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Hoy quiero hablarte acerca de la iglesia de Jesucristo; el deseo del Espíritu Santo es, mostrarles a los creyentes una visión de la iglesia para que estos la valoren, la amen y no estén ausentes a realidades eternas, importantes, y que tienen que ver con la iglesia de Jesucristo.
La palabra iglesia proviene del griego, eklessia, que significa “asamblea democrática”, un lugar donde se exponían ideas y se votaba. En Grecia nació la democracia, pero, el reino de Dios no es una democracia, el término mismo –reino de Dios- nos sugiere que es un reino. En una república democrática hay un presidente. Mujica, mandatario en Uruguay declaró: “Yo no soy rey, sino presidente” y yo te digo: ¡Dios no es presidente, es Rey! Y Él no tiene democracia.
Algunos me han querido confundir y compartieron en la página de Facebook: “Si hemos estado orando para que Dios ponga presidente en Uruguay conforme a su corazón y no obtuvo mayoría el partido Nacional sino el Frente Amplio, entonces significa que Tabaré Vázquez es el hombre conforme al corazón de Dios”. ¡Qué mareo! ¿Desde cuándo ha sugerido la Biblia que la mayoría es la voz de Dios? Yo te pregunto: ¿Es la voluntad de Dios que tú peques? ¿No? Pero tú pecas. Entonces, ¿es su voluntad que lo hagas? ¡No! Que el Señor permita algo, no significa que es su voluntad perfecta y agradable. Muchas cosas que ocurren en el mundo, suceden porque Dios lo permite pero no significa que es su voluntad perfecta y agradable sino la voluntad permisiva de Dios.
No significa entonces, que, porque un país ha votado un presidente, esa sea la voluntad de Dios. El Señor pone gobernantes y los quita en su soberanía, pero eso no significa que sea su voluntad porque Él también mide el libre albedrío que le ha dado a hombres y mujeres. Un esposo se cansa de su esposa y la deja abandonada con sus hijos, y Dios permite eso, pero no significa que sea su voluntad. Yo no creo que sea la voluntad de Dios que un gobierno elegido por una mayoría, apruebe leyes de aborto, de matrimonio igualitario, de venta de marihuana y leyes que promueven el matrimonio gay, el lesbianismo y el homosexualismo en escuelas públicas. ¡Es inaudito qué tengamos que estar pagando con nuestros impuestos, una enseñanza que detestamos, que no está de acuerdo a nuestra fe y a nuestra conciencia! ¡Yo a eso no le llamo la voluntad de Dios!
Volviendo al tema de la iglesia de Jesucristo, ésta es una asamblea del Señor y no democrática; no significa que, porque es una asamblea, la iglesia sea una democracia, ya que como mencioné, Dios es Rey de reyes y Señor de señores, y su gobierno es un reino y no una república.
Debemos conocer la iglesia de Jesucristo ya que ésta es su novia; la iglesia está desposada con Jesús. Desposada significa comprometida legalmente, y ese compromiso no es similar al de las parejas de hoy en día. El desposorio o compromiso, en la antigüedad era algo muy serio. Por ejemplo, la virgen María y José, estaban desposados aunque no habían consumado su matrimonio ya que José no había conocido a María, es decir, no habían intimado sexualmente, sin embargo, ella, legalmente era esposa de José. Y se consideraba matrimonio una vez que se consumaba, pero antes había un desposorio, muy importante legalmente, ya que era un compromiso asumido no sólo por los novios sino también por los familiares. Todos sabían que esa mujer ya era de tal hombre, nada más faltaba la firma. Entonces, la iglesia de Jesucristo, es la desposada, su novia, y legalmente le pertenece. ¿Por qué no es la esposa? Porque el Señor se casará con nosotros, la iglesia, en el cielo, en una gran ceremonia llamada, las bodas del Cordero. Hace unos días he participado de una boda con mil invitados, ¡fue una fiesta tan grande y tan linda! ¡No me puedo imaginar lo que serán las bodas del Cordero!
La iglesia, acá en la tierra es una institución divina, la única que existe en el mundo. ¡No hay otra institución divina! No me refiero a Misión Vida, a los bautistas, a los metodistas, no me refiero a la iglesia católica, etc. La iglesia de Jesucristo es la asamblea de todos los creyentes que han sido perdonados y limpiados con la sangre de Jesús; aquellos a quienes el Señor ha purificado, ungido, bendecido, embellecido, etc. Es la unión de todos los creyentes en Jesucristo en cualquier nación, de cualquier idioma y denominación cristiana; si ha creído en Cristo Jesús como su único y suficiente salvador, esa persona pertenece a la iglesia de Jesucristo. Hay muchas ONG en el mundo e instituciones de beneficencia; hay muchas organizaciones civiles y empresas de todas clases pero la iglesia es la única institución de carácter divino porque Jesús la fundó. Este es el punto número uno. Punto número dos, es la única institución de carácter divino, porque en ella está la naturaleza, la sustancia, el ADN de nuestro Padre que está en los cielos. Ninguna otra institución tiene eso. ¡La naturaleza divina está en la iglesia! Decimos que es una institución divina porque la ha fundado Dios y le ha dado su naturaleza. La iglesia está conformada por todos los creyentes en Cristo Jesús, quienes tenemos una naturaleza distinta a la de la tierra, la que le trasmitimos los padres a los hijos. A nosotros los que hemos creído en Cristo Jesús se nos dio la potestad de ser hechos hijos de Dios. Esto no es un término poético sino que es real. Si yo soy hijo de Dios, entonces tengo su naturaleza. Mis hijas tienen mi naturaleza, pero los hijos de Dios tienen su naturaleza. Mira que para ir al cielo debes tener la naturaleza divina. Si aún no la tienes, hoy tienes que entregarle tu vida a Cristo.
La iglesia pertenece a Jesús, está desposada con Él, tiene su naturaleza, es su novia. ¡Vas a tener que mirarla con más cariño!
El amor cambia las perspectivas. Es diferente la manera que ves a alguien con el amor de Dios o sin su amor. Cuando un hombre se enamora de una mujer, fea para muchos, para él es linda por donde la mire. Dios está enamorado de nosotros y no es por nuestra linda cara. ¡Algunos estuvimos en la mismísima basura! ¡Me maravillo al pensar de dónde sacó Dios a los chicos que viven en los hogares Beraca! Muchos de ellos vivían en la calle, delinquían, cometían agravios contra los demás, les robaban a su familia, etc. ¡Pero Dios los vio y se enamoró! El Señor dijo: “Yo los voy a perdonar, los voy a limpiar y a transformar; voy a poner sobre esta persona mi gloria y mi Espíritu” ¡Es el amor el que cambia las cosas!
A veces decimos de alguien, por su mala conducta: “¡no tiene perdón de Dios!” Pero Dios lo mira y se enamora. El ladrón de la cruz, era un delincuente y no había tenido tiempo de hacer alguna buena obra siquiera, ¡ya estaba condenado! Pero le dijo al Señor: “…De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43). El amor te lleva a tener una visión especial de las personas. Para poder amar a la iglesia tú tienes que tener el amor de Dios en tu corazón. Yo he llegado al punto de apreciar mucho la iglesia de Jesucristo, creo que aquí están los mejores hombres y las mejores mujeres del mundo. Esto es porque yo los miro por la fe, no por lo que son realmente, sino por lo que van a llegar a ser. Mujeres que declararon acerca de su marido: “Yo a ese no lo quiero ver más, no quiero saber más nada con él. ¡Lo odio!” Pero un día entró el amor de Dios en el corazón de esa mujer y comenzó a mirarlo de otra manera. ¡Detestaba al hombre, no quería saber nada con él y le hizo la vida a cuadritos! Un día Dios la tocó, miró a su esposo y dijo: “¡Qué lindo es! ¡Qué ganas de estar de nuevo con él!” ¡El amor cambia la perspectiva! Cristo amó a la iglesia, se entregó por ella y la purificó para presentársela a sí mismo, y la revistió con vestiduras de pureza y santidad para que sea una novia excelente como nadie. Por lo tanto, la iglesia de Jesucristo es una institución gloriosa en el mundo y está conformada por nosotros, y tiene ciertas cosas que son las que tienen los creyentes. Porque las características que tienen éstos, también las tiene la iglesia, y lo que tiene la iglesia, también lo tienen los creyentes, ya que éstos conforman la iglesia y la iglesia está conformada por los creyentes. Cuando hablamos de iglesia hablamos de ti, de mí y de los hermanos. Tal vez hay alguien que no soportas pero Dios lo ama y mandó a Jesús a morir por esa persona.
Veamos alguna de las cosas que Dios le ha dado a la iglesia:
En el libro de San Juan 17:22 y 23 Jesús oró al Padre: “22La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. 23Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado”.La misma gloria que Dios le dio a Jesús, Él se la ha dado a sus discípulos. La palabra gloria significa fulgor, resplandor, luz excelente. La Biblia habla de las estrellas y dice que algunas tienen más gloria que otras, refiriéndose al brillo que tienen. Las estrellas con más gloria son las que tienen más brillo, y Jesús es llamado en la Biblia, la estrella resplandeciente de la mañana. Es una estrella que tiene tanto fulgor, tanta gloria, que cuando amanece, cuando sale el sol, todas las estrellas se apagan, pero la estrella resplandeciente de la mañana se ve, porque su gloria es más grande que la de las otras estrellas. ¡No hay una estrella que tenga más gloria que Jesús en el firmamento! ¡Él brilla más que todos con su luz!
Jesús nos ha dado a nosotros la misma gloria y el mismo fulgor. Claro que esa gloria no se ve con los ojos físicos sino con los de la fe. ¡Hay que tener fe para ver la gloria de algunos!
Algunos no vieron la gloria de Jesús sino demonios de Jesús, pero el apóstol Juan dijo: “Y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre”. Los creyentes tenemos una gloria y una luz, que no es la de ángeles o arcángeles. ¡No! ¡Es la gloria de Cristo! He escuchado de personas creyentes que se han alejado de Dios y de la iglesia, que han estado mal, entonces una vecina llevó a esa persona creyente al brujo, y cuando éste le quiso hacer un trabajo le dijo que no podía hacerlo porque veía una luz alrededor de ella. Parece ser que aunque era creyente pero ahora está lejos de Dios, aunque esté bajo opresión satánica, en desobediencia, si ya ha sido capturado para el reino de los cielos, los brujos y los demonios no pueden tocar a ese creyente más allá de lo que Dios permita porque esa luz que lo rodea es impenetrable. Nosotros tenemos la gloria de Cristo. ¡No es cualquier gloria! ¡Es la gloria de Cristo, es su fulgor! La Biblia nos dice que la naturaleza gime a una, esperando ver la manifestación gloriosa de los hijos de Dios. ¡El Señor ha revestido a la iglesia con la gloria de Jesucristo!
¡La iglesia es una institución divina, y la gloria que hay sobre la iglesia es la misma que reposó sobre Jesús!
La iglesia también, tiene la misma unción que tiene Cristo. El Señor dijo: “18El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; 19 A predicar el año agradable del Señor” (Lucas 4:18 y 19). Jesús fue ungido; el aceite que usamos para ungir a la gente es símbolo de la unción, y tiene que ver con esa manifestación de la presencia del Espíritu Santo en la vida del creyente. Algunas personas captan la unción al entrar a un culto y dicen: “¡Qué unción, qué presencia que hay!” Es una manifestación de la presencia de Dios en la vida del creyente. Jesús dijo que aquellos que creyeran en Él, de su interior brotarían ríos de agua de vida, y eso tiene que ver con el Espíritu que iban a recibir los que creían en Él. ¡Ese Espíritu, esa manifestación está en la iglesia! ¡Cada creyente tiene la unción de Cristo! Jesucristo es el esposo, Él nos mostró cómo hacer el trabajo y nosotros somos su ayuda idónea. Antes de irse nos dijo: “Te dejo trabajando aquí en el planeta Tierra, después te vengo a buscar y nos vamos a casar”. Nos comisionó su trabajito de hablar en su nombre, de sanar a los enfermos, de liberar a los cautivos, de levantar a los muertos, en su nombre. Por lo tanto, para que nosotros podamos hacer su obra, nos dio su gloria, su espíritu y su unción.
Jesús ya había terminado su ministerio en la tierra, estaba por irse al cielo y les dijo a sus discípulos: “49He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padresobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto”(Lucas 24:49). Aquí se refería a la promesa de enviar su Espíritu Santo para que los creyentes no contaran con su propia astucia sino con la de Él; para que no contaran con su poder y su sabiduría sino con el poder y la sabiduría de Jesús. Cuando viene el Espíritu Santo a la vida del creyente, es investido de unción y de poder. Para que la iglesia viva la vida de Cristo, para que haga sus obras, para que venza como Cristo venció, Dios armó a la iglesia con el mismo Espíritu, la misma unción y el mismo poder. ¡Dios hizo a la iglesia una institución poderosa y vencedora! Cuando Pedro declaró: “Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” Jesús le respondió: “Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del hades no prevalecerán contra ella”. ¡El hades no prevalecerá contra la iglesia! La muerte no pudo vencer a Jesús y el Señor ha declarado que el hades, o sea, la muerte, no podrá prevalecer contra la iglesia. Jesús quiso decir: “Yo soy vencedor sobre la muerte y ustedes también lo son, el poder del hades no podrá contra ustedes”.
En las películas podemos ver una ciudad amurallada, la cual tiene puertas grandes y fuertes, a prueba de todo; el enemigo viene y la incendia, arremete contra ella haciendo todo lo que puede para destruirla, ya que el único lugar débil de la ciudad es la puerta. Los de adentro se defienden para que no les derriben las puertas, y afuera está el enemigo rodeando la ciudad, tratando de destruirla. ¿Quiénes son los que están adentro y quiénes los que están afuera? La palabra de Dios dice que las puertas del hades no prevalecerán contra la iglesia, así que quien ataca es la iglesia y los que están adentro son los demonios gritando: “¡Satanás, haz algo que nos voltean las paredes!” Pedro le declaró al Señor: “Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. “Cristo” proviene del griego, y significa “ungido”, y cristiano es un ungido, o sea que tiene la misma unción de Jesús.
El Señor ha determinado que la iglesia es vencedora frente a los poderes del infierno. La Biblia promete que Él pondrá a nuestro enemigo debajo de nuestros pies. Jesús nos dio la victoria. Él ha vencido y nadie lo puede discutir, ni siquiera los demonios; lo que Cristo quiere es la victoria de la iglesia. ¡Él quiere tu victoria! Jesús ya demostró que era victorioso cuando resucitó al tercer día en la cruz del calvario, pero ahora tiene hijos y quiere ser como esos padres orgullosos de esos hijos. “¡Yo no pude estudiar pero mi hijo es un doctor! ¡Tiene un bocho!” El Padre se siente orgulloso de ver cómo sus hijos destruyen las fortalezas del infierno, de cómo vencen las tentaciones y las arrogancias de satanás, y encierran a los demonios en la ciudad y batallan contra sus puertas. ¡Las puertas del hades no prevalecerán contra la iglesia! ¡Aguántate si no eres de la iglesia!
Cuando cambias la perspectiva de qué es la iglesia al decir: “No, este hermano no me gusta, aquel sí”, ¿qué diablos estás haciendo? ¿Qué estás diciendo? ¿Qué hay en tu corazón? ¡Si ese hermano y esa hermana es carne de tu carne y hueso de tus huesos! ¡La misma sangre que fue vertida por ti, también fue vertida por tu hermano!
Jesús fue ungido cuando se bautizó en el Jordán. La unción de Jesús no se manifestó hasta que vino sobre Él, el Espíritu Santo. Juan el bautista vio descender al Espíritu Santo como paloma sobre Jesús y el ministerio del Señor comenzó cuando Él fue ungido. Jesús dijo: “7Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré… 13Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir” (Juan 16:7 y 13). Después les declaró: “8pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8). Era el mismo Espíritu que descendió sobre Jesús. No tenemos el espíritu de algún arcángel sino el Espíritu Santo, quien ungió a Jesús. Así que tenemos la misma gloria, la misma unción, el mismo Espíritu y el mismo poder. ¡Eso tiene la iglesia! ¡El creyente tiene derecho a disfrutar de estos atributos y Dios necesita mostrar que su iglesia es gloriosa y poderosa! Él anhela decir: “¡Ese es mi hijo! ¡Esa es mi hija! ¡Miren, se parece al padre, habla como él y hace las mismas cosas que el padre! ¡Cuánto orgullo sienten los padres!
Dios no necesita demostrar que Él es el Todopoderoso sino que su Espíritu le ha dado la victoria a la iglesia. Un buen padre nunca sentiría celos porque a su hijo le va bien, más bien se pone orgulloso porque es lo que espera de su hijo, que le vaya bien. Y el Señor te quiere ver caminar en gloria, te quiere lleno de su Espíritu Santo y ungido. Jesús dijo: “12De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre”(Juan 14:12).
El Señor nos ha dotado con ciertos elementos que nos hacen la institución más gloriosa que opera en el mundo. Dice la Biblia en 1ª Corintios: “Así que somos embajadores en nombre de Cristo”. La Biblia toma una figura política, la del embajador, quien representa a un reino o un país, en otra nación o reino, y se le llama embajador plenipotenciario o con plena potestad. Cuando un embajador representa a una nación, está autorizado y dotado para representar al gobierno de su nación y hablar en su nombre. Por lo tanto debe cuidar lo que dice ya que no puede hablar pavadas. La investidura de un embajador es todo un proceso, ya que un país le presenta credenciales a otro para enviar un embajador, y una vez que han sido cumplidos todos los requisitos legales, se celebra una ceremonia y se recibe al representante como embajador plenipotenciario, quien goza de pleno poder para hablar en nombre de su nación. Él dice y hace según quiere su país, de lo contrario, si incomoda a su gobierno, éste lo aparta de su cargo y manda a otro; o si hace algo que no le gusta a la nación donde el embajador está como representante, esa misma nación que lo recibió, lo echa. Se me ocurre que satanás, muchas veces se ha presentado delante del Padre y le dijo: “Sácame de ahí a esa persona”. Pero él no tiene ni voz ni voto porque el planeta Tierra le pertenece a Dios.
Así que somos embajadores en nombre de Cristo y venimos al mundo en representación del reino de los cielos. Somos ciudadanos de la Tierra pero nuestra ciudadanía, según el apóstol Pablo, está en el cielo. ¡Yo soy ciudadano del reino de los cielos! Te hablo en representación de ese reino, y que se aguante el diablo. Al venir yo como representante del reino de Dios y embajador plenipotenciario, tengo la gloria de Cristo, tengo su unción y su poder; hago las obras de Cristo. ¡Eso te corresponde también a ti! Si es que eres hijo o hija de Dios, tienes ese derecho. Si no, eres como esos que dicen: “Ah, yo no tengo palabras”, “no me animo”. Y Dios dice: “Ahí está, ese es mi hijo. No se anima a hablar ni a hacer nada. Está dejándome en ridículo y a mi reino también”. Habría que preguntar si los que dejan en ridículo a Dios son verdaderamente sus hijos. Si camina como pato, si dice cuac y hace lo que hacen los patos, es pato. Del mismo modo, un creyente camina como Cristo, habla como él y hace sus obras. Y si no tiene la unción, si no tiene palabras, ni poder ni gloria, no es como Jesús. Hay muchas personas engañadas que creen que son cristianas pero no lo son. ¿Es tu corazón de Cristo o no lo es? ¿Está en ti la unción y el poder de Dios o no está? Puede ser que tú le has dado tu corazón a Jesús, pero después que lo has hecho, no te has animado a dar pasos de fe, has tenido miedo a hacer sus obras, entonces resulta que tu corazón no era de Cristo. ¿Dónde están el poder y la gloria del Espíritu Santo?
El libro de Hechos habla acerca de los hijos de Esceva que quisieron liberar a unas personas de demonios y decían: “Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo”. Leemos en Hechos 19: 15 y 16: ““15Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois? 16Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos”.¡Quisieron liberar a las personas de espíritus malos y terminaron siendo perseguidos por los demonios!
Me preocupa cuando un creyente me dice que no le hable de los demonios porque le da miedo y no puede dormir. ¡Qué unción, qué poder tienes! ¿Eres verdaderamente un cristiano? ¡Dios te ha dado un estatus, una naturaleza y una categoría para aplastar demonios! Yo te pregunto: ¿Tu corazón es de Jesús o no? Tal vez le has entregado tu corazón sentimentalmente, porque si realmente le has entregado tu corazón a Jesús, el fuego de Dios está dentro tuyo, su poder, su Espíritu y su unción están dentro de ti y tú haces las obras de Jesús. No se conoce a un cristiano porque toca bien el teclado ya que los hijos de diablo también saben tocar el teclado y lo hacen bien. No se conoce a un creyente por ser servicial, porque hay hijos del diablo que también lo son. Se conoce que alguien es hijo de Dios porque hace sus obras; sana a los enfermos, libera a los endemoniados y resucita muertos. Quien hace las obras de Dios es de Jesús. No digo que no haya que tocar el teclado, pero cuando Jesús estaba ejerciendo su ministerio no había teclado en ese tiempo. Me refiero al poder para consolar al desconsolado y llevarle palabras de aliento, y que ríos de agua de vida salgan de su vida. ¡En eso conocemos que es un cristiano! ¡Esa es la gloria y la unción que posee la iglesia! ¿La estás conociendo mejor? ¿Entiendes por qué Jesús ama tanto a la iglesia?
¿Necesitas tener esa gloria, esa unción y ese Espíritu de poder? Si necesitas hacer esas obras debes entregarle a Jesús tu corazón. Dile: “Señor, me he dado cuenta que esas cosas no están en mí. Me gusta la iglesia, los mensajes, la música, el pastor, (o no te gusta), pero no hay vida en mí y no hay poder. ¡Yo necesito eso que tiene la iglesia! No quiero vivir engañado, Padre. ¡Te doy mi vida! Quiero llegar a entender que lo más importante que hay en la vida es tener aquello que tú quieres darme. Hago un pacto contigo hoy Señor, te doy mi vida, límpiame, purifícame, perdóname, bendíceme y úsame Dios, te lo pido en el nombre de Jesús, amén”.
Oro por ti: “Espíritu Santo, toca y quebranta todo espíritu contrario a tu Espíritu, limpia de toda inmundicia y de toda maldad, en el nombre de Jesús. Quita todo espíritu de engaño y bautiza con tu Espíritu Señor, te lo pido en el nombre de Jesús. Despierta y levanta tu iglesia, Padre. Que se cumpla lo dicho por el profeta Joel quien profetizó: “28Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. 29Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días” (Joel 2:28 y 29). ¡Así dice el Señor! ¡El mundo verá la gloria de Dios a través de una iglesia revestida de gloria, de poder y de unción! Destruye las murallas, Padre en esta hora; destruye las fortalezas y las defensas del infierno. Destruye las puertas del hades, en el nombre de Jesús y libera a los cautivos en esta hora, te lo pido en el nombre de Jesús. En medio de mucha turbación, de muchos problemas y guerras, Dios levantará siervos y siervas poderosos en espíritu, ungidos. No temas a lo que viene, porque Dios está en control. El Señor está llamando siervos y siervas, pastores, evangelistas, profetas, maestros y apóstoles. ¡Dios te llama en esta hora! No temas acudir a su llamado. El Señor en su tiempo te mostrará su propósito y su voluntad. No pongas tu mirada en los problemas ni en la oposición. Hoy te digo que satanás está temblando y el infierno es sacudido porque viene un derramamiento muy grande del Espíritu Santo sobre los creyentes. Qué así sea Padre, en el nombre de Jesús, amén”.
ANEXOS: