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Hoy quiero tratar el tema de la bendición y la prosperidad desde el punto de vista de Dios; en realidad la bendición y la prosperidad son cosas que Dios promete a quienes le buscan y le aman. Toda la Biblia está llena de promesas “condicionales”.
Éxodo 23:25 tiene una promesa “condicional”: 5Mas a Jehová vuestro Dios serviréis, y él bendecirá tu pan y tus aguas; y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti. 26 No habrá mujer que aborte, ni estéril en tu tierra; y yo completaré el número de tus días. 27Yo enviaré mi terror delante de ti, y consternaré a todo pueblo donde entres, y te daré la cerviz de todos tus enemigos”.
Dios prometiendo es Dios cumpliendo; la Biblia nos enseña que Dios es fiel y lo que promete, lo cumple. No hay cosa mejor que tener el pan y el agua bendecida, es decir, que toda nuestra comida esté bendecida y que no tengamos enfermedad en nuestros cuerpos. ¡Qué promesa maravillosa! Significa que cuando comas tu comida, ella vendrá con las vitaminas y las proteínas que tu cuerpo necesita. ¡Dios te sanará a través de tu comida y el agua que tomes será para ti como un remedio! Sin embargo, las promesas de Dios casi siempre son condicionales, es decir, requieren de un pacto y un compromiso previo con él, por eso el versículo 25 dice: “…mas a Jehová vuestro Dios serviréis…” ¿Cuál es la condición? ¡Servir a Dios! Cuando nos dedicamos a conseguir nuestro pan y nuestra agua, nos estamos dedicando a algo que ya Dios ha prometido hacer sin necesidad de afanarnos en esas y otras cosas. No es acertado pedirle a Dios: “¡Señor! ¡Tengo hambre, mándame comida!”, porque la promesa de agua y comida bendecida está sobre los que le sirven, le aman y le obedecen, éstos no tendrán necesidad de ningún bien. Me imagino tu pregunta: ¿Por qué entonces me ha faltado? La respuesta es simple: O Dios miente, o tú no has guardado tu pacto con él. ¡Pero Dios no miente! ¡El cumple sus promesas! No obstante, su relación con nosotros es de pacto: Si haces lo que él te pide, te dará lo que ha prometido. ¡El no tiene problemas ni con el dólar ni con el Fondo Monetario Internacional! El trato es personal, entre tú y Dios. ¡Tú puedes tener un trato particular con Dios! ¡Así nos evitamos un sinfín de trámites, esperando que Dios nos bendiga a través del Ministro de Economía o el Presidente de la Nación! Si Dios promete, él cumple pero tienes que hacer un pacto con él. La bendición de Dios es su respuesta o su pago a aquellos que han hecho un pacto con él. Hay quienes creen que por leer o escuchar esta palabra, Dios ya les bendecirá. ¡No! Primero viene el compromiso, luego la obediencia y posteriormente la bendición. Dios nos dice: “Si tú me sirves, bendeciré tu comida. ¡Todas las vacunas, analgésicos y antibióticos irán incluidos en tu comida!”
Veamos lo que dice Josué 1:6-8: Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. 7Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. 8Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”.
¿Cuál es la condición de esta promesa? Esforzarse y obedecer todo lo que Dios ha ordenado; Dios garantiza su presencia, su poder, su bendición, pero antes le dice a su pueblo: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente para hacer conforme a todo lo que mandé a través de mi siervo Moisés”.
Si tú haces lo que él quiere no necesitas pedirle lo que deseas; nosotros hacemos al revés, le pedimos lo que deseamos y no tenemos en cuenta qué es lo que nos está demandando. Toda la prosperidad, la bendición, el respaldo y poder de Dios para que ser vencedores en todas las cosas es consecuencia de haber hecho un pacto con Dios. Cuando hagamos un pacto con él y le obedezcamos, él nos bendecirá y seremos guiados por él, pero la condición es servirle.
¿Qué es servirle? El verbo “servir” tiene la misma raíz que la palabra siervo. ¿Qué era un siervo? ¡Era un esclavo! El esclavo tenía que hacer lo que su Señor quería, él no vivía para hacer su voluntad sino la de su amo. Se era esclavo de distintas maneras: Se podía comprar a alguien como esclavo mediante el pago de un precio o se podía nacer esclavo. Había amos buenos y malos pero el esclavo no elegía su amo. Sin embargo, el caso de Dios es distinto: Uno elige ser esclavo de Dios y ya la relación no es económica sino de amor; quedo ligado a Dios y le sirvo por amor y él, que es mi amo me dice: “Si haces todo lo que te pido te irá bien en todas las cosas, bendeciré tu comida y tu agua, derrotaré a tus enemigos y te haré prosperar en todo”. Pero primero se tiene que establecer la relación de siervo, es necesario que llegues al punto que le digas: “¡Señor! ¡Quiero vivir para ti, no para mi! No me interesa más complacerme a mi mismo, me interesa complacerte a ti, si te veo sonreír, ya estoy satisfecho, si logro agradarte, ese es mi premio más grande. ¡Me pondré a tu servicio y haré lo que me pidas!” Este es el único caso en que el esclavo, decide serlo por decisión propia.
Había un cuadro legal donde en determinadas situaciones el esclavo podía decidir si seguía con el amo o ser libre; para algunos no era mala la esclavitud; cuando ellos declaraban que querían ser siervos de su amo a pesar de la oportunidad que se les daba de ser libres, se les horadaba la oreja y eso era señal que él, por decisión propia (Deuteronomio 15:13-18) decidía continuar una relación de servidumbre con el amo que amaba. Jesús dijo que no nos afanemos por lo que necesitamos sino que todo eso vendría por añadidura, lo importante no es lo que yo necesito sino lo que Dios necesita y lo que él quiere ya que es mi amo. Cuando uno entra en esa relación con Dios, se cumple el pacto sobre nuestras vidas y allí él comienza a bendecir nuestra comida, nuestra agua y nos prospera en todo.
Existen dos problemas: Hay quienes hacen pacto con Dios e inmediatamente comienzan a “comer como lima nueva”; pronto se fortalecen y son bendecidos y cuando se creen fuertes, comienzan a hacer lo que se les da la gana; por otro lado, están aquellos que se sienten débiles y no obedecen, luego creen que Dios no cumplió. Dios le dijo a Josué: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente porque Jehová estará contigo donde quiera que vayas…” ¿Por qué se lo dijo? Se lo dijo tres veces porque sabía que se iban a levantar circunstancias que lo iban a detener y porque sabía que la tendencia del ser humano es a debilitarse.
Veamos lo que dice Jueces 1:19: “Y Jehová estaba con Judá, quien arrojó a los de las montañas; mas no pudo arrojar a los que habitaban en los llanos, los cuales tenían carros herrados”. Parece ser un versículo contradictorio; Dios le había dicho a Josué que estaría con él en todo, ¿por qué pues no pudieron vencer a los que habitaban en los llanos? A veces nos sentimos fuertes para enfrentar algunas cosas y débiles para enfrentar otras; la realidad no era que Judá no podía vencer sino que consideró que era una empresa demasiado difícil porque los del valle tenían carros herrados. Si dices: “¡Dios está conmigo!”, vencerás, Dios afirmará tus palabras y dirá: “Si, estoy contigo”, pero si dices: “No puedo, no creo que venza a los de carros herrados…” él dirá: “¡Tienes razón, no los vencerás!” Conforme a tu fe, te será hecho, Dios trabaja en coordinación contigo. Hay muchos que no logran las conquistas de Dios por lo que piensan.
Veamos otra situación que puede plantearse en Jueces 1:28: “Pero cuando Israel se sintió fuerte hizo al cananeo tributario, mas no lo arrojó”. Dios les había dicho que destruyan y arrojen de la tierra a todos sus enemigos y que no hagan pacto con ninguno de ellos porque terminarían adorando a otros dioses que les serían por tropiezo. A veces me pregunté por qué Dios quiere ser tan exclusivo, que lo adoremos sólo a él; suponte que soy el director de la “Coca Cola” y enfrente está la “Pepsi”; ¡yo te contrato para que trabajes conmigo, te pago para eso y tu trabajas para la “Pepsi”! ¿Cómo me sentiría yo? Dios te dice: “Si haces un contrato conmigo, si me has de servir, no trabajes para la otra empresa”. ¡Le sirves a Dios o no le sirves!
Asimismo dice la Biblia que cuando Israel se sintió fuerte, en vez de echar a sus enemigos, les cobró tributos y dejaron de hacer lo que Dios quería para hacer lo que ellos querían. Si tienes un pacto con Dios no lo violes, respétalo, si has decido amarlo y servirle, no te tires al suelo diciendo que no puedes hacer lo que Dios te ha mandado; no seas como Judá que no se animó a luchar con los de carros herrados, no seas como Israel, que cuando se sintió fuerte comenzó a hacer lo que él quiso y no lo que Dios quería.
La Biblia dice que nuestro Dios hace misericordia a aquellos que le aman y guardan sus mandamientos. ¡Dios es un Dios misericordioso! ¿Qué significa esto? Que si te has equivocado y has hecho las cosas mal, si hoy vienes y le dices: “Te amo y quiero guardar tus mandamientos”, ¡él te bendecirá y todo lo que hagas te saldrá bien! La bendición y la prosperidad son un pago o reconocimiento de parte de Dios por el cumplimiento de un compromiso previo con él. Dios no miente, uno de sus nombres es “Fiel y Verdadero”. “Fiel” quiere decir que cumple y no te deja tirado y “Verdadero” que no usa artimañas, mentiras ni engaños, sino que usa la verdad.
¡Hoy es tu oportunidad para hacer un pacto con Dios o renovarlo!
Dile hoy a Dios: “Te necesito, te pido perdón porque siempre he querido la prosperidad y la bendición pero muchas veces no he estado dispuesto a cumplir con mi parte del pacto; quiero volverme a ti, limpia mi corazón y perdona mis pecados. ¡Quiero hacer un nuevo pacto contigo! Quiero que seas mi amo y mi Señor en todas mi cosas, y estoy seguro que contigo lograré la victoria en todas las cosas, en el nombre de Jesús, amén”.
ANEXOS: