AUTORIDAD SOBERANA DE DIOS - Misión Vida para las Naciones

Av. 8 de octubre 2335

Montevideo

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MENSAJES DEL CIELO

AUTORIDAD SOBERANA DE DIOS

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INTRODUCCIÓN

Hay dos principios que operan en el universo visible y en el invisible; uno tiene que ver con la autoridad soberana de Dios, y nos enseña que la autoridad máxima que hay en el universo, que está sobre todas las cosas, es Dios. Este principio exige obediencia. En la autoridad de Dios opera la obediencia de toda su creación. ¡Todo obedece a las leyes que Él ha establecido!

El otro principio que opera en el universo es el de la rebelión; ésta no proviene de Dios sino que es satánica, y en la rebelión opera la desobediencia.

O sea que, básicamente hay dos áreas en las que se mueven las personas, en la de la obediencia y en la desobediencia. Los que se mueven en el área de ésta última pertenecen a un movimiento de rebelión gestado por satanás contra la autoridad de Dios.

El principio de la rebelión comenzó a funcionar en el planeta cuando Dios les dijo a Adán y a Eva que no podían comer de determinado árbol; ellos podían comer de todos los demás árboles que habían en el huerto, pero del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal no. El Señor les advirtió que el día que ellos comiesen ese fruto, ciertamente morirían.

La enseñanza diabólica vino a Eva cuando satanás le dijo: “… ¿Con que Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” Leemos en Génesis 3:2 al 5: 2Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; 3pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. 4Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; 5sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal”

En otras palabras, satanás le dijo a Eva que una vez que comieran de ese fruto no iban a necesitar más a Dios e iban a tomar decisiones por su propia cuenta conociendo el bien y el mal. De ahí surgió esa corriente de personas que dicen: “A mi nadie me va a decir lo que tengo que hacer” o “Yo quiero esto pero aquello no. Esto me gusta y esto no me gusta”. ¡¡No saben o no entienden que detrás de estas frases opera la rebelión y la desobediencia!!

¿Qué es lo que generó la desobediencia en Adán y en Eva? Creó una dirección contraria a la de Dios, y esta dirección vino dada porque el hombre se independizó de Dios. Quien dice “yo hago lo que se me da la gana, se declara independiente, no quiere estar bajo autoridad de padre ni de madre, no está dispuesto a hacerle caso a nadie. Si es que tiene ganas, entonces obedece a la autoridad, o no, pero la semilla de la rebelión y de la desobediencia ha sido germinada en su corazón.

La desobediencia originó todo aquello que causa la rebelión: La resistencia, el desprecio y el rechazo a la autoridad, que torna a las personas independientes para que tomen las decisiones que a ellos se les da la gana pero que luego provoca un descontento porque se produce un vacío por la falta del respaldo de Dios. Y junto con esto viene la anarquía, la falta de gobierno, falta de autoridad, donde cada uno se gobierna como quiere, donde cada uno hace lo que siente o lo que se le da la gana; todo está dividido, no hay unidad. Y si no hay unidad, no hay propósito ni poder, no se logran los objetivos.

            LA AUTORIDAD SOBERANA DE DIOS

Los grandes proyectos se hacen con personas que logran unidad; no es que todos son iguales pero sí se complementan unos a otros. Y Dios ha establecido su reino bajo el fundamento de su autoridad y del espíritu sujeto y obediente de las personas, de los ángeles, de los demonios y del diablo. ¡Él es la autoridad suprema sobre toda autoridad! El diablo, aunque se muestre independiente, en realidad es dependiente de Dios porque está sujeto a lo que el Señor ha determinado acerca de él. ¡Dios ha juzgado a satanás y ha determinado cuál será su lugar! ¡No hay ninguna autoridad que se pueda levantar contra la autoridad de Dios! ¡No hay quien lo pueda frenar porque Él es la autoridad máxima! ¿Por qué? ¡Porque Dios es soberano!

Soberano significa que está sobre todo; sobre todas las cosas creadas, sobre las leyes, los animales, sobre las personas, sobre los seres visibles e invisibles que se mueven en el mundo natural y en el espiritual. Soberanía es dominio y gobierno, y la particularidad que tiene la soberanía de Dios es que no hay nadie que lo pueda enfrentar. Dios es quien emite las leyes pero nadie le da leyes a Él. No hay nadie que le aconseje a Dios para que Él pueda aconsejarnos a nosotros. Dios está solo en la posición de autoridad y de soberanía.

Un soberano es quien domina y establece leyes por su propia voluntad, y no está sujeto, Él mismo, a esas leyes ni a otras que los demás les impongan. O sea que Dios es el origen de la ley y de la verdad. Sus pensamientos elaboraron esas leyes y su poder logró establecerlas, porque hay leyes naturales y leyes espirituales; hay leyes que gobiernan la posición que tienen los astros entre sí, por ejemplo, la luna y la tierra. El planeta Tierra está suspendido en la nada, la luna da vueltas alrededor de ella, suspendida también en la nada. La tierra se traslada alrededor del sol, en la nada, y éste está en la nada.             Hay leyes que hacen que los planetas respeten esa posición en la que Dios los ha puesto. Él estableció la ley de la gravedad, la cual se puede medir ya que uno puede calcular la velocidad en la que cae un cuerpo hacia la superficie de la tierra, pero nadie sabe bien cómo es que ella funciona. Se habla de la atracción que ejerce la tierra desde su centro, pero finalmente, es algo que está establecido y que los hombres no pueden variar. Hasta las plumas de los pájaros cuando caen, respetan la ley de la gravedad, ¡obedecen a Dios! Y así como hay leyes naturales, hay leyes espirituales. ¡Dios ha establecido las leyes! ¿Y quién podrá decirle no me gusta la ley que has creado? ¿Quién podrá decirle me parece que te equivocaste? ¡No hay nadie! Nadie puede salir con una nueva idea porque Dios es quien ha generado todas las ideas. Nadie puede sorprenderlo diciéndole: “Te voy a contar una idea que se me ha ocurrido. ¿Qué te parece si hacemos así y así?” ¡Y Dios hace plop! “¡No se me había ocurrido!  Dice el Señor. ¡Gracias por contármelo!” ¡No existe!

¿Quién lo puede resistir? ¡La soberanía de Dios es absoluta e irresistible! ¡No hay ejércitos ni poder que la puedan detener! Los rebeldes pelean contra algo que no pueden vencer. Éstos, están dentro de un ámbito de anarquía, de disolución, de distorsión de la realidad; pelean y no saben que Dios ha establecido una ley para los rebeldes y una para los obedientes. ¡Los obedientes reinarán juntamente con Él! ¡Los que se agradan de su voluntad y se aferran a ésta, los que se hacen amigos de Dios a pesar de todo, esos reinarán y vivirán juntamente con Él! ¿Quién podrá resistirle a Él?

Para los desobedientes y los rebeldes, Dios ha preparado un laguito, el lago de fuego y azufre. ¡Allí irán a parar! ¿Y quién podrá resistirse a su voluntad?

Dios ha señalado en su palabra que delante de Jesús se doblará toda rodilla de lo que está arriba en el cielo, abajo en la tierra y debajo de ésta. ¡No habrá rodilla que no se doble! También declara que toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre. Los buenos se arrodillarán y darán gloria a Dios, y confesarán a Jesucristo como Señor, y los malos también tendrán que hacerlo. ¡Toda rodilla se doblará delante de Jesús! ¡Yo me imagino al ciempiés! ¿Tendrá lengua este bichito? Porque toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor. Se postrará el león, el conejo y dirán: “Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre”.

            ¿CUESTIONAS A DIOS?

Hay gente que no entiende de la soberanía y de la autoridad de Dios, y cree que tiene derecho a cuestionarlo. He visto muchos cristianos ofendidos con Dios porque Él no hizo lo que ellos querían: “Yo le pedí a Dios y Él no me contestó”. ¿Y ahora qué? “Ahora ya no creo más en Él”. ¿Lo moviste del trono con tu decisión? ¿Qué lograste con eso? Los que no entienden de la soberanía y de la autoridad de Dios, no comprenden que Él es el Señor y no ellos. Te molestas con Dios porque no hizo lo que tú querías. ¿Quién es Dios, tú o Él? ¡Tú has nacido para hacer su voluntad! ¡Has nacido para ser su siervo, pero Dios no es tu siervo! ¡Él puede hacer lo que quiera!

“¿Por qué Dios me quitó mi hija?” ¡Porque es soberano! “¡Es injusto!” ¿Tú eres capaz de decir que Dios es injusto? ¿Quién te crees que eres? Estos cristianos me hacen recordar a la historia del conejito, que estaba en una reunión con varios animales en la selva; el conejo criticaba al león: “¿Quién se cree que es? ¿El rey de la selva? ¡Cuando lo agarre va a ver!” Se le acerca el león por detrás y le pregunta: “¿Qué te pasa conejito?” El conejo mira hacia arriba y dice: “¡Aquí estoy hablando pavadas!” Muchos hacen como ese conejo, hablan pavadas, hablan de lo que no saben.

¿Cómo puedes cerrar una puerta que Dios abrió? ¿Podrás hacerle frente a Dios? ¿Tú podrás enderezar algo que Él torció? ¿Podrás torcer algo que Él ha enderezado? ¿Quién podrá torcerle el puño? Cuando te molestas o te ofendes con el Señor, ¿no te da la cabeza para darte cuenta que no te conviene ser enemigo de Dios y perder su amistad? Quienes persisten con esa actitud están en el lado de la desobediencia y de la rebelión, no quieren que Dios sea la máxima autoridad del universo y no soportan su soberanía.

He aprendido que si Dios pone algo patas para abajo, está bien y yo digo: “Gloria a Dios, ¡qué bonito quedó! Mi mente finita no puede cuestionar la grandeza de la mente infinita de Dios. ¡Dios hace cosas que no entendemos! Él es infinito y nosotros finitos, entonces, es difícil con una mente finita entender la mente de Dios que es infinita. Pero aún sabiendo que tenemos una mente finita nos enojamos con Él, alegando que no hizo las cosas bien, que no es justo que nos suceda tal o cual cosa, que si en verdad existe no es justo que nos sucedan cosas malas. Pero Dios sigue siendo la autoridad máxima del universo y es soberano sobre todos los soberanos de la tierra.

En sentido perfecto, la soberanía, solamente le pertenece a Dios, porque, soberano, es aquel que tiene derecho absoluto al dominio sobre todo, y esa soberanía se basa en su autoridad y en su poder. Si quieres establecer tu autoridad, tienes que tener poder y no lo tienes. A Dios le decimos el Todopoderoso. ¿En qué consiste eso de que Él tiene dominio absoluto sobre todas las cosas? En que tiene autoridad y poder. ¡Dios hará que lo que Él ha determinado se cumpla! ¡Nadie podrá torcer los propósitos y los planes de Dios! ¡La historia de la humanidad llegará a dónde Él ha predeterminado! Y Dios ha dicho que va a establecer su reino en la tierra, que Jesús vendrá por segunda vez, pero ya no lo hará como cordero sino como león. ¡Gobernará y reinará con vara de hierro las naciones! ¡Así culmina la historia de la humanidad! ¡No gobernará el hombre, lo hará Dios!

El hombre les da marihuana a los jóvenes, negocian con la droga, y ahora tenemos un estado narcotraficante. ¡Mira lo que está haciendo el hombre! ¿En que se basa la rebelión? En el derecho a la libertad. ¿Qué les dan a los chicos? Derecho, libertad. También están estableciendo el derecho de los menores al placer sexual, al aborto y declaran que han dado un paso más a la libertad. Si el chico se quiere matar con droga, tiene derecho a hacerlo y tiene libertad. ¡Pero si anda en una moto sin casco, no tiene derecho ni libertad! ¡Ridículo!

El hombre no gobierna bien por su sola razón, porque no le da la razón; y las razones de Dios, el hombre no las entiende. Por lo tanto debemos decidir si Dios es nuestra autoridad o no, si es soberano o no sobre nuestras vidas.

Yo he escuchado por ejemplo: “Hay una cosa que yo no le perdonaría a Dios y es que me quite a mi hijo”. ¿No se lo vas a permitir a Dios? ¡No has entendido que Él es el más grande y poderoso!

En el sentido exacto de la palabra, el único soberano es Dios; después, en la historia de la humanidad aparecieron las monarquías y se le llamaba soberano al rey, porque éste tenía derecho a establecer leyes sin que nadie se las dicte, lo hacía por su voluntad y tenía poder para hacerlo. El ejército estaba a su disposición, también las armas, y él disponía de lo que era su territorio. Pero en esos casos, no estamos frente al sentido exacto del término soberano, porque todo soberano en la tierra está sujeto a las leyes de Dios, a las naturales y espirituales.

Respecto al rey Nabucodonosor, Daniel le interpretó un sueño que él había tenido. Leemos en Daniel 4:24 y 25: 24esta es la interpretación, oh rey, y la sentencia del Altísimo, que ha venido sobre mi señor el rey: 25Que te echarán de entre los hombres, y con las bestias del campo será tu morada, y con hierba del campo te apacentarán como a los bueyes, y con el rocío del cielo serás bañado; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que conozcas que el Altísimo tiene dominio en el reino de los hombres, y que lo da a quien él quiere”.

Nabucodonosor se olvidó de ese sueño y pasó un año, después de este tiempo. Señala la Biblia que un buen día salió a pasear por el palacio real de Babilonia, y dijo: 30… ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? 31Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti; (Daniel 4:30 y 31). Al declarar eso, entró en un estado de locura y ya no sabían qué hacer con él, entonces fue echado de entre los hombres. ¡Era un gran rey con un imperio muy grande! El profeta Daniel le había declarado que siete tiempos pasarían sobre su cabeza hasta que reconociera que el Dios Altísimo reina sobre las leyes de la tierra. Por eso se dice que Jesús es Rey de reyes y Señor de señores, porque todos los reyes y señores están debajo de Él. ¡Dios es el Soberano!

Leemos en 1ª Timoteo 6:13 al 15: 13Te mando delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato, 14que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo, 15la cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores,” y en Judas versículo 4 dice: 4Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo”.

Y Apocalipsis 1:4 al 6 dice:4Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono; 5y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, 6y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén”. ¡Mi Dios es el único soberano!

La palabra soberano, en su esencia se le aplica solamente a Dios, porque los reyes y los soberanos de la tierra, todos, están sujetos a Dios, quieran o no, les guste o no.

            LA OBEDIENCIA TE DA ACCESO AL CONOCIMIENTO DE LA VOLUNTAD DE DIOS

Cuando uno entra en amistad con Dios y está en comunión con Él, Dios le va revelando, hasta donde puede entender la persona, su verdad. Nadie que no ame a Dios puede opinar acerca de la justicia o injusticia que comete, porque quien no le ama, no sabe nada de Dios. Muchos saben que hay Dios pero no le conocen porque no tienen relación ni comunión con Él. Los demonios saben que hay Dios pero no conocen nada de Él porque Dios a ellos no se lo revela. Pero a nosotros, a los que le amamos, Dios ha guardado cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni se ha manifestado en el corazón de los príncipes de este siglo, esas cosas, que nadie vio, pensó u oyó, son las que Dios ha preparado para los que le amamos. ¡Si tú le amas, puedes opinar acerca de Dios porque sabes quien es Él!

En el libro de Ezequiel, Dios le dice a un soberano: 1Tú pues, hijo de hombre, profetiza contra Gog, y di: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo estoy contra ti, oh Gog, príncipe soberano de Mesec y Tubal” (Ezequiel 39:1). Vemos que este príncipe era soberano de Mesec y Tubal, y Dios le dijo: Tu soberano, no eres tan soberano porque yo estoy sobre ti”. ¿A dónde quiero llegar con esto? Hay cristianos que viven frustrados porque no han logrado lo que anhelan y les falta luz para entender que tal vez esas cosas que ellos desean no son las cosas que Dios quiere.

Solamente los que le obedecen tienen acceso al conocimiento de la voluntad de Dios; y quienes le aman y le obedecen, anhelan las cosas que conocen y saben que Dios quiere hacer.

Hay quienes se equivocan al señalar: “La Biblia dice que el que pide con fe todo le es posible”. Y si, al que cree, todas las cosas le son posibles, pero ellos dicen: “Bueno, yo le creí a Dios y le pedí tal cosa pero Él no me la dio. Yo pedí con fe, creyendo, pero Dios no me respondió”. La conclusión de esas personas es que Dios es mentiroso y que la Biblia no dice la verdad. Si la palabra de Dios dice que al que cree, todas las cosas le son posibles, y yo digo que he creído pero Él no me lo ha dado, entonces hacemos mentiroso a Dios y a su palabra. Pero la Biblia afirma: “…Antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso…” (Romanos 3:4) Si yo dije que creí y Dios no me lo dio, significa que yo no creí, porque si hubiera creído, la palabra de Dios se hubiese cumplido en mi vida, porque al que cree, todas las cosas le son posibles. ¡La palabra de Dios es inmutable! “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mateo 24:35) No se le ocurre al necio decir: “Yo he presumido, yo me he creído lo que no tenía que creer”. No es capaz de postrarse delante del Señor y decirle: “Perdóname Dios, yo creía que creía pero no creía. Mi corazón estaba engordado pensando que yo estaba creyendo”. Estas actitudes son las que marcan un corazón no sujeto, un corazón desobediente. ¡Prefiere hacer a Dios mentiroso y a su palabra!

Hay quienes dicen por ejemplo: “Sabe Dios que no tengo dinero para diezmar. No me alcanza porque tengo poco trabajo”. Lo hacen a Dios cómplice de un robo porque la Biblia señala que todos los diezmos de la tierra le pertenecen a Dios. ¡Los diezmos son de Dios! ¡Le pertenecen a Él! ¡Tú no le puedes robar al Señor con la excusa de que no tienes dinero! El ha dicho: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:10). Si dices que no puedes porque no tienes y no lo haces, te estás perdiendo que el cielo se abra para ti y que la bendición de Dios baje sobre tu vida. ¡Tú resistes la palabra de Dios, lo resistes a Él!

Otros ponen como excusas que tienen mucho trabajo y que si no trabajan, no tendrán para darles de comer a su familia pero ignoran al Dios que dijo: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33). ¡Los desobedientes, los rebeldes, tienen excusas para no creerle a Dios! Ellos creen que si trabajan menos y sirven a Dios, posiblemente, el Señor los haga morir de hambre; posiblemente no cumpla su palabra. Entonces prefieren ser infieles porque tienen miedo que Dios no cumpla, y con esos temores que tienen para con Dios, terminan obedeciendo al temor pero desobedeciendo a Dios. Le creen a lo que el temor les dice pero no creen a lo que la palabra del Señor declara, y viven en un estado de desobediencia y de rebelión; viven metiéndole excusas a Dios. ¡No estiman su soberanía ni su autoridad!

Después está la autoridad delegada por Dios. La autoridad de Dios es una autoridad directa, pero también está la autoridad delegada. El señor le dijo a sus discípulos en Lucas 10:16: “El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió” ¡Dios ha puesto todo bajo autoridad! Él así lo ha determinado: en la escuela hay un director, en la fábrica hay un gerente, en la casa hay un papá y en la iglesia hay un pastor. Hay personas que no entienden que si resisten al pastor, a lo establecido por Dios resiste. Si resistes al pastor, resistes la autoridad y la soberanía de Dios.

Yo quiero aclararte que no tengo la culpa de que Dios me haya hecho un pastor a mí, si no te gusta, no te la agarres conmigo, ve y pelea con Él. Dile que se equivocó, que está haciendo las cosas mal.

Están aquellos que no pueden aceptar la autoridad de un pastor, o alguna autoridad espiritual, porque lo comparan con su padre, con su abuelo, con alguna otra persona. Ya he contado de una joven que me dijo: “¿Cómo podré decirle a Dios papá? ¡No puedo! ¡Si mi propio padre abusó de mí desde los tres años de edad!” La gente lleva eso a cuestas y no entiende que nuestro papá puede fallar pero el Papá del cielo no falla. ¡Olvídate de los errores de tu papá porque el Papá del cielo no comete errores! ¡Él es la autoridad soberana en el universo! ¡Busca a Dios con todo tu corazón y conocerás su presencia, su amor, su poder y su gloria!

Obedecer a Dios pareciera ser más fácil que obedecer al pastor; sucede que la gente ve al hombre pero no ve al Dios que levantó a ese hombre. Entonces hay a quienes les gusta escuchar al pastor pero de lejos, de cerca no porque le tienen miedo o hay cosas que no les gustan de él.

Mi mamá me amó siempre y nunca me anduvo buscando los defectos; mi papá del cielo me amó siempre y ha cubierto mis pecados con la sangre preciosa de su Hijo. Él no me ve como me ve la gente. Dios me ve limpiado, salvado, restaurado y santificado por la sangre de Cristo.

Es fácil decir: “Yo le obedezco a Dios pero no al hombre” o “Jehová es mi pastor y ningún hombre es mi pastor”. Yo busqué si eso estaba en la Biblia pero no lo encontré, más bien encontré otro que señala que Dios ha establecido en la tierra, primeramente apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros para la edificación de la iglesia. ¡Fueron establecidos por Dios! Hay una generación de creyentes que le tienen aversión a la clase pastoral, ellos resisten la autoridad pastoral. Pero Dios los ha puesto y quienes resisten a las autoridades que Él ha establecido, a Dios resisten.

¿Tú quieres que te vaya bien? He conocido a muchos que se han ofendido con Dios porque no les dio lo que le han pedido, por lo que no hizo y no quieren saber nada con Él. ¡Lo habrás dejado a Dios con una depresión bárbara! ¡Démosle un antidepresivo porque tú te has enojado con Él! Cuando alguien me dice que se enojó con Dios, sistemáticamente le pregunto: “¿Y cómo te fue desde entonces?” Y me responden que les fue mal. ¿Cómo crees que te irá bien?

            CONCLUSIÓN

Tengo la esperanza de que después de este mensaje te des cuenta si eres obediente o desobediente. La obediencia es un estado del alma; y también la sujeción es un estado del alma. Hay quienes no quieren estar bajo la autoridad pastoral porque así están más tranquilos, ellos se arreglan directamente con Dios. Le hacen el cañito al pastor y van directamente con Dios. Sucede que como soy el apóstol le mando a alguien a hacer algo y lo hace, ahora, si mando a otro a que le diga lo que hacer de parte mía, miran con desprecio al que envié. Ya no funciona porque la autoridad media, o la que está debajo de la autoridad máxima, tiene cara de gil que mejor ni obedecerle. “¡Que venga y me lo diga personalmente el apóstol!” dicen.  Entonces voy y le arengo: “¡Él vino a decírtelo de parte mía y no lo hiciste! ¿Qué quieres que yo venga y te lo diga?”

Sabes que desde el mismo momento que entras en un espíritu de obediencia y si conoces tu desobediencia y tu rebelión, desde ese mismo momento, opresiones que te están persiguiendo, angustias, soledades se irán de ti. Alguien que padece de soledad, padece de no tener comunión con Dios. Porque el que busca a Dios, jamás se sentirá solo. ¡Jamás!

Si hoy reconoces que eres testarudo, desobediente, que hay un espíritu rebelde en ti, pídele perdón a Dios y dile que quieres estar en amistad con Él. Pídele que te de un corazón sujeto y un espíritu obediente.

En el universo operan dos principios, el de la autoridad de Dios, que tiene que ver con la obediencia, y el de la rebelión satánica que tiene que ver con la desobediencia. ¡Dios ama a los humildes! Sólo los humildes son obedientes porque reconocen su necesidad, reconocen su falta, y tienen un corazón dispuesto a ser enseñado. Los humildes tienen un corazón abierto a aprender, en cambio los soberbios, los orgullosos, creen que saben todo, no necesitan que nadie les enseñe porque saben qué es lo que tienen que hacer. ¡No tienen un corazón enseñable! Ellos están para enseñar y no para aprender. ¡Pídele a Dios hoy un corazón humilde!

Leemos en Isaías 57:15: “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados” e Isaías 66:2 afirma: “Extendí mis manos todo el día a pueblo rebelde, el cual anda por camino no bueno, en pos de sus pensamientos.

Hoy no te ha hablado un hombre. ¡Dios te habló! Tú decides si tiemblas ante esta palabra o te quedas como estás.

Pídele perdón a Dios por ser testarudo, porque no has querido hacer lo que Él te mandó porque ya tienes pensado lo que te gusta y lo que deseas. Si le has puesto a Dios todas las excusas que te vinieron a la mente para no serle obediente a Él ni a la autoridad que delegó, pídele perdón. ¡Pídele que cambie tu corazón y que haga un milagro en tu vida!

Hago una oración por ti: Señor, tú conoces los corazones sinceros, tú conoces quién ha sido tocado por tu palabra y quién no. Tú sabes Señor, y miras desde el cielo. Mira el corazón de quienes están cansados de ponerte excusas, de resistirte y rechazarte; rechazando tu consejo y a tus siervos. Convence de pecado, de justicia y de juicio, te lo pido en el nombre de Jesús. Sana toda rebelión Padre, perdona Señor, corta toda influencia de espíritus satánicos de rebelión, en el nombre de Jesús, corta con todo espíritu que resiste ser obediente a lo que tú quieres, ahora Señor, en el nombre de Jesús. ¡Derrama tu gracia, tu paz y tu bendición sobre tu pueblo, amén!

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