LA ETICA Y LA HIPOCRESÍA - Misión Vida para las Naciones

Av. 8 de octubre 2335

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MENSAJES DEL CIELO

LA ETICA Y LA HIPOCRESÍA

Leemos en Marcos capítulo 7:1 y 2: 1Se juntaron a Jesús los fariseos, y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalén; 2los cuales, viendo a algunos de los discípulos de Jesús comer pan con manos inmundas, esto es, no lavadas, los condenaban”. Se le decía que tenían manos inmundas a aquellos que no cumplían con un rito ceremonial de lavamiento de manos, no se trataba de alguno que estuviera trabajando dando de comer a los chanchos o levantando las heces de las vacas y luego fuera a comer con las manos sucias. ¡Eran inmundos por el sólo hecho de no cumplir con el rito de lavamiento! Continúa diciendo este pasaje en el versículo 3: 3Porque los fariseos y todos los judíos, aferrándose a la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen”. Cuando hablamos de la tradición de los ancianos nos referimos a las normas y ritos religiosos dispuestos por la elite de los doctores en religión, de los que analizaban, escudriñaban y reglamentaban las cuestiones de los ritos sagrados, entonces, aferrándose a esas tradiciones o mandamientos, no comían si no se lavaban las manos. Marcos 7:4 al 7 sigue diciendo: 4Y volviendo de la plaza, si no se lavan, no comen. Y otras muchas cosas hay que tomaron para guardar, como los lavamientos de los vasos de beber, y de los jarros, y de los utensilios de metal, y de los lechos. 5Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas? 6Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, Mas su corazón está lejos de mí. 7 Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres”. El tema que quiero exponer hoy es: La hipocresía.

                JESÚS COMO VERDADERAMENTE ES

Mucha gente se lo imagina a Jesús como lo pintan en algunos cuadros; el mundo se ha hecho la idea de cómo debe ser un santo, entonces, a la hora de dibujarlo o pintarlo lo hacen flaco, generalmente tiene la cabeza inclinada, con ojos de huevo frito, tiesos, duros y una cara de estúpido, con una aureola sobre su cabeza. La idea que tenemos del santo es que éste no se enoja con nadie, no pelea, no arma lío y si hay algún problema más bien se va porque pierde la santidad. La idea que tenemos de Jesús es igual porque a él lo pintan tal cual: ¡Bien flaco, huesudo y con cara de tonto! Pero en este pasaje bíblico que hemos leído, Jesús se presenta de una manera distinta a la imagen que generalmente se tiene de él. Los fariseos le plantean que sus discípulos no se lavan las manos de acuerdo a la tradición de los ancianos y Jesús les responde: ¡Qué hipócritas son ustedes! La palabra “hipócrita” suena fuerte, piensa qué sentirías si alguien te dijera “hipócrita” delante de los demás. Jesús asume una posición confrontativa; no dice: “Mejor me callo, porque si llego a hablar…” ¡No! ¡Jesús decide hablar! Leamos nuevamente Mateo 7:6 y 7: “6Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, Mas su corazón está lejos de mí. 7Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres”.

El centro de la discusión es que los ancianos enseñaban como doctrina, mandamientos de hombres y Jesús establece una diferencia entre las costumbres, reglamentos o estatutos que hay en la iglesia o alguna organización religiosa y la palabra de Dios; una es la tradición de los ancianos y otra, la palabra de Dios. Las tradiciones de los ancianos son mandamientos de hombres pero la Biblia es la palabra de Dios. ¡Hay una diferencia fundamental en esto! Y Jesús tuvo unas controversias muy fuertes con algunos religiosos en este mismo sentido, lo vemos en Lucas 11 desde el versículo 37. Jesús había hablado muy lindo acerca de la lámpara del cuerpo que es el ojo, y la gente se había amontonado para escucharlo: 37Luego que hubo hablado, le rogó un fariseo que comiese con él; y entrando Jesús en la casa, se sentó a la mesa. 38El fariseo, cuando lo vio, se extrañó de que no se hubiese lavado antes de comer. 39Pero el Señor le dijo: Ahora bien, vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de rapacidad y de maldad. 40Necios, ¿el que hizo lo de fuera, no hizo también lo de adentro?”.

Imagínate al fariseo que le había rogado a Jesús para que comiese en su casa, yo no se cuáles eran sus intenciones, posiblemente, como Jesús había hablado muy lindo y mucha gente lo seguía y lo escuchaba, él lo invitó a su casa para congraciarse con la gente… ¡No daba la impresión de que era alguien que tenía mucho feeling con el Señor! Además los fariseos trataban de encontrar en Él alguna falla, alguna palabra de qué acusarle; entonces, Jesús llegó a la casa: “Bienvenido”, le dijeron, “sentite cómodo”, pero se sorprenden de que Jesús no se ha lavado las manos. En casa del fariseo había unos utensilios especiales para el rito del lavamiento de las manos, mas Jesús les dijo en la cara, sin usar protocolos ni diplomacia: 39…Ahora bien, vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de rapacidad y de maldad. 40Necios, ¿el que hizo lo de fuera, no hizo también lo de adentro?”. En otras palabras les dice: “Ustedes por fuera parecen santos, aparentan ser muy buenos religiosos, saben mucho de Biblia, pero por dentro son unos canallas y sinvergüenzas”. ¡Se los dice en la cara! No se si fue antes, durante o después de comer, ¡pero le debe haber caído pesada la comida al fariseo!

Hago mención de esto para que tengamos una idea más clara de quién era Jesús, Él era una persona que confrontaba las situaciones, era una persona frontal, o sea, iba de frente y no le gustaba para nada la hipocresía ya que les dijo muchas veces: “¡Hipócritas!” Sigamos leyendo Lucas 11:41 y 42: 41Pero dad limosna de lo que tenéis, y entonces todo os será limpio. 42Mas ¡ay de vosotros, fariseos! que diezmáis la menta, y la ruda, y toda hortaliza, y pasáis por alto la justicia y el amor de Dios. Esto os era necesario hacer, sin dejar aquello”. Jesús les dice: “Ustedes son los genios de los reglamentos, diezman la menta y la ruda y ya se creen unos cracks religiosos”. La menta y la ruda son plantitas con unas hojitas chiquititas, son yuyos, no era que tenían hectáreas de menta y de ruda sino que eran plantitas que tenían en la casa. Jesús dijo: “42Mas ¡ay de vosotros, fariseos! que diezmáis la menta, y la ruda, y toda hortaliza, y pasáis por alto la justicia y el amor de Dios. Esto os era necesario hacer, sin dejar aquello”. ¿Qué era necesario hacer? ¡Diezmar! Esta palabra se encuentra en el Nuevo Testamento; hay fanáticos que señalan que el diezmo corresponde a la ley que está en el Antiguo Testamento y que ellos son del tiempo de la gracia y no de la ley, por lo tanto no dan el diezmo. Pero Jesús, en el Nuevo Testamento dice: “Esto os era necesario hacer, sin dejar aquello”. ¡Los fariseos pasaban por alto la justicia y el amor de Dios! Lucas 11:43 y 44 continúa diciendo: 43¡Ay de vosotros, fariseos! que amáis las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas. 44¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! que sois como sepulcros que no se ven, y los hombres que andan encima no lo saben”. ¡¡Jesús los destrató!! Lo hizo públicamente, en la mismísima casa del fariseo, donde había sido invitado a comer. Si alguien te comienza a insultar en tu propia casa, enseguida reaccionas: “Mira, en mi casa no me vas a venir a ofender”.

Yo estoy señalando esto para que podamos romper algunos esquemas que tenemos; pretendo romper alguna fortaleza que alguien tenga con respecto al tema de la hipocresía. ¡Debemos echar por tierra esta actitud! La hipocresía tiene que ver con simulación, actuación, encubrimiento, y queda claro que a Jesús esta actitud lo saca de quicio. Intentaré profundizar más en el tema: Vayamos a Lucas 11:45 al 47: 45Respondiendo uno de los intérpretes de la ley, le dijo: Maestro, cuando dices esto, también nos afrentas a nosotros. 46Y él dijo: ¡Ay de vosotros también, intérpretes de la ley! porque cargáis a los hombres con cargas que no pueden llevar, pero vosotros ni aun con un dedo las tocáis. 47¡Ay de vosotros, que edificáis los sepulcros de los profetas a quienes mataron vuestros padres!” Jesús le dijo al interprete de la ley: “¡Para ustedes también tengo!” Y agrega en Lucas 11: 49 y 50 49…Les enviaré profetas y apóstoles; y de ellos, a unos matarán y a otros perseguirán, 50para que se demande de esta generación la sangre de todos los profetas que se ha derramado desde la fundación del mundo,…” Jesús dijo: “Yo voy a mandar siervos míos, voy a mandar profetas y apóstoles y ustedes, fariseos e intérpretes de la ley hipócritas, a unos matarán y a otros perseguirán y esto sucederá para que se demande de esta generación la sangre de los mártires del reino de los cielos”. ¡No hay cosa más dura contra la verdad de Dios que la religión armada, estructurada! ¡No hay cosa más dura para el reino de Dios o más confrontativa que la religión reglamentada! No está mal que tengamos algunas costumbres, ya que siempre hay alguna, por ejemplo, de asistir los domingos de tarde a la iglesia, lo que está mal es que alguna tradición o costumbre se vuelva un reglamento, por ejemplo, la prohibición de usar pantalones por parte de las mujeres porque la Biblia dice esto y lo otro, ¡pero la verdad es que no aparece nada al respecto en la Biblia! Otro ejemplo de reglamentos es la prohibición de usar el pelo largo en el caso de los hombres, y la prohibición de cortarse el cabello en el caso de las mujeres; hay iglesias que prohíben a las mujeres usar pantalones o el cabello corto, iglesias brasileras por ejemplo, que no dejan que las mujeres se corten el pelo, entonces les crece y les crece, ¡y las pobres mujeres van haciendo equilibrio porque la cabeza se les cae para el costado por el peso del pelo! Y cuando se desarman el moño arrastran el cabello por el piso, es más, ¡tienen que lavarse bien para no tener un criadero de piojos!

Estas cosas nos hacen reír, pero hay otras peores, tradiciones de hombres que se enseñan como doctrina de Dios y a esto quiero apuntar. ¿Qué hay detrás de ciertos principios éticos que nos ayudan a nosotros en la iglesia a ser hipócritas? Y aquí tocaré un tema más específico en el cual tenemos que reflexionar. Antes terminaré de exponer lo que dice Lucas 12:1: 1En esto, juntándose por millares la multitud, tanto que unos a otros se atropellaban, comenzó a decir a sus discípulos, primeramente: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía”. La hipocresía de los fariseos es el engaño vestido de religión, y eso es lo que más le molestaba a Jesús. Se trata de alguien que parece un santo pero no lo es, se trata de alguien que anda con una Biblia y en lo posible bien grande para que se vea que tiene Biblia y es cristiano, que habla muy bien la palabra de Dios y la conoce, pero se la aplica al resto de las personas tipo reglamento golpeándoles en la cabeza.

 REGLAS ÉTICAS MAL APLICADAS

 Quiero adentrarme un poco más en este tema de la hipocresía, quiero hablar acerca de cierta tendencia que se ha infiltrado en la iglesia y es el tema de la privacidad de las personas y de la salvaguarda de la intimidad de las personas; se ha hecho de esto una enseñanza como si fuera una doctrina pero es una regla ética que mal aplicada termina siendo un desastre, convirtiendo a los creyentes en una manga de falsos. Por ejemplo, hay cierta idea de que si yo he pecado, no tengo por qué decírselo a nadie, se lo confieso solamente a Dios; sólo Dios perdona pecados y sólo Él va a escuchar mi confesión, entonces yo me las arreglo sólo con Él y le digo: “Señor, viste que pequé, bueno, perdoname, vos sos muy bueno”. Yo me llevo bien con Dios, así que se lo digo y salgo de mi pieza perdonado con una carita como que si no hubiera hecho nada. Desde ese punto de vista yo podría adulterar, entonces se lo cuento a Dios y no tengo ninguna necesidad de decírselo a mi señora. Hay cierta inclinación o enseñanza que trata de que nuestra intimidad quede guardada o tapada, por lo que ha habido una guerra muy grande contra la idea de la confesión de pecados. En algunas iglesias como la nuestra por ejemplo, hacemos encuentros, y dividimos a la gente en grupos donde cada persona confiesa sus pecados, pero hay personas que señalan diciendo: “¡No puede ser lo que se está haciendo, se le obliga a la gente que confiese su pecado delante de los hombres!” Aun han tratado de endemoniados a los pastores que han instaurado el sistema de células, el sistema G12 y alegan que le hacen confesar a las personas por medio de la introspección. ¡Hacen un escándalo tremendo con este tema de que las personas no deben ni necesitan confesar sus pecados a nadie! Ahora, la Biblia dice: “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros” (Santiago 5:16) y nos señala que no solamente pecamos contra Dios sino que pecamos también contra nuestro prójimo, así que nos enseña que debemos pedir perdón y que tenemos que aprender a perdonar. Se ha infiltrado en la iglesia una frase famosa que dice: “Yo no soy Dios para perdonar, que te perdone Dios”. ¡Sin embargo eso no está en la Biblia! Los cristianos tenemos que ser personas perdonadoras y debemos confesar nuestras ofensas, tenemos que pedir perdón unos a otros y orar unos por otros.

Entonces, esta especie de regla de confesarse sólo a Dios y no a los hombres hace que las personas se queden con su pecado oculto. Por ejemplo, la persona dice: “Si el pastor se entera que yo he pecado no me va a tener más confianza, mejor que no se entere”. Ha sucedido que en el púlpito ha habido algún músico que ha pecado, lo han descubierto y dice: “¡Por favor no le digan nada al pastor porque me va a bajar del altar!” La idea es que nadie se entere lo que hice así todos creen que estoy bien, además estoy bien porque yo le pedí perdón a Dios y arregle con Él, etc. Esto lleva a las personas a una cierta falsedad, a una cierta hipocresía en la que uno entra sin querer. Por ejemplo la enseñanza del secreto de confesión, el cura escucha y se lleva a la tumba todo lo que escuchó y nadie más sabe lo que pasó en tu intimidad, etc. ¡¡Así puedes estar tranquilo porque nadie se va a enterar de lo hipócrita que eres!!

Otro caso es cuando yo predico y hablo de determinado problema que tiene alguien, que me lo contó a mí en consejería, pero no doy el nombre de esa persona, tampoco digo: “Les voy a contar una historia de una mujer llamada Mariela y que casualmente está a aquí”. ¡No hago eso! Generalmente cuento una historia, una anécdota, una situación que ha vivido alguien, pero, hay hermanos que dicen: “¡Qué nunca se entere el pastor lo que he dicho o he hecho porque lo va a decir desde el púlpito!” Yo atiendo tres clases de personas, por ejemplo, recientemente he confrontado a una persona duramente; esta persona me dijo que habló con otro pastor, así que yo llamé a ese pastor, quien me impuso de la versión de un tercer pastor, entonces hablé con el otro, y en un momento lo acorralé y le dije: “¡Sos un manipulador, nos estás engañando a tres pastores juntos!” A los dos días me busca esta persona y me dice: “Pastor, vengo a agradecerle, la verdad es que he reflexionado y me di cuenta que usted tenía razón, que yo era un manipulador”. Esta clase de personas a las que se les habla fuerte sienten un sacudón cuando alguien los confronta y tienen dos salidas: reconocer su hipocresía u ofenderse e irse de la iglesia.

Yo soy de la idea que cuando confronto a alguien, pero en lugar de reconocer se ofende y se va doy gracias a Dios porque con una persona así no quiero tratar. ¡Yo quiero que las personas sean transparentes conmigo! Hay quienes me agradecen porque les hizo bien que les haya confrontado, en el momento pasaron mal, pero han pensando mucho y entendieron que fue para el bien de sus vidas, así que me agradecen que haya sido duro y me piden que lo haga todas las veces que sea necesario. Esta es una clase de personas, vendría a ser el uno por ciento de la iglesia, pero hay otro grupo de gente que dice, por ejemplo: “Pastor, yo le quiero contar algo pero le tengo miedo a usted, yo se lo quiero contar pero por Dios, por la virgen y por todos los santos no se lo diga a nadie apóstol. Yo a usted le tengo miedo, no vaya a ser que yo le cuente y usted se suba al púlpito y lo cuente a la iglesia. ¡Por favor apostolito no me haga esto, yo se lo cuento pero júreme por su madre que no lo va a divulgar!” Es aquel que se atreve a hablar, se anima pero tiembla y dice: “¡Ahora el apóstol lo va a decir y yo voy a quedar re mal, mi imagen quedará por el suelo, la gente me va a señalar, me van a mirar!

Y por ultimo está el tercer grupo que dice: “Yo con el apóstol no hablo ni ebrio”. Esos son los que dicen: ¿Ir a hablar, para qué, si yo lo tengo a Dios? ¿Qué tengo que hablar con el apóstol? ¿Para qué después salga hablando desde el púlpito? Estas son las tres posiciones, está entonces el que nunca habló con el apóstol, ni lo piensa hacer. ¿Por qué? Porque cuida su intimidad, su privacidad, cuida su imagen. ¡Yo no veo que Jesús cuide la intimidad de los fariseos! Cuando uno confronta a alguien públicamente es muy útil porque los que están alrededor van poniendo “las barbas en remojo”; si hay veinte personas, en lugar de enseñar veinte veces lo mismo, es como si se lo dijeras a todos de una vez. ¡Cuando reprendes a alguien en público sobre un tema, hay veinte que aprenden o doscientos! Esto es muy práctico desde ese punto de vista, pero hay que ver con qué espíritu se hace; no es lo mismo hacerlo con un espíritu destructivo, resentido o negativo que hacerlo con un espíritu de amor. Yo creo que la gran diferencia esta ahí, creo que las personas que son confrontadas son derribadas por el amor. Recuerdo una persona que me dijo: “Ni mi padre me gritó como lo hizo usted pero se lo tengo que agradecer porque si mi padre me hubiera hablado fuerte no hubiera hecho lo que se me daba la gana. ¡Yo necesito que cuando sea necesario usted me ponga los tapones de frente!”

 EL APÓSTOL PABLO REPRENDE AL APÓSTOL PEDRO

Digo que hay una cierta ética o una cierta norma del mundo que se metió en la iglesia porque yo no veo que la Biblia sea tan precavida con este tema. Te presento otro ejemplo en el libro de Gálatas 2:11 al 14: 11Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. 12Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. 13Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos. 14Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?”

¡Es el apóstol Pablo “poniéndole los tapones en el pecho” al apóstol Pedro! El asunto era así: Mientras no había judíos, el apóstol Pedro se sentaba con los gentiles. Los judíos tenían por norma que no se podían sentar en una misma mesa con los gentiles y no podían entrar en la casa de los gentiles porque se contaminaban. Ahora, Pedro la tenía clarita, mientras no había judíos él se sentaba con los gentiles, pero, llegaron unos judíos de parte de Jacobo, entonces Pedro, para no armar lío decidió no comer con los gentiles y empezó a simular; otros que estaban con él tampoco lo hicieron. Por lo tanto dejaron de comer con los gentiles por miedo a los judíos. El apóstol Pablo entonces, le dijo a Pedro: “Pedrito, si no te molesta quisiera tener una charla contigo en privado”. ¡No! le dijo: “Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos…” ¡En la Biblia encontramos el método de la confrontación directa! ¡Pablo confrontó a Pedro delante de todos! Tiempo después escribió una carta dirigida a los gálatas donde le contó a todo el mundo la metida de pata que se había mandado Pedro. Ya no era que Pablo estaba reprendiendo a Pedro delante de tres o cuatro sino que también quedó plasmada en la Biblia en la carta a los gálatas en el capítulo 2 desde el versículo 11. ¡Pablo se pasó porque ahora hasta el apóstol Márquez de la iglesia Misión Vida para las Naciones, está enterado del fiasco que se mandó el apóstol Pedro!

El apóstol Pedro era discípulo directo de Jesús, tenía más antigüedad que Pablo, éste ni siquiera conoció a Jesús en persona, sólo por una visión luego de haber resucitado. ¡Si había alguien que tenía autoridad o más trayectoria ese era Pedro! Posiblemente, Pedro le hubiera dicho: “Pablo, no hables así, mira que estás hablando con Pedro, acordate que para la iglesia católica yo soy el primer papa. No saques los trapitos al sol porque soy Pedro, ese del cual dijo Jesús: Bienaventurado eres Pedro, porque esto no te lo reveló ni carne ni sangre… ¿Tenés claro con quién estás hablando Pablo?” ¡No! ¡El apóstol Pablo cuando vio que no andaba conforme a la verdad de evangelio, lo paró públicamente y lo dejó escrito para que nosotros hoy lo sepamos!

Estoy hablando de una cierta simulación que hace que los hermanitos se llenen de hipocresía. ¿Qué pasa con una persona que ha hecho unas cuantas cosas mal y se las arregla solamente con Dios? Se ha quedado con la cosa adentro, entonces, llega a la iglesia, los hermanos se le acercan para saludarlo y piensa: “¡En esta iglesia todos me miran!” Tiene como una especie de persecución, piensa que en la iglesia se dieron cuenta de lo que hizo y están hablando de él o de ella. Ha venido alguno que me dijo: “Pastor esta es una iglesia de chusmas, todos me miran y me señalan”; resulta que no es así pero la persona se siente perseguida, porque quien anda ocultando, tapando y tratando que su imagen no sea embarrada ni enchastrada, ¡es que a hecho algo! “Pastor en esta iglesia me siento incómodo desde que pequé, tengo la sensación de que se burlan de mi y hablan a mis espaldas” y esa persona que anda cuidando su imagen no quiere estar en la iglesia, entonces siente de parte de Dios que se tiene que ir a otra iglesia. Si te vas a otra iglesia ya nadie te va a mirar, nadie te va a señalar porque allí pondrás una cara de santo y todos dirán: “¡Qué linda hermanita o qué lindo hermanito!” Sientes que en la otra iglesia te acogieron mejor y que el pastor es amoroso; el de acá te retó, pero aquel te abrazó y te besó. Entonces habría que escribir un nuevo versículo en la Biblia que diga: “Iglesia nueva, vida nueva”. ¡Me cambio de iglesia y estoy cero kilómetro, como si nunca hubiese pasado nada! ¿Vas entendiendo a dónde llega la hipocresía? Después te llama para darte las gracias, te dice que has sido un pastor muy bueno pero que ha sentido de parte de Dios irse a otra iglesia. ¡Eso es hipocresía!

Ha venido una mujer a decirme: “Pastor, mi marido es un adúltero, ¡hemos dado tan mal testimonio en el barrio! Él se ha acostado con todas las mujeres de la cuadra, ya no vamos a poder dar testimonio en donde vivimos, así que vamos a tener que irnos a otro lugar donde podamos dar un buen testimonio”. ¡Yo quiero decirte que de acuerdo a la Biblia el mejor lugar para dar testimonio es precisamente donde diste un mal testimonio! No te creas que si te cambias de ciudad, serás una persona bien y de buen testimonio. Yo creo que el mejor testimonio para ese hombre que pecó es poder ir y decirle a la vecina con la que adulteró, delante de su esposa: “Mira, esto sucedió, es verdad, pero yo estoy arrepentido y Dios me ha perdonado, y quiere perdonarte a ti también, porque fuiste parte de esto. Quiero que sepas, y te lo digo delante de mi señora, que esto no va a suceder nunca más”. ¡Eso es un testimonio!

El endemoniado gadareno andaba por los sepulcros, gritando y asustando gente, con un testimonio malísimo; cuando Jesús lo liberó quedó en su cabal juicio y enseguida le dijo: “Jesús yo me quiero ir contigo”, pero el Señor le respondió: “No, quedate y contale a los tuyos cuán grandes cosas ha hecho el Señor contigo”. ¡El mejor lugar para dar buen testimonio es donde has dado un mal testimonio!

Recientemente, al finalizar una reunión de la iglesia, le dije a una mujer que quería hablar con ella; ella había pasado al frente para ser ministrada, porque quería dejar de ser hipócrita. Yo le dije que no la conocía, en realidad sólo la conocía de vista y hacía unos cuantos años que asistía a la iglesia. Al comienzo de la charla me dijo: “¡Es que con usted nunca se puede hablar apóstol! ¡Usted siempre está rodeado de gente!” Le señalé: Acabo de atender un matrimonio que había llegado hacía un mes desde el interior del país, ¿y me vas a decir que en seis años no has podido hablar conmigo? Casi le digo: “¡Hipócrita, farisea, sepulcro blanqueado!” Ella entendió lo que le expuse, pero le pregunté: ¿Por qué hablaste conmigo hoy? “Porque usted me dijo que quería hablar conmigo”. ¿Y nunca se te ocurrió decirme que querías hablar conmigo? ¡A mí me parece que el que no quiere hablar con los pastores algo se está guardando! ¿Te das cuenta que si haces esto no estás cuidando el testimonio sino tu imagen? Y crees que si la gente se entera no te va a querer, no te van a aceptar, se van a burlar de ti. ¡Tienes que cuidar menos tu imagen pero sí cuidar tu relación con Dios! Yo he visto que la gente que es transparente, inmediatamente tiene otra oportunidad pero quien no lo es difícilmente tenga oportunidades, esto es al revés de lo que el mundo piensa. Conocí un creyente que le dijo a su jefe: “Mire yo hice esto y esto, pero ahora que soy de Cristo me he dado cuenta que no puedo ocultarle lo que he hecho, usted lo tiene que saber aunque me cueste el despido”. ¿Sabes cuál fue la reacción del jefe? ¡Lo ascendió de cargo! ¿En quién otro iba a poner su confianza? ¡No iba a encontrar persona más sincera que él! A este hombre le sucedió totalmente al revés de lo que se espera. “Pastor, yo se lo cuento a usted pero no se lo vaya a decir a mi señora”. ¡No! yo no se lo voy a contar, tú lo vas a hacer.

¿Está faltando integridad en tu vida? Me ha pasado que cuando una persona es sincera, inmediatamente me dan ganas de darle otra oportunidad. ¡Qué bueno es cuando no tienes que andar indagando por qué lo hizo, cuándo y con quién! ¡Qué bueno es cuando te enteras porque la persona misma te lo cuenta! Antes no podía confiar en ella pero ahora que abrió su corazón sí puedo confiar, esta persona ha librado una lucha importante para poder romper con su hipocresía, para romper con la mentira.

¿Has visto lo de Berlusconi? ¡El gran escándalo de los periodistas que lo filmaron y le sacaron fotos! Pero los malos eran ellos y no Berlusconi, porque él es de los que piensa que en su casa puede ser una porquería de persona pero puede ser un gran primer ministro en la función pública. Sin embargo, la Biblia nos enseña que la cosa no es así, ¡si eres una porquería en tu casa también lo eres en la función pública! Está moda de que mi privacidad nadie me la puede tocar, es una cuestión ética pero no es bíblica. Lo mismo que pretende Berlusconi, que se tape lo que hace en su vida privada, lo quieren hacer muchos en la iglesia. ¿A dónde queda mi privacidad y mi integridad? En realidad escondemos una actitud que nos lleva a ser falsos, a ser hipócritas, nos lleva a andar simulando y actuando; y las personas que andan simulando y actuando se les ve en la cara, sin brillo su mirada, miran de costado o andan de cabeza gacha. Cuando quieres hablar con ellos no te miran directamente a la cara porque esconden algo o te contestan con evasivas: ¿Lo hiciste o no? “¡Sí, pero no, fíjese!”, y te dan vueltas y vueltas… ¡Quieren explicar que lo hicieron pero que la culpa la tenía otro! Esas personas se sienten perseguidas y alegan que en la iglesia nadie los quiere, que no sienten el amor. ¡Deja de mentir y empieza a ser más transparente! ¡No seas hipócrita! “¡Es que yo soy callado!” A esas personas no las puedo poner en un lugar de confianza, esas personas son como mosquitas muertas, nunca sabemos que piensan ni lo que hacen pero ella cree que es una virtud. Y están los que tienen el don de lengua, ¡el don de lengua larga, que vendría a ser el otro extremo!

 CONCLUSIÓN

El Señor hoy te hace un llamado y te pregunta: ¿Quieres que saque la hipocresía de tu corazón? ¿Realmente reconoces que vives simulando? Los demás no lo saben pero yo sí se que sigues simulando y que dices que todo está bien cuando en realidad está mal.

“Pastor yo lo quiero mucho pero no quiero que me lo diga delante de otros, quiero que me llame aparte”. Esto es una norma ética y no le encuentro mucho asidero en la Biblia, considero que en la casa de Dios estamos en familia, aunque hay cosas que por supuesto hay que hablarlas en privado, no lo niego, lo que quiero decir es que se ha extralimitado el uso de este tema porque la gente teme que se ensucie su imagen; y ahí están esas  personas que viven de la imagen que le venden a los demás. ¡Queremos vender una imagen de nosotros y hasta nos creemos que somos de esa manera! ¿Qué pasa con esas personas? Cuando pecan dicen: “Yo no me puedo perdonar, no puedo creer que yo haya hecho esto”; y es que tenían una imagen de sí mismos más alta de lo que correspondía, por lo que hay muchos que dicen: “Yo se que Dios me ha perdonado pero yo no me puedo perdonar”. Tú creías que eras otro pero descubriste que no, pecaste con tus manos, con tus ojos pero no quieres asumir que lo hiciste. “¡Yo no me puedo perdonar pastor!” No lo has podido hacer porque has vivido de una imagen que creaste de ti y no has sabido quién eres realmente. “¡Voy a arrastrar esto toda la vida porque no puedo creer que yo haya hecho esto!” Tienes que creer que has sido tú, no fue tu otro yo, no tienes otro yo, es uno sólo y ese eres tú.

¿Necesitas en esta hora que Dios perdone tu simulación? Tampoco te digo que tienes que salir y contarle a todo el mundo. ¡No! Hay personas espirituales que te pueden ayudar, no has recibido ayuda porque has sido orgulloso y crees que puedes arreglar todo con Dios, no quieres que se sepa que eres quien eres, pero no eres dos personas, sino uno sólo, el que se anda escondiendo que no se quiere dejar ver. ¿Reconoces tu hipocresía? ¿Reconoces tu necesidad de que Dios te perdone?

Quiero orar por ti y pedirle a Dios que te bendiga; quiero destruir en el nombre de Jesús las fortalezas de la hipocresía y del engaño: “Señor amado, ¡quita toda hipocresía de nosotros! ¡Jesús rompe ataduras, destruye cadenas! Espíritu Santo quebranta toda falsedad, toda hipocresía. Sean libres y benditos en esta hora, ven ahora y llena con tu presencia, ven ahora a sacudir toda estructura de hipocresía Padre. Sopla Señor, bendice, transforma, obra con poder Dios mío, en el nombre de Jesús. ¡Proclamo liberación de los cautivos! Queremos ser como tu Jesús, límpianos por dentro Señor, no sólo quiero estar limpio por fuera. Te adoramos Jesús, gracias porque tu liberas a los cautivos, gracias Señor, amén”.

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