TUS TEMORES: ENEMIGOS DE TUS SUEÑOS - Misión Vida para las Naciones

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Montevideo

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MENSAJES DEL CIELO

TUS TEMORES: ENEMIGOS DE TUS SUEÑOS

INTRODUCCIÓN

¿Tienes algún sueño escondido que nadie conoce? Yo nunca quise ser pastor y me ha sucedido lo mismo que seguramente les pasa a algunos de ustedes; tuve opresiones para ofrendar y diezmar, semejantes a las que algunos de ustedes tienen. A veces no me concentraba en lo que Dios me quería decir, sino que escuchaba a los predicadores y pensaba: “¡Yo predicaría mejor que él…!” Y elaboraba un mensaje paralelo; aunque no quería ser pastor, porque tenía una mala imagen de la figura pastoral, lo veía como una persona miserable, que Dios había puesto para que las personas lo embromen, muy distinto a lo que algunos piensan, que los pastores están para embromar a la gente. ¿Qué es esto de creer que uno puede confeccionar un mejor mensaje que el del predicador? ¡Entraña poseer el sueño escondido de ser un pastor! Yo no me había dado cuenta, pero mi actitud denotaba que en mi interior, Dios había puesto su sueño: Ser un pastor.

Quizás tienes un sueño, que crees imposible de realizar, porque no te crees capaz, o consideras que no eres la persona indicada para llevarlo a cabo, pero Dios lo ha puesto allí, y si lo ha plantado en ti, también ha planificado darte las fuerzas para hacerlo realidad.

LA BARRERA DEL TEMOR

Llegó un día que había crecido espiritualmente y era un líder incipiente; recuerdo una oportunidad que habían organizado una campaña y el que era mi pastor en ese entonces, eligió a cuatro o seis líderes para predicar un día cada uno. ¡Y yo estaba entre esos seis! Había una lucha en mi interior por sacar “el oficio de predicador” que tenía y tocar a la gente con la palabra de Dios, pero al mismo tiempo, no quería que a los otros predicadores les vaya tan bien como a mí. Ese el tipo de pensamientos que uno no le cuenta a nadie; escuchaba a los predicadores y pensaba dentro de mí: “¡Yo lo haría mejor!” Y cuando llegó el día que me tocó predicar, oré y ayuné toda la semana… le pedí a Dios que cayera fuego del cielo y se levantaran los muertos.

Cuando el Pastor Roberto Passo me decía que sería un pastor, pensaba que estaba loco. No obstante, era diácono de la iglesia y cuando en una oportunidad él se fue de viaje, dejó previsto que yo predicara el sermón del domingo. Me aparecieron repentinamente los síntomas del temor: cosquillas en el estómago, taquicardias, náuseas, etc. Había en mí un sueño escondido y comencé a luchar con mis temores. El problema más serio que tenía era pararme frente a una multitud; me daba vergüenza, tartamudeaba y me quedaba cortado; al ver que la gente me miraba con atención, más cortado me quedaba, así que para poder concretar mis sueños ¡tuve que enfrentar mis temores! Y cuando hablo de nuestros sueños me refiero a los planes de Dios sobre nuestras vidas, porque no es concebible sueños engendrados por nosotros, si es que nos llamamos cristianos o hijos de Dios. Un hijo de Dios puede tener un sueño propio, que no sea de Dios pero en ese caso, es necesario elegir bien y desechar lo que no pertenece a Dios. El Señor te ayudará con tus sueños, pero, si le pertenecen a Él. Si no tienes sus planes en tu corazón, pídele que abra tu mente, como un día abrió la mía y me hizo entender que su propósito para mi vida era ser un pastor. Hoy reconozco que ese sueño de predicar era de Dios, estaba en mi corazón y Él quería que saliera a luz.

Más de una vez les conté que la primera vez que prediqué estuve toda la semana estudiando lo que iba a decir; leí, oré, estudié, escribí, me hice un ayuda memoria y prediqué muchas veces el mensaje en el fondo de mi casa… le hablaba a un árbol, repetía de memoria lo que iba a decir. En mi casa era un campeón pero cuando subí al púlpito me quedé petrificado. Miré la Biblia, luego la gente y se me secó la lengua… ¡estaba tieso! El púlpito era de madera y muy grande y me veía chiquito detrás de él… comenzaron a temblar mis rodillas, aparecieron todos los síntomas del temor, y dije: “¡Dios mío! ¡Tengo que comenzar! Así que empecé y dije todo lo que tenía anotado en el papelito y cuando terminé, miré el reloj, ¡y había hablado sólo diez minutos! Salí de allí y sentencié: “¡Señor, está confirmado que nunca seré pastor! ¡Haré cualquier cosa que me pidas menos predicar! Te amo, estoy dispuesto a entregarme y a dar todas mis fuerzas pero no me pidas que predique, mira el papelón que hice esta noche”. Es necesario que recuerdes, que tus temores se levantan contra tus sueños, vas a tener que tratar con ellos y enfrentarlos. ¡Tendrás que atravesar la pared llamada temor! ¡Los grandes hombres de Dios a la hora de enfrentar los sueños de Dios también tuvieron miedo!

Presta atención a la siguiente narración: “Todavía temblando, recogió su maleta, le dio las espaldas a Familiar y se encaminó al cartel. Y aún cuando su temor iba en aumento, Ordinario cerró los ojos y dio un gran paso hacia delante, justo a través de la invisible Muralla del Temor. Y aquí hizo un sorprendente descubrimiento. Al otro lado de ese solo paso, el mismo que Ordinario pensaba que no podía dar, encontró que había atravesado su Zona de Comodidad[1]”. ¿Te has encontrado haciendo exactamente lo que temías hacer? Siempre habrá un momento en que haremos aquello que no queremos. Es necesario que sepas, que siempre que quieras realizar tus sueños, tendrás que atravesar esa muralla que te atormenta. ¡Un sueño es un gran emprendimiento! Es algo que está más allá de nuestras posibilidades, de nuestras habilidades, nunca tiene que ver con lo que sabemos o con lo que ya comprendemos cómo hacerlo, sino que es algo que Dios te da para desafiarte. Un sueño es algo que jamás podrás hacer si Él no está contigo, es un desafío en el que Dios quiere caminar junto a ti. Y a través de él enseñarte y mostrarte que eres más de lo que piensas, crees o imaginas. Has sido creado a imagen y semejanza del Dios Altísimo y por tanto, puedes operar en su poder y hacer las obras que Él hace. Pero mis temores, me llevaban a preguntarme ¿es realmente la voluntad de Dios que emprenda ésto? El miedo nos hace preguntas, generalmente pensamos que si determinada cosa proviene de Dios, no debemos tener miedo, pero si es de Dios, el diablo querrá detenerte. ¡El infierno no quiere que tú obedezcas a Dios! ¡Quiere que obedezcas a tus temores! La presencia del temor revela que estás enfrentando un sueño de Dios. Él nos ha creado con un potencial al que no le ha puesto límites, las palabras de Jesús siguen siendo desafiantes y vuelven una y otra vez a este lugar para penetrar en el corazón de los que se llaman hijos de Dios, para decirles: ¡Al que cree todas las cosas le son posibles! Dios te sube a su nivel y te dice: ¡Nada hay imposible si puedes creer!

Mis aprensiones me llevaron a decir entonces: ¿Es realmente la voluntad de Dios que yo predique? Mis temores se estaban levantando en contra de mis sueños y tuve que luchar porque había alguien que quería desafiarme con un gran sueño y ese era Dios, pero también había alguien que quería detenerme y ese era satanás y el poder de las tinieblas. Hay algo que batalla contra nuestros sueños y es el hecho que nos gusta vivir en un área familiar, nos place movernos en un área de comodidad, en un territorio donde conocemos todos los elementos y por tanto, donde nos manejamos con facilidad. El temor a lo desconocido genera en nosotros tremendas frustraciones porque nuestros sueños siempre están más allá de lo familiar, y más allá de ese territorio que dominamos. Salir de ese territorio nos causa temor, por lo tanto un creyente es una persona que no siempre no va estar exenta de experimentar temores, ¡todo lo contrario! Un creyente es alguien que experimenta temores pero se acostumbra a manejarlos y a enfrentarlos para descubrir, una vez que cruzó esa muralla invisible llamada temor, que salió de ese territorio familiar y que no fue tan difícil. ¡Vencer los temores no es difícil!

Todo lo que te detiene es una muralla invisible, si tú decides luchar por tus sueños tendrás que dejar el territorio de comodidad en el que vives. Reitero, que “mi sueño” es aquel que Dios ha puesto en mi corazón; a mí jamás se me hubiese ocurrido soñar con la conquista del Uruguay, pero una vez que conocí que ese sueño es de Dios ¡no lo he dejado! ¡No lo suelto jamás! Y fui capaz de salir de mi territorio y moverme fuera de esa línea de seguridad y aún salirme de mi familia, de mi tierra, de mi iglesia en Argentina y mis pastores, para alcanzar el plan que Dios planificó para mi vida.

EL COMIENZO DEL SUEÑO

Nunca me olvidaré cuando llegué a Montevideo… recuerdo que anteriormente vivimos cinco años en Buenos Aires y en ese tiempo nos cambiamos cinco veces de domicilio, así que conocía todos los ómnibus y alcancé a manejarme perfectamente en la ciudad. Después Dios me mandó a pastorear una iglesia en la ciudad de Colonia, Uruguay, donde tuvimos cincuenta miembros aproximadamente y en ocho meses que estuvimos allí, también me adapté a ese lugar, circulaban solamente dos ómnibus y uno de los chóferes era miembro de mi iglesia. ¡Me hablaba del estrés que era manejar! Conducía un ómnibus marca Leyland, y en su recorrido, ¡sólo tenía tres semáforos!

En esa primera vez que vine a Montevideo, me di cuenta que me había olvidado del movimiento de la ciudad, ya me había acostumbrado a Colonia y su tranquilidad, donde podían pasar las horas del día en total tranquilidad. ¡Ya me había habituado! Cuando uno dice que se ha habituado o acostumbrado, significa que ha adquirido hábitos de hacer determinadas cosas. El hecho de venir a Montevideo y comenzar a ver por dónde abrir una iglesia, significó salir de todo mi ambiente familiar, de todas mis comodidades. Toda clase de preguntas venían a mi mente… no sabía si iba a pasar la vergüenza de mi vida. No tenía ni un solo miembro en Montevideo, pero dije: “Vamos a predicar, saldremos por la radio, invitaremos a la gente…” Así que hicimos volantes, y llegamos a Montevideo quince días antes de comenzar la campaña; comenzamos a recorrer y alquilamos dos espacios de radio, predicamos durante siete días, antes de abrir el cine “18 de Julio”… ¡les aseguro que enfrenté todos mis temores! Pero el temor más grande lo tuve el primer día que abrimos el cine. Algo en mi mente me decía: “No va a venir nadie, Uruguay es humanista…”, así que el día que abriríamos a las 19:00 hs, pasé dos horas antes, ¡y había gente haciendo fila frente al local! No podía creer lo que Dios estaba haciendo, lo que sí sabía es que las personas nos escuchaban por la radio, nos llamaba por teléfono y les decíamos que invitaran a la gente. Recuerdo que había un taxista que me decía: “¡Se va llenar!” y yo decía: ¡Gloria a Dios!

Me desarrollé con un maestro de la palabra de la iglesia Bautista, y siempre le dije a Dios: “Nunca me mandes abrir una obra, sólo envíame a enseñar en un grupo ya establecido”. Pensaba que era la persona más inepta para abrir una obra, pero me sentía capacitado para enseñar la palabra de Dios. No obstante, la comodidad es una trampa. ¡Nunca experimentarás algo grande si te quedas en tu zona de comodidad! Para experimentar nuevas experiencias, es necesario que vivas algo nuevo, pero al mismo tiempo, todo lo que es nuevo, desconocido y distinto genera temor. A veces construir una zona de comodidad nos ha llevado muchos años…si hay algo que le pido a Dios es no quedar encerrado en una zona de comodidad. Quiero aceptar los desafíos de Dios y trasmitirle esto a la iglesia. ¡No seas cómodo! Hay personas que cuando vienen a Cristo creen que llegaron a una zona de comodidad, pero debo decirte que no, que ingresas a una zona de desafíos, solamente avanzarás a través de nuevos retos, y cuando hayas vencido en alguna cosa a la que Dios te ha desafiado, Él te pondrá otra más grande y así sucesivamente. ¡No te quedes tranquilo donde estás! Muchos dicen: “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Si piensas de acuerdo a esa frase, pide perdón a Dios, porque razonar de ese modo, te lleva a permanecer en tu sitio de comodidad. Todavía construimos frases para vivir en nuestra área de comodidad, pero hoy Dios te desafía a renunciar a tu área de comodidad. “Señor, prefiero vivir incómodo, pero desafiante, que me lleves a realizar grandes cosas, que tú has soñado para mí”.

Fuera de la zona de comodidad todo es desconocido, pero solamente en esa zona está la concreción de tus sueños. ¡No tengas miedo! Nuestros sueños siempre están más allá de nuestras habilidades actuales, Dios te enseñará cosas nuevas, te guiará a enfrentarlas, tus habilidades se potenciarán porque Él no te quiere estancado, y ha dicho que nos va a edificar hasta que todos lleguemos a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. ¡Ese es el plan de Dios! ¡No te quedes donde estás!

1 Corintios 1.27 afirma: sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte”. Muchas veces me sentí necio e indigno para realizar la obra de Dios, debo confesarles que no soy digno de predicar, pero así es Dios. Mientras en el mundo se busca lo mejor para sacar adelante una empresa, Dios hace todo lo contrario: Está buscando justamente lo que una empresa no buscaría. Si el temor te hace sentir que no eres suficiente, tienes que saber que Dios ha decidido usarte; tus temores te dicen que eres indigno pero Dios te hace digno porque escogió lo débil y menospreciado de este mundo para avergonzar a los fuertes. Lo importante no son tus habilidades, sino la destreza de Dios sobre tu vida. ¡No importa la fuerza ni el poder que tengas, sino la fuerza y el poder de Dios sobre tu vida! Él nunca quiso que hagas algo en tus propias fuerzas, sino que ha prometido poner sobre ti sus fuerzas, nunca pensó que las cosas salgan adelante por causa de tu debilidad sino de su fuerza. Por tanto, nuestras obras son de fe, solamente podré llevar a cabo la obra con las fuerzas de Dios; si miro mis debilidades, no lo lograré, pero he puesto mi confianza en la fortaleza de mi Dios y Él ha prometido ungirme con su Espíritu Santo. Estoy dando este mensaje porque Él me ha mandado, no porque soy digno, o fuerte, o poderoso.

                CONCLUSIÓN

Hay muchas cosas que no has enfrentado, porque esperas que Dios lo haga, ¡en vez de enfrentarlas estás orando! La obediencia es mejor que cualquier sacrificio que hagamos, una tonelada de oración no puede hacer lo que cien gramos de obediencia sí pueden hacer. El día que tú obedezcas y vayas a hablar con el Faraón, vivirás lo que nunca viviste, verás cómo la vara se transforma en víbora, experimentarás el poder de la vara abriendo el mar Rojo y percibirás que el poder está en tus manos convirtiendo el agua en sangre. El día que obedezcas a Dios, verás su gloria operando sobre tu vida. Debo decirte que tu comodidad es uno de los enemigos más grandes de tu vida. Le pedimos a Dios una casita, un autito, una familia y un trabajito seguro… ¡esa no es la vida que Dios quiere darte! Si eres un hijo de Dios no puedes conformarte con la comodidad ni le puedes dar lugar a tus temores; Dios quiere sacarte del lugar donde te encuentras, y anhela que comiences a caminar en sus planes. ¡Tus vergüenzas impiden que pongas por obra los sueños de Dios! Quizás digas: “Tantas veces te he fallado…” pero hoy Dios te dice: “No importa, ¡yo te envío!” “Oh Señor, pero mi boca es muy sucia y soy muy débil”, no obstante, Dios te dice: “¡Yo te limpio y te fortalezco!”

Si hoy tienes sueños de Dios, ¡no los sueltes! si un día Dios te dijo que serías un predicador, por más que le hayas fallado, sólo debes creerle. Es necesario que hoy decidas hacer frente a tus temores, y sigas los sueños y planes de Dios para tu vida. Si estás dispuesto, haz esta oración ahora mismo: “Padre querido, necesito de ti en esta hora. He vivido lejos de ti y lejos de los planes que tienes previsto para mi vida. ¡Perdóname Señor! ¡Límpiame con tu sangre preciosa! ¡Ven a reinar con poder en mi vida! Muéstrame tu voluntad y tus planes para conmigo; abre mi entendimiento para conocerlos. Te pido que refresques y sacudas esos sueños dormidos y empolvados que han quedado atrás. ¡Vuélveme al primer amor! ¡Derrama tu Espíritu Santo sobre mi vida! En el nombre de Jesús hago esta oración, amén”.


[1] Extractado del libro “El dador de sueños” de Bruce Wilkinson.

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