Av. 8 de octubre 2335
Montevideo
WhatsApp:(+598) 095333330
Leemos en la primera carta del Apóstol Pablo a los tesalonicenses, en el capítulo 4, versículos 16 y 17, dice: “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo, y los muertos con Cristo resucitarán primero.
Después nosotros, los que vivamos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados simultáneamente con ellos en las nubes al encuentro con el Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, consolaos los unos a los otros con estas palabras.” (Versión La Biblia Textual)
Cuando una persona viene a Cristo y pone su vida en sus manos, una de las primeras manifestaciones de la presencia de Dios en la persona, es la paz. Lo primero que ocurre en una persona que ha recibido perdón de pecados, es un alivio inmenso, generalmente dice: “¡Se me ha ido un peso de encima! ¡Me siento más liviano!” En ese momento comienza una vida nueva, que no tiene origen en nosotros sino en Dios, ¡y es una vida de poder! El Señor quiere que esa vida de poder se manifieste en nosotros, no un día, como una experiencia, sino todos los días y que su gracia, su amor y su poder nos sorprendan de día en día, para que podamos vivir como dicela Biblia, de gloria en gloria y de victoria en victoria.
La primer cosa que se manifiesta cuando una persona llega a Cristo, es que aquello que le dominaba ya no le puede dominar más; personas que han estado 20, 30 o 40 años sin poder perdonar a alguien, en un instante, y no por una cuestión de la razón ni de la voluntad, sino por una cuestión de la gloria y el poder de Dios, ¡pueden perdonar! El que no podía amar, ama y el que no podía olvidar, ¡olvida! ¡La vida cristiana es una cuestión del espíritu!
Muchos dicen: “¡Quiero perdonar, pero no puedo!” “¡Quiero dejar el alcohol, pero no puedo!” “¡Quiero amar a mi esposa, pero siento rechazo por ella!” Y la persona queda encarcelada en los sentimientos, y en las emociones. Una mujer recientemente me decía: “Yo no quiero ser hipócrita, ¡yo no siento adorar a Dios!”. Uno queda encarcelado en sus pensamientos y en sus sentimientos, pero Dios es más que pensamientos y que sentimientos, ¡es poder! Cuando Dios te dice que tienes que amar, es porque El va a derramar su amor sobre ti. ¡Él puede hacerlo! ¡No limites a Dios con lo que sientes o lo que piensas! La vida cristiana no es una vida que tiene su origen y su poder en la razón sino en el autor de la vida que se llama Jesucristo. El hombre ha querido apoyarse en la ciencia y en la razón, perola Bibliadice que debemos creer en Jesucristo, y apoyarnos solo en El. Es necesario hacer mucho énfasis en el hecho de que Cristo tiene que gobernar nuestra voluntad y nuestros pensamientos; nuestros sentimientos y pensamientos son erráticos y Cristo tiene que gobernarlos.
Recuerdo un hermano que me miraba mal, y yo pensaba: “¿Qué le pasa a éste que me mira mal? ¿Qué le habré hecho?” Luego me dijo lo que le pasaba: ¡Se había comido una hamburguesa, y le había caído pesada! Yo me pregunto, ¿qué tiene que ver la hamburguesa con que me mire mal? Es que nuestros sentimientos varían con la temperatura, con la humedad, con la cara de la gente, con lo que la gente te dice, ¡con todo! ¡Un plato de tallarines o un vaso de vino te pueden cambiar el ánimo! ¡No puedes confiar en tus sentimientos o pensamientos! Muchos se enamoran y dicen: “¡Con esta persona me voy a casar y voy a vivir toda la vida!” Pero a los tres meses de casado exclaman: “¿Qué estaría pensando yo, cuando dije eso y me casé con ella? La vida cristiana no esté fundamentada en pensamientos del hombre, ni en razonamientos o sentimientos. ¡La vida cristiana está fundamentada en Cristo, y es una vida muy especial!
Hablé con una mujer que se había separado cuatro veces del marido. Cuando decimos que Dios puede cambiar tu vida, tu matrimonio, lo que te queremos decir es que si dejas a Jesús obrar en tu vida, El puede gobernar tus emociones y tus pensamientos y los puede cambiar total y absolutamente, y no se trata de un proceso, sino de una presencia, ¡la presencia de Dios en tu vida! Si Cristo está, tú puedes amar y perdonar. Si Cristo está, huye la angustia, la amargura y el odio. No pueden prevalecer esas cosas donde está Cristo. ¡Se trata de la presencia de Cristo en tu vida! Algunos dicen: “Bueno, tengo que hacer un esfuerzo, tengo que ayunar y orar”. ¡No! Debes tener a Cristo en tu corazón y dejar que El haga lo que quiera en tu vida. ¡Le tienes que dar a Cristo el primer lugar en tu vida!
Cuando te decimos que Cristo va a cambiar tu vida, nos referimos a que El te va a “lavar la cabeza”, te va a limpiar el corazón y aquello que te parecía tan difícil, por ejemplo, la convivencia con algunos seres queridos, te resultará fácil. Hay quienes tienen pensamientos en su mente, que le turban de tal modo, que le transforman en una persona inútil; hay incluso mujeres turbadas que ya no tienen fuerzas ni para tender la cama; es tanta la angustia, es tanta la opresión y la impotencia, que un cuchillo para pelar las papas les pesa como un plomo. No es que no puedes levantar algo, ¡es que no puedes levantarte tú mismo! No es que sales de la cama y no sabes cómo hacer las cosas… ¡es que no puedes ni salir de la cama! Pero la vida con Cristo es mucho mejor, haya poco o haya mucho, no se necesita mucho para ser feliz, ¡se necesita a Cristo! No se requiere tener una cuenta en el banco para tener esperanza, con Cristo es suficiente, aunque no tengas una cuenta. La pregunta es: ¿En quién confías? Algunos confían en los médicos, y éstos son los que te amargan y angustian cuando te dan un diagnóstico; no estoy en contra de los médicos, sólo digo que tu confianza y tu esperanza no debe estar puesta en los médicos sino en Cristo, que puede más que los médicos. Cuando los médicos no puedan más, ¡Cristo puede! Que la última palabra no la tenga tu madre ni tu padre, ni tampoco tu médico o la persona a quien admiras. ¡Que la última palabra la tenga Cristo en tu vida! Él es la esperanza para la vida en esta tierra.
Hoy leí un testimonio que me escribió una mujer de la ciudad de Tarariras; cuenta que a la edad de 12 años un hombre abusó sexualmente de ella, y la mamá la llevó a un médico, quien la desnudó entera, y con cuatro meses de embarazo, ¡también abusó de ella! La niña se sentó en la camilla y le dijo: “¡¡¿Qué está haciendo?!!” El doctor le contestó: “¡Cállate la boca! ¡Aquí no ha pasado nada! ¡Vístete!” Salió del consultorio y le dijo a la madre: “Tiene 4 meses y medio de embarazo”. ¿Cómo superar esas cosas?
En esa misma ciudad, un hombre confesó que un enemigo (un vecino que le tiene bronca) le dejó ciego un caballo, antes de ir al encuentro que tuvimos allí en Tarariras. Es un hombre que tiene muchos animales, y los ama profundamente. En vez de ir al encuentro, tenia ganas de ir y darle un tiro a la persona que le había dejado ciego al caballo. Su pensamiento era: “Si lo agarro, ¡le doy un tiro!” Pero fue al encuentro y fue transformado por el poder de Dios.
La vida nos presenta circunstancias que no queremos vivir. Y nosotros tenemos razón cuando decimos que si Cristo gobierna tu vida, puedes superar todas las situaciones, no una, ¡sino todas! Tu enfermedad, tu impotencia, tu frustración, tu angustia, tu odio, no hay poder que sea más grande que el poder de Jesucristo. ¡Él es el Todopoderoso! Él puede todas las cosas, y es poderoso para hacerte superar todas tus circunstancias, no importa cuán negras sean. El Señor te dice: “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti”. (Isaías 43:2 – Versión Reina Valera de 1960)
No tiene sentido vivir una vida de angustia, habiendo un Dios tan bueno, tan poderoso, tan grande y tan misericordioso. No tiene sentido arrastrarse por la vida detrás de una pastilla para sentirse mejor; hay gente, aun cristianos, que toman pastillas para superar sus estados de estrés y de angustia. ¡Dale tu vida a Cristo y las pastillas desaparecerán de tu existencia! Es tu odio, es tu amargura, es tu impotencia que te hacen depender de ellas. ¿Cómo puede ser que para sentirse un poco mejor, alguien necesite tomar alcohol rectificado? Hay algo más grande que el alcohol rectificado, ¡se llama Cristo! ¿Cómo puede ser que para sentirte un poco mejor, tengas que llevar una vida desenfrenada? ¡Hay algo mejor, y se llama Cristo! Todo esto que te estoy diciendo es nada al lado del propósito eterno que Jesucristo ha planificado para ti. El pasaje que leímos al comienzo, no tiene nada que ver con la vida aquí en la tierra, tiene que ver con la vida en el más allá: “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo, y los muertos con Cristo resucitarán primero. Después nosotros, los que vivamos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados simultáneamente con ellos en las nubes al encuentro con el Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, consolaos los unos a los otros con estas palabras.” (VersiónLa Biblia Textual) Hay algo más que llevarse bien con el marido, hay algo más que superar las pastillas, que superar el alcohol, hay algo más que esta vida. ¡Es la vida eterna! ¿Vas a cambiar la vida eterna por alguna otra migaja? ¿Andas preocupado por tu trabajo y tus deudas? Yo te pregunto: ¿Vas a cambiar la vida eterna por tu trabajo y por tu deuda? Parece que esas cosas son las que más les preocupan a muchos cristianos. “¡Ahhhh mi trabajo! ¡Ahhhh mi deuda! ¡Ahhhy mi esposa y mis hijos! “¿Qué hago con ellos?”
Yo te debo decir que hay algo que no estás valorando, ¡y es la vida eterna! Dios te está ofreciendo algo más que llevarte bien con tu marido, ¡Dios te está ofreciendo llevarte bien con El y estar juntos para siempre! La vida eterna tiene muchísimo valor, no la desprecies, ¡prepárate para tu encuentro con Jesús! Hace un año, un hermano que iba a visitar las cárceles, que le llevaba consuelo a los que estaban presos, de repente tuvo un accidente y murió instantáneamente. ¡Las mejores vivencias de esta tierra se pueden terminar en un instante! La pregunta es: Cuando tú abras los ojos, ¿Dónde los vas a abrir? ¿Los vas a abrir allá arriba o los vas a abrir abajo? Cuando Cristo te venga a buscar, ¿en qué vas a estar pensando? ¿En tus deudas, en tus enfermedades?
Dice 1ª de Tesalonicenses 5:4: “Pero vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas para que aquel día os sorprenda como ladrón…” (Versión La Biblia Textual) Nosotros somos hijos de la luz y vamos a estar preparados para su venida. Si estás preocupado por las cosas de todos los días, no vas a estar preparado para cuando El venga. ¿Todavía no has conocido el valor de la vida eterna? Hay personas que estaban atadas al odio, a la vergüenza, a la timidez, mas vino Cristo y en un instante los libró del odio y de la timidez. Antes no se animaban a hablar, y ahora sí lo hacen. He visto tantas personas que jamás hubieran agarrado un micrófono, pero vino Cristo a sus vidas y en un instante fueron libres de la timidez y de la vergüenza. Cuando El viene, te libera de ese no poder olvidar y de ese no poder perdonar. ¡Es algo que te hace vivir mejor aquí en la tierra! Pero te diré algo superior aún: Eso que te ha pasado es la manifestación del reino de Dios en tu vida y cuando vayas al cielo, buscarás al odio, y no lo encontrarás, buscarás la amargura, el miedo y no los encontrarás. No habrá remedio contra la tristeza, porque no habrá tristeza. Dice la Biblia que “…Dios mismo enjugará toda lágrima de sus ojos” (Apocalipsis 7:17 – VersiónLa Biblia Textual). Lo importante no es lo que estamos viviendo ahora acá, son solamente unas pequeñas gotas de la bendición del reino de los cielos. ¡Lo que sucede aquí abajo es porque el reino de los cielos está siendo manifestado! Puede ser que mañana tu marido se coma unas hamburguesas y te ponga esa cara que te dan ganas de darle una piña, pero en el cielo, no habrá hamburguesas, no habrá malas caras, no habrá traición, no habrá chismes. ¡Aleluya!
Realmente lo que Cristo te está ofreciendo, es mil veces más valioso que todo lo que estás mirando aquí a tu alrededor. Por eso el Apóstol Pablo decía: “…resta, pues, que los que tienen esposa sean como si no la tuviesen…” (1ª Corintios 7:29 – Versión Reina Valera año 1960). Olvídate de estar afanado y preocupado, olvídate de estar aferrado a cosas o a personas, pon el sentido en las cosas que realmente tienen valor. Jesús dice: “mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33 – Versión Reina Valera año 1960). Las demás cosas son de aquí abajo, ¡mas el reino de los cielos es de arriba! Tu verdadera vocación tiene que ver con el reino de Dios, no con los problemas de aquí abajo. Haz que tus oraciones no sean el 90% peticiones de aquí abajo, sino que tengan que ver con la eternidad; pídele a Dios que te dé amor para predicar el evangelio y puedas preocuparte de que alguien reciba la vida eterna. ¡Si eres un verdadero cristiano, no podrás estar sin predicar el evangelio! El verdadero cristiano que le encuentra el verdadero sentido y precio a lo que realmente vale, no puede estar sin ayudar a alguien para que no se vaya al infierno. ¿Qué es lo que no puede Cristo? ¿Será que Él no puede revertir tu situación? ¿Será que Él no puede revertir ese cáncer? En Tarariras, escuché el testimonio de un papá que abusó de su hija, que luego tuvo un hijo de su propio padre. ¿Quién puede superar eso? ¡Solamente alguien que tiene a Cristo en su corazón! ¡Estas son las manifestaciones de la gloria de Dios! Jesús dijo: “…el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10) También afirmó: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25)
¡No pongas en juego la vida eterna porque alguien te dijo o te hizo algo! ¡No dejes entrar la amargura porque se derrumbó algún negocio! ¡No dejes entrar la tristeza y la depresión! ¡No dejes entrar la muerte, deja entrar la vida! No importa cuáles sean las circunstancias que estás atravesando, deja que Cristo, que es la vida, gobierne tu existencia. El es el camino, la verdad y la vida. ¡Deja entrar la verdad y la vida en ti!
La vida eterna no se trata de lo que tú vas a lograr. Aquellos que dicen, “yo trato de ser bueno”, no saben lo que dicen. Tú eres malo, tan malo que ya no hay arreglo para ti. Tú no tienes que tratar de ser bueno, lo que hace Cristo es crucificar tu vieja naturaleza, que no sirve para nada y darte una nueva naturaleza de acuerdo a El. ¡No es algo que tú puedas lograr, o hacer! Tú no vas a salir de tu tristeza o de tu amargura por tus propias fuerzas, sino que es Cristo quien te libera de la cautividad del pecado. El pecado te mete en tristeza, en impotencia, en angustia, en amargura, pero Cristo ha venido a liberar a los cautivos. ¡Cristo libera a los cautivos!
Es necesario que hoy le abras tu corazón a Jesús y le digas: “Señor, quiero que hoy entres con poder a mi vida; quiero que domines toda mi angustia y amargura, y perdones todos mis pecados, y me des tu vida, no la vida que me va a llevar a esperar en las cosas de aquí abajo, sino que me va a llevar a esperar y a enfocarme en el más allá. Señor, cuando vengas en las nubes al planeta tierra, si estoy muerto, me levantaré a buscarte y si estoy vivo, voy a salir junto con los que salen de las tumbas para recibirte en la gloria y estar para siempre contigo. ¡Esa es mi esperanza! Ese es mi más grande premio, mi más grande tesoro: ¡La vida eterna! La vida que tú me quieres dar. ¡Esa es la que quiero tener!
Dios te quiere sacar algo más que un dolor de cabeza, algo más que una tristeza, ¡quiere darte vida eterna! ¿Todavía estás atado a algún estado de ánimo, o frustración? ¿Todavía estás esclavizado en tus pensamientos? ¿Todavía tus fracasos se apoderan de ti? ¿Lo que te han hecho no te deja dormir, no te deja vivir? Ese no poder olvidar, y ese no poder perdonar, ¿está produciendo un cáncer, o un ataque cardíaco? ¿Quieres ser libre? ¡La muerte se apresura sobre ti! Pero Cristo hoy ha venido a ofrecerte vida, y vida abundante. Si alguna cosa fea ocupa horas de tus días, y horas de tus noches, y no puedes superar esos pensamientos y deseos, yo te pido que hoy le abras el corazón a Jesús, y te rindas a El. “Rendirse” es perder una guerra, como cuando un ejército pierde contra otro y levanta la bandera blanca en señal de rendición. Este es el momento de tomar una decisión, si necesitas pedirle a Jesús que gobierne tu vida, que se constituya en Señor de tu existencia, díselo a él. Pídele perdón a Jesús y recíbelo en tu corazón. ¡Haz la oración mas sincera de tu vida! Debes pedirle al Señor que tome toda autoridad en tu vida, y obre de tal manera que queden destruidos todos tus esquemas, todos tus razonamientos y que El se posesione de tu corazón y tome las riendas de tu vida. Si estás dispuesto a rendir tu vida a Cristo, haz esta oración ahora mismo:
“Cristo, no puedo contigo, me has vencido, eres más fuerte que yo. He hecho fuerza contra ti, he querido sostener mi vida, resolver mis problemas y salir adelante sin ti Señor, pero estoy rendido, estoy cansado, ¡te doy mi vida! Estás autorizado a quebrar toda fortaleza en mis pensamientos, en mis sentimientos. Quita el corazón de piedra, y pon un corazón de carne, en el nombre de Jesús hago esta oración, amén”.
ANEXOS: