TU ESPERANZA Y TU FUTURO - Misión Vida para las Naciones

Av. 8 de octubre 2335

Montevideo

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MENSAJES DEL CIELO

TU ESPERANZA Y TU FUTURO

Alguien dijo que nosotros no somos responsables de la cara que tenemos cuando nacemos pero sí somos responsables de la cara después de los treinta años, porque hay muchas opresiones y situaciones espirituales por así decirlo, -pero en realidad son demonios- que te demarcan la cara que tienes. Ahora, cuando te presentas delante de Dios, algo pasa; hoy le vi la cara a una chica que lleva dos semanas internada en uno de nuestros centros comunitarios, yo la conocí en Buenos Aires y le dije a los padres que cuando la vi tenía una expresión dura, se veía muy complicada, pero hoy la observé  adorando a Dios, ¡y tenía otra expresión preciosa! ¿Eres consciente de qué cara tienes en este momento?

Cuando logramos intimar con Dios, cuando logramos comunión con Él, se nos van pegando sus cosas, de modo que nuestro rostro se ve más radiante, por eso en la Biblia hay un concepto que tiene que ver con el hecho de que Dios desea hacer brillar su rostro sobre nosotros. Hay una bendición sacerdotal en Números 6:24 y 25 que expresa: 24 Jehová te bendiga, y te guarde; 25 Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; 26 Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz”. ¡Cuando Dios hace brillar su rostro sobre ti y te da paz tu cara cambia!

¿Tú crees que la luna es linda? ¡La verdad es que la luna es horrible! Si ves las tomas que se han hecho de ella, se advierten los desiertos y cráteres que tiene. ¿Cómo pueden ver linda una cosa que es tan fea? ¡Se ve linda por la luz del sol! ¡Es la luz que emite el sol, aquello que le cambia la cara a la luna! Del mismo modo, cuando la luz de Dios te alumbra, tu cara fea se pone bonita.

Hay hermanos que tienen la cara abatida, están tristes, y ocurre que a alguno le pregunto si le sucede algo y con lágrimas en los ojos me dice que no le pasa nada. ¡Quiere esconder que está mal, que está triste y oprimido, sin embargo la cara no miente! Pero Dios quiere que cuando te presentes delante de Él, tu cara esté radiante; durante la semana, escuchas los noticieros, ves la sangre que chorrea por el televisor y además tienes problemas con tu hijo, con tu esposo, con tu suegra, etc. y tu cara se te va  arrugando… ¡Hay problemas por todos lados! Pero llega el domingo, asistes a la iglesia y Dios te cambia la cara. ¡La presencia de Dios sobre tu vida produce cambios!

            ¿ERES UN CREYENTE O UN DUDANTE?

¿Has estado o estás en situación de aflicción, de conflicto, de no saber qué hacer de tu vida o cómo resolver tus problemas? ¿Haces como algunos cristianos que usan frases como: “¡Esto que me está sucediendo es injusto, no me lo merezco!? ¿Has dicho alguna vez: “Yo le he pedido a Dios pero Él no me contesta”, “Parece que Dios está enojado conmigo”, “Estaré pagando por algún pecado que he cometido”? ¿Alguna vez has dicho: “Yo tengo fe, pero Dios no me contesta”? ¡Estás equivocado o equivocada! Eso es como decirle mentiroso a Dios. Jesús dijo: “Al que cree, todas las cosas le son posibles”. ¿Tengo que creerle a tu cara, a tu frase o a la palabra de Dios? ¡Yo prefiero creerle a la palabra de Dios! Si yo le hice una petición a Dios con mucha fe y no me contestó, entonces no era fe lo que tenía porque la Biblia dice que el que tiene fe, a Dios agrada y que no piense el que duda que recibirá algo de Dios porque debe pedir con fe.

Cuando somos incrédulos, dubitativos, negativos, nuestra cara se empieza a arrugar, no es una cara de fe, de esperanza, sino de negativismo. No me digas que eres un creyente muy bueno, que has hecho todas las cosas bien y Dios te ha contestado con mal. ¡Dios, hoy, te quiere cambiar la cara, Él quiere hacer algo nuevo en ti!

Frases como: “¡No entiendo lo que me pasa!” “¡No entiendo a Dios!” “¿Por qué Dios permite esto?” “¡Mi cruz es muy grande!” Con esas frases llevamos la incredulidad, el negativismo, y el pesimismo a cuestas; son expresiones totalmente distintas a las que usa alguien que tiene cara de fe y confiesa: “¡Yo se que mi redentor vive!” Se levanta y declara que verá la gloria de Dios, que saldrá de esa situación y que Dios está preparando un futuro mejor para el o para ella. La frase: “¿Se habrá olvidado Dios de mi?” no suena a creyente. Alguno dice: “Yo soy creyente pero Dios no se acuerda de mi” ¡Cállate, no digas que eres creyente, porque avergüenzas a los que verdaderamente lo son! “Yo pedí con fe pero Dios no me contestó” ¡Cállate porque avergüenzas a Dios y a su palabra! No te digas creyente sino dudante y escéptico, porque un creyente se muere confesando la palabra de Dios: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo” (Salmo 23:4).

En una época de mi vida yo era negativo, estuve muy mal y andaba deprimido, me sentía impotente porque nada me salía bien; parecía que había una pared que no me dejaba pasar y todo lo que intentaba no me salía, Dios me había puesto un freno y yo me volví negativo. Mi cara reflejaba la tristeza que tenía pero ahí estaba, buscando a Dios y pidiéndole que me hablara. A veces Dios te habla pero tú estás en otra cosa. ¡Seguro que Dios te ha hablado!, lo que sucede es que no lo has escuchado.

Uno de esos días en que yo estaba muy mal, Dios me habló a través de Jeremías 31: 16 y 17. Todavía me parece ver ese día en el que me lamentaba: “¿Qué va a ser de mi?”  Entonces Dios me dijo: 16Así ha dicho Jehová: Reprime del llanto tu voz, y de las lágrimas tus ojos; porque salario hay para tu trabajo, dice Jehová, y volverán de la tierra del enemigo. 17Esperanza hay también para tu porvenir, dice Jehová, y los hijos volverán a su propia tierra”. ¡Esperanza hay para tu porvenir! Sé de cristianos que no tienen ninguna confianza ni esperanza de que tendrán un futuro mejor, ni siquiera se animan a ser fieles a Dios porque creen que no lo van a lograr o les va a ir peor de lo que están ahora. ¡Ellos ven un futuro negro aunque se dicen creyentes! Si te sucede algo así no digas que eres creyente sino dudante, escéptico, o un libre pensador. Di mejor: “Creo lo primero que siento” pero no digas que eres creyente, ¡porque un creyente es aquel que le cree a la palabra de Dios!

            Dios me dijo: “Reprime del llanto tu voz, y de las lágrimas tus ojos; porque salario hay para tu trabajo”. En otras palabras: “Lo que tú has hecho, yo te lo pagaré” y me dijo más: “Esperanza hay también para tu futuro”. Yo leí ese pasaje y como estaba escéptico me dije: “Ah, esto, Dios se lo dijo a Efraín”.  “¡Señor! ¿Será posible que me lo estés diciendo a mi?” ¡Y Dios no contestaba! Él sabía que yo había orado pidiéndole una palabra y cuando me la dio, yo la escuché y la creí un poquito, pensaba que era para mí pero seguía sintiendo que estaba todo mal. ¡Creí un poquito y Dios me consoló un poquito! Yo sentí cierto aliento, ¡pero poquito! No dije: “¡Eureka! ¡Dios me habló! ¡Guau!”  ¡No! Yo lloraba y me preguntaba: “¿Será para mí esta palabra?”

            TÚ DECIDES…

Tú eres dueño de creer que esta palabra que comparto hoy es para ti, o puedes optar por decir: “Tal vez es para mi” y seas un poquito consolado, un poquito bendecido, y recibas un poquito de paz pero todo lo demás es duda, escepticismo. O puedes declarar: “¡¡Dios hoy me ha hablado y prometió que me pagaría todo el esfuerzo que hice y que tiene un futuro mejor que mi presente!!” ¿Crees que esta palabra posiblemente es para ti? ¿O crees que realmente es para ti? ¡¡Yo creo que Dios hoy te está hablando!! ¿Por qué a veces somos tan escépticos y tan negativos? ¿Por qué nos invade la tristeza, la angustia, la impotencia? ¡Porque todavía no tenemos claro qué clase de Dios tenemos ni cuál es nuestra relación filial con Él!

¿Somos hijos de Dios o no lo somos? Hay hijos que son negativos con sus padres; por más que ellos hagan todo lo que pueden para que sean felices, nada les viene bien. Muchas veces nos portamos de esa manera con Dios, mas hoy, Él quiere cambiarte la cara, quiere hacer resplandecer su rostro sobre ti y quiere darte paz. ¡Él quiere que tengas esa certeza absoluta que da la fe, que tu futuro es promisorio en sus manos! ¿Podrá ser de otra manera tu futuro en las manos de Jesús? ¡¡No!! ¡El futuro no puede ser malo! ¡No puedes ser pesimista frente al futuro y no puedes creer que Dios es un mal pagador!             Dios dijo que hay salario, pero yo me lamentaba: “Señor, ¡Todo lo que he hecho! ¿De qué me ha servido ser bueno? Mejor hubiera sido ser malo”. ¡Yo he dicho las mismas tonteras que todo el mundo! ¡Gracias a Dios ya no las digo! Ahora predico en contra de lo que yo antes “sentía”, Dios me hizo subir un escalón, pero costó porque esto de que Dios me pagaría lo he venido a ver veinticinco años después que recibí esa palabra. Él me dijo en ese entonces que hay salario para mi trabajo, me ordenó que reprima del llanto mi voz y de lágrimas mis ojos. Dios fue trabajando en mi vida porque Él me había hablado con este pasaje de Jeremías 31:16 hace más de veinticinco años; Dios me habló antes que yo fuese pastor. Hoy yo puedo decir que aunque en ese entonces tenía un poquito de fe, la palabra de Dios se cumplió en mi vida. Yo no vi lo que Dios me pagaría al otro día, no lo vi al año siguiente, pero han pasado los años y hoy te puedo decir que Dios es fiel. ¡Él me dio una palabra y la cumplió en mí! ¡Dios me ha bendecido! Por eso predico con fuerza, con fuego la palabra de Dios, porque Él ha sido fiel. Dios ayudó en su misericordia a un hombre de poca fe como yo.

El ministerio de Marcos Witt ha cumplido veinticinco años y una de las canciones que lo ha marcado se titula: “Dios ha sido bueno”. Hace unos años atrás, Marcos Witt iba a venir a un evento en Uruguay, pero me llamaron desde Estados Unidos y me dijeron que no podría asistir y que oráramos por él porque estaba deprimido; me enteré luego que él había pensado dejar su ministerio y estaba buscando trabajar de aviador en una compañía aérea. Unos amigos a quienes él había ayudado mucho, a quienes les había publicado canciones lo habían acusado de homosexual. Marcos Witt me dijo con lágrimas en los ojos: “Jorge, yo no soy un homosexual”. ¡Buscó a Dios con todo su corazón! Su esposa le dijo que estaba loco si pensaba trabajar de aviador y lo mandó a seguir en el ministerio. ¡Hay que casarse con mujeres buenas! La mujer de Job le dijo: “Maldice a Jehová y muérete”. Después de la crisis Marcos compuso una canción muy sencilla pero profunda: “Dios ha sido bueno” ¡Él salió de esa crisis! ¡Dios lo consoló!

Dios no permitió que me sucediera lo que la gente quería que me pasara. Muchos dijeron que Dios “me la iba a dar”, ¡Qué sé yo todas las cosas que dijeron de mí! ¡Sin embargo, Dios ha sido bueno! Hay muchos que me han deseado el mal pero Dios me ha deseado el bien. “Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días” (Salmo 23:6).

¡Anhelo que la bendición que está sobre mí, esté también sobre ti! ¡Deseo que esta palabra que Dios me dio, también se cumpla en ti! Dios, hoy te promete un futuro venturoso y te dice: “Yo pagaré tu arduo trabajo”.

¡Yo he visto la mano de Dios! Lo que sucede es que Él no nos ve como la gente nos ve. He sabido de madres que van a la cárcel a visitar a sus hijos; madres que no tienen dinero, no tienen qué comer, pero son capaces de caminar diez o veinte kilómetros para llevarles un poco de yerba  a su hijo que está preso. Viene la madre con un pañuelito pidiéndome que ore por su hijo que está preso. ¡Se me quebranta el corazón cuando veo esas madres! Para colmo me dicen: “Mi hijo es bueno, lo que necesita es alguien que le ayude”. El chico ha matado, ha delinquido, pero la madre lo ve y dice: “¡Es mi hijo! ¡El es bueno, pero las malas juntas lo han echado a perder!” ¡Ella no ve a su hijo como el resto de las personas lo ven! El hijo le dice: “Vieja, ¿me trajiste cigarros?” Y la madre que es cristiana le dice que no; entonces la trata mal y la echa. ¡Yo he conocido hijos así! Viene esa madre llorando, y me dice que le ha dado al hijo todo lo que pudo, todo lo que tenía, que ha orado por él y su hijo le responde mal, pero ella lo ve como alguien que se puede rescatar. ¡¡Seguirá pensando, seguirá creyendo, seguirá orando, seguirá golpeando puertas, hablará con el abogado, con el juez, con el pastor, o quien sea, pero hará algo para que su hijo salga en libertad!!

             “EL GUADAÑA”

Hemos casado a un joven al que le dicen “el guadaña”. Ha cumplido ya un año de estar internado en uno de nuestros centros comunitarios de Beraca. Antes de casarlo, llamé por teléfono a su pastor, para que me contara algo de ese chico y me dijo que cuando llegó era un endemoniado, muy complicado, había tenido unas siete internaciones y de ninguna había salido bien. Los padres ya no sabían qué hacer con él, pero llegó a Beraca y Dios lo tocó, no le tuvo en cuenta sus mentiras, sus robos. ¡Dios le perdonó todo lo que había hecho y le dio una nueva esperanza! Él tenía una novia a la que le hizo la vida imposible, estuvo once años en la droga y ocho años de novio siendo drogadicto, siempre prometiéndole que iba a cambiar; la chica ya no sabía qué hacer con él, no había arreglo, no tenía esperanzas. ¡Pero Dios no lo vio como vemos nosotros! Cuando llegó al centro comunitario lo pusieron con un chico que cuidaba las vacas, al que le contó que él robaba las vacas y las vendía. ¡El que cuidaba las vacas, asustado fue corriendo a darle la noticia al pastor!

Yo pensaba: ¡Qué apodo más feo el de “guadaña”! Pero me dijeron que ese era el apellido. Feo él, feo lo que hacía y feo el apellido, ¡pero Dios lo ama! El día del casamiento, en lugar de tomar a la novia se metió las dos manos en el bolsillo, no sabía cómo hacer, pero él ama a Dios y ahora quiere ser pastor, quiere ayudar a otros como lo han ayudado a él. Yo le pedí a Dios que me diera una palabra para darle a este joven. Como él robaba vacas y las mataba, Dios me dio un pasaje que habla del novillo indómito en Jeremías 31:18 y 19: 18Escuchando, he oído a Efraín que se lamentaba: Me azotaste, y fui castigado como novillo indómito; conviérteme, y seré convertido, porque tú eres Jehová mi Dios. 19Porque después que me aparté tuve arrepentimiento, y después que reconocí mi falta, herí mi muslo; me avergoncé y me confundí, porque llevé la afrenta de mi juventud” -en otras palabras-: “cargué con las consecuencias de mis pecados”. Y Dios le responde: 20¿No es Efraín hijo precioso para mí? ¿no es niño en quien me deleito? pues desde que hablé de él, me he acordado de él constantemente. Por eso mis entrañas se conmovieron por él; ciertamente tendré de él misericordia, dice Jehová”. ¡Dios hizo exactamente esto con “el guadaña”! ¿Y por qué si “el guadaña” no hizo nada bien? Porque Dios es como esa madre que aunque el hijo ha hecho todo mal, ella me pedía que lo ayudara porque era un muchacho bueno, su problema, según ella, eran las juntas. ¡Dios no ve lo que tú eres, no ve lo que has hecho! ¡Dios ve lo que puede llegar a hacer contigo! ¡A Dios lo tiene sin cuidado lo que has hecho! ¡Él está dispuesto a perdonarte si te arrepientes!

“Porque después que me aparté, me arrepentí” dice Efraín. Efraín era la tribu más grande de Israel, fue la más dominante y la más pecadora; ésta vino a representar las diez tribus del norte, así como Judá representa a las dos tribus que formaron el reino del sur en Israel. Fue tan malo el reino del norte representado por Efraín que se mezcló con otras naciones y comenzaron a adorar otros dioses provocando a celos a Dios; lo dejaron y se olvidaron de Él adorando a las diosas paganas de los cananeos. Vino sobre Efraín el juicio de Dios, lo que habría prometido sobre él, y tan fuerte fue el castigo que Efraín desapareció, las diez tribus del norte desaparecieron y se llaman “las diez tribus de la dispersión”. ¡Nadie sabe dónde están los descendientes de esas diez tribus! Hoy en día conocemos a los judíos que representan el reino del sur, que descienden de Judá pero los de Efraín, de las diez tribus del norte nada se sabe, no obstante, Dios ha dicho que los va a recoger, que los traerá a Israel y que hará de Efraín y de Judá un solo pueblo bajo su mano. Dice Dios en Nehemías 1:9: “…aunque vuestra dispersión fuere hasta el extremo de los cielos, de allí os recogeré,…” ¿Por qué? ¡Porque Dios ve a sus hijos como los ve una madre! ¡Dios es mejor que esa madre que va a ver a su hijo a la cárcel! ¡Es Dios el que le ha dado ese corazón a esa madre! ¡Así es el corazón de Dios! ¡Él no te desecha! ¡Dios no se ha olvidado de ti! Está esperando que cambies de actitud, espera que le creas, que tu futuro en Él y con Él será mejor. Alguno dice: “Bueno, ya he pecado y le he fallado tanto a Dios…” ¡Se creen desechados! Piensan que nunca más Dios los va a usar, que lo único que les queda es pecar. He escuchado a muchos decir: “¡Ya la embarré y perdí todo!” El diablo les ha hecho creer a algunos esa estupidez. ¡No señor, no todo está perdido! Estará perdido el pasado y todo lo que has hecho hace tiempo atrás pero Dios quiere hacerse cargo de tu futuro. ¡Qué no te acuse el diablo, que no te meta en la cabeza que ya está todo perdido! Estará perdido lo viejo, pero Dios quiere hacer algo nuevo, si te arrepientes y vienes a Él te va a perdonar, te va a restaurar y a levantar. ¡Yo soy testigo de la gran misericordia de Dios!

Hablé con una hermana que se apartó por siete años de la iglesia. Ella había hablado con un pastor y éste la atendió mal, así que ella se ofendió y le hizo la huelga al pastor, a los diezmos, a la iglesia y a Dios. ¡Imagínate cómo le fue! Siete años apartada, ha vuelto con cáncer. Ella fue a decirle al pastor que se murió su esposo y el pastor la trató mal, pero esta hermana no tenía derecho delante de Dios a ofenderse. ¡El único derecho que tenemos es amar! Por siete años se alejó de la iglesia y le fue mal… esta mujer me dijo: “Yo tengo un problema pastor, a mí me la hacen una vez y perdono, me la hacen dos y perdono, pero ya la tercera vez no puedo perdonar”. “¿Y vos te llamas cristiana?”  Un minutito antes me había dicho: “Yo soy una creyente buena, pastor”. Yo le respondí que es una creyente mala, ella creía que con sólo tres veces que perdonara ya había cumplido y “San Pedro” que se creía mejor que esta hermana un día le dijo al Señor: “¿Cuántas veces tengo que perdonar a mi prójimo? ¿Siete veces?” Pedro sacó pecho como diciendo: “¡Guau, la que le tiré a Jesús!” En la Biblia, siete es el número perfecto, así que me imagino que él creía que si uno perdona siete veces ya estaba actuando bien, perdonó el número perfecto de veces. Pero Jesús se dio vuelta y le respondió: “No te digo hasta siete, sino aún hasta setenta veces siete” (Mateo 18:22). Así que esos que dicen: “Dios no me va a perdonar” o “Dios no se acuerda de mí”, ¡no saben nada de Dios! ¡Dios te ama! ¡Él te ha creado y te ve como a un hijo! Tú eres como el hijo pródigo que dijo: “Volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Hazme como a uno de tus jornaleros” y el padre le contestó: “¡Cállate la boca, eres mi hijo, yo te he estado esperando todo este tiempo! Te voy a dar una túnica nueva, un anillo nuevo, calzado nuevo y haré una fiesta porque eres mi hijo que se había perdido y ahora está aquí conmigo”. ¡Ese es el corazón de Dios! Él te perdona todas y todas las veces que sea necesario, solamente arrepiéntete. ¡Tienes que arrepentirte de ser un incrédulo, por no creer! ¡Hoy tiene que cambiar tu cara! ¡El rostro de Dios tiene que resplandecer sobre el tuyo, la gloria de Dios tiene que llenarte! Tienes que creer que Dios hará algo nuevo contigo, que no te dejará tirado ni estancado. Dios no se ha olvidado nunca de Efraín, lo está trayendo a la tierra de Israel y dice: “Los plantaré en Jerusalén y nunca más nadie los va a tocar”.

Posiblemente has cosechado mal porque has sido muy escéptico, incrédulo, negativo, porque eres muy dubitativo pero hoy Dios te habló, te ha dicho que hay salario para tu trabajo, te ha dicho que se va a encargar de tu futuro. Muy distinto es estar confiado frente al futuro que estar pesimista. ¡No se puede vivir un presente feliz si estoy pensando que algo malo me va a pasar en el futuro! ¡Si yo estoy en las manos de Jesús nada malo me va a suceder!

El “guadaña” tuvo un cambio fundamental, Dios lo transformó y ahora quiere ser pastor, le dijo a la novia que se casaban cuando ella quisiera pero con la condición de irse a vivir a un centro comunitario. La novia le dijo: “¡Yo no voy a una comunidad ni loca!” “Bueno, entonces no nos casamos” le respondió él. Como lo vio tan firme y decidido, la chica cambió de opinión y accedió a ir a una comunidad. Resultó tan cómico porque él entró al centro comunitario pero ella no sabía mucho del evangelio, y en la ceremonia yo estaba embaladísimo diciendo: “¡Porque este matrimonio en las manos de Dios va a salir adelante y ellos han venido a pedir el favor de Dios porque le han abierto su corazón a Jesús!” Entonces le pregunto al “Guadaña”: “¿Le has abierto tu corazón a Dios? y me responde que sí; lo mismo le pregunté a ella y me respondió: ¡No! Le digo entonces a la novia que yo no le podía garantizar un matrimonio bendecido y que tenía que abrirle el corazón a Dios y le pregunto: “¿Le vas a entregar tu corazón a Cristo o no?” y me respondió: “¡Sí!” Así que en medio de la ceremonia, la novia se entregó a Cristo. ¡Ahora Dios estaba en su vida!

            CONCLUSIÓN

¡Es sencillo! Tú puedes esperar veinticinco años para enterarte que Dios hoy te habló y te diga: “¿Viste que eres un gil igual que el apóstol Márquez? Porque creíste un poquito, te voy a bendecir un poquito pero la palabra que te he dado la voy a cumplir.” O puedes confesar a partir de hoy: “Mi futuro está en las manos de Jesús. ¡Dios me va a pagar! ¡Él no es deudor de nadie!”

¿Te habló Dios o no te habló? ¿Le vas a responder a Dios o no? ¿Necesitas decirle a Dios: Toma mi vida? ¿Te ha mostrado que tienes que decirle: Señor, hoy te entrego mi futuro, voy a dejar de angustiarme por mi porvenir, creo que tú me vas a pagar, creo que me vas a bendecir?

Hay muchos que debieran estar viviendo mejor, pero están viviendo peor, no les está resplandeciendo la gloria de Dios. ¡Bendíceles Señor! ¡Restáurales! Que ellos puedan creer y confesar lo que tú hoy les has dicho, que nunca es tarde para los que esperan en el Señor y que hay un futuro bendecido; que no se pueden comparar las glorias del futuro con las miserias del presente. ¡Bendice a tu pueblo Señor! ¡Derrama tu Espíritu Santo sobre ellos!

Pídele a Dios que tome tu vida; ora con fe, y dile que la palabra que te ha dado es para ti, que la crees y la recibes. La gloria de Dios vendrá sobre ti, su Espíritu, su poder y su unción vendrán sobre ti. Dile: “Señor, recibo tu palabra en mi corazón y la creo. Que esta palabra me traspase, que el espíritu de esta palabra me llene. ¡Perdóname Señor! Perdona mi escepticismo, mi incredulidad, mis dudas, lléname de fe Señor. Tú eres el autor de la fe, te suplico, te abro mi corazón, lléname de ti Señor. Gracias Dios, amén”.

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