las personas no se dan cuenta que están haciendo el papel de satanás! ¡Es muy común esto! Y los matrimonios se rompen, los hijos se van de la casa, se involucran en las drogas; ¿y los creyentes dónde están? ¿El poder de los creyentes y la unción del Espíritu dónde están?
Entonces le dije al hombre: ¿Te acordás cuando me dijiste que Dios te había mostrado que ibas a trabajar conmigo? Él agachó la cabeza, y yo agregué: “¡Nunca te consagraste! Te importaron más otras cosas, yo me vengo a enterar por tu esposa que te interesa más el futbol al que vas todos los fines de semana y que a ella la dejas sola, cuando me dijiste que los fines de semana te dedicabas a tu casa y a tu familia. ¡Mentiroso! Él me responde: “No, no, yo llevo a mi nene al futbol”, y la señora señala: “¡No, él es el que va al futbol y lleva al nene!” ¡Así que tenés tiempo para navegar en el Facebook, para mirar la foto de tu jefa, para el fútbol y tantas otras cosas pero no ténes tiempo para Dios!
Siempre que hablaba con él era como chocar contra una pared, como que me decía: “No te voy a dejar pasar apóstol, mi vida es mía y yo hago lo que quiero. ¡A mí nadie me va a enseñar, yo sé lo que hacer!”
También hablé con una mujer que estaba angustiada por un problema familiar, ¡no tenía esperanza, no tenía fe! ¡Sólo tenía temor y angustia! Llorando me decía: “Estoy ayunando apóstol, le estoy pidiendo a Dios que me ayude a tomar una decisión”. “¡Deja de llorar, si estás ayunando, dale gracias a Dios porque Él va a obrar!” ¡Estaba tan ansiosa por una decisión que tenía que tomar, que creo que el ayuno le estaba cayendo mal!
El humilde es una persona ávida de absorber el consejo y aquello que Dios tiene para darle; se considera pobre espiritual, necesitado espiritual, incapacitado para resolver su problema. El humilde sabe que sin Dios no puede, es dependiente de Él; el humilde busca a Dios, pero el soberbio no. El soberbio tal vez sepa cuatro versículos dela Bibliay considera que ya sabe lo que tiene que saber, no es enseñable, es arrogante, es cabeza dura. El soberbio tiene una especie de pantalla donde llega la palabra de Dios, que pega y cae, pero el humilde recibe la palabra de Dios, la que le resulta como un bálsamo.
En una de las reuniones donde estaba predicando acerca de la humildad, había un matrimonio que se estaba divorciando. El marido estaba consternado porque amaba a su esposa y no se quería divorciar, así que vino al culto, y la esposa, que conoce el evangelio también vino; él no sabía que ella asistiría a la iglesia en ese momento y ella tampoco. Cuando terminé de predicar se me acercó el hombre, me saludó y me dijo: “Apóstol, todo lo que predicó era para mi. ¡Me ha hecho mucho bien escuchar su consejo!” Fue a saludar a la esposa y le dijo: “¿Has visto qué bien todo lo que habló el apóstol para nosotros?” Y ella le respondió: “¡Muy bien habló para vos pero para mí no!” ¿Notas la diferencia entre el uno y el otro? El hombre estaba quebrantado, humillado, necesitaba palabra de Dios, necesitaba consejo, estaba abierto.
El humilde aprende en cualquier lado, aunque necesita ser sabio porque hay unos humildes medios tontos; pero, ve en la calle un acontecimiento y toma consejo de él, porque está en la actitud de aprender. El humilde habla con cualquier persona y aprende porque tiene la cualidad de absorber y de ver qué se puede sacar de alguna situación, así que el humilde aprende mas el soberbio no.
El humilde pregunta, el soberbio enseña, no pregunta y si lo hace es de esta manera: “¿Y por qué?” O por ejemplo cuando estoy hablando con alguna persona de pronto me dice: “Sí, pero…” ¡Cuando pronuncia esa frase, en realidad está diciendo que no!
En una época yo era muy “Sí, pero…” y un pastor me puso la mano en la cabeza y dijo: “¡Espíritu de ‘sí pero’, fuera!” ¡Me echó fuera un espíritu de “sí pero”! ¡Yo quedé helado y me pregunté: ¿Qué hizo este tipo? ¡Está loco! Pero quedé marcado para toda mi vida, aprendí que tenía que cuidar cuando decía: “sí, pero…” Mas el soberbio dice: “Sí, pero…” Es que mientras uno habla, él está pensando la respuesta, te interrumpe porque ya sabe lo que le vas a decir.
Primera bienaventuranza, Jesús subió al monte y dijo: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:3). No dice que van a entrar al reino de los cielos sino que de los humildes es el reino de los cielos. ¡La herencia de los humildes es el reino de los cielos! ¿Es tuyo el reino de los cielos o eres un “sí, pero…”?
El soberbio es el que piensa: “¡Yo no soy un felpudo para que me estén pisoteando!”, o “¡Yo no me dejo pisotear!” La palabra “humilde” viene de un término latino que significa “humus” y sabemos que el humus se refiere a un tipo especial de tierra, pero tierra al fin. Cuando caminas, ¿qué pisas? ¡Tierra! Así que la humildad hace alusión a aquello que se pisa.
Dios ha querido humillar a los sabios de esta tierra, tomando lo vil y menospreciado, y levantando su ejército de débiles; satanás, sus demonios y los satanistas creen que es una debilidad la humildad, ellos son soberbios, hablan de nosotros, las ovejitas del Señor como “corderos del rebaño”. Ellos no están para ser humildes, sino para gobernar, para atropellar, están para tomar el poder por la fuerza.
Parece que han habido algunos filósofos en la historia que algo de satanistas tenían, por ejemplo, Nietzsche que señaló que, la humildad era una falsa virtud que escondía la decepción en su interior. San Francisco de Asís habló de la humildad, también la madre Teresa de Calcuta, el apóstol Pablo habló de la humildad, los Salmos hablan del asunto; Jesús dijo: “Aprendan de mi que soy manso y humilde de corazón” (Mateo 11:29). El que más sabía de todos y el más poderoso, resultó ser el más humilde de todos. Por eso el apóstol Pablo dijo a los filipenses: “5Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:5 al 8). El que más sabía se despojó de lo que sabía y el que más poder tenía se despojó de él, vino a la tierra, y se hizo hombre para someterse a la unción del Espíritu Santo y decidió que nada hablaría por su cuenta sino lo que el Padre le diera que hablase. Jesús dijo: “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” (Juan 6:38). ¡Si Cristo no hubiera sido humilde no hubiera vuelto a la gloria! En Juan 17: 4 y 5 Jesús levanta su mirada al cielo y ora: “4…he acabado la obra que me diste que hiciese. 5Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese”. ¡Si Cristo no hubiera sido humilde se perdía todo! “…aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón…” (Mateo 11:29).
Se que hay algunos que escuchan esto y les rechinan, es más algunos no pueden ni levantar la cabeza y mirarme, pero yo tengo que hablar de parte de Dios y debo advertirte que si no hay humildad en tu corazón la vas a pasar mal, porque no es que te resiste tu padre, el apóstol o quien sea, ¡es Dios quien te resiste! ¡Dios está en contra tuyo! ¡Él no tiene tratos con los soberbios sino con los humildes!
Isaías 57:15 dice: “15Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados”.
El término “el que habita la eternidad” ¡me maravilla! José Gervasio Artigas nació en 1764 y murió en 1850. En el tiempo, Artigas habitó desde 1764 hasta 1850; yo nací en el año 1951, se puede decir que yo habité en el tiempo desde 1951 hasta hoy 2011 y espero aguantar unos añitos más. Ahora,la Bibliadice que Dios es el que habita la eternidad. ¡Los días del hombre son contados como los días de las plantas, pero Dios habita la eternidad! Así que, Dios habita la eternidad, es el Alto y Sublime y además habita con el quebrantado y humilde de espíritu. ¡Ssu amistad y su comunión es con los humildes!
Si tú tienes un problema que no puedes superar, yo te voy a decir por qué: Es que el ser humano no tiene poder contra las fuerzas espirituales de maldad de las regiones celestes a menos que cuente con el poder de Dios y esté ungido por la presencia poderosa del Espíritu Santo. Si tú no puedes detener ese estado rebelde de tu corazón que va contra tu padre, tu madre, contra Dios, contra el apóstol, la iglesia y los principios del reino, date cuenta que estás preso de un poder extraño; algunos salen de la iglesia felices porque Dios los tocó, llegan a la casa y el cónyuge le empieza a ladrar y hacen fuerza para no responderle mal pero no pueden porque sólo es por la gracia de Dios. ¡Te está faltando esa presencia que sólo reciben los quebrantados y humildes de espíritu! O sea que los humildes tienen una gracia especial de parte de Dios. He hablado con varios creyentes que me han dicho: “¡A mí no me gusta que me manden!” Eres libre de hacer lo que quieras, ¡pero después no llores!
Leamos Isaías 66:2: “2Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra”. En aquel tiempo algunos llevaban vacas, terneros y ovejas para sacrificar delante de Dios y cuando hacían eso, Dios miraba el corazón. «3El que sacrifica buey es como si matase a un hombre; el que sacrifica oveja, como si degollase un perro; el que hace ofrenda, como si ofreciese sangre de cerdo; el que quema incienso, como si bendijese a un ídolo. Y porque escogieron sus propios caminos, y su alma amó sus abominaciones,…” (Isaías 66:3). Dios les dice: “¡No estoy mirando tu ofrenda sino tu corazón! …Pero miraré al que es pobre y humilde de espíritu…”
Veo algunas personas que quieren sacar como mérito lo que han hecho para Dios, en tanto que otros están desesperados por hacer algo para el reino: “¡Yo quiero hacer algo para Dios, apóstol!” Y está ese que expresa: “¡Yo llevo diez años sirviendo al Señor!”, como diciendo: “¡Ya vamos a hacer cuenta de todo lo que he hecho!” Y Dios le responde: “Yo no miro tu sacrificio, miro tu corazón”. “…Miraré al quebrantado y humilde de espíritu…” ¡Dios tiene algo especial con esas personas!
¿Has visto cuando nace un niño con algún defecto o problema? La madre tiene cuatro hijos más que caminan lo más bien pero se aferra a ese que tiene problemas. Es como que el corazón de esa madre se apega más al corazón de ese hijo; si el hijo tuvo algún problema cuando nació, esa madre queda marcada para toda la vida, a ese hijo lo cuida más que al resto. ¡Así es Dios! Su sensibilidad principal es con el quebrantado y humilde de corazón; al tener más comunión con el humilde, es más fácil que éste oiga porque es como la esponja. El humilde es dependiente, no quiere hacer lo que se le da la gana o lo primero que siente, sino que quiere saber cuál es la voluntad de Dios. ¡Él clama a Dios!
Mientras yo podía resolver todos mis problemas no clamaba a Dios, pero cuando Él me quebrantó empecé: “¡Ahhh papito! ¿Dónde estás?” ¡Comencé a buscarlo en serio! Mientras Él no me quebrantó, fui soberbio; cuando lo hizo, aprendí.
Tal vez estés necesitando ser quebrantado, es más, el humilde sabe que necesita ser quebrantado, el soberbio se queja: “¡Esta cruz! ¡Justo ahora! ¡Dios mío, qué cruz más grande que tengo!” ¡Se niega a llevar la cruz! Pero el humilde dice: “De esto voy a aprender”. “A los que a Dios aman, todas las cosas les ayuda a bien” (Romanos 8:28).
El soberbio dice: “¿Cómo Dios permite que a mí me pase esto?” ¿De quién eres hijo, que no te tiene que pasar? La Bibliadice que Dios castiga y azota a todo el que recibe por hijo. Algunos dicen que Dios no puede hacer esto, ¿cómo que no lo puede hacer? ¿Crees que Dios estudió sicología moderna? ¡Él tiene su propia sicología! Entonces, como Dios se acerca al quebrantado y humilde de corazón, su gracia fluye al humilde, éste no tiene fuerzas para salir por sus propios méritos pero cuenta con la gracia de Dios que es poderosa. ¡El humilde sale y el soberbio se queda!
¿Hay algo que te tiene muy angustiado o angustiada? ¿Hay algo que te tiene afanoso, ansioso? Porque esta guerra cósmica se está librando también dentro de ti, satanás quiere destruir tu matrimonio y robarte la fe, también quiere quitarte el ánimo; satanás quiere robarte el gozo, quiere aplastarte, mantenerte oprimido y que no puedas disfrutar de la vida de Cristo. ¡Está trabajando para eso! Satanás quiere seguir afligiéndote pero Cristo sigue diciendo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).
Quiero orar por ti. No sé qué problema estás enfrentando, pero se que Dios te demanda que tengas un espíritu humilde y no lo tendrás si no reconoces tu necesidad. Tienes que decirle: Señor, te necesito, necesito ser humilde, quita de mí toda soberbia y todo engaño, quita de mí todo argumento de mis sentimientos y pensamientos. ¡Por eso es que Dios no quiere tus pensamientos sino que quiere darte sus pensamientos! Dios no quiere tus sentimientos, Él quiere que sientas con sus sentimientos. ¡Dios quiere darte un nuevo corazón, quiere darte una nueva vida, una nueva manera de ver las cosas como Él las ve!
Dile en esta hora: “Señor, ¡te necesito! ¡No puedo sin ti! No quiero una vida cristiana más o menos buena, quiero toda la vida cristiana. Señor, quiero una vida de gozo, de victoria, quiero una vida de esperanza, quiero paz. ¡Te entrego a ti Señor, mis cargas, mis opresiones, te entrego mis temores, mis problemas económicos, familiares y laborales! Te entrego a ti Señor, todo lo que me aflige, todo lo que me sumerge en afán y ansiedad. Vengo a ti con mis impotencias Señor, yo no soy fuerte, tú eres fuerte, yo no soy grande, tú eres grande, yo no soy poderoso, tú eres poderoso. ¡Abro mi corazón! ¡Dame el Espíritu de Cristo, Padre! Quiero aprender de Jesús que fue manso y humilde de corazón. Detrás de tu humildad, Dios mío, está escondido tu gran poder, hazme humilde Señor, ¡te lo suplico!”
Vamos a practicar obedecer un pasaje de la Bibliaque dice: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante del Señor en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. (Filipenses 4:6 y 7) Significa que por nada te tienes que afanar, si algo paso hoy, ayer o en estos días, por nada debes estar afanoso. Dile: “Señor, llévate mi tristeza, llévate mi resentimiento, mi angustia. Yo se que vienen una y otra vez cosas viejas a mi mente y corazón; no te puedo negar a ti que mi mente está carburando cosas que me han dicho o que me han hecho y me hacen estar a la defensiva. ¡Llévate mis enojos y mis rencores! Señor, te doy gracias porque me has hablado. ¡Te entrego mis cargas! ¡Gracias por tu presencia! Declaro que la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento guardará mi corazón y mis pensamientos en Cristo Jesús. Mi corazón siente cosas que no debe, y mi mente piensa cosas que no debe y esa es la causa de mi angustia, de mi impotencia que me roba la fe, la esperanza y el gozo. ¡Te necesito Señor! Reconozco mi gran necesidad espiritual, toma mi vida, llévate mis cargas, guarda mi corazón y mis pensamientos conforme a tu palabra. Te doy gracias Señor y recibo tu paz. En el nombre de Jesucristo hago esta oración, amén”.
ANEXOS: