LAS PRUEBAS NOS PERFECCIONAN - Misión Vida para las Naciones

Av. 8 de octubre 2335

Montevideo

WhatsApp:(+598) 095333330

MENSAJES DEL CIELO

LAS PRUEBAS NOS PERFECCIONAN

La lección de hoy está basada en Job 1:6-12. Compartiré la versión “La Biblia al día”: “Un día en que debían presentarse ante el Señor sus servidores celestiales, se presentó también el ángel acusador entre ellos. El Señor les preguntó: ¿de donde vienes? Y el acusador contestó: He andado recorriendo la tierra de un lado a otro. Entonces le dijo el Señor: ¿Te has fijado en  mi siervo Job? No hay nadie en la tierra como él, que me sirva tan fielmente y viva una vida tan recta y sin tacha, cuidando de no hacer mal a nadie. Pero el acusador respondió: Pues no de balde te sirve con tanta fidelidad. Tú no dejas que nadie lo toque, ni a él ni a su familia ni a nada de lo que tiene; tú bendices todo lo que hace, y él es el hombre más rico en ganado de todo el país. Pero quítale todo lo que tiene y verás cómo te maldice en tu propia cara. El Señor respondió al acusador: Está bien. Haz lo que quieras con todas las cosas de Job, con tal de que a él mismo no le hagas ningún daño.”

Resulta que después de haberle mandado no sé cuantas calamidades, ¡Job seguía siendo Job! Hay algunos que se vuelven malos cuando alguien les hace algún mal. “¡Y cómo no voy  a insultar si él me insultó!” dicen algunos. ¿Cuál es tu actitud? ¿Sigues siendo el mismo cuando alguien te hace algo? ¿O dejas de ser tú mismo? Dice la Biblia que Job siguió sirviendo a Dios aunque perdió todo lo que tenía; él era poseedor de siete mil ovejas, tres mil camellos, tenía muchísimo ganado, muchísimas propiedades pero vinieron unos malvivientes que le robaron el ganado, luego le cayó un rayo que mató todos sus siervos, ¡y se quedó sin nada! Y en el capítulo 2 vuelve a suceder una escena similar; leamos desde el versículo 1 al 3: “Cuando llegó el día en que debían presentarse ante el Señor sus servidores celestiales, se presentó también el ángel acusador entre ellos. El Señor le preguntó: ¿De dónde vienes? Y el acusador contestó: He andado recorriendo la tierra de un lado a otro. Entonces el Señor le dijo: ¿Te has fijado en mi siervo Job? No hay nadie en la tierra como él, que me sirva tan fielmente y viva una vida tan recta y sin tacha, cuidando de no hacer mal a nadie. Y aunque tú me hiciste arruinarlo sin motivo alguno, él se mantiene firme en su conducta intachable”.

Te voy a hacer una pregunta: ¿Tiene Dios derecho a arruinarte sin motivo alguno? ¿Quién va a juzgar a Dios? ¿Quién va a determinar lo que es justo y lo que es injusto, lo que es bueno y malo? ¿Dios o el hombre? ¡Dios!. El pasaje que estamos leyendo, continúa diciendo (Job 2:4-7): “Pero el acusador contestó al Señor: Mientras no lo tocan a uno en su propio pellejo, todo va bien. El hombre está dispuesto a sacrificarlo todo por salvar su vida. Pero tócalo en su propia persona y verás cómo te maldice en tu propia cara. Está bien, haz con él  lo que quieras, con tal de que respetes su vida. El acusador se alejó de la presencia del Señor, y envió sobre Job una terrible enfermedad de la piel que lo cubrió de pies a cabeza”.

EL EJEMPLO DE JOB

Muchas veces nos hemos sentido como Job. ¡Yo me he sentido como él! Cuando uno atraviesa una tribulación muy grande y no encuentra una explicación, cuando uno no encuentra ni a quien echarle la culpa… primero buscamos echarle la culpa al pastor, a  nuestro cónyuge, a nuestros padres, y cuando ninguno de ellos tiene la culpa, decimos: ¿la culpa será mía?  Y cuando ya uno no encuentra nada en uno mismo, dice: ¡y bueno, la culpa es de Dios! ¿Te haz sentido alguna vez como Job? He hablado con mucha gente que me ha dicho, “yo no me merezco esta vida”,  “no me han pagado como yo me merecía”. El único problema es que ninguno de nosotros es tan justo y tan perfecto como Job. Nos anotamos para sentirnos como Job pero lamentablemente no somos tan santos, tan justos y tan intachables como él. Dice la Biblia que Job era un hombre, no dice que no era pecador, pero sí que era el mejor hombre que había. Dice el pasaje que leímos: “¿Te has fijado en mi siervo Job? No hay nadie en la tierra como él,…” O sea que Dios estaba realmente satisfecho con Job por lo que él era. Yo quiero sacar dos enseñanzas básicas de esta historia: El ángel acusador es Satanás, proviene del hebreo “Satán” y se traduce como “el acusador”, lo cual es una de las funciones de Satanás. Dice la Biblia que él se presenta delante de Dios de día y de noche para acusarnos; Satanás acusaba a Job a pesar de ser él tan santo, tan justo y tan perfecto y tenía algunos argumentos para explicar por qué Job se portaba tan bien con Dios y por qué era tan recto: ¡porque Él le había dado riquezas en abundancia! La versión “Reina Valera” dice: “lo has rodeado de bendición”. La tesis de Satanás es que cuando una persona es bendecida con prosperidad y tiene todo lo que otros no tienen, es buena, pero la tesis de Dios es que un cristiano es tal, tenga o no tenga posesiones; un hijo de Dios tiene una naturaleza conforme a la sustancia de Dios, tenga mucho o tenga poco, esté sano o enfermo. No se trata de lo que uno tiene, sino de lo que uno es. Todos los creyentes atravesamos circunstancias que son inexplicables, que nos dejan boquiabiertos, pero, ¡tengo una noticia para darte! Cuando agarras a hachazos una madera, ¡nunca deja de ser madera! ¿Crees que va a cambiar su naturaleza porque la hachees? ¡No! ¡La madera sigue siendo madera! Del mismo modo, puedes doblar el acero y golpearlo, pero su naturaleza no cambia. ¡Sigue siendo acero! Cuando encuentres creyentes que te digan: “Yo me alejé porque Dios no me contestó o porque los hermanos no me visitaron…no me gustó la actitud del pastor…” ¡La conclusión que debes sacar es que esa persona nunca fue cristiana! Esa persona no es un cristiano, ¡necesita recibir la naturaleza de cristiano, de hijo de Dios! Un hijo jamás dejará de ser hijo porque atraviese circunstancias difíciles. Nadie ha atravesado circunstancias más difíciles que las de Job, excepto Jesús, porque las circunstancias difíciles se hacen aún más difíciles cuando más injustas son. Se puede perder el ganado por una mala decisión, por un mal negocio, por un error, en ese caso, encontramos una explicación: “¡Tomé una mala decisión! No debí haber hecho este negocio, no debí haber firmado este cheque o no debí haber firmado este contrato”. Aún así cuesta muchísimo. Pero cuando todo está bien hecho y te va mal de todas maneras, ahí te preguntas: “¿por qué estoy atravesando esta prueba?” Dios estaba probando a Job y le estaba demostrando algo a Satanás: Que el creyente es sometido a prueba para que se conozca su naturaleza. ¿Te ha tocado vender un anillo de oro? ¿Qué hace el que lo va a comprar? ¡Lo prueba! ¡Le echa un ácido para probar que es oro! Tengo una noticia para darte: Ese ácido ataca el oro, y de la manera que lo ataca, le muestra al que está por comprar el anillo, que es de oro realmente. ¡Todo se prueba!

¿Has visto esas camionetas cuatro por cuatro? ¿Cómo vas a saber si es buena o es mala, si estás andando con ella en pleno centro de la ciudad? Para saber si es buena tienes que meterla en un arroyo, en un barreal y recién cuando hayas salido del barreal y después que se te metió el agua por todos lados, puedes decir: “¡Esta camioneta es buenísima, es tremenda! ¡Tengo una Toyota y es increíble!” Su naturaleza y capacidad quedaron claras porque primero fue probada. Por eso decía el apóstol Pablo que teníamos que gozarnos cuando nos encontramos en distintas pruebas y en distintas tribulaciones. ¿Por qué? Porque allí se va a demostrar quien soy, que no voy a dejar de diezmar, de ofrendar, de amar a Dios, que no voy a dejar de orar a Dios ni de creer en su palabra a pesar de todas las pruebas que atraviese. A mí me han pasado cosas que no las puedo explicar… algún día Dios me las explicará y si no me las explica ¡no me importa! Él es mi padre y mi Señor y sabe lo que hace. ¡Yo creo en él, y creo que es más justo que yo! Así que lo que él haga, no me preocupa.

La otra cosa que debemos aprender hoy, es que esos ataques que recibimos no son de Dios, sino de Satanás. Dos veces dice la Biblia que “Satanás salió de la presencia de Dios” y salió con permiso. Hay mucha gente que le tiene miedo a Satanás pero presta  atención a lo que te voy a decir: ¡Satanás no es autónomo! Si Satanás tocó a Job es porque tenía el permiso de Dios. ¡Satanás no puede hacer lo que se le da la gana! ¡Dios le pone límites! ¡No te hagas problemas! Si te viene un cáncer, ¡es porque Satanás tiene permiso de Dios!  Dice el pasaje que leímos: “El acusador se alejó de la presencia del Señor, y envió sobre Job una terrible enfermedad de la piel que lo cubrió de pies a cabeza”. La versión Reina Valera dice que Satanás “hirió a Job con una sarna maligna” que le afectó la piel desde la planta de los pies hasta la coronilla de la cabeza. ¿Quién lo hizo? ¡Satanás! ¡Dios usa a Satanás!

Debemos aprender hoy que un creyente jamás deja de ser creyente, si un creyente es de madera seguirá siendo de madera siempre, pero creyente al fin. Hay mucha gente que condiciona su conducta a la conducta de los demás, ellos  dicen: “yo le hice esto porque me hizo aquello”. Te hago una pregunta: ¿Tú eres tú mismo? ¿O dejas de ser tú cuando alguien te hace algo? ¡Qué fácil que justificamos algunas cosas que hacemos! Algunos dicen: “yo no insulto, pero si me hacen enojar, ¡me van a escuchar!” ¿Dónde están las malas palabras, los insultos, las blasfemias? ¿Están afuera o adentro? ¡Están adentro! No es que salen porque alguien te pinchó y sale la cloaca por la boca, salen porque están adentro guardaditas. La persona que pierde la fe, que se desanima, que pierde las fuerzas, es una persona que no ha crecido y no ha madurado en Cristo Jesús. La Biblia afirma que las pruebas fortalecen la fe, afirma que después de la prueba terminamos mejor que antes, por tanto, tendríamos que decir en esta hora: ¡Gracias Dios por las pruebas!

Así que hay cosas que tenemos que entenderlas bien. Observa que la Biblia dice que “el acusadorenvió sobre Job una terrible enfermedad de la piel”. No está en el corazón de Dios poner la sarna, ¡sí está en el corazón de Dios permitir que cosas sucedan! Hay cosas que Él no quiere que tú las hagas ni que tú las digas, pero que te ha dado la facultad de hacerlas y de decirlas; por eso tú te agrandas y dices: “yo hago lo que a mí se me da la gana”. ¿Por qué? Porque Dios te ha dado la facultad de hacerlo pero Él te juzgará. Cuando tú insultas, haces algo que Dios te ha facultado hacer y lo puedes hacer pero que Él no quiere que lo hagas. Entonces, Dios usa a Satanás para probar a los creyentes; Satanás no prueba a los creyentes, su intención es destruirlos, es como que el fuego se enfureciera contra el oro y dijera: “¡lo voy a destruir!”… ¡pero termina purificándolo! Del mismo modo, las pruebas purifican a los verdaderos cristianos. Satanás vendría siendo el fuego que Dios tiene para purificar nuestra fe, por eso dice la Biblia: “a lo que a Dios aman todas las cosas les ayudan a bien”. Dios tiene un método que Satanás no entiende, porque él aún sigue creyendo que va a destruir a los cristianos pero lo único que hace es destruir a los que no son cristianos, lo único que logra es quedarse con lo que es de él. Satanás dice: “¡Aquí logré uno!” Pero Dios le dice: “Era tuyo desde la eternidad. ¡Era de madera, no de oro!” Dios ya sabe quiénes van a ir a parar al lago de fuego y de azufre, pero como quiere perfeccionar a sus hijos, entonces ha previsto que todas las cosas que haga Satanás contra el cristiano, las usará para su bendición. Así que caminamos por el mundo confiadamente de que no habrá pruebas del infierno que puedan cambiar nuestra naturaleza, y no solamente eso, sino que toda prueba que atravesemos, ayudará para bien, hará que nuestra fe sea perfeccionada. ¡Luego de cada prueba terminaré más fortalecido, más maduro! ¿Crees esto? ¡Yo lo creo! Por eso no temo a la oscuridad ni tampoco a Satanás; si él hace algo, lo hace con permiso de mi padre quien usará esa prueba para perfeccionarme. ¡Señor, haz lo que tengas que hacer conmigo! Hubo un tiempo de mi vida en que yo le tenía miedo a Dios y le decía: “¿Qué más quieres hacer conmigo? ¡Estoy temeroso! ¿Qué más quieres de mi?” Ahora me doy cuenta que estaba hablando estupideces. ¡Dios estaba formando un apóstol y yo no lo sabía! Pasó el tiempo y Dios me dijo: “Es que no sabías las cosas que yo tenia preparadas para ti. ¡Te estaba preparando para enfrentar a los uruguayos!” Me habían dicho cada cosa de Uruguay, que era una nación durísima, que era el cementerio de los predicadores, que era la nación con el menor porcentaje de creyentes en toda Latinoamérica, pero Dios dijo: “¡Yo tengo pueblo mío en Uruguay! Tengo gente anotada en el libro de la vida, ¡vamos a ir a buscarlos!”

He visto muchachos casi destruidos por las drogas, muchachos y chicas que han estado más de una vez al mismísimo borde de la muerte, que han visto a la muerte cara a cara, pero la droga no los ha podido tocar porque Dios necesitaba de alguien que conociera bien la  droga para luego rescatar a otros que también atravesaron por ella. Esos chicos hablan con los drogadictos en su mismo idioma… ¡ellos predican mejor que yo a los drogadictos! Y les dicen: “Yo estuve donde tú estuviste”. Tienen más autoridad que yo para predicarles, porque atravesaron sus mismas circunstancias. Así que bendito sea el Señor que permitió que ese muchacho pudiera probar el infierno de la droga para que ahora tenga más sensibilidad que cualquier otro cuando habla con un drogadicto. Dios tiene caminos que nosotros no entendemos ni conocemos. Hasta Jesús le dijo al Padre: “…si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42). ¡Señor, para ti todas las cosas son posibles, pero no se haga mi voluntad sino la tuya! Los caminos de Dios son inescrutables, ¡no los entenderás! Muchas veces me he encontrado con gente que me dice: “yo quiero que Dios me de una sola razón”. Cuando mi hija era pequeña, yo no tenía que darle las razones de por qué no podía meter el dedo en el enchufe, ella tenía un añito nada más.  ¡jamás lo podría haber comprendido! No hubiera entendido si le hubiera dicho: “mi amor, hay una corriente de electrones que se desplazan dentro de los conductores”. ¡No! Simplemente le daba un golpe en la mano, diciéndole: “¡No ponga la mano ahí!” Del mismo modo, los caminos de Dios no hay que entenderlos, sino simplemente aceptarlos. ¡Debemos creer en El con confianza! Si la Biblia dice que el me ama, ¡Él me ama! Si la Biblia dice que él es bueno, ¡Él es bueno! ¡Creo en su palabra! Para eso está la fe, para llegar a donde la razón no llega. Si la razón no alcanza a explicar algo que Dios ha hecho, ¡no importa, aún sigo creyendo en Él! Para eso es la fe, ¡para ir más allá de la razón! Estamos viviendo en un mundo donde la razón es la madre de la justicia, la madre del bien y del mal, pero yo creo en un Dios que establece justicia y que va más allá de la razón. ¡Creo en un Dios que establece lo que es el bien y lo que es el mal!

CONCLUSIÓN

Es hora de que te tomes fuerte de Dios, porque no importa qué circunstancia estás viviendo, Él cambia la tempestad. Un capitán no es experto en tormentas porque haya leído muchos libros, ¡es experto porque atravesó muchas tormentas en su vida! ¡Dios quiere transformarte en un capitán experto! No hay nada que venga contra ti que pueda vencerte. ¡Dios te va a transformar en un experto! Quizás estás en medio de un divorcio, quizás estás en medio del huracán de la droga, o del alcohol, quizás estás en medio de un quebranto económico… ¡no tengas miedo, confía en Dios! Satanás tocó a Job en todo lo que pudo tocarle, pero después que había hecho eso, al final dice la Biblia que Dios quitó la aflicción a Job, cuando hubo orado por sus amigos. Dios mandó a Job, orar por sus amigos, y después que lo hizo, Dios quitó su aflicción. Cuando yo tenía 20 años de edad, tenía heridas en el corazón que creía que jamás me iban a dejar; eso era lo que yo sentía, pero la Biblia dice que Dios hace la herida y Él mismo también la cura (Jeremías 30:26). Yo leía eso y no entendía… ¿quién me va a quitar algo que ya ha sucedido, algo que ya es un hecho, algo que no se puede revertir? ¿Cómo Dios va a sanar esa aflicción? ¿Estará recibiendo esta palabra alguien que ha llorado hasta que no le quedan lágrimas? Me acuerdo de haber llorado y llorado hasta que no me salían más lágrimas, pero hoy entiendo que a través de esa aflicción Dios me estaba preparando para ser un apóstol, así que no creas que el gozo que hoy tengo es porque nunca me pasó nada, ¡todo lo contrario! Yo aprendí que Dios sana las heridas y también Dios las limpia sin dejar señal de esa herida. Si Él permitió que te suceda algo, es para traer sanidad a tu alma y luego saldrás más fortalecido de la prueba. Todo lo que hoy tienes que hacer es orar entregando tu vida en sus manos. Si estás dispuesto, haz esta oración:

“Señor, pongo mi vida en tus manos y me dejo llevar por ti. ¡Que tu Espíritu Santo obre en mí lo que quiera! ¡Yo se en quién he creído y sé quién eres tú Señor! Yo se que Satanás no podrá lograr sus objetivos, sino que tú lograrás los tuyos Señor en mi vida. Creo esta palabra que hoy vino a mi vida, creo que seré perfeccionado a través de la prueba. En el nombre de Jesús hago esta oración, amén”.

MENSAJES

MISIÓN

VIDA

PARA LAS NACIONES

Av. 8 de octubre 2335

Montevideo, Uruguay

WhatsApp: (+598) 095 333 330

email: info@misionvida.org

twitter: misionvidauy

facebook: iglesiamisionvida

Diseño: VerakaWeb