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Quiero hablarte acerca de la visión. Es imposible lograr hacer algo grande si se carece de visión. Hay tres puntos importantes que compartí en la Web y sugieren lo siguiente: 1) Nunca harás nada importante si no tienes una visión importante. 2) Nunca tendrás una visión importante si no tienes una fe genuina. 3) Nunca tendrás una fe genuina si no tienes a Jesús como el Señor de tu vida.
Una visión importante y sobrenatural viene de la fe. Tú puedes tener muchas clases de visiones, pero si la visión es pequeña, el resultado será pequeño; no obstante, las visiones de la fe no son pequeñas porque éstas provienen de Dios y el Señor no es un Dios pequeño ni tampoco anda con pequeñeces. ¡Dios es grande y todopoderoso! ¡Dios es Dios de cosas grandes!
La fe sólo alumbra la visión de aquellos que hacen las obras de Dios. Las obras grandes provienen de Dios y las visiones grandes provienen de la fe genuina, y ésta le pertenece al autor de la fe. Tú puedes tener fe en algún yuyo, en alguna rata o en una cinta colorada, pero ninguna de ellas son genuinas, porque la fe genuina le pertenece al autor y consumador de la fe. Por lo tanto, nunca tendrás una fe genuina si no tienes una relación con Jesús. Si Cristo no es el Señor de tu vida, nunca tendrás una fe genuina y si careces de ella no tendrás una visión grande por lo que nunca harás cosas grandes.
Me parece escuchar a alguien que dice: “Ah, pero yo no pretendo hacer cosas grandes. Me encanta sentarme por las tardes, tranquilo a mirar televisión y tomar mate”. ¡Tú no tienes el sentir de Dios! El Señor tiene mucho para hacer en el planeta Tierra. ¡Dios no te quiere tranquilo tomando mate!
Si uno carece de visión no tiene dirección porque sin visión no hay dirección. Si no hay dirección no sabremos a dónde llegar; seríamos como el hámster que corre adentro de una rueda pero no va a ningún lado. ¡Muy afanado, con mucho trabajo! ¿Y dónde te encuentras? ¡Dentro de una rueda! ¡No llegarás a ningún lado! ¡Estás gastando tus años y tus días pero no vas a ningún lado! ¡Te falta visión! ¡Dios no te trajo al mundo para que corras y corras sin saber qué estás haciendo ni a dónde estás yendo!
Yo parto de la premisa de que cada uno de nosotros somos una creación especial de Dios, única e irrepetible. ¡Te hicieron a ti y rompieron el molde! Sucede que cuando Dios hace algo, no lo hace porque sí. Le preguntamos a alguien: ¿Por qué lo hiciste? y responde: “¡Porque se me dio la gana!” ¡Pero Dios no hace las cosas porque sí! ¡Él hace las cosas con propósito y tú eres mucho más que una cosa! ¡Tú eres un hijo, una hija del Dios viviente, creado a su imagen y semejanza!
Nunca harás algo grande si no tienes una visión grande y Dios quiere darte una visión grande.
Yo proclamo y profetizo que este año será un año de bendición y de logros. En este año verás cosas que ni te has imaginado porque escapan a tu imaginación pero están en el corazón de Dios. El Señor abrirá puertas que tú no esperabas, te mostrará cosas que tú no conoces, porque cosas que ojo no vio ni oído oyó, ni se ha manifestado en el corazón de los príncipes de este siglo, son las cosas que Dios ha preparado para los que le aman. ¡Este es un año de bendición!
¿TIENES VISIÓN DE DIOS?
Trato de infundirte fe, y debo decirte que si tú tienes fe, tendrás visión, y si tienes visión, cosas grandes sucederán en tu vida. Harás las obras de Dios y sus obras no son pequeñas. ¡Son grandes porque Él es grande! ¡Dios es Todopoderoso y sobrenatural!
Debes responder algunas preguntas y si las contestas, tú tienes visión. En primer lugar, tú tienes que saber quién eres. ¿Quién soy yo? Más del noventa por ciento de las personas no saben responder a esa pregunta. Tú dirás: “Soy una mujer” o “Soy un hombre”. ¡No! Tú tienes que saber quién eres en la mente de Dios. ¿Para qué te diseñó Dios? ¿Cómo te identificas a ti mismo? Si me preguntas a mi quién soy yo sabría qué responder. Yo podría decir que soy un padre de familia, el esposo de Marta Molina; podría decir que soy un arquitecto. Podría señalar muchos “yo soy”, pero hay un “yo soy” que es el más importante de todos. ¡Soy el apóstol Jorge Márquez, siervo de Jesucristo por voluntad de mi Padre que está en los cielos! Cuando tengo claro quien soy en Dios, es irrelevante el hecho de que sea arquitecto, padre de familia, o esposo. A la hora de responder quién soy yo, lo más importante es que Dios me ha constituido un apóstol para el mundo. Si yo se quien soy, tengo mi rol bien definido, mi función y mi visión de lo que hago.
Si le pregunto a cualquier persona, por ejemplo a un hombre, quién es, extrañado me responde: “¿Soy hombre o soy mujer?” Tal vez tú crees que no tendrías que haber nacido, como muchos que piensan que están de más en el mundo. Esas personas declaran que no son nadie o que cuando llegaron al mundo se pudrió todo. Creen que si no hubieran nacido, el mundo estaría mejor, o se enteraron alguna vez que su mamá lo ha querido abortar, o les confesaron que nacieron por error, que no los esperaban, entonces se preguntan: “¿Qué hago yo en este mundo?”
Saber quien soy me ayuda a conocer mi función y el por qué de mi existencia. No es relevante cuál es mi origen biológico. Para mí ya no es tan importante haber nacido de mi papá Joaquín Márquez sino de mi Papá que está en el cielo. ¡Soy un hijo de Dios! ¡Soy mucho más que un hijo biológico! ¡Pertenezco a la familia de Jesucristo! ¡Esto es lo que me da identidad a mí! Quien no tiene clara éstas cosas, puede dudar y tambalear.
La otra interrogante es: ¿Qué hago acá? ¿Por qué estoy donde estoy y no en otro lado? Muy pocos se hacen esta pregunta. Yo tengo la respuesta por eso me paro firme y predico con fe y autoridad. Si me preguntas qué hago en Uruguay, yo podría responderte: “¡Ah no sé, caí acá!” ¡No! Yo te voy a declarar por qué estoy en Uruguay. Fíjate que yo no elegí esta nación como mi tierra. Nunca soñé ni desee: ¡Qué lindo sería formar una familia en Uruguay! Nunca dije que sería bueno viajar a este país para prosperar. ¡Nunca se me pasó por la cabeza! Evidentemente se le pasó por la mente a Dios.
Un día llegué a Uruguay en obediencia a Dios, no porque me gustaba. Yo hice la primaria, la secundaria y la universidad en San Juan, Argentina, cerca de la cordillera de los Andes, al lado de Chile. Cuando me hablaban de Uruguay y Paraguay, me confundía, sólo sabía que estos dos países terminaban en “ay». Siempre oí hablar de Nueva York, Miami, de París, pero nunca me mencionaron el obelisco de Uruguay, cosa que uno diga: “Ah qué lindo obelisco. ¡Cómo me gustaría ir a conocerlo!” No sabía que Punta del Este era una ciudad del Uruguay. Hasta que Dios me mandó a este país y ahora lo conozco bien. Pero no ando despistado, yo estoy en Uruguay porque el Dios del cielo me mandó aquí. Y se hace evidente que Él me mandó por la obra que estoy haciendo en esta nación, porque Él me está respaldando. Si tú estás donde Dios quiere que estés, Él te va a bendecir donde estás. Si te encuentras en el desierto de Sahara por voluntad de Dios, Él te va a bendecir y a prosperar, te va a respaldar y fructificarás en el mismo desierto de Sahara. Esto lo se bien porque yo estoy teniendo bendición en Haití. Estamos felices porque hemos ido a un lugar complicado, con muchas pestes, con mucho vudú e idolatría, con falta de dinero, etc., pero allí está Dios a nuestro lado, respaldando nuestra tarea y somos bendecidos.
Si tú sabes quién eres, sabes por qué estás donde estás; estás cerca de tener una visión grande.
¿De dónde vengo y a dónde voy? “¡Yo vengo de un barrio complicado! Allí se vende droga, se matan, se escuchan balazos todo el día”. ¡Yo vengo de mi Padre celestial! Ya no importa si mi madre me amó o no, cuando descubrí a Dios y descubrí su amor, puedo declarar que mi Padre me ama y yo vengo de Dios. ¡Ese es mi origen! ¡Vengo de Dios y voy a Él! Todo esto me ayuda a identificar que tengo visión.
¿Te has respondido esas interrogantes? ¿Sabes por qué estás dónde estás? ¿Sabes quién eres? Alguno me dice: “Yo tengo un llamado de Dios. Hace veinte años yo les predicaba a las personas y éstas se convertían. Dios me llamó a ser evangelista”. “¿Y qué estás haciendo ahora?” “Soy carpintero”. ¿Qué haces de carpintero si Dios te ha llamado a ser pastor? ¡Los llamados de Dios son eternos! ¡No caducan! ¡El llamado de Dios y sus dones no tienen fecha de caducidad!
Dios trabaja con el ser humano dándole visión. ¡Quien no tiene visión no sabe a dónde va! Dios me dijo: “¿Viste que fui yo que te traje a Uruguay? ¿Te has dado cuenta que no eres arquitecto sino apóstol? ¡Yo te he levantado!” Entonces tengo otra visión para la vida y emprendo las cosas en la seguridad y en la certeza de que Dios está conmigo, y que estoy obrando, no en el poder humano sino en el poder de Dios.
Si yo estoy en la voluntad de Dios, si conozco quién soy, cuál es mi origen y por qué estoy donde estoy, entonces tengo el respaldo del Señor.
Leemos en Génesis 15:1: “1Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande”.
Cuando Dios habla, da una visión. Abraham había pasado muchos años dando vueltas por la tierra prometida, la tierra de Canaán y nada prosperaba. Génesis 12 señala que llegó Abraham a Siquem, a la tierra a donde Dios lo había mandado, y en aquel entonces habitaba allí el cananeo; no dominaba Abraham esa tierra, pero había ido allí por voluntad de Dios. Posiblemente Abraham estaba temeroso porque se encontraba muy solo y ya estaba bastante viejo. Tenía mucho ganado y riquezas pero se preguntaría: “¿Qué hago yo en Canaán? ¿Por qué estoy aquí tan solo? ¿A quien le voy a dejar mi herencia?” Él pensó que sólo tenía esclavos y que al final uno de sus sirvientes se iba a quedar con todo lo que era suyo. Pero Dios se le apareció y le dijo: “No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande”. Y él, que estaba temeroso, se preguntaría: ¿Qué premio tengo yo?
Imagina si estuvieras solo, te sentirías un desgraciado. Ni Dios ni nadie te escucha; nadie te entiende. Vives temerosa o temeroso, no sabes qué emprender porque el temor te hace cobarde, pero llega Dios y te dice: “Yo soy tu escudo”. ¡Guau, ya no estoy solo, Dios está conmigo! A Abraham le dijo: “Yo soy tu escudo, yo te voy a proteger y te voy a premiar”. ¡Confiesa que eso mismo Dios te lo dice a ti en esta hora!
Génesis 15:2 al 5 continúa diciendo: “2Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer?” El mayordomo pertenecía a Damasco, era un sirio. “3Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa. 4Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará”. Abraham estaba viejo pero Dios le dice: “Yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande”. “5Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia”. ¡Un hombre viejo y solo recibe una visión de parte de Dios! Y Génesis 15:6 concluye: “6Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia”. Abraham estaba solo, no tenía descendencia, ya era viejo, y Dios le dijo que sería su escudo, que Él lo iba a proteger y a premiar, y además le daría una descendencia que no se podría contar como no se pueden contar las estrellas que hay en el firmamento.
¡Abraham recibió una visión extraordinaria! Ya al otro día trabajaba con más ánimo porque había creído, no tenía descendencia pero no importaba, ya había creído. Seguía con su esposa tomando mate, pero ya sabía él que Jehová era su escudo y estaba a su lado. ¡Abraham ya lo sabía, él tenía la visión! Tú no necesitas tener en tus manos lo que estés vislumbrando, lo que necesitas es creer y cuando crees, la visión ya es tuya. ¡Por eso necesitas creer!
Nunca harás una gran obra si no tienes una gran visión, y nunca llevarás adelante una gran visión si no tienes una gran fe, una fe genuina. ¡Es sencillo de entender! ¡Simplemente cree lo que hoy Dios te está hablando! Porque Dios genera visión entregando palabra. Habló Jehová a Abraham en visión. ¡Dios habla y genera visión en tu corazón!
Hay gente que tiene visión grande pero no le alcanza la fe. Recordemos a los que tenían que entrar en la tierra prometida. Declararon que la tierra era buena, era verdad lo que dijo Dios, abundaba la miel y la leche; y el fruto era extraordinario pero no creyeron que iban a poder. ¡Si tú no tienes fe no llevarás a cabo la visión!
¡Dios hoy quiere hacer algo nuevo en ti! ¡Él está sembrando visión en ti! Dios te dice como le dijo a Abraham: “Yo soy tu escudo”. Si tú eres de Cristo eres descendiente de Abraham; y las promesas que fueron para él, también abarcan a su descendencia. “Yo soy tu Dios y seré el Dios de tu descendencia después de ti”.
Y el apóstol Pablo dijo: “Los que son de Cristo, son de Abraham”. Cristo vino de Abraham y los que son de Cristo vienen de Abraham. ¡Yo soy descendiente de Abraham según las promesas hechas a él! ¡Sus promesas son también mías! Dios le dijo: “Te bendeciré y serás bendición; bendeciré a los que te bendijeren y maldeciré a los que te maldijeren”. Como te dije, soy descendiente de Abraham, y el Señor te dice a ti: “Si tú bendices a mi siervo yo te bendeciré a ti; si lo maldices, yo te maldeciré a ti. ¡Mi siervo es descendiente de Abraham!”
¿Tú amas al pueblo de Israel? ¿Amas a los descendientes de Abraham? Yo soy uno, ámame. ¡Dios bendecirá a quienes te bendigan y maldecirá a los que te maldigan! ¡Créelo! ¡Recibe visión! Las promesas que son para mi, también son para ti. ¿Eres o no descendiente de Abraham? “¡Ah pastor me han hecho un trabajo de brujería!” Dios te reconviene: “¿No te dije que yo soy tu escudo? ¿No te he dicho que te prosperaré? ¿No te dije que no tuvieras miedo porque yo estoy contigo? ” ¡Las promesas hechas a Abraham son hechas a nosotros! ¡Qué hermosa es la palabra de Dios!
MI VISIÓN
Te voy a demostrar lo que es tener visión. Yo estoy enamorado de los campamentos de Beraca. ¡Esos campamentos tienen origen en el corazón de Dios! ¡He visto tanta gente transformada por su poder! ¡Me encanta pensar que asistirán dos mil jóvenes! Y pienso: Si solamente el uno por ciento, es decir, si veinte de los dos mil, llegan a ser pastores como los pastores que están a mi lado, ¡qué revolución haremos en Uruguay!
Yo tengo visión. ¿Qué dice esa visión? Que veré con mis ojos la gloria de Dios en Uruguay. ¡Hace veintitrés años que lo vengo predicando, yo veré la gloria de Dios en Uruguay! ¡Yo estoy peleando por una visión grande! ¡Estoy luchando por la recuperación de la juventud perdida en las drogas, en el sexo, en el alcohol!
¿Tú tienes visión? Hay quienes se dedican a opinar, yo les llamo, los opinólogos. ¡Ellos no hacen nada pero opinan de bien! Juzgan lo que hago, lo que hablo; juzgan el trabajo que hacemos en la iglesia. Ellos opinan acerca de lo que tendríamos que haber hecho o lo que no. Y lo que me pregunto es: ¿Qué hacen esos que hablan y critican? ¿Dónde están sus obras?
¿A quién escuchas tú? ¡Yo tengo un sueño! Sueño con escribir historias extraordinarias. Voy a escribir varios libros que se llamen Historias que Sanan, porque hay cientos y cientos, cuyas historias han sido cambiadas por el poder de Dios. ¡Yo tengo fuego dentro de mí! Porque vi al pastor Andrés González, flaco, drogadicto, y hoy lo veo siendo pastor. ¡Bendito sea el Dios del cielo que ha hecho posible eso! Yo conocí al pastor Martín cuando llegó a nuestra iglesia, flaco, melenudo, sin familia, sin esperanzas y sin visión. Gracias a la visión, esas personas fueron transformadas. Les llegó la palabra de Dios, entró la visión y cambió la historia. ¡Deja entrar la visión a tu corazón y cambiará la historia de tu vida!
¿Quién podrá frenarme? Alguien me dirá: “No te alabes tanto. No te la creas tanto”. ¡Me la creo! ¡Nadie va a decidir cuando yo voy a parar! ¡Sólo Dios! Si alguien está pensando que me muera pronto: ¡Olvídate! Yo no me voy a morir cuando la gente diga sino cuando Dios lo diga. ¡Cuando gane la última alma para Dios, Él me va a llevar!
Si me preguntan hasta dónde quiero llegar con los Hogares Beraca y con esto de rescatar a la gente de la droga, del alcohol y la prostitución, yo les respondo: ¡Hasta que no hayan más prostitutas, hasta que no hayan más alcohólicos ni drogadictos! ¡Bendigo a Dios porque a mí nunca se me hubiera ocurrido trabajar con los drogadictos como lo estamos haciendo! ¡Es la obra de Dios y Él la va a respaldar! ¡Dios levantará de las piedras gente que le adore! ¡Yo veré la gloria de Dios en Uruguay!
Yo tengo una visión. ¡Bendito sea Jesús! ¡No me van a detener! Me escribió una persona que se ofendió porque subí a la Web unas fotos de unos corderos, quien me puso: “¡Esto está muy mal apóstol, me voy de la congregación!” Le respondí: “Lamento mucho que te vayas”. La verdad es que no puedo conformar a todos y nunca lo voy a lograr.
¿Tú crees que mi visión es matar corderos? Otra persona me puso: “¡Criminal!” ¿Nunca se han comido un asado?, me pregunto. ¿No es que hay que matarlos para después comerlos?
Dios le dijo a Abraham: 7…Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra. 8Y él respondió: Señor Jehová, ¿en qué conoceré que la he de heredar? 9Y le dijo: Tráeme una becerra de tres años, y una cabra de tres años, y un carnero de tres años, una tórtola también, y un palomino. 10Y tomó él todo esto, y los partió por la mitad, y puso cada mitad una enfrente de la otra; mas no partió las aves” (Génesis 15: 7 al 10). Hizo pacto Dios con Abraham y le prometió que estaría con él. También le dijo el Señor a Abraham: “13…Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años” (Génesis 15:13). Todo quedó escrito bien claro, para que nadie dude que Dios habló. Cuatrocientos treinta años estuvo cautiva la descendencia de Abraham en Egipto. Al final del tiempo, Dios se acordó de la promesa hecha a Abraham, entonces habló con Moisés y lo mandó a libertar a la descendencia de su amigo, ¡cuatrocientos treinta años después!
Dios toma a Isaías, setecientos cincuenta años antes de la venida de Jesucristo y le dice:“8Ve, pues, ahora, y escribe esta visión en una tabla delante de ellos, y regístrala en un libro, para que quede hasta el día postrero, eternamente y para siempre” (Isaías 30:8). O sea, para que quede claro a todos nosotros en este tiempo y a los que queden cuando Cristo vuelva, ese es el día postrero. ¡Que todos sepan que la visión que Dios da, se cumple!
Isaías 30:9 continúa diciendo: “9Porque este pueblo es rebelde, hijos mentirosos, hijos que no quisieron oír la ley de Jehová”. ¿Qué sucedió? Llegó el enemigo y los tomó cautivos, entonces Dios les dijo: “Ustedes quédense tranquilos”: “7Ciertamente Egipto en vano e inútilmente dará ayuda; por tanto yo le di voces, que su fortaleza sería estarse quietos” (Isaías 30:7). Dios les dijo que no fueran a buscar ayuda a los egipcios sino que su salvación estaba en quedarse quietos donde estaban. El Señor prometió bendecirlos y prosperarlos y que en medio de la aflicción Él estaría con ellos. Y ellos dijeron: “No, queremos ir a buscar ayuda a Egipto”, a lo que el Señor les respondió: “14Y se quebrará como se quiebra un vaso de alfarero, que sin misericordia lo hacen pedazos; tanto, que entre los pedazos no se halla tiesto para traer fuego del hogar, o para sacar agua del pozo. 15Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza. Y no quisisteis, 16sino que dijisteis: No, antes huiremos en caballos; por tanto, vosotros huiréis. Sobre corceles veloces cabalgaremos; por tanto, serán veloces vuestros perseguidores” (Isaías 30:14 al 16). Hasta el año 1948 fueron dispersados. “Ustedes no me han querido oír”, dice el Señor, “no han querido saber de mi visión”: 18Por tanto, Jehová esperará para tener piedad de vosotros, y por tanto, será exaltado teniendo de vosotros misericordia; porque Jehová es Dios justo; bienaventurados todos los que confían en él” (Isaías 30:18). Dios le dijo: “Van a ser quebrados y dispersados por las naciones, pero sepan ustedes que yo voy a estar esperando hasta el día en que voy a tener misericordia de ustedes. ¡Yo los voy a restaurar!”
Por eso me causa gracia cuando en las noticias se escucha que Irán hará desaparecer de sobre la faz de la tierra a Israel. ¡Mira lo vanidosas y orgullosas que son esas naciones árabes! La Biblia señala que es Dios quien los ha dispersado y es Él quien los ha juntado, y nunca podrán hacerlos desaparecer de la tierra que el Señor les ha dado. Y esto es para que nosotros sepamos que cuando Dios da una visión, Él la cumple. ¡Dios es fiel! ¡Y Él cumplirá su visión en ti!
CONCLUSIÓN
Dios hoy te dice: “Si te unes a mí, tendrás fe. Si tienes fe no te faltará la visión, y si tienes visión, no pasarás desapercibido”.
¡Cuántos cristianos han consumido sus vidas y no han logrado nada que glorifique y honre a Dios! ¡Que no te pase como a ellos! Si tú cumples tu parte, Dios cumplirá la suya. ¡Tú no has venido por casualidad al mundo! ¡Dios no tiene proyectos pequeños contigo, sus proyectos para ti son grandes! Él hoy te ha dicho: “Yo soy tu escudo, estoy contigo, tu galardón será sobremanera grande. La visión que yo doy, yo la cumplo”. ¡Dios no te va a fallar! Pero es necesario saber si tú harás tu parte.
Cuando llegué a Haití y se que fui a esa nación porque Dios me mandó, yo no estaba soñando con ir a allá. Posiblemente mi sueño era ir a las Bahamas, a Cancún, pero Haití jamás se me había cruzado por la mente. Pero cuando llegué a ese país, la primera noche que estuve ahí con los veinte hermanos uruguayos que hoy están a cargo del hogar de niños, yo lloré. ¡No podía creer que estaba en Haití! Yo le pregunté a Dios: ¿qué hago acá? ¿Será que tú me has traído? ¿Será que yo lo inventé? Dios me confirmó que yo estaba en Haití no porque era un sueño mío sino porque era su sueño. Yo estaba allí porque lo amaba, porque si no amaba a Dios, no iba ni a palos. Al amanecer, los chicos se levantaron para tener un devocional, un tiempo de adoración antes de que saliera el sol y en ese momento cantábamos: “Yo no quiero estar aquí por obligación. Yo no quiero estar aquí por la religión. Sólo quiero estar aquí porque te amo. Porque te amo, yo paro todas las cosas. Porque te amo, me postro hoy ante ti. Porque te amo escojo la buena parte, que es estar aquí, que es adorarte, Dios”. Esa mañana entendí que estaba ahí, en la playa, porque era el lugar que Dios quería que le adore y le confiese: “Señor, estoy aquí porque te amo”. No es, Señor te amo porque estoy donde me gusta, sino que estoy donde estoy porque te amo, y hago lo que hago porque te amo. Esa madrugada Dios me confirmó: “Yo te he traído a este lugar. ¡Yo soy tu escudo! ¡Yo estoy contigo!” Enfrentamos miles de inconvenientes, pero ni un solo problema nos pudo frenar porque Dios está con nosotros.
¡Estoy feliz porque recibiremos tres haitianos en el campamento de Beraca, fruto del trabajo de Misión Vida para las Naciones! Más de un año y medio estuvimos allí con un motor que a ratos se averiaba, y que apagábamos todas las noches a eso de las nueve treinta. ¡Quedaba todo oscuro en ese lugar! ¡Eso era una boca de lobo allá en la montaña pero nada nos detuvo! Recientemente un hermano estuvo allá instalando el sistema de energía eléctrica con paneles solares, y recibí un mensaje de una de las chicas que está a cargo del hogar que me decía: “¡Qué hermoso es poder encender la luz!”
Quizás tú no sabes lo que es vivir sin luz. ¿Irías a un lugar donde no hay energía eléctrica por amor a Dios? Los hermanos de Haití están felices y ya no tienen que prender más el motor porque ahora el sol les provee energía.
Después de casi dos años de habernos instalado allí, la obra está afirmada. Falta que nos hagan el pozo de agua, lo que estamos esperando con ansias porque gastamos cien dólares semanales por agua para las duchas y para lavar, y otro tanto de dólares para comprar agua para consumir. ¡Pronto podremos abrir el grifo para poder tomar agua!
Si tú haces hoy un pacto con Cristo tendrás una fe genuina; y si tu fe es genuina, tendrás una visión grande y poderosa. Y si tienes visión, entonces harás las grandes obras de Dios.
Si reconoces que no eres de esta clase de soldado del reino y sabes que le estás debiendo a Dios amarle al punto de dejar todas las cosas por amor a Él, es necesario que hagas un pacto con Jesús para que Él sea tu Señor, sabiendo que te dará fe y visión. ¡Preséntate delante de Él y recibe hoy su unción!
ANEXOS: