¡CREE O REGRESA AL DESIERTO! - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

¡CREE O REGRESA AL DESIERTO!

Yo he predicado que voy a verla gloria deDios en Uruguay, desde que llegué. No sé cómo, pero sí sé que Dios obrará. Para mí la promesa es que veremosla gloria deDios en esta nación y en esta oportunidad vamos a hablar de las promesas de Dios.

Eltrato de Dioscon su pueblo se basa en el amor y en la confianza mutua; Dios me ama, y yo lo amo. Dios pone su confianza en mí, y yo pongo mi confianza en Él. Dios nos sustenta con el poder de su palabra y la gracia que opera sobre nosotros, tiene que ver con promesas. Dios hace promesas a los que le aman y estos confían en esas promesas: Creen y obedecen.

Leemos en el libro de Deuteronomio: 1:19-20: “Y salidos de Horeb, anduvimos todo aquel grande y terrible desierto que habéis visto, por el camino del monte del amorreo, como Jehová nuestro Dios nos lo mandó; y llegamos hasta Cades-barnea. Entonces os dije: Habéis llegado al monte del amorreo, el cual Jehová nuestro Dios nos da”. Entonces Moisés dice en los versículos siguientes: “Mira, Jehová tu Dios te ha entregado la tierra; sube y toma posesión de ella, como Jehová el Dios de tus padres te ha dicho; no temas ni desmayes. Y vinisteis a mí todos vosotros, y dijisteis: Enviemos varones delante de nosotros que nos reconozcan la tierra, y a su regreso nos traigan razón del camino por donde hemos de subir, y de las ciudades a donde hemos de llegar. Y el dicho me pareció bien; y tomé doce varones de entre vosotros, un varón por cada tribu. Y se encaminaron, y subieron al monte, y llegaron hasta el valle de Escol, y reconocieron la tierra. Y tomaron en sus manos del fruto del país, y nos lo trajeron, y nos dieron cuenta, y dijeron: Es buena la tierra que Jehová nuestro Dios nos da”.

Hasta aquí estaba todo bien: Se encaminaron, subieron, llegaron, reconocieron, tomaron en sus manos el fruto, lo trajeron y dieron cuenta de ellos. El versículo 26 continúa diciendo: “Sin embargo, no quisisteis subir, antes fuisteis rebeldes al mandato de Jehová vuestro Dios; y murmurasteis en vuestras tiendas, diciendo: Porque Jehová nos aborrece, nos ha sacado de tierra de Egipto, para entregarnos en manos del amorreo para destruirnos”.

CUANDO HAY UNA PROMESA, HAY DERECHOS

En primer lugar, la tierra que ellos debían tomar en posesión desde hacía 500 años la llamaban “la tierra prometida”. Esa era una promesa de Dios, y cuando sacó a Abraham de tierra delos caldeos, le dijo: “Vete de tu tierra y de tu parentela a la tierra que yo te mostraré”; lo hizo vivir como forastero pero le prometió: “Esta tierra que tu ves se la voy a dar a tu descendencia”.

Después de Abraham vino Isaac; luego Jacob, quien tuvo 12 hijos, los cuales conformaron las 12 tribus. Estos terminaron viviendo en Egipto, cautivos por 430 años, hasta que Dios se acordó de su promesa y descendió, y habló con Moisés diciéndole: “He visto la aflicción de mi pueblo y he descendido para librarles”. Y Dios libró a su pueblode la esclavitud de Egipto llevándolos por el desierto hasta la tierra que había prometido a Abraham. ¡Ellos tenían una promesa! Ahora, cuando tú tienes la promesa de Dios, tienes la escritura de lo que está prometido. Puedes decirle a Dios: “Señor, tú lo prometiste”. Cuando se ha hecho una promesa, es muy difícil volver atrás. Si tú le has prometido a tu hijo una bicicleta, si se portaba bien, él viene y reclama lo que le pertenece. Te haces el sonso, pero tu hijo te dice: “Papá, tú me prometiste”. El niño ejerce presión, porque cuando hay una promesa, hay derechos.

Pero Dios no es como los padres, sus promesas son fieles. ¡Lo que Dios promete, Él lo cumple! Y eltrato de Dioscon el creyente es a través de las promesas. Dios da promesas y los creyentes las reclaman y las arrebatan. Los creyentes obedecen lo que hay que obedecer para apoderarse de las promesas.

Cuando Moisés le habló al pueblo diciéndoles que tomaran la tierra que Dios ya les había dado, a estos les pareció bien, y acordaron en mandar 12 espías que reconozcan la tierra. Los 12 espías vieron la misma tierra, pero 10 de ellos vinieron con una visión negativa; sacaron la conclusión de que sería difícil conquistar la tierra que Dios ya les había dado. Moisés no les dijo que vayan y tomen la tierra que Dios posiblemente les dé, o les dará, sino la tierra que Dios les da. Una promesa de Dios, es un presente continuo. Si Dios dijo que me da, utilizo el verbo en el presente y no en futuro. La tierra ya estaba dada, ¡era ir y tomarla! Esos 10 espías habían visto las murallas que rodeaban la tierra y a sus gigantes, y cuestionaron la idea de ir a la conquista, pero dos de esos espías dijeron que la tierra era buena, y que Dios la había prometido, así que si Dios estaba con ellos, -“los comerían como pan”- dijeron. Esas eran dos visiones distintas: ¡Dos arrebataron las promesas, y diez se negaron a creer!

La historia no termina ahí; cuando no crees en las promesas de Dios, o las ignoras, no solamente te las pierdes, sino que Dios se enoja por ello. ¡Toda promesa requiere de fe y decisión! Debían creerle a Dios y actuar en consecuencia. Pero no fue así porque en ellos operó la incredulidad. Dios bendice la fe y condena la incredulidad. No solamente te quedas sin la tierra prometida, sino que Dios te condena con maldición por no haber creído. Dice la Bibliaque todo lo que no proviene de fe es pecado. Leemos en el Nuevo Testamento: “Y juró Jehová y dijo: No entrarán en mi reposo” y los mandó al desierto. Cuando Moisés les dijo que Dios los mandaba al desierto se arrepintieron y decidieron que iban a obedecerle, e irían a conquistar la tierra que él dijo. Pero Moisés les contesta: “Dice el Señor que ahora ya no está con ustedes, así que no se alisten para la guerra, ni vayan a conquistar la tierra, porque la orden ahora, es ir al desierto”. Deuteronomio 1:34-40 dice: “Y oyó Jehová la voz de vuestras palabras, y se enojó, y juró diciendo: No verá hombre alguno de estos, de esta mala generación, la buena tierra que juré que había de dar a vuestros padres, excepto Caleb (fue quien dijo: vamos a entrar) hijo de Jefone; él la verá, y a él le daré la tierra que pisó, y a sus hijos; porque ha seguido fielmente a Jehová. También contra mí se airó Jehová por vosotros, y me dijo: Tampoco tú entrarás allá. Josué hijo de Num, el cual te sirve, él entrará allá; anímale, porque él la hará heredar a Israel. Y vuestros niños, de los cuales dijisteis que servirían de botín, y vuestros hijos que no saben hoy lo bueno ni lo malo, ellos entrarán allá, y a ellos la daré, y ellos la heredarán. Pero vosotros volveos e id al desierto, camino del Mar Rojo”.

LAS PROMESAS SE ALCANZAN POR LA FE

Hay muchos creyentes que casi van al cielo, hay muchos que casi disfrutan de prosperidad, de salud, de gozo; pero les falta ese “casi”. Quiero llamarles la atención a muchos creyentes, que no alcanzan a arrebatar las promesas de Dios, porque las pierden por incredulidad y rebelión. Prefieren decir: “Dios no me contesta, no me ama o no se acuerda de mí”, antes que decir: “Soy un incrédulo y rebelde, no me animo a arrebatar las promesas que Dios tiene para mí”.

La Biblia está llena del promesas, desde el Génesis al Apocalipsis; pero hay una generación de creyentes que por el “casi” no alcanzan esas promesas. ¡Les falta fe! ¡Les está faltando arriesgarse y obedecer! Quien cree, obedece, de lo contrario, quien no cree, desobedece y se revela. No tienes salida, o crees en Dios y le obedeces o le das la espalda y te revelas. Con Dios no hay medias tintas: Lo abrazas o lo rechazas. Y es imprescindible que el creyente aprenda que el trato que tiene con Dios es a través de sus promesas, que todas las bendiciones de Dios son promesas y se alcanzan por la fe. ¡Hay promesas para tu matrimonio, para tus hijos, para tu prosperidad y las alcanzas por la fe!

Hay algunos que “casi” son creyentes; ofrendan pero no creen y después dicen: “Yo ofrendé, no se qué le pasa a Dios”. Deuteronomio 28:1 dice: “Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos los mandamientos que yo te prescribo hoy…” El mandamiento que Dios le dio al pueblo cuando llegaron a tierra del amorreo era que avancen y tomen la tierra. Y ellos pensaron en mandar doce espías, pero diez de ellos debilitaron el ánimo del pueblo. La iglesia necesita lideres de fe, con visión; gente que le crea a Dios y vaya para adelante. Deuteronomio 28.2-14 afirma: 2Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios. 3Bendito serás tú en la ciudad, y bendito tú en el campo. 4Bendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas. 5Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar. 6Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu salir. 7Jehová derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti; por un camino saldrán contra ti, y por siete caminos huirán de delante de ti. 8Jehová te enviará su bendición sobre tus graneros, y sobre todo aquello en que pusieres tu mano; y te bendecirá en la tierra que Jehová tu Dios te da. 9Te confirmará Jehová por pueblo santo suyo, como te lo ha jurado, cuando guardares los mandamientos de Jehová tu Dios, y anduvieres en sus caminos. 10Y verán todos los pueblos de la tierra que el nombre de Jehová es invocado sobre ti, y te temerán. 11Y te hará Jehová sobreabundar en bienes, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, en el país que Jehová juró a tus padres que te había de dar. 12Te abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos. Y prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás prestado. 13Te pondrá Jehová por cabeza, y no por cola; y estarás encima solamente, y no estarás debajo, si obedecieres los mandamientos de Jehová tu Dios, que yo te ordeno hoy, para que los guardes y cumplas, 14y si no te apartares de todas las palabras que yo te mando hoy, ni a diestra ni a siniestra, para ir tras dioses ajenos y servirles”.

En el Nuevo Testamento, dicela palabra deDios que tenemos preciosas y grandísimas promesas, por las cuales podemos llegar a ser partícipes de la naturaleza divina. ¡Las bendiciones te rodean! ¡El cielo está lleno de promesas guardadas para los que creen! Por un lado está la promesa de Dios, y por otro lado la fe del creyente. ¡Sin fe es imposible agradar a Dios! La fe hace que camines endirección de labendición, y caminar en esa dirección significa que tienes que creer a Dios y obedecerle.

Hay creyentes que no gozan de la paz de Dios, aún cuando hay promesas que hablan al respecto. Filipenses 4:6 y 7 dice: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. Hay creyentes que no conocen las promesas, las ignoran, o no les importa. El Señor dice: “Mi pueblo fue cortado porque le faltó conocimiento”. ¡Es un problema serio no conocer las promesas que Dios tiene para mi!

SI NO CREES TE QUEDAS

Dios tiene promesas para ti; quiere que seas feliz, que tengas bendición, y quiere usarte como canal para bendecir al país entero. Dios le dijo a Abraham: “Te bendeciré y serás bendición”. Él te toma hoy para usarte y bendecir a través tuyo a tu país. Si no lo haces, eres incrédulo como aquellos que tuvieron que volver al desierto. ¡Ya no hay oportunidad! Cuando vuelves al desierto, lo único que se espera es que Dios levante otra generación.

Dios dice: “Ustedes creen que sus niños van a ser botín del enemigo, yo les digo que ustedes van a morir en el desierto y esos niños que no saben discernir entre lo bueno y lo malo volverán dentro de 40 años y yo les daré la tierra que ustedes no quisieron recibir”. Los incrédulos retroceden, se estancan, y los creyentes avanzan.

¿Qué tan grandes son las promesas de Dios? ¿Habrá algo que no podamos alcanzar por medio de ellas? “Al que cree, todo le es posible”. (Marcos 9:23)  Al que no cree, todo le es difícil y complicado. Conozco mujeres que han orado por la salvación de su esposo, empiezan con convicción, pero pasa el tiempo y viene la duda. Oran meses o años, con toda la fuerza, y un buen día dicen: “Ya estoy cansada, no voy a orar más, lo voy a dejar”. ¿Qué vas a hacer con esos 4 años que estuviste orando? Entonces ese esposo, al ver que la esposa lo iba a dejar, se entrega a Cristo. Pero ella ya no quiere saber más nada. ¡Esa mujer casi bendijo su matrimonio! Marcos 11:23 dice: “Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho”. Este versículo ni siquiera habla de orar sino de “decir”. El que cree puede hablarle a una montaña, puede hablarle a un problema, o a un tumor. ¡Qué promesa más grande! Cualquiera que tiene seguridad en su corazón y no duda, lo que dice le será hecho.

Unos oran: “Padre, te pido en el nombre de Jesús, que me sanes y seques este tumor”. Y una vocecita les dice: “¿Estás seguro que te está escuchando?” Jesús le habló a una tormenta, diciéndole: “Cállate y enmudece” y a una higuera: “Nunca jamás nazca de ti fruto”. Volvieron al otro día y la higuera estaba seca. También le habló a un muerto: “Lázaro, ven fuera”.

Jesús dijo que quien cree en Él, las obras que Él hace, éste también las hará. Es más, en este versículo que hemos visto dice que “cualquiera” puede decir que se haga tal cosa. Pero viene el diablo y te dice: “A ti Dios no te escucha”. Tu le respondes: “¡Si diablo, yo soy cualquiera!”  Pero Mateo 21:22 sigue diciendo: “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”. ¡Qué promesa! Mi señora dijo de mí: “Yo con ese negro ruliento no me voy a casar” pero Dios me dio este versículo. Ella se había puesto de novio, con uno rubio, yo lloraba y peleaba con Dios. ¡En ese tiempo tuve una lucha grandísima con la fe! Pero ella había terminado con el novio, y decidí hablarle una vez más. Le dije: “Marta esta es la última vez que te pregunto, no te lo voy a preguntar nunca más. ¿Querés casarte conmigo?” ¡Y me contesta que sí!

Cuando yo te hablo de la fe, no te digo algo que no se. Todo mi ministerio ha surgido por la fe. Y por la fe estamos creyendo y confesando que veremosla gloria deDios en Uruguay.

CONCLUSION

¿Quedarás hoy con un vacío en tu corazón o con las promesas de Dios? El no creer en ellas te provoca incertidumbre, temor y angustia. La gente entra en ansiedad y en afán porque le falta fe para creer en las promesas que Dios les da. Él ha dicho: “Pero si yo alimento a los pájaros y ninguno de ellos se cae sin que yo lo sepa, ¿cómo ustedes, hombres de poca fe piensan que yo no les voy a dar de comer?” En los centros comunitarios tenemos 400 personas a las que hay que alimentar y vestir y hemos vistola gloria de Dios porque Él responde, y envía del cielo su bendición.

Hoy tienes que decidir darle gracias a Dios porque Él tiene preciosas y grandísimas promesas para ti. ¡Dios te habló hoy! ¿Tomas las promesas o vuelves al desierto?

“Señor, ponemos nuestras enfermedades en tus manos y confiamos en tus promesas. Ponemos nuestra escasez y nuestras familias en tus manos y confiamos en tus promesas. Y aún hoy confesamos que creemos las promesas que tienes para nosotros después de nuestra muerte. Por la fe vemos a nuestra descendencia bendecida aunque nosotros no estemos aquí. Creemos lo que tú has dicho; que bendecirás a miles, que te aman y guardan tus mandamientos. Venga tu gloria, y tu gracia sobre tu pueblo. Creemos y confesamos que somos instrumentos poderosos en tus manos para salvación y bendición de este país y de las naciones. Abrimos el corazón para recibir la fe y para arrebatar las promesas, en el nombre bendito de Jesús, y para tu gloria. Retomamos las promesas que habíamos dejado, en el nombre de Jesús, amén”.

¡No pierdas ninguna promesa! No seas incrédulo, no pelees contra Dios. Comienza a anotar las promesas que Dios te da cuando lees la Biblia, y confiesa que son para ti. Yo he creído que soy como Abraham: ¡Soy bendecido para bendecir! Por eso confieso sin orgullo alguno, que soy una bendición. “Por la bendición de los rectos la ciudad será engrandecida” (Proverbios 11:11), es decir, por la bendición que yo tengo, la ciudad será engrandecida.

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