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Dios es un un padre que recompensa a los que invierten bien su vida y sus bienes; a aquellos le oyen atentamente y tienen temor de su consejo, Él les recompensa. Nunca te pide algo Dios sin ofrecerte una recompensa, siempre que Él te pide algo es porque tiene una recompensa para darte, no es un capricho de su parte, El sabe qué te hace bien y qué te hace mal.
Una persona inteligente sabe dónde colocar sus acciones, dónde apostar, sabe tomar decisiones, sabe donde invertir su vida, su tiempo, su dinero… ¡Una persona inteligente sabe elegir! Necesitamos recibir esa gracia de Dios de poder tomar decisiones inteligentes y poder invertir de tal manera que Dios se agrade y envíe sus recompensas sobre nosotros.
Hay inversiones que son inútiles: Hay personas que han invertido 20 años de su vida en un negocio que nunca salió adelante. Dios no desea inversiones inútiles, quiere inversiones que nos gratifiquen y en ese sentido hoy tenemos que aprender que no todo aquello que nos parece una buena inversión a Dios le parece una buena inversión. Hay cosas que tú haces que para Dios son una mala inversión. Él quiere llevarte a depositar tu dinero, tu inteligencia y tu tiempo en cosas que valen la pena ser invertidas. Es triste ver personas que a la edad de 60 años comienzan a decepcionarse de lo que son y de lo que han hecho. Cuando uno tiene 25 años cree que se puede llevar el mundo por delante, cree que puede lograr todo, las decisiones más importantes se toman en la juventud. Las noticias de hoy dicen que un 30 % de nuestros jóvenes terminan la secundaria. ¡Uruguay está haciendo una inversión pésima sobre sus jóvenes! Ellos no saben en qué apostar su vida. Muchos han dicho que beben y se emborrachan porque no saben en qué otra cosa invertir su tiempo, nos han dicho que se drogan porque quieren librarse de la realidad en que viven. Están depositando su vida sobre una bomba de tiempo, no solamente destruyen su vida sino que le añaden dolor a una sociedad maltrecha pero hay buenas noticias: ¡Aquel que invierte en los planes que Dios tiene recibe recompensa!
En San Juan 6:27 el Señor Jesús dice: “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre”. Jesús veía a la gente afanada, preocupada por las cosas cotidianas. La verdadera vida, el verdadero sustento, y el verdadero pan vienen de Jesucristo. ¡La inversión más grande que puedes hacer en tu vida es poner tu vida en las manos de Jesús de Nazareth! El Señor Jesús hoy te dice: “No te dediques tanto a lo que tienes que comer y vestir, dedícate a la comida que yo tengo para darte porque ella permanece para vida eterna”. Mateo 6:19-21 dice: “19No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 20sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. 21Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”. Tu corazón corre detrás de tu tesoro, él está, donde está tu tesoro; donde tú inviertes tiempo allí está tu tesoro y también tu corazón. Hay gente que trabaja y trabaja por tesoros de aquí abajo que perecen pero Dios dice que hay recompensas eternas. El objetivo de hoy es aprender a invertir en recompensas no que perecen sino que nos acompañarán por toda la eternidad.
Les pintaré un cuadro de la vida: Hay un puntito y seguidamente una flecha, una línea larga que no termina nunca. El puntito es la vida aquí en la tierra y la línea larga que nunca termina es la vida eterna. Lo más importante es la vida eterna; todo lo que está dentro del puntito se quema, se disipa y pasa. La vida aquí en la tierra es un soplo; invertir tiempo en cosas de aquí abajo, en cosas que no aprovechan y perecen, no es inteligente, Dios quiere que hagamos nuestras inversiones en el reino de los cielos. Al fallecer Rockefeller un periodista preguntó a su contador: “¿Cuánto dejó?” La respuesta fue: “¡Todo!” No llevó nada, todas sus inversiones quedaron aquí abajo. Si supieras que pronto te vas a vivir a Australia y nunca más has de volver, allá te espera tu padre, tu madre, tu novia, tienes el proyecto de trabajar allí, y te quedan pocos meses para vivir aquí… ¿Comprarías una casa cara aquí? ¿La pintarías, invertirías en esa casa? Cualquier persona inteligente diría: “No, guarda ese dinero para Australia”. Pero en el orden espiritual somos al revés. Lamentablemente estamos tan arraigados a lo que vemos, que no prestamos atención a las inversiones que Dios quiere que hagamos. En Latinoamérica estamos en una cultura que nos lleva a hacer inversiones de cortísimo plazo, estamos resolviendo y tapando agujeros todos los días y no tenemos tiempo de pensar en el futuro; las culturas anglosajonas dedican un tiempo especial para meditar en las inversiones que tienen que hacer en el futuro. Nuestros gobiernos se preocupan de lo que sucederá en este año, pero no en el siguiente… “total”, dicen, “viene otro gobernante luego y que se la aguante”, ¡y nosotros también somos así! No es habitual ver en nosotros personas que planifiquen para los siguientes 30 años, somos “cortoplacistas”, queremos una inversión pequeña con un rédito grande en poco tiempo, pero hay personas que saben invertir a largo plazo y saben esperar.
Si tenemos un millón de dólares y un banco nos da 1% anual, otro un 1.3 % pero luego encuentras otro que te da el 12% anual… ¿Dónde depositas el dinero? ¿Verdad que nos tentamos a ir y depositar en el banco que nos da un 12% de intereses? ¡Porque queremos un rédito pronto! He conocido personas muy ricas que jamás harían eso. Ellos investigan el banco y a veces se deciden por un banco que le da menos rédito pero mayor seguridad. ¡Depositar en el reino de los cielos da el rédito más grande de todos! Dios recompensa y recompensa grandemente. La palabra de Dios nos dice que recibiremos cien veces más aquí en la tierra aquellos que hemos dejado casas, padre, madre, posesiones, y luego, la vida eterna; dice la Biblia que reinaremos sobre naciones y que seremos recompensados según nuestras obras. La palabra de Dios enseña que los premios que Dios nos da no son para aquí, sino para la vida eterna.
Mi pregunta es: “¿Para quién trabajas? ¿Dónde depositas tu dinero?” Donde pones tu dinero allí está tu corazón. Recuerdo cuando compré una Fiat Weekend; a mi jamás me había interesado ese vehículo, pero vino un hermano y me dijo: “Tengo una weekend para Ud.” La compramos y cuando salí a la calle, comencé a ver en cada semáforo una weekend. Igual me sucedió con todos los autos que compré. Comenzamos a ver de acuerdo a la inversión que hicimos. ¿En qué gastas tu dinero? ¿Que rédito tienes de la inversión del dinero que tienes? He visto gente pobre que aunque tenga plata siempre vivirá pobre porque no sabe invertir el dinero que recibe. Me contaron de una mujer que recibió una herencia de 90.000 dólares y sigue miserable porque se los malgastó todo. Ser próspero no es cuestión de tener riquezas, es cuestión de saber invertir y saber vivir. La Biblia nos enseña que nosotros usamos el dinero en aquellas cosas donde está nuestro corazón y éste se queda donde está el tesoro. Y hoy Dios nos dice: “Hagan tesoros en el cielo donde no hay ladrones ni polillas que corrompan, hagan tesoros en el cielo, inviertan en el reino de los cielos y serán ampliamente recompensados”. ¡Hay un registro de cada cosa que hacemos! Jesús dijo que si damos agua fresca a uno de sus pequeñitos, por cuanto es su hijo, de cierto no quedará sin recompensa. El corazón de Dios está con los necesitados; cuando llegues al cielo, no te preguntará cuánto oro acumulaste sino si fuiste a visitar a la gente que estaba en el hospital y en la cárcel. Ahí es donde Dios quiere que pongas tu esfuerzo. ¿En qué inviertes tu vida? Servir a Dios es hacer lo que a él le agrada, no lo que a ti te agrada. Conozco cristianos que trabajan en tres trabajos… que duerme pocas horas… ¿Crees que Dios les aplaudirá? La prosperidad de Dios no viene por allí. ¡Tienes que buscar el pan que viene del cielo! La palabra de Dios dice que cuando a un hacha le falta filo, se necesita mucha fuerza para derribar el árbol. Veo cristianos cansados, agobiados, que están haciendo mucha fuerza y no tienen el hacha afilada. ¡Hacer lo que a Dios le agrada, reditúa! Sácale el filo a tu hacha y con menos esfuerzos lograrás mucho más.
Cuando entras en lo planes de Dios, él te respalda, te abre puertas y nadie te podrá hacer frente. Tú lo que necesitas es una palabra, la palabra de Dios es visión y poder. Ya los israelitas estaban por tirarse al Mar Rojo y ahogarse pero vino la palabra de Dios: “Extiende tu vara y ordena al mar que se abra”. Las cosas son más fáciles con Dios, tu vida será mucho más fácil cuando inviertas en el reino de los cielos. Dios no te pide grandes cosas, te pide que le des un vaso de agua fresca a alguien que tiene sed y por cuanto es su discípulo, no quedarás sin recompensa. ¡Estás invirtiendo para la vida eterna! Dios paga y paga bien. El quiere que te consagres, lo importante no son tus planes sino los suyos, no es lo que tu haces sino lo que Dios quiere que tu hagas. No trabajes para la comida que perece, no trabajes para tesoros que quedarán aquí.
Mateo 10: 42 dice: “Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa”. Cada cosa que dices y haces tiene su recompensa; Lucas 14: 12-14 afirma: “2Dijo también al que le había convidado: Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; no sea que ellos a su vez te vuelvan a convidar, y seas recompensado. 13Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; 14y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos”. Cuando invitas alguien… ¿A quién invitas? ¿Amigos? ¿Parientes? Invitamos a personas que nos gratifiquen y nos hagan sentir bien. Pero Jesús nos dice: “¡No hagas eso!” Dios está esperando darte una recompensa en el cielo y tú la quieres aquí.
Dios está esperando personas que se consagren a él, pero no de boca sino de corazón. La inversión más grande que puedes hacer en el reino de los cielos. Dice la Biblia: “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece…” Le dijeron a Jesús: “¿Qué tenemos que hacer para poner en práctica las obras de Dios?” Esta es la obra de Dios: Que crean en aquel que Él ha enviado, Jesús, quien dijo: “Al que cree todas las cosas le son posibles”. Es más importante lo que tú crees que lo que tú haces. Te esfuerzas en hacer cosas pero te estas desgastando… ¡Tienes que creer en aquel que Él ha enviado! ¡Jesús es el pan que necesitas! Cuando comiences a creer en Jesús comenzarás a hacer obras increíbles, no serán las obras de tus manos sino las obras de la fe, y cuando tus manos se muevan con fe dentro del plan de Dios, vendrá su poder sobrenatural sobre tu vida. Él abrirá puertas que nadie las podrá cerrar y tú serás bendecido y prosperado. ¡No necesitas trabajar más sino creer más! Tienes que hacer las obras de la fe, Cerciórate que trabajas para Dios.Quiero que hoy personas que están agotadas de trabajar, le pidan perdón a Dios por ese agotamiento, esa opresión en el obrar no viene de Dios, es por inversiones mal hechas…pedile a Dios que te llene de amor, de fe, de esperanza, Dios quiere que conozcas el fuego que puso en los huesos del profeta Jeremías. ¡Tienes el hacha con el filo desgastado! Pídele perdón a Dios, y dile: NO me alimenté del pan del cielo y me he fatigado con el pan de aquí abajo, quiero comer tu pan. Haz esta oración ahora mismo:
“Perdóname Señor, y bendíceme en este dia tomo la decisión de no vivir ansioso, afanado por el sustento de aquí abajo y me propongo invertir en tu reino mas de mi tiempo, mas de mis bienes, mas de mi inteligencia, más de mis fuerzas, haré las obras de la fé y obtendré tu recompensa, en el nombre de Jesús, amén”
ANEXOS: