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Vamos a abrir nuestras Biblias en Eclesiastés 7:4: “El corazón de los sabios está en la casa del luto; mas el corazón de los insensatos, en la casa en que hay alegría”. Nuestra inclinación humana y natural nos lleva a la casa donde hay alegría, donde hay fiesta, pero Dios dice hoy, que el corazón del sabio va a la casa donde hay luto. ¡Dios ve las cosas al revés! O mejor dicho, nosotros las vemos al revés. El mundo posee un sistema contrario a Dios, pero el cristiano debe leer la palabra de Dios y creerla, sin investigar mucho.
Desde hace unos meses, teníamos en nuestro centro de rehabilitación de El Dorado, al papá de la pastora Elena (encargada junto con su esposo, del mencionado centro) que fue operado de un cáncer en el esófago. Ese abuelo falleció y fui a su sepelio. Y a causa de él pude reflexionar acerca de un montón de cosas que uno generalmente no lo hace a menudo; lo primero que me vino a la mente, luego de ver a ese hombre dentro del cajón, tan flaco, consumido y seco, (eran las huellas de una enfermedad que había combatido contra su vida hasta arrebatarlo), fue el pasaje que está en Génesis 3:19: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.”. Me dije: “¡Qué cerca que está este hermano de ser polvo!” Reflexioné en el milagro de la vida, pensé en esta habitación de polvo que Dios ha hecho con tanta ciencia, amor y sabiduría, y en el hecho que el hombre no fue creado para ser polvo pero que el pecado hizo que volviera al polvo. En efecto, Dios no pensó las cosas para que el hombre muriese sino para que viviese mas el pecado trajo la muerte. Ésta es el producto natural de la rebelión, del pecado del hombre, pero Dios es el autor de la vida. Satanás arrebató este regalo, esta bendición de Dios y puso en el hombre el aguijón de la muerte, pero no te hagas problemas, ya Jesús arrebató las llaves del Hades, ¡ya Jesús venció la muerte!
Vi ese hombre en el cajón y pensé en cuántas oportunidades habrá tenido para servir a Dios y no lo hizo, y cuántas veces tuvo oportunidad de disponer del gran poder de Dios para hacer su obra y no lo hizo, pero ahora estaba en un punto en que ya no podía hacer más nada… ni bien ni mal. ¡Ya había terminado su oportunidad aquí en la tierra! Doy gracias a Dios porque este hombre, aunque tuvo una historia que ninguno de nosotros la quisiera tener, en determinado punto de su existencia conoció el evangelio. Había sido un hombre a quien sus hijos no querían cuidarlo, estaban muy ocupados mas la pastora Elena, una de sus hijas, decidió hacerlo. Vi a mucha gente llorar impotente frente al cuadro de la muerte. En ese instante todo ser humano se confronta con la realidad más importante que tiene que atravesar, porque hay muchos que sufren pensando si se casarán o no, si prosperarán o no, hay muchas cosas que pueden ser o no, pero hay una sola cosa segura en la vida, que vendrá si o sí sobre ti y es la muerte, por tanto, ¡tienes que reflexionar en ella!
Fuimos a enterrar a este hermano y allí había un panteón donde estaban depositados los restos de Julio Sosa, “el varón del tango”, quien en lo mejor de su carrera artística tuvo un accidente. Poseía una estampa como pocos la tenían, pero allí estaba junto con los demás difuntos. Vi tumbas de primera, de segunda y de tercera; y dije: “qué bien se deben sentir los que están en tumbas de primera” y también observé el cajón en que estaba depositado el hermano, ¡estaba mejor que el muerto! Era de madera bien lustrada y reflexioné: “Los gusanos de los panteones más lindos, ¿serán también de primera? Me imaginé un gusano diciéndole a otro: “A éste cómelo con cuidado porque es Julio Sosa”. ¿A qué vienen todas estas reflexiones? ¡La muerte nos iguala a todos! La pregunta que surge es: ¿Qué estás haciendo con tu vida? ¿Cuánto piensas vivir? Un amigo que nos vendió una emisora y nos prestó el terreno donde tenemos la comunidad de El Dorado se murió repentinamente; se compró una casa y la tuvo que dejar… ¿Cuál es el significado de la vida? ¿Por qué estamos aquí?
Vi tumbas de gente importante y gente no tan importante, y me dije: “Aquí están enterrados los sueños de tantas personas, que creyeron que iban a ganar tanto dinero y no ganaron nada, que soñaron con ser cantantes y nunca cantaron, hay aquí miles de ilusiones y sueños enterrados.” Hay tanto potencial en el corazón del hombre, Dios ha puesto cosas maravillosas en cada uno de nosotros que debieran ser hechas y no lo son. La muerte viene al galope y Dios quiere que nuestra vida tenga significado, que sea trascendente, hizo al hombre para la eternidad pero éste decidió que quería volver al polvo. Pero también tuve oportunidad para reflexionar acerca del gran don de Dios, de su amor, de su grandeza y de su gran oferta para con el hombre, que quiso volver al polvo, pero de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su hijo unigénito, para que todo aquel que en él crea no se pierda mas tenga vida eterna; vi que la casa de polvo que tenemos no es nada, pero bendije al Señor cuando vi que el don de la vida eterna es real, porque en ese velorio no había desesperanza sino gratitud. Pensé en aquellos que se mueren odiados por sus hijos, sus obras no han sido muy buenas, no se han ganado el amor, el cariño ni el respeto de la gente, pero me acordé que Jesús dijo: “…el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido” (Mateo 18:11) y pude decir: Este hombre no tuvo una historia muy linda pero en algún momento de su existencia recibió a Jesucristo en su corazón y advertí el gran talento de Dios para tomar personas que no sirven para nada y usarlos para su gloria. Me acordé también del papá del pastor Martín, que no quiere que su familia se entere que él existe, pues es un hijo ilegítimo. Y dije: “Gracias Dios, porque aún tú puedes tomar una vida que no te está honrando y sacarle un hijo para tu gloria”. He visto hijos de adulterio, arrebatados por Dios para su gloria; a pesar de que algunos predicadores dicen que ellos son hijos de maldición… sí lo son, hasta que la sangre de Jesús es aplicada a ellos. No importa que sea hijo de una violación o de un incesto, Dios trae los niños al mundo y por eso defendemos la vida; cada hijo que nace es una promesa de bendición de parte de Dios. ¡El diablo es siervo de Dios y es usado para sus planes!
Reflexioné asimismo, acerca de las oportunidades que muchos tienen, pero que no las aprovechan, despreciando así a Dios; pensé en aquellos que pasan por la vida y no dejan nada que valga la pena, pero aún de ellos Dios puede sacar algo bueno, como ocurrió con el padre de la pastora Elena y dije: “Gracias a Dios por este hombre que nos dio esta mujer”. ¡Qué bueno es Dios! De modo que vemos la obra del diablo por un lado pero también la obra de Dios que es más grande e importante que la de Satanás; me alegré pues, que este hombre ya estaba descansando de sus obras y le dije a todos los que estaban llorando: “Nosotros no vemos la muerte como la ve Dios; Él ha estado esperando tu muerte, con el anhelo y el deseo de recibirte y abrazarte. Para nosotros, la muerte es una partida, una separación, pero para Dios es un encuentro. Aquellos que han creído en Cristo Jesús, cierran los ojos aquí abajo y los abren en los brazos del Padre”. Me alegré en el evangelio porque podemos ir a un velorio con esperanza, con fe, diciendo “no está aquí, sino en el cielo”. ¡Hay una bendición guardada para aquellos que aman a Dios!
Jesucristo es el regalo de Dios para el mundo, Él cargó en la cruz del calvario con el pecado de todos nosotros, fue hecho maldición para que nosotros no probásemos la maldición y probó la muerte para que nosotros no la probásemos. Nosotros no queremos la muerte, pero tengo una buena noticia para ti, tú no vas a pasar por ella. Muerte es separación de Dios, pero tú no vas a experimentar separación de Dios, sólo tu cuerpo será separado del planeta tierra, pero tu espíritu, si crees en Jesús, va a abrir los ojos a la vida. Desde el punto de vista de Dios, la muerte no es muerte, sino un nacimiento, una liberación de la vida eterna que está guardada dentro de esta caja de barro que es el cuerpo. ¡Nosotros no vemos las cosas como las ve el mundo! El mundo no tiene esperanzas, ni fe pero nosotros sí. ¿Valoras la vida eterna? ¿Valoras el perdón de pecados? Lo peor que te puede pasar es que no valores a Jesús, el regalo más grande de Dios para la humanidad. Si no vives para Jesús, tu vida no tiene sentido, ¡no sirve para nada! Es importante que sepas que la esperanza más grande no es la de tener una casa, un matrimonio, un buen trabajo, ni tener un buen sueldo, sino poseer la vida eterna. Y me maravillé del tremendo poder sobrenatural que gozan los que creen hasta el último minuto de su vida, porque pertenecemos a la eternidad no desde el momento de la muerte, sino desde ahora. ¡Me maravillé del gran poder de Dios dado a los hombres hasta el mismo instante de la muerte!
Hablé de este tema también, en una reunión de abuelos. Hasta el último instante poseemos un tremendo poder de Dios para hacer obras que continuarán por siglos, y si no pregúntale a Abraham, Isaac, Jacob o José, que momentos antes de morir abrieron su boca y dieron profecías que afectaron la historia de la humanidad hasta el día de hoy.
¡Hasta un instante antes de morir eres una bomba atómica de Dios! ¡Espero que lo puedas creer! Un instante después que cierras tus ojos, ya no hay más oportunidad para amar a Dios ni servirle; luego viene el juicio, así está establecido, que los hombres mueran una sola vez y después de esto, el juicio. ¿Eres de Cristo o no?
Leamos Génesis 48: 1-6: “1Sucedió después de estas cosas que dijeron a José: He aquí tu padre está enfermo. Y él tomó consigo a sus dos hijos, Manasés y Efraín. 2Y se le hizo saber a Jacob, diciendo: He aquí tu hijo José viene a ti. Entonces se esforzó Israel, y se sentó sobre la cama, 3y dijo a José: El Dios Omnipotente me apareció en Luz en la tierra de Canaán, y me bendijo, 4y me dijo: He aquí yo te haré crecer, y te multiplicaré, y te pondré por estirpe de naciones; y daré esta tierra a tu descendencia después de ti por heredad perpetua. 5Y ahora tus dos hijos Efraín y Manasés, que te nacieron en la tierra de Egipto, antes que viniese a ti a la tierra de Egipto, míos son; como Rubén y Simeón, serán míos. 6Y los que después de ellos has engendrado, serán tuyos; por el nombre de sus hermanos serán llamados en sus heredades”.
Jacob estaba muy viejo y enfermo, en cama, no se podía levantar. José su hijo, era gobernador de Egipto, un hombre prominente de poder y autoridad. Cuando le dicen que su padre está enfermo, toma sus dos hijos y va a visitarle. Jacob, al saber que sus nietos estaban en su presencia, hizo un esfuerzo y se sentó; el poder del creyente no reside en las fuerzas de su cuerpo, sino en su fe. ¡Fe es poder de Dios! Y tú puedes ser un viejo moribundo cuyas piernas ya no te soportan, puedes estar muy débil, pero tu fe puede hacer obras extraordinarias. El viejo moribundo dijo: “Estos dos hijos tuyos no son tuyos sino míos; los que vengan después serán tuyos, pero éstos son míos y serán contados con mis otros hijos”. Si prestas atención, no hay ninguna tribu en Israel llamada “José”, pero sí una llamada “Efraín” (el menor) y otra “Manasés” (el mayor); no obstante, Jacob dio vuelta la torta y dijo: “No, Efraín será el primero y Manasés el segundo” y puso a Efraín bajo su mano derecha y a Manasés bajo su mano izquierda. José se ofuscó y dijo, “no padre, ¡al revés!” Pero Jacob replicó: “Lo sé, hijo mío, lo sé; también él vendrá a ser un pueblo, y será también engrandecido; pero su hermano menor será más grande que él, y su descendencia formará multitud de naciones” (Génesis 48:19). ¡Qué autoridad! Luego llamó a sus otros hijos y abriendo su boca, profetizó acerca de cosas que iban a suceder, anunció que el cetro iba a estar en la mano de la tribu de Judá… ¡de allí vino Jesús!
¡El poder de Dios está en la boca de los que creen en Él! Se cumplió lo que profetizó Jacob: Efraín vino a ser la tribu más grande de todo Israel y cuando el reino se dividió en dos, y quedaron al sur las tribus de Judá y Benjamín y al norte las diez tribus de Israel, con el tiempo, esas diez tribus del norte, fueron llamadas “la casa de Efraín”. ¡Hay un misterio extraordinario en esto! Porque dice la Biblia que vendrá un tiempo en que la casa de Judá y la de Efraín serán una sola casa; las diez tribus del norte han sido dispersadas y la descendencia de Efraín se ha metido en multitud de naciones, ¡parece que el viejito sabía lo que decía! Efraín significa “doblemente próspero”, así le llamó José a su segundo hijo, porque dijo: “Dios me ha prosperado en la tierra de mi aflicción”… le puso un nombre profético, porque quienes estudian los linajes de la Biblia, están creyendo que la sangre de Efraín está en Inglaterra, en los países nórdicos, en Estados Unidos, en muchísimos países, y cuando Cristo venga, no serán ya más los judíos sino la casa de Israel, no habrá dos reinos sino uno solo y Dios revelará quienes pertenecen a la descendencia de Efraín (quizás estemos tú y yo). Bendije a Dios, porque no le pone límites a la fe, ni siquiera en los viejos. Alguien que está vivo y cree en Dios puede hablar, puede creer cosas, luego decirlas y morirse tranquilo. Mi pregunta es: ¿Te puedes morir tranquilo tú ahora? Si ya hiciste la obra de Dios, muérete tranquilo, pero si no la hiciste, ¡tiembla! Porque el que no recoge con Jesús, desparrama, afirma la Biblia.
Di gloria a Dios por aquellos que están muertos pero que sus obras continúan. Recientemente el Dr. Morris Cerullo me invitó a la ciudad de Washington, para asistir, con todos los gastos pagos, a la “Escuela de Elías”; él es un siervo de Dios de 75 años de edad que quiere pasar la unción a quienes él llama Eliseos. En un principio, debido a lo cargado de mi agenda, había decido rechazar la invitación, pero cuando reflexioné en lo que es y ha sido su ministerio, dije: “Señor, ahora entiendo que tengo que estar en ese lugar y de la misma manera que Efraín y Manasés recibieron la bendición de Jacob, yo quiero recibir la unción del Dr. Morris Cerullo”.
Me acordé también de Noé, varón justo delante de Dios y perfecto en sus generaciones, halló gracia delante de Dios y Él le dijo: A ti he visto justo en esta generación, por lo tanto entra tú y tu familia en el arca”. ¡El evangelio es igual en el nuevo y en el antiguo testamento! ¿Tienes familiares incrédulos? ¿Crees que ellos son salvos? Si es así, puedes morirte tranquilo, pues si has creído en Cristo y arrebatas la salvación de tus parientes, tu fe seguirá trabajando por ellos aún después que te mueras. Nunca me olvidaré de mi abuelo que siempre le escribía a un paisano que no quería saber nada de Dios, pero siempre encontraba alguna excusa para escribirle acerca de algunas cebollas o ajos, y luego añadía: “¡Tienes que entregar tu corazón a Cristo!” Finalmente mi abuelo murió, pero dejó el corazón de ese hombre sembrado con la palabra de Dios. A los pocos meses de su muerte, llega una carta del paisano que decía: “Don Felipe, gracias por haberme predicado el evangelio, ¡he creído y soy de Cristo!” Dios ha puesto eternidad en ti. Tú estás vivo para hacer obras eternas, estás vivo para ver la visión de Dios, aquella que El tiene acerca de ti. Dios te ha concedido participar de la eternidad; si aun no has hecho la obra de Dios, no te mueras o mejor dicho, ¡apúrate! Porque Julio Sosa creía que iba a cantar mucho más, pero un accidente se lo llevó.
Terminado el diluvio, Noe salió del arca, bendijo a Dios, plantó una viña, se hizo un vino y se emborrachó. Tenía tres hijos: Sem, Cam y Jafet; también Noé estaba viejo…y borracho. Su hijo Cam, al verle desnudo a causa de su borrachera, se burló de él y fue a contarle a sus hermanos. Pero éstos se turbaron y entraron a la tienda de espaldas, para cubrirle. Cuando Noé estuvo sobrio y se enteró de lo sucedido, abrió su boca y dijo: “Maldito sea Canaán; Siervo de siervos será a sus hermanos. 26Dijo más: Bendito por Jehová mi Dios sea Sem, Y sea Canaán su siervo. 27 Engrandezca Dios a Jafet, Y habite en las tiendas de Sem, Y sea Canaán su siervo”. (Génesis 9:25-27) Quinientos años después, los descendientes de Sem estaban conquistando la tierra de Canaán. ¿Conoces el potencial de Dios que hay en tu vida? Cuando Abraham era uno solo, Dios le dijo: “Haré de ti una nación grande”, a Efraín dijo: “Haré de ti, estirpe de naciones”. La sangre de Jafet se extendió y llegó a formar los pueblos europeos que dieron a luz las naciones más desarrolladas de la tierra. ¡Dios cumplió la palabra dada por sus siervos! Sus obras continúan hasta el día de hoy; ellos eran viejos, débiles, moribundos, pero el poder no estaba en sus cuerpos sino en su visión y en su fe. Caminaban con Dios, eran su boca y de la misma manera que Dios había hablado y había dicho “Sea la luz” y fue la luz, ellos hablaron sobre su descendencia y marcaron la historia de la humanidad.
Pero un instante después de muerto, ya no hay fe, ya no hay poder ni oportunidad así que, ¡sirve a Dios hoy! No vaya a ser que venga el día de tu muerte y te encuentre afanado por tener un trabajo mejor. ¡Deja de lado las añadiduras y conságrate a Dios! ¡Dale tu vida, tus fuerzas y tu tiempo! ¡Este país tiene que ser transformado y el poder de Dios está en el evangelio, no en que tengas una mejor casa! ¿Para dónde estás corriendo? Arrepiéntete, ¡entrégale tu vida a Cristo! Dios te dice hoy: “¡Dame tu corazón! Todas estas cosas que anhelas, te las daré, sin afanes, si me sirves”. ¿Perteneces al reino de Dios? Si la muerte viniera ahora y esta noche hubiera que comprar un cajón lustrado, y los gusanos comenzaran a preparar su dentadura para comerte, ¿podrías irte tranquilo al cielo diciendo “he hecho la voluntad de Dios, lo he honrado y he hecho la obra que Él quería”? Mejor dicho, ¿te irías al cielo? Es imprescindible que dejes reinar a Dios en tu vida. ¿Para qué vives y para quién vives? ¿Le has entregado a Cristo tu vida? Si eres anciano, no digas ya estoy viejo, soy un desecho, lo que cuenta es tu fe. El poder de Dios está en lo que tú crees. Decídete a vivir en el poder de Dios y en sus planes.
Si hoy quieres entregar tu corazón a Dios, haz esta oración ahora mismo:
“Señor, toma mi vida, te lo suplico. ¡Te necesito! Limpia mi corazón, perdona todos mis pecados, líbrame de mí mismo y de toda maldición. Quiero morir contigo en la cruz del calvario, quiero resucitar contigo, juntamente, como dice tu palabra. Quiero ser cubierto con la sangre de Jesús. Recibo por la fe la gracia, el perdón, el poder, la unción, en el nombre de Jesús, creo en ti Señor, y desde este día pertenezco a tu reino, y mis obras desde este día serán las obras de Dios, obras de poder, de autoridad, obras eternas, que trascienden, ¡gracias Dios! En el nombre de Jesús hago esta oración, amén”.
ANEXOS: