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Leemos en Santiago 3:3-8: “He aquí nosotros ponemos freno en al boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo. Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal.”
Leamos también en Génesis 1:3: “Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz”; versículo 6: “Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas”; versículo 9: “Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos”; versículo 11: “Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde”. Cada vez que Dios dijo, se hizo. ¡Dios también tiene lengua!
1ª Tesalonicenses 2:13 dice: “Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.”
¡No solamente Dios habló en el Génesis, cuando creóel mundo,sino también habla ahora, a través de hombres!
Enla Bibliaqueda claro que todo el poder de Dios y toda su obra se realiza a través de la palabra. Cuando Él dice, se desata poder, de tal manera que sucede lo que Él dice.
Nosotros funcionamos de una manera parecida; cuando queremos amargar a alguien le decimos cosas y no nos detenemos hasta lograr amargar a esa persona. ¡Así que también el hombre abre la boca y algo sucede! Si dentro de ti hay ira, venganza, amargura o angustia, el que manda el barco, por ejemplo el espíritu de angustia, mueve el timón, y ese timón es la lengua. La lengua habla, y dicela Bibliaque ella es unmundo de maldadque contamina nuestro cuerpo e inflama la rueda de la creación. Parece ser que cuando hablamos desatamos poderes espirituales de maldad. Por ejemplo si le dices a alguien: “No voy a parar hasta que te vea muerto”, ahí empiezan a operar demonios. Pero cuando invocamos el nombre del Señor sobre algún tema, el Señor Jesús actúa.
La lengua es inflamada por el infierno y contaminael mundo entero.Una frase medio desubicada que diga elpresidente de EstadosUnidos, Barack Obama hace queel mundo enterose estremezca. ¡Las palabras son poderosas!
Recuerdo una historia, acercade un pastorque le daba consejos a las esposas para matar al marido. Les decía: “Mire, si usted quiere matar a su marido, déle de comer y en ese momento empiece a contarle de todos los problemas del día, lo malo que hicieron los nenes, lo amargada que está, cuéntelede la falta de dinero, critíquelo. Hágalo todos los días; déle de comer y amárguelo con comentarios y verá que al poco tiempo se le muere”. ¡Las palabras tienen poder!
Una palabra produce heridas más grandes en el alma, que las que pueda hacer un cuchillo en el cuerpo. Las puñaladas se sanan en semanas o meses, pero las palabras que hemos dicho, a veces no sanan ni en 40 años. Por lo tanto no podemos obviar como hijos de Dios, como gente de fe, las palabras que decimos.
Con las palabras de rechazo, les robamos la autoestima a las personas; cuando le decimos “idiota”, “inservible”, “eres igual a tu padre”, “nunca vas a llegar a nada”, le arruinamos las ganas de estudiar a nuestros hijos. He tenido que tratar con un hijo al que su padre le decía “maricón”: El chico a los 12 años ya era homosexual. Este muchacho me decía: “Yo no quería ser como mi papá, yo rechazaba la figura paterna y masculina”. Una persona abusó sexualmente de él, y empezó a sentir que no era hombre sino mujer. ¿Crees que Dios te dio la boca para hablar descuidadamente o para herir? ¡¡El poder dela vida yel poder de la muerte están en la lengua!!
Nosotros hablamos de lo que tenemos adentro. Así que no solamente tenemos que cuidar las palabras que decimos, sino también las que oímos. No podemos oír descuidadamente sin discernir, y sin entender qué espíritu hay en aquello que nos dicen. Junto con la palabra que te han dicho, entra el espíritu de lo que te han dicho. Las palabras tienen espíritu; y como tienen espíritu, tienen intensión, o propósito. Tal vez no te das cuenta, cuando hablas, porque estás distraído, pero el que te manda a hablar, puede que sea un espíritu de odio. Entonces sueltas la lengua y la intención de la palabra que sale es la del espíritu que te gobierna. ¡Toda palabra tiene intención! ¡Toda palabra tiene espíritu!
La palabra es como un cable que lleva energía. Elapóstol Pabloles dice a los tesalonicenses que estaba contento porque cuando recibieronla palabra deDios, que habían escuchado por medio de él, no la recibieron como palabra de hombre, sino como es en verdad: Palabra de Dios, la cual actúa en el creyente. El verbo actuar que se usa en el texto bíblico viene del griego “energeo” que quiere decir energía. O sea,la palabra deDios, produce energía, trabajo, dentro de nosotros, lo mismo que la palabra del hombre. Esa boca que tienes, Dios te la dio, no para que hables lo que te da la gana, sino para que hables conforme a su palabra, a sus planes y propósitos. ¡Y si tú hablasla palabra deDios estás haciendo su obra!
Dijo Jesús que si nosotros creemos en nuestro corazón y no dudamos (está hablando de la fe que viene de Dios), si creemos firmemente que lo que decimos será hecho, entonces lo que digamos será hecho. ¡Así que el creyente, cuando emite palabra de Dios, produce la obra de Dios! Así como Dios dijo: “seala luz”, el creyente, en el nombre de Jesús, puede también decretar: “seala luz”.¡Las palabras tienen poder, y trabajan de acuerdo al espíritu que las motiva! Si estás lleno del Espíritu de Dios, entonces las palabras que salen de tu boca, tienen el poder del Espíritu Santo y producen las obras de Dios.
En cuanto a las palabras del hombre, debemos entender, que todo lo que es nacido de la carne, carne es. Y en cuanto ala palabra deDios, todo lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. El resultado es totalmente distinto. ¡Más importante que las palabras, es el espíritu de las palabras!
Un hombre que ama a una mujer le dice: “Te amo”. Si es verdadero amor, y si es de Dios, esa palabra produce el efecto de Dios enla vida deesa mujer. Pero si se trata de un lascivo que sólo quiere aprovecharse de la mujer y tener un momento de placer, también le dice: “Te amo”. La diferencia está en el espíritu de la palabra, en este último caso, la palabra va con un espíritu lascivo. ¡El resultado es diferente!
Ahora, si el creyente no tiene discernimiento, entonces no entiende qué espíritu se mueve cuando recibe una palabra. Hay gente que tiene un mal espíritu, por lo tanto tiene malas intenciones. Tu preocupación debiera ser: ¿Qué piensa Dios de mí? ¿Qué quiere Dios de mí? ¿Quién soy yo? ¡Lo quiero escucharde la boca de Dios, no de mi suegra que me tiene bronca! ¡No lo quiero oír de mi esposo que me rechaza! ¡No lo quiero oír de mi hijo que se alcoholiza, se droga y me insulta! Tengo que saber poner un escudo de defensa a las palabras que me dicen, y saber elegir lo que me entra y lo que no me entra. Dios te da el poder o la autoridad de recibir o no. Por eso dicela Bibliaque Dios nos ha dado espíritu de amor, de poder y de dominio propio.
A Jesús no le afectaba que dijeran de Él, que era un endemoniado, porque Él sabía que era el Hijo de Dios. ¡No debemos confundir las palabras de un hombre conla palabra deDios!
Los tesalonicenses habían recibidola palabra deDios como lo que era, a pesar de que la habían escuchadode la boca de unhombre. Si tú piensas que recibes palabra de hombre, siendo palabra de Dios, la bajas de categoría. Escuchas predicar a un pastor y compartes algunas cosas que él dice, pero otras no. Catalogas la palabra y le das el crédito que tu corazón decide. Entonces parte de la palabra entra y parte de ella te resbala. Yo tengo que tener sumo cuidado y mucha fe de no hablar palabra de hombre. Se que voy a ser juzgado por Dios, por cada palabra que dé. Si te doy palabra de Dios entonces esa palabra producirá la obra, actuará poderosamente dentro de ti, pero sólo hará su obra, si tú la recibes tal como es, como palabra de Dios. Yo tengo la gran responsabilidadde hablarte de parte deDios, y tú tienes la gran responsabilidad de creer que te hablode parte de Dios, que es Él mismo quien te habla.
La carne solamente produce obrasde la carne. De lacarne recibirás muerte y corrupción, por lo tanto tienes que saber desechar toda palabra que tú entiendes o disciernes que no viene de Dios. Y para que sepas cuando una palabra viene de Dios o no, tienes que conocerla Biblia.¡Allí está la voluntad de Dios!
Recuerdo una mujer que me dijo: “Pastor, yo ya no lo quiero más a mi marido, se me fue el amor. No siento lo mismo que antes, le tengo asco. ¿Me puedo divorciar?” ¡Esta mujer no conocela palabra deDios!La Bibliadice que Dios abomina el repudio. No obstante, la mujer me decía: “¿Dios me va a obligar a vivir con él?” Si no conocesla palabra deDios, tu opinión y tu sentir van a ser contra la voluntad de Dios. ¡Bienaventurados los que asisten ala casa deDios para escuchar su palabra! Porque para escuchar pavadas tenemos todos los días la radio, la televisión, y tus vecinos.
La palabra deDios dice: “10Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, 11así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié”. (Isaías 55:10-11)
Cuando un creyente está lleno del Espíritu Santo y habla palabra de Dios, puede reprender un cáncer y este desaparece. ¡Porque la boca del creyente es como la boca de Dios! Jeremías 15:19 afirma “…si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca”. Los grandes hombres de Dios, hablaronde parte de Dios e hicieron señales portentosas. Así es que Elías hizo decender fuego del cielo, Moisés abrió el mar Rojo, así fue como los discípulos de Jesús sanaron enfermos y resucitaron muertos. ¡Hacían prodigios y milagros porque hablabande parte de Dios!
El Señor dijo que nosotros podríamos hablarle a una montaña que se desarraigue de un lugar y se plante en otro. Esto no es alegórico. Lo que Dios ha previsto es equiparnos con una llenura del Espíritu tal, que cuando abramos la boca en el nombre de Jesús, las obras de Dios sean producidas. ¿Cómo se sienten las personas que están alrededor tuyo? ¿Le dan gracias a Dios por tu vida o te huyen?
Hay algunos que usanla palabra deDios, pero no el Espíritu de Dios. ¡Se vuelven legalistas! Una vez fuimos a pescar con unos pastores amigos y le dijimos al que manejaba la lancha que éramos todos pastores y que si tenía alguna necesidad podíamos orar por él porque queríamos bendecirlo. El nos dijo que la señora era una de nosotros, que desde que se metió con nosotros se cree que es santa y ni relaciones podía tener con ella. “¡Me la cambiaron para peor!”, nos dijo. Así es que algunos usanla palabra deDios pero no el Espíritu de Dios.
El diablo también usóla palabra deDios cuando quería tentar a Jesús. O sea que usarla palabra deDios no es garantía de que esa palabra va con el Espíritu de Dios. ¡No es cuestión de manipularla palabra deDios para pegarle un garrotazo a alguien! He conocido predicadores que usanla palabra deDios para hachar a todas las iglesias y predicadores, ¡la usan para contiendas! Así que lo importante es conocerla palabra deDios, y conocerlo a Él. Dios te dio la boca para hacer su obra, para darle palabra de aliento al cansado, para darle esperanza a la gente. ¡¡Cuandola palabra deDios viene, la opresión, la angustia se va, la tristeza y la amargura huyen!! Cuando tú hablas y es el Espíritu Santo el que te guía, Él libera, sana y bendice a las personas, porque Cristo vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
En las palabras del hombre hay poder, pero el poder que se mueve es de muerte. No obstante, cuando las palabras son de Dios, se producen las obras sobrenaturales.
Hoy es día de pedirle perdón a Dios por tantas palabras negativas que hemos hablado, por tanta queja que hemos escupido, por tanta amargura que hemos destilado, por tantos chismes que hemos proferido. ¡Dios no hizo la boca para los chismes! El chismoso dice: “Yo sólo dije”; y el otro dice: “Yo solamente escuché”.
Hoy tienes que hacer un pacto serio con el Señor y pedirle que limpie tu lengua. Dile: “Señor, quiero consagrar mi boca. Quiero tener una relación contigo, tal, que pueda discernir las palabras que vienen a mí, y las que emito; que no hable apresuradamente, sino que hable cuando tenga la seguridad de que es tu Espíritu Santo quien está guiando lo que digo. Señor, que yo pueda rechazar a tiempo las palabras negativas que vienen a contaminar mi vida. Quiero usar el escudo de la fe para apagar esos dardos envenenados del maligno que vienen a mí y quieren contaminar mi estado de ánimo. Señor, quiero que me toques. ¡¡He entendido, Señor, la importancia de las palabras!! Hay palabras que producen cosas; tú, Señor, llamas las cosas que no son como si fuesen, las haces realidad por el solo hecho de hablarlas. Yo quiero Señor, que mi boca sea tu boca. ¡¡Enséñame a entresacar lo precioso de lo vil!! Quiero al abrir mi boca bendecir, liberar, sanar. Que la obra de Dios se realice. Quiero ser como Jesús, que nunca habló nada por su cuenta, sino que siempre habló todo lo que el Padre le dijo que hablara, e hizo toda la obra que el Padre le había dado. Toca Señor, rompe las cadenas, las ataduras. Sólo tu puedes domar la lengua Señor, con tu Espíritu de amor, de poder y dominio propio. Tú lo puedes hacer, ¡hazlo Señor! Que no hable por revanchismo, por bronca o por odio. Que no hable por rencor, por amargura o por frustración, que no hable cuando dudo. ¡Venga la fe de Dios sobre mí! ¡Sopla sobre mí, Jesús! Señor, perdóname por las veces que he herido a las personas. Límpiame, cúbreme con tu sangre preciosa. Limpia mi lengua, lávala, te lo pido en el nombre de Jesús. Pon temor de Dios en mí cada vez que oigo o que hablo. Líbrame de las sutilezas del infierno que envía contra mí, palabra de espíritus inmundos, que quieren entrar en mí ser para destruirme. Renueva Señor el espíritu de mi mente para que yo pueda filtrar entre lo bueno, lo amable, lo que es de bendición y lo que no es. ¡Envía tu gracia, Señor! Que cuando yo hable, entre el Espíritu Santo en las personas. ¡Dame tus palabras, Señor! En el nombre de Jesús hago esta oración. ¡Te doy gracias, Señor! ¡Amén!
ANEXOS: