LA GRACIA DE SER MUJER - Misión Vida para las Naciones

Av. 8 de octubre 2335

Montevideo

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MENSAJES DEL CIELO

LA GRACIA DE SER MUJER

Quiero meditar hoy en el tema de la gracia, la bendición, la virtud de ser mujer, de ser madre. Hay asimismo muchas madres que no han podido dar a luz un hijo pero no por eso dejan de ser madres; Dios les ha dado el ser mujer, y esto ya les habilita con un corazón especial dado por Dios para expresar las virtudes de la femineidad y de la maternidad. Veo tías que son tan amorosas con sus sobrinos, veo jovencitas que son amorosas con los niños; pensar que hay muchos niños que no tienen madres amorosas pero tienen cerca alguna chica que los ama mucho, que se deleita en ellos. ¡Yo creo que ser mujer es una gracia especial dada por Dios!

Por una cuestión de idioma hablamos de Dios como si fuera masculino, pero Él no tiene sexo y cuandola Bibliadice que Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza, hombre y mujer, significa que hay determinadas virtudes de Dios que fueron puestas sobre el hombre, en tanto que otras fueron puestas sobre la mujer y ambos forman parte del mismo Dios. O sea que, si queremos vislumbrar cómo es Dios tenemos que observar a las buenas mujeres y hombres de esta tierra, ya que hay algunos que tienen muy distorsionada la imagen de Dios pero hay otros que nos muestran mucho acerca del Dios que nos ha creado. Él ha puesto en nosotros su imagen, y si tenemos que buscar y saber más o menos cómo es Dios debemos conocer hombres y mujeres de bien. Por lo tanto, la buena paternidad y la buena maternidad que hay en el mundo tienen que ver con Dios. ¡Él es el mejor padre y la mejor madre! ¡Las virtudes de Dios han sido puestas sobre hombres y mujeres!

            LA IMAGEN DE DIOS ESTÁ EN LOS BUENOS PADRES

Lamentablemente, muchos hombres y mujeres distorsionan la imagen de Dios. He estado hablando recientemente con una jovencita y me decía que tenía una relación muy distante con su padre; él nunca ha sido malo con ella pero sí ha sido un hombre distante, así que ella no ha recibido cariño de él; sí ha recibido protección, cosas materiales, siempre que ella necesitaba algo ahí estaba el padre para ayudarla. Como está estudiando en la capital y su padre reside en el interior, le pregunté si él la llamaba y me respondió que no, sólo por algo puntual pero que no tiene una relación afectuosa con ella. Seguimos conversando y la joven me dice: “Toda mi vida estuve buscando un papá, alguien que me dé un abrazo, que me demuestre cariño”, y agregó: “Cuando conocí el evangelio y comencé a congregarme inicié una relación con Dios del mismo tipo que la que tengo con mi padre. A Dios lo veo distante, lejano, no disfruto de Él.” ¡Lamentablemente, nosotros le damos a nuestros hijos la imagen de cómo es Dios, pero muchas veces se la damos distorsionada!

¿Por qué el hombre y la mujer relacionan al papá y a la mamá con Dios? Porque el hombre necesita a Dios como el niño necesita a su padre y a su madre, nada hay más parecido a Dios para un niño de un año o menos, que su papá y su mamá, porque él no sabe a dónde recurrir y siempre va a papá y a mamá y cuando ellos no están, se desesperan. ¡El niño espera todo de ellos! Un niño cree que su papá va a lograr hacer lo que su progenitor nunca podrá hacer. Cuando yo era chiquito creía que mi padre podía volar, ¡yo creía que él podía todo! Así que cuando éramos chicos discutíamos con algunos vecinos; hay un canal grande de agua en San Juan, Argentina que se llama “El Estero”, y mi vecinito decía que nadie podía saltar ese canal, que es como un arroyo. Yo le decía: “¡Mi papá lo salta!” “¡No! ¡Ni mi papá lo salta, ni el tuyo tampoco!”, me respondía. Y discutíamos que sí y que no. Recuerdo que cuando yo era chiquitito vi a mi papá saltar una pared, yo lo miraba y pensaba: “¡Yo quiero ser como mi papá!” Cuando uno va creciendo se da cuenta que el papito tiene alguna falla. Pero la primera imagen que tenemos de Dios es precisamente nuestro papá y nuestra mamá, porque todo lo que necesitamos viene de ellos, si falta leche, ellos la ponen, si hace falta remedios también, si hace frío nos dan calor.

Recuerdo unos fríos inviernos en San Juan que llegaban a once grados bajo cero y yo no quería irme a la cama ya que antes se usaban sábanas a las que se les ponía almidón y eran frías, así que mi mamá muchas veces nos planchaba las sábanas para que nos pudiéramos acostar calentitos. ¡Mi mamá sabía lo que había que hacer!

En mi vida, no solamente fue mi madre la que me ha bendecido; yo he podido ver la gloria de Dios en muchas mujeres, he visto el corazón precioso que le ha dado a muchas de ellas y he llegado a admirar a esas madres que visitan a sus hijos en las cárceles, ¡con qué pasión, amor, ternura y esperanza lo hacen! También he visto a esas madres que no se dejan doblegar por la opinión del médico, éste le dice que ya no hay nada más que hacer pero ellas siguen creyendo que algo más hay para hacer. ¡Las madres siempre van a ir más allá! Por lo que dice la Biblia, entendí que hay madres que hacen algo aún más allá de la muerte, dan la vida por sus propios hijos. ¡Es algo precioso!

Yo quiero que las mujeres y en especial las que son madres se sientan honradas y sientan que Dios ha hecho algo especial de ellas, para ellas y con ellas. Ustedes, madres, no son menos que los hombres, ustedes son parte de la imagen de Dios dada al hombre. La imagen de Dios no está en el varón sino que está en el varón y en la mujer. Si bien le ha dado Dios al hombre el ser cabeza, no significa que las piernas no le van a hacer falta, no significa que las oreja o los ojos son menos.

Hemos celebrado el día de la madre y mi intención es que las mujeres se sientan bien porque muchas veces se sienten desvalorizadas, tenidas en menos; sepan que Dios no las siente así, Él las trajo con una misión extraordinaria. Allí cuando el juez te dice: “¡No va más con tu hijo!” la madre dice: “¡No! Yo creo que hay otra oportunidad” Donde el médico dice que no va más, ella cree que hay más, donde el padre dice no va más, la madre dice: “Yo voy a continuar”. Dios le ha dado en ciertos aspectos a la mujer ser más guerrera que el hombre y ser más fuerte que él.

Estuve hablando recientemente con una mujer muy conflictuada, que asiste a la iglesia muy desgreñada, mal vestida, agobiada, su rostro refleja angustia; estaba muy pesimista e impotente. A veces, esas personas que llegan así me producen un poco de rechazo y las reprendo señalándole: “¡Tienes que tener fe, tienes que poner otra cara! ¿Cómo vas venir a buscar a Dios así con esa cara, sin esperanza, sin fe?” Muchas veces la esquivé, y como mi esposa tiene un corazón de madre y más paciencia que yo, le pedía que hablara con esa mujer. Este fin de semana pasado me dijo que quería hablar conmigo y yo comencé a mirar para todos lados pero Marta no estaba así que me tocó a mí… me puse a hablar con ella, eran casi las doce de la noche y ella más contenta me dice: “¡Lo que tengo que decirle es largo!” Me comenzaba a relatar algo y de repente se iba por las ramas, mientras yo trataba de hilvanar todo lo que me estaba contando. En un momento la paro y le digo: “¿Qué es lo que me viniste a decir concretamente?” Me di cuenta que mientras ella hablaba y hablaba y se iba de un lugar a otro, por ahí me largaba una palabra que era como la puntita de un hilo que me daba a entender su situación. Entre preguntas que le hacía pude armar un panorama y ver que era una mujer absolutamente turbada de más de sesenta años, con tres hijas solteras, todas sumidas en depresión, en escasez económica; y habiendo ido a consultar a un brujo, éste le terminó diciendo: “¡Yo conozco a sus hermanas, ellas son brujas y le han hecho trabajos a usted y a su familia!” La verdad es que están muy mal, pero esta mujer que ha sido por muchos años profesora de confección, que ha tenido trabajo y le ha ido bien, ahora está muy mal; hace años vende lo que produce con sus manos y sale a vender a la calle, así puede ayudar a sus hijas. A pesar de que sus hijas son universitarias, una sola se ha recibido, otra ha tenido que dejar los estudios por una gran depresión, pasa acostada la mayor parte del día enferma, aunque los médicos no le han encontrado nada.

Yo empecé a entender la lucha de esta mujer. ¡Pude ver a una madre que luchaba y no se rendía, a pesar que libraba una batalla con terribles demonios, brujerías del infierno, cansada, enferma, pero ella estaba dejando la fuerza, la vida y las entrañas por esas tres hijas que quiere sacar adelante! Mientras más hablaba, más compasión sentía yo por ella y finalmente ya no vi una señora molesta sino a una madre a quien honrar. Puse mi mano sobre su cabeza y la bendije, oré por ella, reprendí los demonios, todo trabajo de brujería y maldiciones; cuando terminé de hablar con ella, su cara era otra, había esperanza, me hablaba de otra manera, no era quejosa, ya estaba vislumbrando algo, y se que Dios hará algo con ella. ¡Es una madre que no ha bajado los brazos!

¡Y conozco otras mujeres! Una es mi esposa; yo le digo “mami” porque ella me cuida, siempre está controlando que tome la leche, que me tome el medicamento, me tiene limpia la ropa, ¡me cuida como a un hijo! Ella cuida a sus hijas y ¡cómo las cuida!, está pendiente de ellas, y sus hijas la aman, se deleitan en estar con ella; cuando necesitan ayuda, aunque las dos ya están casadas y grandes, llaman a la madre, cuando quieren comprar algo le piden a la madre que las acompañen, pues se ha transformado en una bendición muy grande para sus hijas. Pero, así como es conmigo y con las hijas, es con la iglesia, porque ella siempre está pendiente de alguien que necesita algo. ¡Es que ser madre es mucho más que atender a los hijos propios! ¡El corazón de madre es muy grande, es ensanchado!

Ser madre sólo de tus hijos, es egoísta y es poco: Dios te ha hecho, mujer, para ser una bendición en la tierra.

            LA HISTORIA DE RIZPA

Hay una historia muy poco conocida en 2ª Samuel 21:1 al 13, acerca de la cual quiero meditar: 1Hubo hambre en los días de David por tres años consecutivos. Y David consultó a Jehová, y Jehová le dijo: Es por causa de Saúl, y por aquella casa de sangre, por cuanto mató a los gabaonitas. 2Entonces el rey llamó a los gabaonitas, y les habló. (Los gabaonitas no eran de los hijos de Israel, sino del resto de los amorreos, a los cuales los hijos de Israel habían hecho juramento; pero Saúl había procurado matarlos en su celo por los hijos de Israel y de Judá.) 3Dijo, pues, David a los gabaonitas: ¿Qué haré por vosotros, o qué satisfacción os daré, para que bendigáis la heredad de Jehová? 4Y los gabaonitas le respondieron: No tenemos nosotros querella sobre plata ni sobre oro con Saúl y con su casa; ni queremos que muera hombre de Israel. Y él les dijo: Lo que vosotros dijereis, haré. 5Ellos respondieron al rey: De aquel hombre que nos destruyó, y que maquinó contra nosotros para exterminarnos sin dejar nada de nosotros en todo el territorio de Israel, 6dénsenos siete varones de sus hijos, para que los ahorquemos delante de Jehová en Gabaa de Saúl, el escogido de Jehová. Y el rey dijo: Yo los daré. 7Y perdonó el rey a Mefi-boset hijo de Jonatán, hijo de Saúl, por el juramento de Jehová que hubo entre ellos, entre David y Jonatán hijo de Saúl. 8Pero tomó el rey a dos hijos de Rizpa hija de Aja, los cuales ella había tenido de Saúl, Armoni y Mefi-boset, y a cinco hijos de Mical hija de Saúl, los cuales ella había tenido de Adriel hijo de Barzilai meholatita, 9y los entregó en manos de los gabaonitas, y ellos los ahorcaron en el monte delante de Jehová; y así murieron juntos aquellos siete, los cuales fueron muertos en los primeros días de la siega, al comenzar la siega de la cebada. 10Entonces Rizpa hija de Aja tomó una tela de cilicio y la tendió para sí sobre el peñasco, desde el principio de la siega hasta que llovió sobre ellos agua del cielo; y no dejó que ninguna ave del cielo se posase sobre ellos de día, ni fieras del campo de noche. 11Y fue dicho a David lo que hacía Rizpa hija de Aja, concubina de Saúl. 12Entonces David fue y tomó los huesos de Saúl y los huesos de Jonatán su hijo, de los hombres de Jabes de Galaad, que los habían hurtado de la plaza de Bet-sán, donde los habían colgado los filisteos, cuando los filisteos mataron a Saúl en Gilboa; 13e hizo llevar de allí los huesos de Saúl y los huesos de Jonatán su hijo; y recogieron también los huesos de los ahorcados”.

La historia que relata el libro de Samuel es un poco complicada pero trataremos resumidamente de exponerla. El rey Saúl había querido matar a los gabaonitas y éstos eran un pueblo que había quedado asentado en la tierra prometida, conquistada por Israel, porque Josué había metido la pata; los gabaonitas lo habían engañado y él les había jurado que los recibiría como parte del pueblo de Dios y les prometió que no morirían. En la época en que Josué tenía el mandato de Dios de conquistar toda la tierra, los gabaonitas engañándolo le hicieron creer que eran de muy lejos, cuando eran de ahí mismo, por lo tanto Josué juró que no los mataría sino que se quedarían con el pueblo de Israel. Pasaron muchos jueces hasta que llegó Saúl como rey y los quiso matar, llegando a eliminar a muchos, pero llegó a reinar David y durante su reinado hubo hambruna y pestes. Consultando David a Dios por qué la hambruna y la peste, Dios le contestó que era por causa de Saúl.

Si tú no estás en Cristo Jesús no sabes en qué momento te viene una maldición que te cae por algo que hizo tu abuela, tu tía, etc. La única manera que se corte la maldición de generaciones es que la sangre de Cristo te cubra.La Bibliadice que el que está en Cristo es una nueva creación, las cosas viejas pasaron y todas son hechas nuevas; pero si no estás en Cristo, cualquier maldición de algo que hizo alguien te puede caer.

David se preguntó: “¿Qué hago ahora?” Habló con los gabaonitas y ellos le dijeron: “Nosotros queremos vengarnos. Queremos siete descendientes de Saúl”. Entonces David tomó siete descendientes de Saúl, dos de ellos eran hijos de Rizpa, los que fueron colgados y abandonados por los gabaonitas. Rizpa no quiso que los cuerpos de sus hijos quedaran tirados allí. Había una ley que señalaba que aunque una persona hubiera sido condenada a morir en un madero, tenía que ser bajado de allí pronto y dársele sepultura; era una maldición muy grande no tener sepultura y se consideraba que esa maldición continuaba sobre la descendencia, mas la mujer tomó una especie de manta la puso en una roca y dijo: “¡Yo aquí me quedo!” ¡Y se quedó ahí para impedir que las aves y las bestias destrozaran el cuerpo de sus hijos muertos! Había una enseñanza que decía que, cuando venía la lluvia del cielo, entonces, se terminaba la maldición y venía la bendición; y la mujer se quedó ahí hasta que llovió. Rizpa se ubicó en ese lugar cuando comenzó la siega, que era después de la lluvia tardía y había que esperar al invierno para que llegara la lluvia temprana; ella se quedó desde la siega hasta la primer lluvia que vino después que se supone fue la tardía, así que parece que estuvo ahí unos meses cuidando el cuerpo de sus hijos. Fue dado aviso a David lo que Rizpa estaba haciendo y el rey reacciona inmediatamente; me imagino que habrá pensado: “¡Qué mujer!” Entonces, David hizo misericordia y enterró los cuerpos.

            OTRAS “RIZPAS”…              

Hay mujeres que pelean más allá de la muerte, hay mujeres que no se dan por vencidas y esta hermana que yo atendí me dio un sacudón tremendo, porque pude entender lo que una madre puede hacer. He visto que los padres muchas veces abandonan, cortan, son muy prácticos, pero también veo que las mujeres siguen luchando y siguen orando. ¡Mamá, quiero decirte que Dios te va a bendecir, va a bendecir tu familia, a tu hijo, a tu hija! ¡Tu hijo va a salir de la droga, de la delincuencia! ¡No dejes de creer porque donde fallan los hombres, donde fallan los médicos, las mujeres siguen adelante! ¡Que Dios te dé el don de la fe, que renueve tus fuerzas y te bendiga en esta hora!

Yo quiero honrarte y bendecirte; ese hijo que se endureció y se fue, esa hija que se fue de tu casa, esos hijos que se endurecieron contra Dios, van a volver. ¡Dios te dará la victoria! ¡Si no hay quien pelee contigo, sigue peleando tú! ¡Si ya no te quedan fuerzas, no te hagas problemas, Dios renovará en este día tus fuerzas! ¡Dios lo hará!

Para mí, celebrar el día de la madre, es celebrar el día de la mujer porque como dije al principio, la mujer, aunque no esté casada, aunque esté divorciada ha sido creada por Dios para tener corazón de madre. Si hay algo que me ha sacudido en este ultimo tiempo y que me admira, es la gracia que Dios está derramando sobre los matrimonios de nuestra iglesia, hombres y mujeres que son padres y madres de hijos que no trajeron al mundo. Quiero honrar por sobre todas las cosas a esas madres que se están levantando y tienen en su corazón el ser madres de hijos que no son los propios.

Nosotros tenemos más de setecientos hijos internados en nuestros centros comunitarios y esos hijos están en manos de madres que no los han parido pero que los están amando con amor entrañable, que sufren por ellos cuando se enferman, que se preocupan cuando se les caen los dientes como el caso de los drogadictos, que se preocupan cuando les falta vestimenta o algún artículo personal. Reconozco que los hombres no estamos mucho en esas cosas…

Las madres buenas contagian a sus hijas y lo he visto en mi hogar. Este sábado fui a un cumpleaños de una niña que cumplía dos añitos, y me mostraron un video donde esta nenita había puesto un manto en el piso y le  habían puesto una música; la nena se inclinaba, adoraba, levantaba su manto y lo movía. Las chicas que danzan en la iglesia con las banderas no se imaginan hasta dónde están impactando la vida de los niños, no saben hasta dónde están bendiciendo generaciones. ¡Cuántas niñas de dos años que no saben qué hacer con sus vidas pero yo vi una que quiere adorar como las chicas de la iglesia! ¡Cuántas niñas quieren cantar como mi hija Cecilia o ser como Vivi! ¡Cuántas niñas están siendo bendecidas por esas madres que han decidido ser madres!

Esta niña de dos años estaba bebiendo de la fuente que Dios les ha dado a las chicas que danzan en la iglesia. ¡Dios está impactando el corazón de mucha gente gracias a esas madres y padres que está levantando! Al mismo tiempo que se celebraba el cumpleaños de esa niña, se celebraba otro en el mismo centro comunitario y dos más en la comunidad que queda al lado; en este otro cumpleaños, había una niña de nueve años que no podía participar porque estaba disciplinada, y la mamá estaba malísima por ello. ¡Te cuento que los niños que recibimos en las comunidades no se han criado precisamente al calor de una estufa! El centro comunitario donde vive esta niña que te estoy contando, alberga treinta y cinco niños y once madres, ¡y muchas veces esas once madres son más difíciles que los treinta y cinco niños! En la fiesta de cumpleaños pues, veo una madre angustiada, mal, claro era la madre de la nena que estaba disciplinada y no podía participar del cumpleaños; resulta ser que en la escuela había arrojado un jabón contra un vidrio y lo rompió, eso era lo más leve que ha hecho. Digamos que ese evento fue la gota que rebasó el vaso: los directores decidieron que no podía ir más a esa escuela.

Con los encargados del centro comunitario tratamos de ayudar a la madre y a su hija; la mamá tiene un método muy especial, cuando se enteró que había roto un vidrio la agarró del cuello y la sacudió para todos lados. En la charla que tuvimos, la niña de nueve años nos confesó que le tenía mucha bronca a su madre, porque cuando ésta se iba andá a saber dónde, dejaba a su hija en la casa de un pariente y ese familiar abusaba de ella. Esa niña tenía razones para ser rebelde y la madre también, porque alegaba que ella no tenía la culpa porque no sabía que estaban abusando de su hija. Así que, tratamos con esa madre y su hija, y a la vez, a treinta y cinco niños que estaban rompiendo cosas en el cumpleaños. Le enseñamos a la niña que tenía que perdonar a su madre y a la madre que debía pedirles perdón a Dios y a su hija, porque el hecho de no saber y de no entender no la desliga de la responsabilidad de ser madre. Ella decía: “Yo no tengo la culpa”, pero finalmente entendió y le pidió perdón a Dios y a su hijita. ¡Qué lindo cuadro ver a la hija y a la madre abrazarse entre ellas, las dos pidiéndose perdón! ¿Pero de dónde sacar esas enseñanzas si no hay alguien que quiera vivir con ellas? Porque estas cosas surgen a cada momento durante el día y no sólo es una niña sino treinta y cinco.

Me conmueve el corazón que Dios les ha dado a las encargadas de los centros comunitarios; una de ellas es mi hija Vivi que tiene ochenta y cuatro hijos. Ella es grandota pero yo digo que es “mi chiquita”, viene a mi dormitorio y se acuesta a mi lado. ¡No sabes lo que siento que mi hija grandota venga y se ponga en mis brazos! ¡Qué bendición! Y mi hija Cecilia tiene once hijos más uno, su esposo Gavo.

Hay madres que se desesperan porque no saben qué hacer con un hijo, y hay otras que quieren esperar años para tener hijos, prefieren disfrutar del matrimonio y cuando llega una criatura parece que viniera la maldición. Por ahí te encontrás con alguna que casi con decepción me dice: “¡Estoy embarazada!” ¿Tú crees que es más digno escribir en computadora que ser madre? Dios te diseñó para ser mujer, para ser madre y para bendecir al mundo con el proyecto que Él hizo de ti, que seas una gran bendición.

Admiro a Rizpa y a esa hermana que me contó de sus tres hijas, pero más admiro la generación de madres y de padres que Dios está levantando para bendecir el Uruguay y el mundo. ¡Ahora sí, creo más que antes que en Uruguay veremos la gloria de Dios! ¡La iglesia Misión Vida para las Naciones es terrible bendición para la sociedad en la que está! ¡Me gozo en ser pastor de esta iglesia!

Hace unos meses atrás un muchacho me dijo: “Pastor, mi esposa y yo estamos orando y hemos sentido entrar en las comunidades”. Me lo encontré hace unos días y le dije que no me he olvidado de su ofrecimiento pero no sabía dónde ubicarlo; me llaman hace unos días del centro comunitario de Tacuarembó y me dicen que está faltando un matrimonio en ese lugar, así que pensé en este matrimonio, y cuando les di la noticia estaban felices, así que se fueron, el muchacho, su esposa y sus dos hijos.

¿No has conocido el privilegio, el honor, el gozo y la alegría que genera el tener un corazón de madre? No para ser madres de uno, dos o tres hijos sino para ser madre de esta tierra ya que ésta ha producido tantos hijos que son desechados, no deseados, esta tierra ha producido tantos hijos que tienen madres muy ocupadas. ¡Dios te está dando la oportunidad de ser madre! No necesitas hacerte cargo de una comunidad, hay niños que necesitan tu cariño donde quiera que te muevas y hay adolescentes, no necesitas tener mucha edad o poca edad con ser madre es suficiente. ¡Hay niñas de trece o catorce años que son una bendición, como las chicas que adoran a Dios con las banderas!

Quiero advertirles a las madres: ¡Tengan cuidado con sus hijas! Tal vez ustedes han vivido experiencias que no han sido buenas y les tiran camionadas de basura a sus hijas. Como les mencioné anteriormente de esa chica que no tenía una buena relación con su padre, su mamá le tiene mucha bronca a él y durante la semana la llama varias veces para hablarle mal del padre. La chica que está estudiando en la capital y tiene a sus padres en el interior me dice que por momentos no aguanta más y no sabe qué hacer. Es que la madre hace mal en tirarle toda esa camionada de basura, y parece que al no tener a quién volcársela, se la arroja a su hija. Ella me dice que si le dice a la madre que no la quiere escuchar, se le ofende y no le habla por un tiempo. ¡Mamá, si no tienes un lugar dónde llorar, súbete al techo, pero no les arrojes basura a tus hijos! Es verdad que el padre es un sinvergüenza y le dije a la chica que si no le queda otra más que aguantar lo que le dice su madre, cuando termine de hablar por teléfono con ella se vaya a orar y le pida a Dios que se lleve todo lo que la madre le tiró encima, que descargue toda la basura delante de la presencia del Señor y le entregue todo a Él. Porque el día de mañana se va a poner de novia y le va a tener bronca a su novio, lo va a mirar con malos ojos. ¡Cuando el hombre la mire medio serio ya va a pensar que es igual al padre!

Yo encontré un lugar donde tirar la basura, en la presencia del Señor y le digo: “¡Dios mío, aquí te traigo la mirada que me echó el diácono fulano de tal! ¡Aquí te traigo lo que me dijo la mujer aquella!” ¡Hay un lugar donde tirar la basura, no en tu hijo! El Señor te dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28).

Pretendo que te sientas elegida, agraciada, escogida, Dios quiso que seas mujer y eso es lo mejor que nos podría haber pasado. Sé que Dios nos ha creado, creo que no hay mejor cosa para una mujer que ser toda una mujer y no hay mejor cosa para un hombre que ser todo un hombre; los híbridos no funcionan. Ahora pretenden que quien se siente mujer, lo es, y quien se siente hombre, es hombre, y así se sienten algunos. Señalan que la mujer puede hacer lo mismo que el hombre. ¡Sí! ¡La mujer va a ir al taller, se va a meter debajo de los autos toda engrasada y el hombre se va a quedar en la casa dándole el pecho al nene! Dios hizo las cosas bien hechas y lo que Él ha hecho derecho, ¿quién lo va a torcer? y lo que Dios ha torcido, ¿quién lo va a enderezar? Dios te ha hecho mujer, dale gracias y disfrútalo y los hombres que conocemos de Dios te vamos a honrar por ser mujer, te bendeciremos y te daremos las gracias por ser bien mujer.

¡No son las leyes las que harán una sociedad mejor! ¡Nosotros haremos una sociedad mejor! ¡Con Dios es posible!

Tengo la esperanza que en el centro comunitario, esa niña rebelde de nueve años, esa niña que ha logrado que en la escuela no la quieran más, será una sierva de Dios; yo estaré al tanto de ella. ¡Quiero ver la bendición de Dios sobre ella!

Tengo una nueva secretaria y estoy feliz. Ella vive en uno de nuestros centros comunitarios; cuando la conocí era una piedra, dura, mala, la vida ha sido muy dura con ella, ni siquiera tenía documento de identidad, era rebelde y le gritaba a la madre: “¡Yo no soy nadie!” Ella nos ayuda en la oficina una vez por semana, nunca se esperó que estuviera cerca del apóstol Márquez. ¡Tan lejos que estuvo de la felicidad! Se vestía como hombre porque decía que así le iría mejor en la vida, toda discusión la terminaba con golpes, esta chica golpeaba a todos. Dejemos que ella misma nos cuente:

“Mi niñez no fue muy linda; todo lo que yo había vivido, lo tenía en mi corazón; sentía que no era nadie, que nadie me quería y yo me desquitaba con mis hermanos, no les demostraba amor; lo que me hacían a mí, yo se los hacía a ellos, a uno de ellos lo llegué a lastimar mucho. Siempre me sentí rechazada por todos; si alguien me decía algo que no me gustaba ya pensaba que tenía algo contra mí. Después que entré en la comunidad no quería saber nada con nadie, les tenía terror a los hombres porque yo había sido manoseada por muchos y me daban asco, pero quería ser un hombre porque pensaba que así me respetarían y no me iban a maltratar más. Comencé a vestirme como un varón y llegué a creen en mi corazón de que realmente era un hombre. Llegué a la comunidad y al encargado al que hoy quiero mucho y es un padre para mí, lo rechazaba; él quería demostrarme afecto pero pensaba que tenía malas intenciones conmigo, no obstante, comencé a sentir que realmente me quería como a su hija, y empecé a quererlo y de a poquito se me iba yendo el miedo que tenía… No entendía qué me pasaba, ya rechazaba vestirme como varón aunque me costaba vestirme como una mujer. En la comunidad me decían: Vos sos una mujer, sos una niña, no tenés que hacer cosas de varón. Yo les respondía: “Yo soy así, nadie me va a cambiar. ¿Quién sos vos para mandarme? Tenía mucho rechazo acumulado; a mi mamá ya no la amaba, al contrario, la odiaba y no quería saber nada con ella, le echaba toda la culpa de lo que me pasaba, pero en realidad yo no sabía por todo lo que ella había pasado en su niñez y todo lo que sufrió, pero le doy gracias a Dios porque es una madre hermosa. ¡La amo! También le doy gracias a Dios por haberme querido como su hija, por haberme elegido y por cambiar mi corazón. Agradezco a los que me han ayudado y al apóstol que es como mi padre”. 

¡Si esta chica contara todas las cosas duras que ha vivido…! Ella no podía creer que alguien la podía amar pero el amor de Dios derramado en la iglesia cautiva los corazones.

Una chica me dijo: “Si usted no me conoce, ¿por qué me dice que me ama?” ¡Si yo no amara a la gente no podría estar predicando! ¿Cómo puedo amarte sin conocerte? Es que precisamente el amor que tengo no es mío sino de Dios.

            CONCLUSIÓN

Quiero que las mujeres que ha tenido que cerrar su corazón a Dios, a los hombres, a la vida por causa de las circunstancias que han vivido, ensanchen su corazón. Pídele a Dios: “Dame un corazón grande donde quepan todos, los buenos y los malos, los feos y los lindos. Quiero ser esa mujer que tú Señor, has soñado que sea; dame el poder disfrutar ser mujer como tú has querido que yo sea, y haz que yo pueda vivir aquello que tú has querido que viva. ¡Me quiero poner en tus manos, Señor!”

Doy gracias a Dios por todas las mujeres y digo que potencialmente son una bendición tan grande que podrían transformar el país. Oro que Dios toque sus corazones y les bendiga, oro para que crean que no son inútiles, que no son menos. ¡No crean que si estuvieran casadas serían mejores, ya son una bendición ahora! Y si están casadas no crean que no son nada ni tampoco tengan en cuenta lo que algunos hombres piensan o han dicho de ustedes. ¡Dios las ama y no va a decir de ustedes lo que posiblemente muchos hombres han dicho! Posiblemente han sido muy rechazadas, quizás de sus padres, de sus esposos, pero quiero decirles que de Dios son amadas. ¡¡Ustedes están en el corazón de Dios!!

Quiero que las mujeres hagan una oración corta y sencilla pero de fe, digan: “Señor, quiero pedirte que ensanches mi corazón, quiero pedirte que lo llenes de tu presencia. Quiero tener cabida en mí para todas las personas y quiero amar con el amor que tú amas. ¡Quiero ser la mujer que tú quieres, la que tú has soñado! Tómame en tus manos, tú me has honrado con ser mujer y yo quiero honrarte a ti con lo que tú has hecho de mí, Señor. No importa lo que digan o lo que piensen de mí, yo soy tu hija, tú me has creado y en ti, mi vida tiene sentido. ¡Me pongo en tus manos! En el nombre de Jesús hago esta oración, amén”.

Padre, yo bendigo a las mujeres que han hecho esta oración y te doy gracias. Pido que tú las hagas como a Rizpa, que les des un corazón guerrero, que les des tesón y fuerzas, que las renueves en esta hora, Señor. Creemos que tú has hecho lo mejor de cada uno de nosotros y que adentro nuestro, hay un potencial extraordinario. ¡Creemos que tú puedes hacer mucho si nuestro corazón está en tus manos! ¡Toma el corazón de cada mujer! Haz de cada una de ellas un instrumento de tu bien, de bendición, quita las impotencias, las angustias, las amarguras del cansancio de sus vidas, llénalas con tu Espíritu Santo, tócalas con tu poder Dios mío. Sean revestidas de tu gracia, que no dependan de hombre alguno o de mujer alguna para sentirse valoradas, que se sientan valoradas ahora por ti, en el nombre de Jesús, amén.

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