EL VERDADERO DESCANSO - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

EL VERDADERO DESCANSO

INTRODUCCIÓN

Leemos en Mateo 11:29: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”. Históricamente, el yugo, es un instrumento para unir a dos bueyes o mulas en una yunta, formado por una pieza alargada de madera con dos arcos que se ajustan a la cabeza o el cuello de los animales y que, sujeta a la lanza de un carro o el timón de un arado, permite que tiren de ellos. Es un peso que los obliga a trabajar, o una especie de opresión que tienen encima. El yugo impide que un buey vaya más adelante del otro ya que si uno tira de más se hiere y hiere al que queda atrás, por lo que el que quedó rezagado, trata de adelantarse para que no duela y el que se adelantó retrocede. Cuando terminan de arar, les quitan el yugo a los bueyes, por lo que éstos sienten una liberación. Jesús nos dice en Mateo 11 que debemos llevar su yugo; en otras palabras, trata de decirnos que no llevemos nuestro yugo porque es pesado, en cambio su yugo es liviano y fácil de llevar.

EL YUGO DE TU ALMA SE REFLEJA EN TU ROSTRO

La palabra alma, tiene que ver con la parte de nuestro ser que identifica nuestra persona; digamos que una persona tiene un alma única e irrepetible. Ninguna es igual a otra. Cada alma ha sido concebida por Dios con ciertas características que le dan una individualidad. Según la psicología, el alma es la sede de nuestro yo o de nuestra persona. Entonces, cada ser humano tiene un alma única, con características especiales, irrepetible e indivisible y que nos identifica por quienes somos. Aparte, tenemos el cuerpo y el espíritu, pero hoy te hablaré acerca del alma, que es la sede del intelecto, de la mente o pensamientos, de la voluntad y de las emociones. Cuando en el alma hay pensamientos turbios, esos pensamientos arrastran a la persona a tomar decisiones o a vivir de determinada manera, que la vida se le transforma en una carga. Si los pensamientos son míos o de mis parientes y amigos, entonces se pierde la visión de Dios para nuestra vida y la persona comienza a tener problemas, porque los pensamientos nos llevan a tomar decisiones. Nosotros no hacemos necesariamente lo que Dios dice o quiere; hacemos de acuerdo a lo que nos motiven los pensamientos. Nuestra alma se transforma en una carga para nosotros, no solo cuando están mal los pensamientos sino cuando falla la voluntad porque podemos tener buenos pensamientos, pero la voluntad está quebrada, por ejemplo, por causa de muchas frustraciones. La frustración que viene con los fracasos te lleva a carecer de voluntad para hacer lo que sabes que tienes que hacer. Por más que tengas pensamientos correctos, si no tienes voluntad, te quedas acostado.

Por otro lado, están las emociones, que son los sentimientos. ¿Qué sucede a lo largo de nuestra vida? Se van metiendo dentro de nosotros ciertos sentimientos inyectados por el infierno, conforme a las circunstancias que vivimos. Entonces tenemos sentimientos de odio o resentimiento que nos llevan a tener pensamientos de venganza, por ejemplo. Hay sentimientos que no nos dejan dormir porque sentimos un odio profundo o porque han ocurrido cosas que nos provocan tristeza. Cuando nos han fallado, por ejemplo, entra en nosotros la amargura. Todos esos sentimientos, esos pensamientos y la voluntad quebrantada, transforma nuestra vida en una carga muy pesada. Cuando yo estoy predicando puedo ver la cara de las personas. ¿Qué es lo que veo? Que las cosas que tienen adentro de su alma, se exteriorizan y se reflejan en su rostro. ¡Si hay tristeza u odio se exterioriza! Todos los sentimientos y pensamientos te dibujan la cara y son el fruto de las insinuaciones del infierno. Las mujeres, para que no se les note que están mal, se maquillan. No se trata de que los hombres y las mujeres sean feos, sino que se refleja en la cara, los sentimientos negativos que manifiestan. ¡Eso es un yugo que no debemos llevar!

Normalmente, esos sentimientos y pensamientos que traen frustración a la voluntad, todo ese veneno demoníaco que se mete en la vida de las personas, se originan en eventos que han ocurrido en el pasado. Hay mujeres que después de años que se murió el marido, aún no pueden superarlo. Van al cementerio según ellas a visitarlo, pero sólo se están metiendo en un lugar donde operan espíritus de necromancia, que son espíritus de muertos. Y cuando están delante de la tumba sienten un alivio momentáneo, pero se van de allí y la tristeza y la depresión les gana terreno. ¿Qué es el yugo en este caso? Es que a la mujer la sujeta una soga con la que arrastra toda su vida un muerto. Lo mismo sucede cuando se muere un hijo, así que llevan muertos a cuestas, y la vida se les hace pesada. Una mujer que perdió un hijo dejó de atender a los otros cuatro hijos que le quedaron. La depresión la llevó a un estado en el que no tenía ánimo ni fuerzas para atender a su familia. El hijo más chico se le acercó y le dijo: “¡Mamá, tenes cuatro hijos más!”

EN EL YUGO DE DIOS ESTÁ TU DESCANSO

¿Qué logran los pensamientos, las emociones y la voluntad quebrada? Desvían tu atención de la visión que Dios te quiere dar; te nublan el entendimiento. Entonces desconoces la voluntad de Dios porque te extravías del Señor. Dijo Jesús: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). No se trata de tomarse unas vacaciones ni de dormir un poco más; se trata de que si dejas que Jesús te de descanso o no. Si Jesús no te da descanso no hay sueño que pueda hacerte tener ese estado de ánimo óptimo que necesitas para llevar la vida. Si tu alma no tiene paz, si no tiene descanso, por más que duermas toda la noche, al otro día te levantas como te acostaste, pesado, con dolor en los huesos o con ganas de volverte a acostar. Hay gente que se toma vacaciones para darle alivio al alma, pero te voy a decir una verdad; el cuerpo descansa más cuando el alma está en reposo o en paz, y esto no tiene que ver con dormir ni con irse de vacaciones. Cuando el alma está en paz, el cuerpo descansa bien. Ahora, cuando el cuerpo descansa bien no significa que haga descansar al alma porque el hecho de estar acostado no te quita las angustias, las tristezas, el rencor, no te quita los deseos de venganza ni la amargura. O sea que dormir más no te quita los malos pensamientos y sentimientos. El verdadero descanso proviene de nuestro trato y relación con Dios.

David declaraba: “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado” (Salmo 4:8). Cuando el ama está en paz y confiada, el sueño es reparador, de otro modo no lo está. Hay personas a quienes el alma les trabaja hasta cuando están dormidos; duermes, pero tu alma sigue con bronca por algo que te hicieron. No hay paz ni descanso, y así el cuerpo comienza a deteriorarse; los malos estados de ánimo que son gestados por sentimientos desencontrados, generan enfermedades en los huesos, en las articulaciones, en la sangre, en el sistema digestivo, etc. Y ese es el yugo que el diablo nos ha puesto, entonces caminamos con los hombros caídos y con la cara larga. La forma de caminar de la gente muestra el estado de ánimo que tienen. Ahora, cuando el alma está bien, uno tiene paz, y esto no lo ponen los demonios, sino que te lo da Dios. Jesús sabía que lo iban a azotar, que lo iban a escupir, que le pondrían una corona de espinas y lo crucificarían, pero les dice a sus discípulos: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27). Cuando tienes la paz del Señor no significa que no tendrás problemas, sino que estás blindado y ningún dardo envenenado podrá afectarte porque esa paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guardará tu corazón y tus pensamientos en Cristo Jesús.

Como cristianos debemos aprender que a pesar de las circunstancias complicadas y difíciles Dios nos ha hecho más que vencedores por medio de Aquel que nos amó. ¡Somos más que vencedores! El problema no es el problema porque no hay ningún problema que sea tan grande que pueda derrotar a un cristiano que ha recibido el poder, la paz y la gracia de Dios. Si el problema no es el problema, ¿dónde está el problema? Si por causa de la dificultad que estoy atravesando le abro la puerta al temor, entonces el problema soy yo porque carezco de fe y de confianza. ¡Si le abro la puerta a la amargura, yo tengo el problema! El problema nunca está afuera de uno sino adentro. Por eso Dios trata con cada uno de nosotros en forma individual. El salmista confesaba: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo”. Él resistía el temor y lo echaba fuera de su vida; no lo dejaba entrar aunque pasara por el valle de sombra de muerte porque sabía que Dios estaba con él, entonces no había motivos para temer.

EN EL YUGO DE DIOS ESTÁ TU VICTORIA

Cuando el alma está en paz todos los problemas son solucionables; cada uno de los problemas son sólo circunstancias temporales, vienen y se van, pero yo soy eterno porque Dios me dio eternidad. ¡Yo pasaré más allá de esas circunstancias! Hoy se tienen que pudrir los yugos sobre tu vida por causa de la unción de Dios y tienes que aceptar el yugo que Jesús te está ofreciendo. El Señor te dice: “Mi yugo es fácil y ligera es mi carga”. Si tienes el yugo de Cristo podrás enfrentar un león y no temerás porque sabes que Dios hará algo por ti. Si te asaltan no te harás drama porque tienes el yugo del Señor. Quien tiene la paz de Dios tiene al Señor caminando con él y esa persona es plenamente consciente de que es así. Cuando uno tiene tal certeza y esa esperanza que sólo Dios puede dar, cuando uno tiene el amor, y el amor es una parte del yugo de Jesús, te hacen daño, pero como tienes amor, entonces perdonas. Y en lugar de angustiarte la vida por lo que te dijeron o hicieron, prefieres amar a quien te hizo daño y oras por esa persona que te ofendió. El amor también te blinda y no deja que entre a tu vida la amargura; más bien te llenas de un anhelo de intercesión por quien te hizo daño. Las dos partes más importantes del yugo de Jesús son el amor y la paz. Nadie logrará envenenar tu vida porque estás blindado con el amor y la paz de Dios.

No sólo tienes que saber esto y metértelo en tu cabeza, sino que Dios quiere que lo recibas. Jesús dijo: “Llevad mi yugo sobre vosotros…” No dijo que aprendas en tu mente acerca del yugo, sino que lo tomes y lo lleves. “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros…porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. ¡Su yugo vale la pena ser llevado! Los que no llevan el yugo del Señor caminan por la vida con la espalda encorvada y la cara larga; cara de opresión, de angustia, de tristeza. No se trata de disimular; si estás llena de odio no va a alcanzar todo el maquillaje que te pongas para tapar ese sentimiento que se refleja en tu cara. Seguirás viéndote fea porque no tienes la paz de Dios en tu corazón. La belleza de la mujer sale de adentro, no se pinta por fuera. Y los hombres como no nos ponemos pintura somos más transparentes. Jesús te dice: “Deja a mis pies esos yugos que no te dejan descansar, que te hace pensar qué será de ti mañana, que no vas a llegar, que te dijeron toda la vida que eres inútil y nunca llegarás a nada; que eres un fracasado como tu abuelo y como tu padre. ¡Te han llenado la cabeza de basura y tú todavía vives con eso!” Andas por la vida con esa cara acorde a lo que te han dicho o te han hecho.

Mientras predicaba le vi la cara a una jovencita de dieciséis años de edad y le dije que quería hablar con ella; cuando se me acercó, se puso a llorar, suspiró hondo y me dijo que estaba embarazada. Ella nunca pudo contar con su papá y no se llevaba bien con su mamá, desde los seis años la crió su abuela. ¡Una historia muy triste! Como la de muchas jovencitas que a temprana edad comienzan a probar con hombres para ver si encuentran el afecto que no recibieron en su casa. Y la verdad es que se equivocan feo porque los hombres no están preparados para darles afecto sino para usarlas sexualmente. Un familiar de esta jovencita le dice que no aborte, pero hay una tía amorosa que le dice: “¿Qué vas a hacer de tu vida? Tienes que abortar al bebé. La iglesia está llena de viejas que tienen mentalidad retrógrada. Estamos viviendo otra época, si no abortas vas a vivir triste toda tu vida y serás una fracasada”. ¿Cómo no va a estar amargada la chica? ¿Qué se refleja en su rostro? La angustia, la indecisión, el fracaso y la frustración. Y así quiere verte el diablo. Pero si sobre ti está el amor y la paz de Dios, en tu rostro resplandece Dios. El Señor les había ordenado a los sacerdotes de Israel que bendijeran a su pueblo diciéndoles: “Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz” (Números 6:24 al 26). ¡Ese es el yugo de Dios! Aunque vivas frustraciones y tengas historias complicadas, cuando Dios alumbra, tu rostro no se ve igual. ¡Se ve el rostro de Dios en tu vida!

CONCLUSIÓN

Las personas dicen que la luna es hermosa, hasta le han hecho poemas. Cuántos poetas la miraron y quedaron deslumbrados y han hecho poemas acerca del amor a la luz de la luna. Pero la verdad es que la luna es fea. ¿Por qué se ve bonita? Por el reflejo del sol sobre ella. Así como el reflejo del sol hace ver hermosa la luna, las personas puedan ver reflejado a Dios en tu rostro.

Dile al Señor: “Alúmbrame Señor. Te necesito. Estoy lleno de recuerdos y situaciones que viví en el pasado que me maldicen”. Dios te dice que no mires para atrás. No traigas recuerdos de cosas malas que te han acontecido al presente, ni siquiera de las cosas buenas que has vivido. El Señor quiere enterrar tu pasado y que no te acuerdes más de él para que no te afecten esas situaciones horribles que has vivido. ¡Preséntale esas circunstancias a Dios!

Hace muchos años en una Navidad, comí lechón. ¡Qué lechón! Cada vez que me acuerdo, pienso en lo delicioso que estaba. Trato de respirar hondo para sentir el aroma del lechón que me comí en el año 1995 y de llenarme, pero mi estómago me dice: “No me vas a engañar”. Lo que necesito es comerme otro lechón porque no puedo vivir del recuerdo de ese que me comí en el año 1995. Del mismo modo ocurre con mi vida espiritual: ¡Necesito tener vivencias con Dios, hoy! ¿De qué te sirve haber tenido una gran vivencia con Dios si eso no te sacia el alma hoy? ¡Hoy tienes que recibir el yugo de Jesús! ¡Tienes que recibir hoy su paz! Tienes que permitirle al Señor que deshaga tu yugo. Dice la Biblia en Isaías 10:27: “Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá a causa de la unción”. Oro para que la unción de Dios descienda sobre tu vida ahora y se pudra todo yugo, en el nombre de Jesús. ¡Tendrás nuevas experiencias con Dios! El Señor está vivo y Él puede obrar en tu vida. Ninguna amargura puede contra Dios, nadie jamás logró amargarlo. Cuando lo maldecían, Él bendecía.

Dios no quiere que nadie se pierda, así dice la Biblia. Dios no se siente feliz al verte angustiado, en soledad; no le gusta cuando caes en depresión. Jamás te dirá: “¡Me gusta! Yo te lo dije”. El Señor te dice: “No quiero que me cuentes nada, sólo quiero que me entregues tu pasado. Tu pasado no sirve, deja que yo edifique junto contigo un futuro. Dame tu vida. Vives padeciendo lo que padece cualquier hijo de vecino porque no caminas conmigo, porque no me has dejado que yo te de mi yugo. Dame tu yugo y yo te daré el mío. Yo te haré más que vencedor en todas tus circunstancias”. ¡Ten fe y actúa en consecuencia! Tú dices que tienes fe y yo te digo que actúes de acuerdo a esa fe que tienes. La fe es la certeza de lo que se espera y lo que se espera está en el futuro, no en el pasado. No uses las experiencias del pasado para hacer una proyección de lo que te va a pasar en el futuro porque con Dios no tienes que especular acerca de éste, ya que si estás en sus manos tu futuro será de victoria le guste o no al diablo o a tus enemigos. ¡Dios te va a sacar adelante! ¡No tomarás nunca más como referencia algo que viviste para determinar cómo te irá más delante! No digas que sabes cómo son las cosas. ¡Tú no sabes! ¡Dios hace todas las cosas nuevas! El Señor hará resplandecer su rostro sobre ti y te dará paz.

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