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Dios está inquietando mucho mi corazón acerca del hecho que necesitamos un cambio en el Uruguay, sin embargo, este cambio solamente ocurrirá a través de un cambio de mentalidad. No llegaremos nunca a nada nuevo si no hacemos algo nuevo y nunca haremos nada nuevo si no pensamos algo nuevo. Necesitamos una renovación en nuestra mente y esto atañe no sólo al Uruguay sino a una institución, a una empresa, a una persona, es decir, atañe a todos los ámbitos de la vida. Las iniciativas nuevas tienen que ver con ideas nuevas. Nos hemos formado en medio de un ambiente que espera que el Estado o el presidente hagan algo, en definitiva, ¡que alguien haga algo! Estamos esperando un cambio pero el cambio no vendrá si no hay una nueva mentalidad en el pueblo uruguayo.
Podemos decir que el evangelio, lo primero que trae es un cambio de mentalidad. Jesucristo predicó el evangelio diciendo en Marcos 1:15: “…El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio”.
El término más importante en este versículo es “arrepentíos”. No hay una nueva vida si no hay un cambio en la mente y el arrepentimiento tiene que ver con un cambio en la mente; al evangelio uno entra por un cambio en la mente y tenemos que convencernos que nada nuevo sucederá si nada nuevo hay en nuestra mente. ¡Necesitamos una mente creativa!
Hemos llegado a un punto en el que estamos estáticos esperando que algo suceda pero Dios no está queriendo provocar circunstancias sino que nosotros las provoquemos; Dios no quiere que estemos a merced o bajo las circunstancias que nos rodean sino quiere que por medio de la fe, provoquemos las circunstancias que van a cambiar nuestra realidad. Dia a día, tengo que enfrentar uruguayos que dicen: “No se puede”, “no tengo trabajo”, uruguayos que están esperando que algo pase pero tengo una buena noticia para darte: El hombre no tiene la solución que Uruguay está necesitando, la solución la tiene Dios, el que ha sido desplazado tendrá que ser llamado, aquel que hemos alejado de las universidades y de nuestro corazón, tendrá que volver a nuestras universidades y a nuestro corazón.
¡Tenemos un Dios creativo! Cuando veo la inmensidad del universo creado por Dios, la belleza de una flor, cuando veo un simple bicho de luz volando, me alegro grandemente porque hay ciencia y creatividad en él. Pueden haber varios sauces, todos distintos, pero de todos ellos podemos decir: ¡Es un sauce! Del mismo modo, él ha hecho a cada ser humano distinto. ¡Tenemos un Dios con muy buenas ideas! ¡Dios es un Dios creativo!
Hemos confiado en el hombre, en el humanismo pero ellos no le han dado las respuestas que tanto necesita Uruguay. Uno de los problemas graves del ser humano es que ha puesto su confianza en el hombre y ha creído que en el hombre están todas las respuestas, pero la Biblia dice que engañoso es el corazón de hombre más que todas las cosas y aún dice que es vana la ciencia y que Dios enloquece la sabiduría de los sabios. Hay asimismo otro problema: Cuando venimos a Dios, no podemos venir con nuestros proyectos, con nuestra mentalidad y con nuestros pensamientos; por la Biblia sabemos que Dios tiene caminos y pensamientos más altos que los nuestros y es de sabios entender cuáles son nuestros propios pensamientos, cuáles son los pensamientos de otros hombres que están en nuestro corazón y saber desecharlos y conocer cuáles son los de Dios porque sus pensamientos son eternos. ¡Nuestro problema más grande son los pensamientos que habitan en nuestra mente! Dios ha dado sentencias muy fuertes y grandes a través de su hijo Jesús quien dijo: “Al que cree, todas las cosas le son posibles”, pero tenemos una mente que se resiste a creer que todas las cosas son posibles, a lo sumo se anima a creer que son posibles algunas, o gran parte de ellas. ¡No tenemos una mente abierta para creer a Dios cuando nos dice que TODAS las cosas son posibles! ¡Cuando Dios dice TODO, significa el 100 %! Aunque lo decimos y lo repetimos, hay algo dentro nuestro que se opone a la mentalidad de Dios. ¡Tenemos un problema con nuestra mente! Es como que la mente se ha alejado de Dios y no puede creer todas las cosas sublimes y todopoderosas de Dios.
Un día estaba San Agustín estudiando acerca de la Trinidad; dice la Biblia que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son uno y son tres a la vez. San Agustín no entendía esta verdad; es necesario tener una mente abierta para creer. Dios nos dice: “Al que cree todas las cosas le son posibles” pero nuestra mente no está capacitada para entender esto. Sin embargo, ¿tengo que entenderlo? ¡No! ¡Simplemente tengo que creerlo! ¡Tengo que tener una mente abierta y dispuesta a creer! El hombre, para poder unirse a Dios necesita una mente más abierta que la razón misma, sólo a través de la fe podrá entrar a otra dimensión, a la dimensión de Dios. Mientras San Agustín meditaba acerca de la Trinidad, pues no le cabía en su mente que si el Padre es una persona, el Hijo otra y el Espíritu Santo otra, sean los tres una sola persona, observó un niño que estaba en la playa haciendo un pozo en la arena. Estaba tratando de introducir con un caracol el agua del mar en ese pozo. San Agustín le preguntó al niño qué estaba haciendo, a lo que éste le contestó: “Quiero poner el mar aquí dentro del pozo”. San Agustín le dijo: “¿No te parece que hay mucha agua en el mar como para ponerla en un pozo tan pequeño?” Y el niño, que había estado escuchando a San Agustín tratando de comprender la Trinidad, le contestó: “¿Y a usted le parece que con esa cabeza tan pequeña que tiene puede comprender la Trinidad?” Nuestra mente se ha acomodado a lo visible, a lo tangible, a lo que puede ver, tocar, gustar y oler y cuando se acostumbra a eso, se hace intrascendente, puramente humana, racional, y solamente puede ver para creer. Pero esa no es la dimensión de Dios, la dimensión de Dios es creer para ver, observar lo que no se puede ver, pensar lo que no puede ser, llamar las cosas que no son como si fuesen, “diga el débil, fuerte soy” ¡Prepárate por medio de la fe y lo que no se puede ver, se verá! ¡Necesitamos entrar en la dimensión sobrenatural de Dios!
Estamos acostumbrados a pensar dentro de los parámetros que hemos aprendido pero el Señor Jesús ha dicho: “Si ustedes se aferran a mis palabras serán mis discípulos y conocerán la verdad y la verdad los hará libres”.
Conocer la palabra de Dios es conocer la verdad, solamente el conocimiento de la verdad trae libertad. Cuando alguien llega a creer en la mentira, se ha atado a algo que no tiene sustancia pues sólo la verdad tiene sustancia. Quien cree en la mentira cree en algo que no tiene asidero, que no le va a ayudar ni salvar. Dios no nos tiró un montón de cosas inalcanzables para que no las logremos; todo lo que Él ha dicho es para creerlo, al que cree todas las cosas le son posibles. Dice la palabra de Dios que aquel que cree en su corazón y no duda que lo que diga le será hecho, lo que diga le será hecho. Esto parece utópico, sin embargo, forma parte del diccionario de Dios y hasta que no entremos en su dimensión no entraremos en el mundo de lo increíble, de lo sobrenatural, que es al mundo que Dios quiere que entremos. ¡Dios quiere que vivas una vida sobrenatural!
Al no atesorar la verdad de Dios, el corazón del hombre fue entenebrecido y comenzó a deambular en las ideas de su propia mente, entendiendo las cosas con el entendimiento meramente natural; nos hemos aferrado al método científico y no hemos podido entrar en la dimensión sobrenatural. ¡Mas Dios quiere que entremos en la tierra prometida! ¡El que cree en Dios verá como las aguas del Mar Rojo se abren, atravesará el desierto y verá cómo los muros de Jericó se caen! ¡Lo que se necesita es una mente abierta y sencilla, por eso Jesús dijo que si no nos volvemos como niños no entraremos en el reino de los cielos! Recuerdo en mi niñez cuánta confianza tenía en mi padre; para mí era fácil creer todo lo que me decía mi papá. Lo mismo sucede con Dios: ¡Si Él lo dice es verdad, si la Biblia lo dice es verdad! ¡Todo lo que Él ha dicho que es posible, es posible!
Como la mente se resiste a creer la verdad de Dios, comienza a ingeniárselas con ideas y se sale del carril de la fe y entra en el carril de la vanidad y la ilusión. Cuando la mente no está aferrada a la fe en Dios comienza a crear y creer vanidades e ilusiones. Ilusión es “falsa percepción de un objeto que aparece en la conciencia, distinto de cómo es en realidad, a causa de una interpretación anormal de los sentidos”; otra definición es: “Esperanza sin fundamento real”.
Al no poder ver bien la dimensión de Dios uno comienza a ver espejismos. Salmo 94, versículo 16 dice: “Jehová conoce los pensamientos de los hombres que son vanidad”. La Biblia dice que TODOS los pensamientos del hombre son vanidad; no hay nada en nosotros mismos que sea verdad a no ser que la verdad de Cristo esté en nosotros; no hay verdad en el corazón del hombre, ¡la verdad está en Dios! ¿Por qué te va mal? ¿Por qué has fallado en tu matrimonio? ¿Por qué has fracasado? No te va mal culpa del FMI sino porque has seguido tus propios pensamientos y caminos. No te enojes con tu padre, aunque él te haya hecho mal, si tuvieras los pensamientos de Dios, te iría bien. “Al hombre justo le irá bien”, dice la palabra de Dios. ¡Dios quiere darle al hombre una salida! ¡Y la salida está en los caminos de Dios! Él sabe cómo hacer para que te vaya bien y no camines en ilusiones. ¡No construyas un castillo sin Dios! ¡No construyas un imperio sin Dios porque te va a ir como los egipcios, como los babilonios, como los romanos! ¡Dios quiere que tengas fe en él, no ilusión!
Aférrate a Dios y renuncia a todas tus vanidades; si le buscas de corazón, conocerás la verdad y ella te hará libre. Juan 16:13 dice: “El Espíritu de verdad os guiará a toda verdad”. La verdad no es algo que descubre la ciencia, es algo que Dios revela y muestra; necesitas una nueva mentalidad abierta a la mentalidad de Dios; la verdad de Dios para la mente humana a veces es difícil de entender, pero Dios no te mandó a entender sino a creer. La fe no se discute sino que se cree. ¡Camina con Dios y atravesarás el desierto! No en tu verdad sino en la verdad de Dios. ¿Podrás entrar en la dimensión de Dios? ¡Cuando los discípulos de Jesús entraron en esa dimensión comenzaron a hacer milagros tremendos! ¿Crees que puedes salir de tus problemas sin dinero, sin cuña política sino con fe de Dios? ¿Crees en la palabra de Dios? ¡Hoy es tu día para cambiar! Si estás dispuesto a cambiar, haz una oración ahora mismo:
“Padre querido, hoy he decidido que no confiaré más en mi mente, en mi corazón, perdóname por haber seguido mis propios caminos y pensamientos, estoy dispuesto a seguir los tuyos; limpia mi corazón, limpia mi mente, renuévala y pon en ella tus pensamientos. Creo Señor, que tengo una nueva vida en ti, creo que tengo tu mente. ¡Gracias Señor! ¡Creo que desde este momento soy una nueva persona! ¡Creo que contigo haré proezas! En el nombre de Jesús, amén”.
ANEXOS: