Av. 8 de octubre 2335
Montevideo
WhatsApp:(+598) 095333330
Isaías 55:1-3: “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura. Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David.”
Se establece aquí un paralelo entre la comida que sacia el cuerpo y la que sacia el alma. Estamos viviendo un tiempo en el que el mundo está presentando muchas alternativas que supuestamente van a saciar el alma, pero vemos con tristeza que ésta no es saciada.
Que oferta más linda nos hace Dios. Aquí lo que nos dice es que todos los sedientos vengan a beber, y todos los hambrientos vengan a comer. Esta oferta se torna sumamente atractiva por el hecho de que está incluida en la frase la palabra todos. Esta palabra lo que hace es incluir y no rechazar a nadie. Me gusta en la Biblia ese tipo de términos, que si no vinieran de Dios, yo diría que son exagerados. Pero Dios no tiene problema en que venga a su casa toda la gente que quiera, porque él tiene alimento y agua para todos. Dios dice que todos pueden ser saciados de su sed y su hambre.
Una de las más grandes necesidades del alma, en este tiempo, es la afectiva. El mundo se ha vuelto muy hedonista, muy dado al placer y al egoísmo, cada uno busca lo suyo propio. Es tal el egoísmo que a la hora de casarse nadie quiere perder su individualidad. La mujer espera que el hombre le de para sentirse satisfecha, y en la medida que él le responde, ella más demanda, para sentirse más satisfecha. Y él se casa con la misma expectativa, pensando en que puede satisfacerse. Ninguno tiene la idea de sumarse el uno con el otro, ni de complementarse, sino que cada uno está deseando llenar su propia necesidad. Y en esa disputa, de que cada uno llene al otro, no llegan a una unidad, sino a una separación. Y ahí viene la angustia y pensamientos como: “¿Para que me casé? Yo pensé que esto iba a ser distinto… “
Hoy en día, a poca edad se le demanda a los hijos que comiencen a trabajar y a sustentarse, porque los padres están muy ocupados en hacer o rehacer su vida. Y entonces tenemos niños deseosos de afecto, cuyos padres no se han ocupado de ellos, sino de intentar llenar su propio vacío; entonces estos niños crecen diciendo: “Cuando yo me case, no va a ser así.” Y sucede muy a menudo que una hija que se cansó de ver a su papá golpear a su mamá, termina casada con un hombre que comienza a golpearla a ella. Del mismo modo, una mujer que se cansó de ver a su papá alcohólico, se casa con un hombre que termina alcoholizándose. Es lamentable, pero a veces es tanta la ceguera, que estas personas no se dan cuenta que están comenzando a comer de la misma comida que han comido toda la vida, y una vez que están casadas sufren la falta de saciedad del alma. Entonces comienza el desengaño y surgen frases como: “Todos los hombres son iguales” o “Todas las mujeres son iguales”.
El diablo se las ha arreglado para transformar los días de fiestas en días tristes. Este es un tiempo para la gratitud y para exaltar al Dios todopoderoso. Dice la Biblia que él nos consuela en todas nuestras tribulaciones, y no sólo eso, sino que lo hace de tal manera, que podemos consolar a otros como él lo ha hecho en nosotros mismos. Estamos hablando de un Dios que sacia y que llena todo. En Uruguay no encontré gente que supiera qué es la navidad, porque el laicismo de este estado ha pretendido cambiarle el sentido a esta fiesta. Han pretendido que sea simplemente una fiesta familiar y eso les dirá la gente en la calle. Hasta los drogadictos cumplen religiosamente el rito de estar en casa hasta las doce de la noche, pero a las doce y cinco se van a ir, porque tienen otras cosas con las que sacian su alma. Otros empiezan a saciar su alma el día veinticuatro a las dieciséis horas con cerveza, pero el alcohol que beben no cae en el alma, cae en el estómago, va a la corriente circulatoria y va al cerebro, así que el alma sigue a los gritos, deseando ser saciada.
Hay muchas necesidades del alma, les he hablado sólo de la afectiva. La gente de hoy se encuentra en una búsqueda continua y desde todos los rincones de la sociedad el mundo le está ofreciendo soluciones para saciar las necesidades del alma. Últimamente estamos tratando de hacer leyes para que los homosexuales se sientan normales, sientan que han optado por una elección sexual válida y natural. Aún desde el punto de vista legal, se les está tratando de dar derechos a las personas para que no se sientan recriminados por las enseñanzas de las religiones. Se les está tratando de dar derecho a los niños de disfrutar del sexo desde pequeños sin que los padres se metan. Hoy en día se está hablando de derechos sexuales y reproductivos como derechos humanos intrínsecos, que ya vienen con la criatura y por lo tanto no hay que privarles del placer sexual. Pero la gente sigue vacía y sedienta porque la sed del alma no la sacian los hombres sino sólo Dios.
El pasaje de la Biblia que leímos dice: “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tiene dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.” La oferta se transforma en algo más grande; no solamente es una oferta para todos sino que es sin precio y pueden llevar abundantemente vino y leche. Dios está ofreciendo alimentar y darle bebida a todo aquel que está hambriento y sediento. Esto es a los que son de raza amarilla, negra, blanca, a los que son de sexo masculino o femenino, a los que hayan perdido a su padre, a la mujer que haya sido repudiada por su esposo, al hijo que haya sido abusado violentamente o sexualmente o al que no lo haya sido. Estoy hablando de un Dios que ofrece saciar el hambre y la sed del alma de toda persona, él promete transformarse en el esposo de la mujer viuda, el promete transformarse en aquello que te está faltando. El hombre busca y se afana, y ni siquiera la iglesia le satisface porque no está pensando en recibir lo que Dios le quiere dar, sino en lo que él quiere recibir, y aún rechaza la iglesia diciendo que no hay allí lo que busca; pero el hombre no sabe lo que busca. Dios dice: Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura. La comida que Dios quiere darte entra por el oído. Sigue diciendo este pasaje: Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David.”
La oferta es grande y para todos. Dios promete darte el alimento que necesitas, promete darte el agua que anhelas, Dios satisface el corazón de las personas.
En estos días he estado tratando con muchas personas que una simple oración de fe les ha dado la salida que ellos han estado necesitando. Ellos creían que había que estudiar mucha religión o ser muy bueno para recibir el favor de Dios. Pero esta comida que Dios ofrece es para los que creen, para quienes inclinan su oído para escuchar la voz de Dios. Lo que sacia al hombre son las palabras que salen del corazón de Dios. La palabra de Dios dice: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. ¿Has escuchado hablar a Dios? ¿Has escuchado alguna vez la voz de Dios? ¿Has tomado esa palabra y la has atesorado en tu corazón?
Satanás está haciendo todo el esfuerzo del infierno para que este tiempo de fiesta se transforme en tiempo de tristeza, de malos recuerdos, de melancolías. Que las mujeres empiecen a recordar el marido que las abandonó, que los niños estén tristes y deprimidos porque este año no van a poder pasar la navidad con su papá o con su mamá. No va a faltar alguna pelea familiar de esas que prepara satanás; él está buscando qué hacer. Cuando llega esta época hay gente que no sabe realmente qué hacer con su vida, es una mezcla de fiesta con angustia, es un agridulce que uno no sabe cómo reaccionar. Y muchos esperan que este año no sea como el año pasado, esperan que todos se puedan sentar felices a la mesa. Entonces yo me pregunto: ¿Qué celebra la gente? o ¿Qué celebran los cristianos?
Que grande la oferta de Dios: todos los que tengan sed, vengan y compren bebida sin precio. Lo más lindo es que es sin precio, esto hace más grande y más increíble la oferta. Vengan y compren, sin precio, comida y bebida y beban hasta saciarse. No es que Dios está dando por medida, ni de a poco sino que está queriendo darle a todos y a cada uno hasta saciarse. Dios sacie tu hambre en esta navidad, Dios sacie tu alma. Lo importante no es el estómago lleno, sino el corazón lleno. Lo importante no es cuánta bebida o comida hay en tu casa, sino cuánta saciedad tiene tu alma. Yo no sé si tu necesidad es afectiva, quizá tu necesidad sea poder perdonar o amar. Tanta gente no puede vivir una fiesta feliz porque no puede perdonar o amar, cuántas cosas tristes suceden… Pero quiero sacarte de esta película, pasarte a otra.
El Dios del cielo se hizo carne en navidad, el Dios del cielo se encarnó. “Papá Noel” no es un invitado es un colado en navidad, yo debo decirle al pueblo cristiano que “Papá Noel” no tiene nada que ver con la navidad, es el hijo de Dios el que tiene que ver, es Dios mismo. Padres cristianos no engañen a sus hijos con regalos de “Papá Noel”. El agasajado debe ser Jesús, el reconocido y adorado debe ser Jesús. La historia de que una virgen dio a luz un niño, ¡es real! No es como la historia de superman o batman. La historia del gordo que entra por la chimenea, no es real. No estamos hablando en navidad de un tío bueno que trae regalos, estamos hablando de un Dios de amor que vino a dar su vida por todo aquel que necesitaba vida y que venía a perdonar a todo aquel que necesitaba perdón. Aquel que puede perdonar pecados, aquel que puede borrar pecados, venía al mundo personalmente para hacerse cargo de todos nuestros pecados. Por eso los reyes magos vinieron a adorarle y a traerles presentes: oro, incienso y mirra. Porque reconocieron que él es el Señor de la navidad. Los comercios de lo que menos se acuerdan en este tiempo es de quien es el autor de la navidad, a los comerciantes solamente les importa cuánto van a vender y se desesperan por hacer un poco de plata. Y todo se transforma en un comercio de ganancia.
Hoy predico en Jesucristo la paz y la saciedad para el alma. Hay alguien que puede darles esperanza y no se llama “Papá Noel”, se llama Jesús de Nazaret, nacido en belén. Yo te invito en estos días a no afanarte y desesperarte por tantas cosas, sino a concurrir a la iglesia para alabar, adorar y reconocer a aquel que realmente puede saciar tu existencia.
Yo en este tiempo quiero darle gracias a Dios por las 37.000 almas que le abrieron su corazón a Jesús en el interior de nuestro país, porque esas personas van a vivir la primer navidad feliz de sus vidas. Van a tener a Cristo en el corazón y eso es suficiente para llenar toda necesidad. Dios no te pide mucho, sólo inclinar tu oído a él. Esto no cuesta plata, esto tiene que ver con una disposición del corazón, él puede librarte de la droga y el alcohol antes de navidad. El puede librarte de todas las navidades que has vivido atrás, él puede cambiar tus navidades de una vez y para siempre, nunca más alcohol, ni peleas familiares, nunca más tristezas, ni depresión, ni ganas de matarte para navidad o para año nuevo. No tienes por qué estar triste existiendo un Dios como el que hoy nos está ofreciendo saciar nuestra alma. Dios quiere darte la mejor navidad de tu vida, no vas a estar triste porque Dios estará en tu mesa, no habrá opresión de muerte porque la resurrección y la vida estarán contigo. Abre tu corazón a Jesús, el autor de la navidad, repite esta oración: “Señor, quiero esa navidad que me estás ofreciendo, abro mi corazón para recibirte. Te pido perdón por mis pecados y que escribas mi nombre en el libro de la vida eterna. Te declaro el Señor y Salvador de mi vida. Amén.”
ANEXOS: