LA MISERICORDIA DE DIOS ES ETERNA - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

LA MISERICORDIA DE DIOS ES ETERNA

En Números, capítulo 6, versículo 24, hay una bendición sacerdotal que hoy quiero compartir con ustedes:

22 Jehová habló a Moisés, diciendo: 23Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así    bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles:

24 Jehová te bendiga, y te guarde;

25 Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia;

26 Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.

27 Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré.

Esa bendición significa que el sacerdote pone el nombre de Dios sobre el pueblo y Dios bendice al pueblo. Quiero tomar de esta bendición la frase que dice: “Y tenga de ti misericordia”.

 SU MISERICORDIA ALCANZA A TODOS

Dios no pidió que busquen a los malos y les digan: “Y tenga de ti misericordia”. ¡No hay nadie que no necesite misericordia de Dios! La Biblia afirma: “Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios”, pero algunos dicen: “No he hecho tanto mal como para merecer lo que estoy viviendo”. No obstante, no hay manera de acercarse a Dios sino a través de su gracia. La gracia es un privilegio o derecho que sólo lo pueden otorgar los soberanos de la tierra, los reyes, quienes tienen contemplado en el derecho, la posibilidad de otorgar gracia a determinadas personas e indultarlos, no conozco los términos legales, pero la idea es que ellos pueden suspender las penas y otorgar un perdón. Sin embargo, hay uno que es el soberano del universo, es el juez de todo y tiene el privilegio y el derecho de otorgar gracia. Todo lo que tenemos, lo recibimos de Dios, y todo lo que recibimos de él es bueno, todo proviene de él por su gracia; no merecemos nada, todo es un favor gratuito de parte de Dios. La misericordia forma parte de la gracia de Dios, es uno de los componentes importantísimos de la gracia, así que no nos acercamos a Dios como merecedores de algo, no es que le caemos en gracia y por eso nos otorga determinado favor. Yo he visto cómo Dios ha salvado gente realmente mala, personas que no estaban ni siquiera en condiciones de entender o saber que lo que necesitaban era la misericordia de Dios, adúlteros, violadores, etc. Recibieron misericordia de parte de Dios, aunque no lo hayan buscado ni merecido. Dios es soberano y él puede extender su misericordia a quien la busca y aún a aquellos que no la buscan pero que la están necesitando.

La misericordia es un aspecto del amor compasivo de Dios que le lleva a amar de manera profunda y entrañable a personas que no son merecedoras de ser amadas. ¡Qué increíble! Que Dios ame a personas que no merecen ser amadas y haga lo indecible para rescatar a personas que están en descrédito delante de los ojos de Dios y de los hombres. Jesús dijo: “Yo he venido a buscar y a salvar lo que se había perdido”, ¡Lo irrescatable está dispuesto a rescatarlo! Por lo tanto, cuando tenemos una manifestación de parte de Dios que nos revela su misericordia sobre nosotros, no podemos menos que decir: “¡Gracias Padre, porque eres tan misericordioso!”

 LA GRACIA DE DIOS

¿Recuerdan la salutación del ángel a la virgen María? Le dijo: “María, no temas porque has hallado gracia delante de los ojos de Dios”. La gracia puede venir de dos maneras: Puede que no sepas que hay gracia ni te importa, es más, odias a Dios, y no quieres saber nada de él pero viene la gracia y toca tu puerta diciéndote: “Te amo”. ¡La gracia puede venir sin que tu ni siquiera la pidas!  Pero también puede venir por el hecho que tu sepas que existe la gracia y la misericordia y entonces tu quieres caminar de tal manera delante de Dios, que él te extienda su misericordia. Sería imposible para el hombre salvarse si no fuera por este aspecto compasivo del amor de Dios que se llama la misericordia.

Veamos lo que dice el Salmo 32: 10: “Muchos dolores habrá para el impío; mas al que espera en Jehová, le rodea la misericordia”. Este pasaje sólo habla impíos, es como si dijera: “Muchos dolores habrá para los impíos, pero los impíos que esperan en Jehová alcanzarán misericordia”. ¡Los que esperan en Jehová pueden ser impíos también! El rey David, además, proclama en el capítulo 33, versículo 5: “El ama justicia y juicio; de la misericordia de Jehová está llena la tierra”. Existen, por así decirlo, dos brazos de Dios; un brazo se manifiesta en el antiguo testamento, mediante la ley y muestra la justicia de Dios. Él no pasa por encima de su justicia, él es justo. La Biblia nos enseña que la ley no perfeccionó nada. El apóstol Pablo nos dice que la ley sirve para indicar a los infractores que han cometido una infracción pero ella no tiene en sí misma poder para transformar ni justificar a nadie; la ley, que es buena, solamente nos está mostrando la calidad de Dios que tenemos y qué clase de gente es la que Dios anhela tener con él. Pero si fuera por el cumplimiento de la ley, estaríamos “todos fritos”, todos condenados. El Apóstol Pablo dice que donde no hay ley, no se imputa pecado, pero cuando existió la ley, existió el pecado y fue imputado al hombre. ¡La ley nos “embromó”! ¡La ley nos provocó tentación de pecar! ¿No te ha sucedido? Cuando era pequeño, mi padre tenía un salón y recuerdo que lo alquiló a unas personas que pusieron allí camionadas de nueces y me dijeron: “No se pueden comer nueces”. ¡Estuve más de 20 años de mi vida sin probar nueces, de la repulsión que me provocó comer tanta cantidad de nueces en esa oportunidad, por el solo hecho que me dijeron que no comiera nueces! La ley provoca el pecado.

El brazo de la justicia de Dios se complementa con el brazo de la misericordia y la gracia de Dios. Seria imposible poder participar de la gloria, de la presencia de Dios, de su herencia, si no fuera por su otro brazo que está expresado en el nuevo testamento. Dios nos dice: “Quiero que sepas que soy un Dios justo, no pasaré por alto mi justicia y si pecas, tengo condenación para ti…pero tengo un problema contigo, ¡y es que te amo!” Hubo una lucha entre el brazo armado de Dios y su misericordia, pero ese “dilema” lo resolvió en la cruz del calvario; la muerte de Jesús fue un acto de justicia que satisfizo la justicia de Dios pero también satisfizo la misericordia de Dios. Cristo fue condenado y murió por nosotros, pero con sus brazos extendidos diciendo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. Murió en nuestro lugar por amor a nosotros, dándole al hombre la posibilidad de acogerse a los beneficios de su sangre vertida en la cruz del calvario. Esto es no para todos, ¡es para todos los que en él creen!

EL PARALÍTICO DE BETHESDA

Hay un pasaje en San Juan capítulo 5, que cuenta acerca de la ocasión en que Jesús pasa por el estanque de Bethesda donde encuentra un hombre postrado con parálisis por 38 años. Jesús le dice: “¿Quieres ser sano?” Y el paralítico le responde: “Señor, hace 38 años que estoy aquí, pero cuando se revuelve el agua, no encuentro nadie que me lleve al estanque”  … porque un ángel de tanto en tanto, bajaba al estanque, removía las aguas y la primer persona que entraba en él, era sanada. Jesús al verle postrado, se compadeció de él y le dijo: “Levántate, toma tu lecho y anda” ¡Y éste se levantó y salió corriendo! Este relato precioso nos habla de la misericordia de Jesús. Quiero decirles cómo opera la misericordia: Lo primero que hace es mirar la situación de una persona, la que pudo haber hecho muchas cosas malas, pero Jesús primeramente ve la necesidad del pecador. ¡Su deseo de bendecirlo es más grande que su deseo de condenarlo! Esto no tiene que ver con religión sino con el amor de Dios; la religión le impone al hombre normas, y una lista larga de cosas que debe hacer y no hacer, pero Jesús ante de decirte lo que tienes que hacer, te dice: “Te amo, estoy conmovido por tu situación y quiero sacarte”.

Dios es más misericordioso que cualquier ser humano. Treinta y ocho años estuvo postrado el paralítico del estanque de Bethesda. Seguramente, al principio muchos de sus parientes y amigos habrán ido con él para ayudarlo a bajar cuando se removieran las aguas, pero seguramente no fueron los treinta y ocho años. Quizá hubieron un montón de amigos que dijeron: “¡Estamos contigo y vamos a quedarnos a tu lado… hasta que se revuelvan las aguas y seamos los primeros en entrarte al estanque!” Todos los días, había diez amigos y diez parientes junto al paralítico, tomando mate y haciendo picnic. Al otro día, ya no eran diez, eran cinco amigos y cinco parientes, pero también hubo mate y torta… al décimo día, estaba sólo con su madre; sus amigos y parientes habrán dicho: “Tengo que trabajar…etc”. Conclusión, en pocos meses, quedó solo, había un solo pariente que iba a llevarlo temprano y lo recogía tarde… quizás muchas veces cayó la lluvia y no hubo nadie que lo sacara… pasaban los días, las semanas y los meses: Treinta y ocho años, es mucho para cualquiera… ¡No da para tanto nuestra misericordia! Tenemos la tendencia de tener misericordia por determinada clase de pecadores que nos caen simpáticos. Me imagino que ese paralítico no estaba bañado con jabón “Lux” pero seguramente cuando Jesús lo vio, pensó: “Yo a éste lo he creado a mi imagen y semejanza”. No le preguntó cuál fue su pecado o el de sus padres. La misericordia de Dios va más allá que la misericordia de los parientes y de la religión. ¡A Jesús se le ocurre compadecerse de un paralítico en día sábado! ¿Se imaginan a Jesús diciéndole al paralítico: “Paralítico, el lunes vuelvo porque hoy es día de reposo”? La ley decía que no se podían hacer obras en día de reposo pero Jesús le dijo: “Levántate, toma tu lecho y anda”. El paralítico sale corriendo y los religiosos le dicen: “¡Epa! No te es lícito llevar tu lecho en el día de reposo!” Imagínate la cara del paralítico que hace 38 años que no caminaba… era como que le dijeran: “¡Acuéstate de nuevo y el lunes te levantas!” La religión te aflige, pero Cristo se compadece, la religión te dice que si comes carne, que el pelo, etc, etc. Pero Cristo tuvo misericordia y sanó al paralítico. Después que le sanó, encontró al hombre en la sinagoga, y luego de extenderle su mano de misericordia, le dijo: “Mira, has sido sano, no vuelvas a pecar para que no te venga algo peor”. Te he mostrado cuánto te amo, ten cuidado que yo soy un Dios de justicia también.

            CONCLUSIÓN

Muchos se sienten lejos de Dios y creen que no pueden alcanzarlo; dicen: “Cuando esté mejor, iré a la iglesia”. Nunca vas a estar mejor, ningún pecador se mejora haciendo fuerza, con su voluntad no podrá cambiar, sólo lo logrará por medio de la misericordia de Dios. Tienes que saber que Dios te ama como amó a ese paralítico. La gracia de Dios alcanza cualquier profundidad en la que cualquier pecador haya caído y no lo hace por una cuestión de imagen, sino porque se le conmueven las entrañas de amor por ti. ¡Dios es amor! No ha habido ni habrá en el universo tan grande amor como el de Dios. Hoy Dios quiere decirte que para siempre es su misericordia, ella rodea la tierra y los que esperan en Jehová la alcanzarán. Quizás tu crees que no necesitas su misericordia, pero si hay alguien que cree que la necesita, hoy es su oportunidad. El pecador de la cruz ya no tenía más tiempo para hacer alguna otra obra… estaba colgando en la cruz… no podía hacer nada para congraciarse con Dios, solamente creyó que él era misericordioso para levantarlo y salvarlo. No es por obras para que nadie se gloríe, es por fe, si tu puedes creer en Jesús, hoy puedes ser salvo. Si quieres alcanzar la misericordia de Dios y recibir el perdón de tus pecados, puedes hacer una oración ahora mismo: “Padre querido, creo que tu misericordia es grande como para alcanzarme, no importa cuánto haya pecado y cuánto te haya entristecido con mis obras. Hoy recibo tu perdón y proclamo desde esta hora que soy tu hijo, creo que tú me limpias con tu sangre preciosa y me haces una nueva persona. ¡Gracias Padre, por extenderme tu misericordia! Hago esta oración en el nombre de Jesús, amén”.

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