LA CRUZ SIGUE VIGENTE y PODEROSA - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

LA CRUZ SIGUE VIGENTE y PODEROSA

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INTRODUCCIÓN

Leemos en 1ª Corintios 1:20-24: 20¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? 21Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. 22Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; 23pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; 24mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios”.

Los judíos tenían una cosmovisión acerca del mundo; fuera del judaísmo estaba la cultura griega. Los griegos habían invadido el mundo conocido con su cultura, tanto es así que estaban bajo el poder del imperio romano, pero se hablaba griego, porque los griegos habían dominado las naciones antes que los romanos y había sido más fuerte el impacto de la cultura griega que el de la cultura romana. Y hasta el día de hoy el pensamiento griego está presente en la enseñanza, el cual tiene origen en la lógica de Aristóteles y en otros filósofos griegos contemporáneos a él.

Entonces el apóstol Pablo hizo una clara distinción y dividió al mundo en tres clases de personas: Los que están inclinados a creer por causa de señales (representan a los religiosos, al judaísmo de la época de Jesús), los que buscan sabiduría y creen de acuerdo a la lógica y a la razón, éstos son los griegos, y un tercer grupo, los escogidos de Dios, a quienes Él ha querido salvar por la locura de la predicación del evangelio, sean griegos o judíos.

Para los judíos, el mundo estaba dividido en judíos y griegos, pero Pablo pone un tercer grupo y declara: “Pero estamos nosotros, los que hemos creído en el mensaje de salvación a través de la cruz del calvario, sean judíos o sean griegos, si han creído, entonces pertenecen a un nuevo grupo. Ya no hay dos, sino tres grupos”. ¡La Biblia partió la humanidad!

Los religiosos que están representados por los judíos piden señales. A Jesús le habían pedido señales, y Él había hecho muchas, pero uno no llega a creer a través de señales, y nos referimos a milagros, de sanidades, etc., sino a través de la fe en Jesucristo y su palabra.

A propósito de este tema, viene a mi memoria un hecho que viví hace un tiempo. Se está congregando en nuestra iglesia, una hermana que era católica y tuvo a su esposo internado con cáncer hace varios años atrás. Ella es creyente y su esposo ateo. En ese tiempo se casaba una hija en Brasil por lo que consultaron con el médico qué podía comer el hombre y qué no podía, a lo que éste respondió: “Que coma todo lo que quiera porque de todas formas se va a morir y que disfrute mucho porque es lo último que va a poder hacer”. La mujer vino a la iglesia consternada y con una prenda de su marido, pidiéndonos oración por él. ¿Qué sucedió? ¡El esposo se sanó! Él trabajaba como mozo en un restaurante muy conocido, y un día fui a comer allí, entonces se acercó y me saludó: “¡Hola pastor Márquez! ¡Qué alegría verlo por acá!” ¡Yo no sabía ni quién era! Entonces me dijo: “Yo soy el esposo de una señora que fue una vez a su iglesia con una prenda mía, usted oró sobre esa prenda y yo me sané”. “¡Gloria a Dios!, exclamé. “¿Ahora eres creyente?” “No, no, sigo siendo ateo”, me respondió. Y agregó: “Pero algo pasó porque usted oró y yo me sané”. El hombre vivió muchos años más aunque ahora está muerto. Todas las evidencias del cáncer habían desaparecido. Y después de muchos años, la esposa ha vuelto a la iglesia; entonces se me acerca y me dice: “¿Usted se acuerda de mí? Yo soy esa mujer que vino una vez con una prenda y pidió oración por su marido que estaba enfermo de cáncer”. ¿Qué quiero decir con esto? Jesús dijo que los incrédulos, aunque se levante un muerto de la tumba, no van a creer porque la incredulidad es un poder espiritual que nubla la mente y el entendimiento. Y los que buscan señales no van a creer porque las estén buscando. Fíjate que cuando Jesús resucitó a Lázaro, mucha gente comenzó a creer e iban todos en pos de Él pero los religiosos y fariseos se complotaron para matar a Lázaro y a Jesús porque decían: “Si dejamos que siga haciendo estas cosas, todo el mundo se irá detrás de Él”. No importaba que haya resucitado Lázaro sino que la gente no debía seguir a Jesús porque ellos eran los dueños de la religión.

La religión apunta a lo que se ve, a lo que se experimenta, no en el mundo de la ciencia sino en el de la fenomenología o de los milagros. Aunque algunos están destinados por Dios a creer a partir de un milagro, no es eso lo que hace que una persona se vuelva creyente. La Biblia señala que Dios ha querido que nosotros seamos salvos por la fe. ¿Cómo funciona la fe? Marta dijo: “Señor, hiede ya”. Y Jesús le respondió: “¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?”

En el mundo religioso y científico, ver es primero que creer. Pero en el mundo de Dios, creer es primero que ver. Primero crees y después ves. Tanto la religión como el mundo de las ciencias buscan evidencias, el mundo de los griegos busca evidencias a través de la sabiduría humana, a través de la lógica de Aristóteles, de la física y de la química. Pero nosotros, los terceros hemos creído que Jesucristo es el Hijo del Dios viviente. ¡Hemos creído sin evidencias!

Trataré de clarificarlo un poco. La fe que ve no es fe, porque lo que ya has visto, ya no hace falta creerlo. Fe es esperar que suceda lo que estoy creyendo. Es la certeza, no de lo que estoy viendo, sino de lo que espero: 1Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1). Por lo tanto, la fe que dice, ahora creo porque lo he visto, no es tal, porque la fe no necesita ver. La fe arrebata y toma, y cree solamente porque es un don de Dios. Desciende del Padre al creyente, y quien busca la fe la encuentra, porque Dios no se la niega a nadie. El creyente que declara: “Yo no puedo creer en esto o en aquello”, ¡está mintiendo! Porque la verdad es que si alguien escucha la palabra de Dios, señala la Biblia que la fe viene por el oír y el oír de la palabra de Dios. ¡Quien oye la palabra de Dios puede creer y tendrá fe! ¡Hoy vas a crecer en la fe!

Del mismo modo que la fe es la esperanza. La esperanza que ve algo, no es esperanza. Porque, ¿a qué esperar lo que ya he visto? La esperanza tiene que ver con esperar, lo mismo que la fe. Y es que la fe ve algo que está en el futuro. Es pues la fe la certeza de lo que se espera. Si está en el futuro, no lo veo. Así que la fe y la esperanza se mueven sin ver. Lo que yo espero, y espero creyendo, entonces proviene de Dios.

El mundo pues, está dividido en tres: Los religiosos son duros contra los de la fe, y se aferran a mandamientos, a milagros y otras cosas que no son de la fe. Los materialistas ateos en tanto, se aferran a las evidencias de la razón y nosotros, ciegos a lo que se ve, a lo que se puede palpar, a lo que se dice y a lo que sucede, creemos en lo que dice la palabra del Dios viviente. ¡Pertenecemos a una clase especial!

Desde el momento en que se entra en el territorio de la búsqueda de evidencias, se sale del territorio de la fe. ¡La fe no necesita evidencias! 1Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1).

                LA CRUZ DE CRISTO

                Ahora quiero hablarte acerca de la cruz de Cristo respecto de la cual debemos creer aunque nunca la vimos.

Una de las verdades que quiero compartirte es que la cruz no es un hecho histórico sino un hecho vigente. No es algo que sucedió hace dos mil años. La cruz es aplicada hoy en día, cada día, a aquellos que creen.

El apóstol Pablo, muchos años después de que Cristo fue crucificado declaró: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mi” (Gálatas 2: 20). Usó el verbo en presente. O sea, él estaba queriendo decir: “La cruz está siendo aplicada en mi vida, cada día”. Y Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz cada día, y sígame” (Lucas 9:23). La cruz es un asunto de cada día; no es un tema de hace dos mil años sino que está vigente hoy y se aplica hoy al creyente. El apóstol Pablo estaba queriendo decir: “Yo estoy siendo crucificado cada momento; yo estoy en la cruz todo el tiempo”. Y así como él pudo declarar esto, yo también puedo. Desde hace dos mil años estoy crucificado con Jesús en la cruz del calvario y sigo crucificado con Él.

¡La cruz es un hecho vigente! No se trata sólo de lo que pasó hace dos mil años sino también lo que sucede hoy con esa cruz de hace dos mil años. No es un hecho que sucedió y se terminó ahí, sino que fue un hecho que comenzó en la cruz del calvario y continúa a través de los siglos. ¡Nuestra naturaleza ha sido crucificada juntamente con Cristo en la cruz del calvario!

En el capítulo 17 del evangelio de Juan Jesús oró: 20Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos” (Juan 17:20). ¡Jesús oró por ti y por mí!

La cruz de Cristo no sólo actuó sino que aún actúa en tiempo presente, para destruir la vigencia, la presencia y la actividad de la naturaleza pecaminosa del hombre. Desde el momento que el creyente cree verdaderamente, se aplica a éste, el hecho diario de la cruz del calvario y el Espíritu Santo somete al creyente a un tratamiento que lo lleva a la muerte de su naturaleza pecaminosa.

Muchos han dicho: “El evangelio me cautivó, Jesús me perdonó pero desde que estoy en Cristo las cosas me van peor”. Sucede que si tú tienes resentimientos, la cruz comienza a destruirlos. Tú prefieres seguir resentido o resentida porque no quieres perdonar lo que te han hecho pero viene la cruz y destruye ese mal sentimiento. Tú quieres trabajar y tener dinero pero viene la cruz y destruye tus ambiciones y proyectos, y te coloca en los planes de Dios; te saca de tus propios pensamientos y de tus caminos, y te pone en los caminos de Dios. ¡Anula los planes que tú tenías y te cambia la vida, te introduce en otra clase de camino y en otra manera de pensar!

La cruz siempre será ofensiva al hombre natural. La cruz es vigente y cada vez que tenga oportunidad destruirá las obras de la carne. Si te entregas a Cristo, si te pones en las manos de Espíritu Santo y dejas que Dios te moldee, el Señor romperá la vasija de barro y hará una nueva como a Él le gusta.

La cruz vino para matar la naturaleza pecaminosa y para destruir las obras del hombre natural. El hombre natural depende de su alma, pero el espiritual depende del Espíritu. El primero vive en su ego, en su yo, vive en sus caminos y planes, por eso dije que la cruz es ofensiva al hombre natural porque éste no la puede soportar, pero la cruz tampoco puede soportar al hombre natural, así que están enemistados entre ambos. El hombre natural es independiente de Dios, opera de acuerdo a lo que siente, a lo que piensa y de acuerdo a sus deseos, pero el hombre espiritual opera conforme a los deseos de Dios, se une al Señor y le obedece. Su placer y su anhelo es la voluntad de Dios.

¡Muerte al hombre pecador! El hombre natural es orgulloso, no se anima a confiar en el Espíritu. Jesús dijo: 33Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33). El alma dice: “¿Y si me muero de hambre? ¿Tengo que dejar de trabajar para servir a Dios? ¿Acaso Él me va a dar de comer todos los días?” ¡El alma cuestiona las verdades de Dios! El alma no se somete a Dios, por eso el hombre natural que es orgulloso no depende del Señor sino que quiere depender de sus propias fuerzas, de sus propios sentimientos y de su razón. Pero el hombre espiritual ha dejado sus razones y sus planes, ha dejado de decir o sentir qué es lo mejor porque se ha abocado a buscar lo mejor de Dios para él y no lo que le parece.

¡La cruz es vigente! La Biblia señala que fuimos crucificados juntamente con Cristo. La cruz siempre humillará y ofenderá el orgullo del hombre. Éste cree en lo que puede, mas Dios te dice: “¡Tú no puedes nada! Yo no quiero nada que provenga de ti, lo único que quiero es tu corazón y si me lo das, verás mi gloria”.

El hombre natural depende de sí mismo, el espiritual, que ha muerto en la cruz del calvario, ya no tiene confianza en sí mismo, sino que tiene toda su confianza puesta en Dios. Y aunque las circunstancias sean adversas y proclamen a gritos que Dios está equivocado, el creyente dirá: “¡Dios tiene la razón! ¡Dios tiene la verdad! El equivocado y mentiroso soy yo, mis ojos ven mal pero los ojos de Dios funcionan bien”.

El alma siempre está tratando de negociar con Dios. Dice: “Está bien, te doy lo que me pides a cambio de lo que yo quiero”, o “Si Dios me da esto yo le doy lo otro”. ¡El alma trata de negociar con Dios pero el Señor no negocia con el alma! Dios estableció que la cruz es el trato que quiere con el alma. La naturaleza pecaminosa del alma es la carne o carnalidad, es la mundanalidad, o sea, la cultura que funciona no bajo la autoridad de Dios sino bajo la autoridad de la mente, la voluntad y las emociones. ¡No hay negocio con Dios! ¡O te mata o no hay trato!

Muchos creyentes declaran: “Esta persona me cansó y al final me bajé de la cruz”. ¡No puedes estar con una mano clavada y la otra no! ¡No puedes estar en la cruz pero con los pies en la tierra! ¡Tienes que estar colgando de ella! ¡La cruz desactiva la vida pecaminosa!

El evangelio es simple, pero se le complica al que no quiere creer porque cuestiona todo. Pero el que está dispuesto a creer, abre su corazón y dice: “Habla Padre que tu siervo oye”. Hay quienes tienen una vida secular, humana y carnal de lunes a sábado, pero el domingo se lo dedican al Señor. Entonces, de lunes a sábado funcionamos con el ver para creer y el domingo lo invertimos y creemos para ver. Queremos negociar con Dios para que no nos complique tanto con el asunto de ser consagrados y pretendemos ser consagrados pero no fanáticos.

Recuerdo una mujer que le dijo a su hija: “Te dejo ir a la iglesia. Consagrate todo lo que quieras pero no te vuelvas fanática”. O como le dice el esposo a la esposa: “Vas a ir a la iglesia cuando yo te dé permiso”.

Decimos entonces que el alma quiere negociar con Dios: Qué parte le doy y qué me da Dios a cambio. Pero la cruz de Cristo opera para matar. Es un instrumento de tortura y muerte. Una vez le pedí paciencia a Dios, entonces me torturó mandándome toda clase de problemas y gente que de alguna manera me sacaba de quicio. Yo le decía: “¡Te he pedido paciencia Dios! ¿Por qué me ocurren éstas cosas?” Y Dios me respondió: “Te estoy dando lo que quieres”. “¡Pero Señor, me estás mandando situaciones que me quitan la paciencia!” “No, no, todos los problemas que te mando son para que aprendas a tener paciencia”, agregó Dios. ¡La cruz mata!

Si estás destinado a ser de Cristo pero eres cabeza dura, el Señor te va a llevar hasta el límite, hasta el borde del infierno. Y cuando estés cayendo por el abismo y clames: ¡Dios te doy todo!”, ahí Dios te rescata y comienza a hacer lo que quiere de ti.

La cruz es un instrumento de tortura y de muerte, o sea, tortura hasta la muerte. ¡Espero que después de este mensaje sigas siendo cristiano! No hay cruz suave, ni hay crucifixión light. ¡No existe! Te imaginas que el Señor te ponga en la cruz y venga un ángel con un clavo bien grande y un martillo, y cuando va a clavarlo, tú dices: “¡Despacito por favor!” ¡No! ¡La cruz es para matar! Así que es necesario estar dispuesto a morir. Es necesario que le entregues a Dios todos los derechos.

No es que Jesús tuvo que improvisar, o que Dios hizo todo perfecto y lindo pero se escapó un detalle y entró el pecado. El pecado no es una cuestión imprevista. No es que vino un terremoto sin que supiéramos. ¡Dios tiene calculadas todas las cosas! El pecado no es un imprevisto y la cruz no es una improvisación. Dios no entró en desesperación viendo qué se podía hacer porque apareció el pecado: “¡Ayúdame arcángel Miguel porque entró el pecado en el hombre! Tenemos que inventar algo, ¿qué puede ser?” Y alguien dijo por ahí: “¡La cruz!” “Amén, vamos a hacer una cruz”, respondió Dios.

Dios no es un Dios de improvisación, Él tenía prevista la solución para el pecado. La cruz es una solución de Dios, y ha estado en sus planes desde antes de la fundación del mundo. Tú preguntarás: “¿Por qué Dios permitió que entre el pecado y por qué tuvo que inventar lo de la cruz?” ¿Quieres saberlo? Yo también, y apenas llegue al cielo, es lo primero que le voy a preguntar.

No se trata sólo de saber. “¿Y cómo Dios permite esto?” ¿Tú eres de los griegos? ¿Quieres todas las explicaciones y buscas sabiduría? Pero agradó al Padre salvar a los creyentes por la fe, por la locura de la predicación del evangelio.

No existe la crucifixión de Cristo sin la crucifixión del creyente. Porque cuando el Señor murió en la cruz del calvario, nos incluyó y nos representó a todos los creyentes en su crucifixión, de tal manera que si Él murió, también todos nosotros morimos juntamente con Cristo, para que se cumpla en nosotros como en el Señor, que si el grano no cae en tierra y muere, entonces queda solo y no lleva fruto, pero si muere, lleva mucho fruto. ¿Para qué te quiere Dios en la cruz? ¡Para que venga la resurrección! ¡Si hay muerte en la cruz del calvario, hay vida eterna y gloria!

¿Tú crees que tienes vida eterna? La evidencia más grande de la vida eterna es que primero tú estés muerto. ¡No hay resurrección si no hay muerte primero! La muerte y la resurrección de Cristo operan en el creyente, ¿cuándo? Cuando te arrepientes de tus pecados y vienes a Cristo, se hace realidad la verdad que está escrita acerca de ti desde antes de la fundación del mundo. ¡Cristo no murió solo! El Señor nos hizo morir a todos nosotros en la cruz del calvario. Cristo no resucitó solo, sino que nos resucitó a todos nosotros. Hemos resucitado juntamente con Él, es por eso que celebramos en Semana Santa, no sólo la resurrección de Cristo sino también la de todos nosotros, quienes formamos parte del tercer grupo, no el de los griegos que buscan sabiduría, ni de los judíos que buscan señales. ¡Somos de aquellos que hemos creído en el mensaje de Jesucristo!

Para Dios, en la etapa anterior a nuestro conocimiento de Él, estábamos muertos, es decir, condenados. En nosotros sólo operaba la muerte, no la resurrección. Así que si no eres de Cristo te toca la muerte para condenación y si eres de Él también te toca la muerte, pero para resurrección. En la primera resurrección nos vamos a levantar los que somos de Cristo, cuando haya operado la muerte en nosotros, de nuestra naturaleza pecaminosa, y la resurrección de Jesús. Y en la segunda resurrección serán levantados aquellos que resucitan para condenación eterna, quienes estaban muertos desde el principio y lo estarán hasta el final.

Leemos en Efesios 2:1: 1Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados”. ¿Qué llama la atención de este pasaje? Cuando dice: “Él os dio vida a vosotros, el verbo está conjugado en tiempo pasado. “…2en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (Efesios 2:2). Notemos que hay un espíritu de muerte y de condenación eterna que opera en lo que la Biblia llama, la corriente de este mundo. ¿Y hacia dónde va este mundo? ¡Hacia la condenación! La Biblia hace mención de los desobedientes; porque el que tiene fe obedece a la palabra de Dios, y quien no lo hace es porque no tiene fe. Entonces señala que en esta corriente del mundo opera el espíritu del príncipe de la potestad del aire, satanás, en los hijos de desobediencia: “3entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás” (Efesios 2:3). Esto es cuando operaba en nosotros el hacer lo que se nos daba la gana; cuando hacíamos lo que nuestra carne deseaba, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos.

El alma del hombre opera en los deseos de la carne, en los deseos de los pensamientos y la codicia del alma. En ese tiempo éramos obedientes al príncipe de la potestad del aire, siguiendo la corriente de este mundo, bajo la influencia del espíritu que opera en los hijos de desobediencia. ¿En qué nota que eres un hijo de desobediencia? En que detestas que te manden, no quieres que te digan lo que hacer. Quieres decidir por ti mismo y te has independizado de Dios y de la iglesia de Jesucristo, haciendo lo que quieres y lo que te parece. A eso, la Biblia le llama, los deseos de la carne y de los pensamientos. “…y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. 4Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, 5aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)” (Efesios 2:3-5). En el pasado nos dio vida juntamente con Cristo. Tu vida, la que hoy funciona en tu corazón si es que eres de Cristo, comenzó a funcionar y operó para ti desde el mismo momento en que Cristo resucitó. Así que la resurrección de Jesús es tu resurrección. ¡Has muerto con Cristo y resucitado con Él!

¡La cruz no es un hecho histórico! ¡Es un hecho que aún sigue vigente y opera en la vida de los creyentes, tanto en la muerte como en la vida eterna, en la resurrección de los creyentes! Leemos en Efesios 2:5 y 6: 5aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), 6y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús”. Así que cuando celebramos en Semana Santa, en domingo de resurrección, que Jesucristo ha resucitado, también declaramos que nosotros hemos resucitado juntamente con Él: 6y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, 7para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús” (Efesios 2:6-7). Éramos pecadores, estábamos muertos en nuestros pecados, pero por su gran amor con que nos amó, murió por nosotros y nos crucificó juntamente con Él, pero también resucitó por nosotros y nos resucitó juntamente con Él. Para Dios, tú ya has muerto, has resucitado y estás sentado en los lugares celestiales con Cristo Jesús. ¡Si eres una mujer y un hombre de fe esta realidad hoy es aplicada a tu vida! ¿Crees a la palabra de Dios o no la crees? ¡Ya fue hecho en la cruz del calvario! ¡Ya sucedió!

Profundicemos un poco más. ¿Cuándo sucedió esto? Sucedió antes de la creación del mundo. Si quieres llevar esta verdad de la cruz de Cristo y de su resurrección a la semana en la que Él murió y resucitó, todavía eres una persona que cree en lo que ve, en lo que ocurrió en el hecho histórico. Pero la palabra de Dios señala que Jesucristo es el Cordero de Dios inmolado desde la creación del mundo. Para los ojos de Dios, Cristo murió antes de que Él formara el planeta y los pecadores murieron y resucitaron juntamente con Jesús antes de que creara el mundo, y fueron sentados con Él en los lugares celestiales, aún, antes de fundar el planeta Tierra.

Ésta es la verdad de la palabra de Dios, que Jesucristo ya te tenía en cuenta antes de crear el planeta Tierra. ¡Tú ya existías en el corazón de Dios! Él es el principio y el fin. ¿Qué hay que se pueda esconder del Señor en el pasado, en el presente o en futuro? ¡Nada!

Jesucristo conocía tus pecados aún antes de que el planeta Tierra fuese creado, y de todas maneras decidió morir por ti en la cruz del calvario, y resucitó porque no hay poder de la muerte que lo pueda detener. ¡La muerte no lo pudo retener porque Jesús es al autor de la vida!

                CONCLUSIÓN

                Tienes que comenzar a vivir esta realidad, de que has sido escogido y escogida desde hace mucho tiempo. No tiene sentido que te mires al espejo y digas que no sirves para nada y no eres nadie. ¡Cristo te creó para Él! Ya no importa qué sabiduría tienes sino qué sabiduría hay en Él, porque su sabiduría es tu sabiduría. Ya no importa cuán inteligente eres porque lo que cuenta no es tu inteligencia sino la suya ya que su inteligencia es tu inteligencia. Y ya no interesa tu vida, lo que importa es la vida de Cristo en ti.

Lo importante es que el creyente ha sido creado para vencer la muerte. Es hechura de Dios para buenas obras. El Señor ha previsto las buenas obras que tú tienes que llevar a cabo desde antes de la fundación del mundo. ¡Le pertenecemos a Él!

Aquellos que pueden creer esta palabra, pueden vivir esta realidad. Todos los que creen entran al territorio, a la dimensión en la que estas cosas suceden. Y quien no cree se queda en la otra dimensión de los que buscan señales y de los que buscan sabiduría; en la dimensión de los que viven por sus razones, por sus sentimientos y percepciones.

Yo he muerto al mundo, he sido crucificado juntamente con Cristo. Ya no me importan los planes que yo tenía porque no servían para nada. Ya no importan mis deseos, ¡me encantan los deseos de Dios! ¡Me hace feliz!

¡Ya no importan mis planes sino los de Dios! Y si vivimos, para Jesús vivimos, y si morimos para Jesús morimos. Tanto sea que vivamos o muramos, del Señor somos. ¿Ésta es tu fe? ¿Tú has experimentado por la fe la muerte en la cruz del calvario? ¿Y puedes disfrutar por la fe de la resurrección que ya está operando dentro de ti? ¿Puedes gozarte porque crees que estás sentado en los lugares celestiales juntamente con Cristo? ¿Tienes un corazón agradecido? Porque aunque tú vivías en un estado de muerte por tus pecados, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que opera en los hijos de desobediencia, Dios, aun estando en esa condición, te amó y te dio vida juntamente con Cristo. ¿Puedes agradecer esto?

Celebra porque ya no vas con la corriente de este mundo, ya no estás muerto en tus pecados, ya no estás condenado, tienes vida juntamente con Cristo. ¿Has creído esto? Tú tienes que decir a esto: “Amén Señor, creo y dejo atrás todo y me entrego en tus brazos. Entiendo que lo que yo debo experimentar no es una muerte ni una crucifixión light. Entiendo que debo morir y creo que por el poder de tu Espíritu ya estoy incluido en tu muerte y en tu resurrección”.

Fíjate que los creyentes se salvan por la fe en la palabra de Dios, y hoy te traje palabra de Dios. Si puedes creer, entonces, esta realidad bíblica es tuya, te pertenece, y nadie te la podrá quitar. Cristo murió para que muramos con Él, y resucitó para que resucitemos con Él. Cristo se sentó en los lugares celestiales para que nos sentemos juntamente con Él.

¡Dios mío, queremos entrar en esta dimensión por la fe y recibir estas verdades que han sido predicadas!

Quiero que te contestes esta pregunta: ¿Creo o no creo? ¿Esto es mío o no es mío? ¿Es una realidad en mi vida o sólo quiero que sea una verdad en mí? Si la salvación no es tuya apresúrate a pedírsela al Señor. Si no has muerto a tus argumentos, a tus pensamientos y deseos, preséntate delante del Señor y dile: “Creo en ti, Jesús. Tu muerte es mi muerte y tu vida de resurrección es mi vida de resurrección”. 

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