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Quiero compartir contigo referente a la necesidad de acercarnos a Dios para que nuestros ojos vean mejor; Dios ha dado a sus hijos el tener una visión profunda, que va más allá que la del resto de la gente, pudiendo ver aún lo que está por suceder. Y no me refiero a la visión que comprende el sentido de la vista sino a la visión del sentido del espíritu del hombre, iluminado por el Espíritu de Dios. ¡Es triste no poder ver! Cuando una persona no ve bien, toma decisiones equivocadas, hace las cosas mal, y después descubre que le faltó visión a la hora de actuar. Les sucede a muchos hombres y mujeres que se casan y luego se dan cuenta que la persona con la que se casaron no era la indicada. Conozco casos de parejas que estuvieron muchos años de novios para asegurarse que la cosa funcionara, y hasta mantenían relaciones sexuales. Y el argumento que dan es: “¿Cómo nos vamos a casar si no sabemos si funcionamos bien sexualmente?” ¡Pasan años ajustando el noviazgo! Al fin se casan y a los tres meses se separan… La oscuridad te atrae, te seduce a tomar decisiones desacertadas, como lo es drogarte, engañar a tu cónyuge, etc.
Noticias recientes informaron que habían internado a un periodista argentino de apellido Lanata; como no bastó la experiencia del cantante Sandro que falleció hace poco tiempo por causa del cigarrillo, ahora le tocó a este periodista que fuma una barbaridad. ¡Qué triste el no tener visión para tomar decisiones correctas! En la Biblia tenemos un ejemplo que resulta bastante gracioso: Jacob, se enamoró de una mujer muy bella, entonces le pidió su mano al padre, y éste se la concedió pero con la condición de que trabaje para él durante 7 años. Al cumplirse los 7 años se hizo una gran celebración; al finalizar la fiesta, la novia esperaba a Jacob en una tienda, éste pasó la noche muy feliz, y a la mañana a plena luz, le quita la sábana para verla mejor pero no era la mujer que él había pedido, le “vendieron gato por liebre”, como dice el dicho popular. ¡Qué duro es no ver bien!
Varias hermanas me han dicho que después de tantos años de casadas se han dado cuenta que su esposo era un demonio. Una mujer me dijo: “Pastor, ¡veinte años estuve casada con un demonio!” Yo le respondí: “¡20 años abrazando y teniendo relaciones con un demonio! ¡Tardaste mucho en darte cuenta que se trataba de un demonio!”
¡Es muy triste la vida del creyente que no ve! El creyente no ha sido diseñado por Dios para darse cuenta tarde que metió la pata sino para que se dé cuenta antes de que vaya a hacerlo. La visión de Dios es para prever, no para subsanar los problemas que ocasioné por haber tomado decisiones equivocadas. La visión que Dios le da al creyente tiene que ver con la fe. La fe y la visión van totalmente ligadas; la fe es la certeza de lo que se espera. Así lo afirma la Biblia en Hebreos 11:1: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Lo que se espera está en el futuro.
La fe es una visión que va mucho más allá de lo que la gente está acostumbrada a ver. Hay una intuición que es del alma; ésta no trabaja espiritualmente a menos que esté sometida al espíritu. El alma intuye, ve y toma decisiones en función de lo que percibe al ver, palpar y oír, se basa en los sentidos y en los sentimientos; ese es un nivel de percepción. Pero Dios no nos ha llamado a vivir en ese nivel; está la visión del alma, pero está también la visión del espíritu. Esa es la visión que Dios quiere que prevalezca en tu vida, quiere que tú veas conforme a la luz que Él enciende en tu espíritu.
Dice la Biblia en Proverbios 20:27: “Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre”. Dios enciende el espíritu del hombre y la luz que el cristiano necesita es la que proviene del Espíritu de Dios, quien camina en esa luz no andará en tinieblas, quien camina siendo alumbrado por la luz del Espíritu no tendrá problemas por causa de los errores fatales.
Cuando el cristiano pierde comunión con Dios, cuando pierde relación con Él, cuando ese Dios que debiera ser cercano comienza a ser un Dios lejano, entonces, el alma empieza a resolver las cosas por su propia cuenta, porque le falta la luz del Espíritu. ¡Es una tristeza que los cristianos cometan tantos errores, es una tristeza que tomen tantas decisiones equivocadas y tengan que lamentarse por ello, haciéndole tanto daño a su propia vida y a su familia!
En nuestra tarea de rescatar chicos de la droga, habitualmente aparecen madres que dicen: “¡Yo le he dado todo a mi hijo, ya no se qué más hacer, hice todo lo que pude, todo lo que estaba dentro de mis fuerzas y me ha ido mal!” y nuestra tarea es hacerle ver a esa madre que precisamente no ha hecho las cosas bien sino que las hizo mal. Muchas madres quieren darle todo al hijo, diciendo: “¡Es mi hijo!” Pero no puedes darle todo porque luego el niño empieza a exigir y a exigir volviéndose un niño consentido y sin límites; entonces, cada vez te exige más porque te encontró la vuelta. Tú no sabías, no entendías que al niño hay que ponerle límites, querías que se calme y le dabas lo que te exigía, ahora él exige y pide que le des ya lo que quiere, aunque no tengas. La Biblia dice que el niño consentido avergüenza a su madre (Proverbios 29:15).
Decisiones equivocadas llevan a conclusiones y resoluciones que maldicen. Necesitas luz para tratar con tu esposo, los hombres somos personas muy complicadas, pero también necesitas luz para tratar con tu esposa ya que las mujeres son más complicadas aún. Se necesita sabiduría para vivir, se necesita la sabiduría de Dios para poder tomar decisiones en lo laboral y en lo económico, y Dios no quiere que camines en oscuridad, sino en luz, Él quiere alumbrar tu camino. Por eso Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).
Si eres de esos cristianos que les falta sabiduría, que toman decisiones y se equivocan una y otra vez, lo que te falta es la presencia del Espíritu de Jesucristo en tu vida. Tienes que clamar a Dios y decirle: “¡Señor, quiero que vengas a reinar en mi vida y enciendas mi espíritu, quiero tener la visión del cielo!” Dios tiene la sabiduría que necesitas.
Jesús hablaba de una visión que tiene que ver con apariencias, esa visión almática, anímica, humana, chata, no presenta certeza, entonces la gente en lugar de decir: “Sé que tengo que hacer tal cosa” expresa: “Me parece” o “Siento que…” Eso no es certeza, al exponer eso no manifiestas tener seguridad. Jesús señaló: “Mira, pues, no suceda que la luz que en ti hay, sea tinieblas” (Lucas 11:35). El apóstol Pablo se quejaba diciendo: “Juzgan por medio de apariencias”. Cuando tú dices: “Me parece” o “Siento que” estás refiriéndote a algo que podría ser pero que no está determinado. Una de las definiciones del verbo “parecer” según la Real Academia Española es: “Tener determinada apariencia o aspecto”. Jacob había trabajado 7 años para que su suegro le diera a Raquel, pero éste le dio a Lea, su hermana mayor. Lea tenía la apariencia de ser Raquel por la complexión física, ¡pero no era Raquel! Un dicho popular dice que “de noche todos los gatos son pardos”.
Encontramos en la Biblia un relato de Eliseo y su criado. Cuenta que el rey de Siria había mandado a buscarlos por un ejército el cual había rodeado la ciudad donde ellos estaban. De noche no se veía nada, pero a la mañana temprano, se levanta el siervo de Eliseo, abre la ventana y ve un ejército que rodea la ciudad, corre a donde está el profeta y le dice: “¡Ah, señor mío! ¿Qué haremos? Él le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo” (2ª Reyes 6:15 y 16).
Si tú pudieras ver el mundo espiritual, es posible que no tengas que vivir tan angustiado, no tendrás tantas dudas sino más bien certezas. ¡Si pudieras entender el amor y el poder de Dios! ¡Si pudieras creer que el ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen y los defiende! ¡Si pudieras creer cuando Dios te dice que es tu sustento!
Hace años atrás tuve una experiencia que dejó marcada mi vida y mi ministerio, se trataba de una liberación; echando fuera un demonio de la vida de un muchacho, este demonio a los gritos me decía por la propia boca del chico: “No lo voy a soltar, ahora lo voy a matar, voy a salir corriendo y voy a hacer que se tire debajo de las ruedas de un camión”. Eran como las dos de la madrugada y yo no podía más, no tenía fuerzas para nada. El demonio decía: “Nadie me va a poder parar” y yo decía: “Señor, yo menos” ahí estaba yo cansado y debilitado y el demonio desafiándome con que nadie lo iba a frenar pero le dije: “¡Mi Dios te va a frenar!” El muchacho salió corriendo por el pasillo de la iglesia y en ese momento oré: “Señor, envía tus ángeles” fue todo lo que dije; el endemoniado corrió, abrió las puertas queriendo irse, pero al hacerlo quedó paralizado, cerró la puerta y se volvió. Le pregunto: ¿Por qué no te fuiste, hay ángeles en la puerta, no? El me responde: “Vos no ves nada”; y le contesté: “¡Yo no veo, pero creo!” ¡No pudo salir!
El Señor abrió los ojos del siervo de Eliseo, le permitió ver al ejército de Dios que estaba listo para guardarlos.
En otro relato de la Biblia, vemos al apóstol Pablo en un barco, y naufragando llegaron al puerto de una isla; allí en ese lugar no sabían si seguir el viaje o no. Pablo iba bajo la autoridad de un centurión en condición de prisionero; él fue enviado a Roma para comparecer ante el César. En el barco viajaba mucha gente, era una época en la que la tripulación sabía que había vientos y el clima era propicio para hundir las naves aunque creían que todavía faltaba un poco para que llegue ese tiempo. Entonces el apóstol Pablo les habla diciéndoles: “Varones, veo que la navegación va a ser con perjuicio y mucha pérdida, no sólo del cargamento y de la nave, sino también de nuestras personas. 11Pero el centurión daba más crédito al piloto y al patrón de la nave, que a lo que Pablo decía”. (Hechos 27:10-11)
Pablo dijo: “veo”, no dijo: “me parece”. Claro, Pablo no era marinero ni piloto, el detalle es que Pablo era siervo de Jehová. A veces aconsejo a personas, referente a su profesión o empresa porque veo, hay temas que yo no domino, pero veo. Muchas veces me he topado con creyentes que me miran diciendo: “Pastor, ¿por qué no se mete en lo que realmente sabe? Usted predíqueme, pero déjeme a mí que yo se del asunto”. Yo me quedo triste, porque la verdad es que estoy viendo. El creyente ve, él puede adelantar circunstancias, puede ver más allá que el resto. Algunos dicen que eso es hechicería, brujería, adivinación. ¡No! La fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve; lo que se espera está más adelante, en el futuro. La adivinación es eso nada más, la fe es fe; la adivinación es como la margarita: Me quiere mucho, poquito, nada; puede ser o no, pero la fe es certeza y viene de parte de Dios.
Hechos 27:13-15 dice: “13Y soplando una brisa del sur, pareciéndoles que ya tenían lo que deseaban, levaron anclas e iban costeando Creta. 14Pero no mucho después dio contra la nave un viento huracanado llamado Euroclidón. 15Y siendo arrebatada la nave, y no pudiendo poner proa al viento, nos abandonamos a él y nos dejamos llevar”.
Esto parece el relato de la vida de varios creyentes que dicen: “A mí nadie me va a decir lo que tengo que hacer, yo se lo que tengo que hacer, yo también creo en Dios, yo hago lo que se me de la gana”. Y al poquito andar, se estrellan con el Euroclidón, y no pudiendo poner proa al viento, viendo que las fuerzas no les alcanzan, se abandonan al viento y se dejan llevar. El barco es como la vida de muchos cristianos que al no tener visión, toman decisiones equivocadas. La Biblia dice: “pareciéndoles que ya tenían lo que deseaban”. La palabra “parecer” es similar a la palabra “apariencia o semejanza”. Después de haber naufragado y haber perdido todo, ya que tuvieron que tirar la mercadería al mar, bajaron las velas y quedaron a la deriva; en Hechos 27:22 Pablo comienza a exhortar: “Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, pues no habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave”. ¿Te parece que habló con duda o con certeza? Continúa diciendo Pablo: “23Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, 24diciendo: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo. 25Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho. 26Con todo, es necesario que demos en alguna isla. 27Venida la decimacuarta noche, y siendo llevados a través del mar Adriático, a la medianoche los marineros sospecharon que estaban cerca de tierra;” (Hechos 27:23-27).
Los marineros empezaron a complotarse para irse en el esquife o sea el bote salvavidas y el apóstol Pablo estaba ahí como si fuera un gran marinero y dijo al centurión: “Si estos se van, todos perdemos”; y otra vez comenzó a darles ánimo y dice la Biblia que partió el pan exhortándoles para que coman porque ya habían pasado 14 días que estaban en ayunas; entonces les rogaba que comiesen porque nadie se iba a perder. Así que partió el pan, lo bendijo y se puso a comer. ¡El que crea que coma! La fe en Dios y la relación que tenía Pablo con Él, hacían que pudiera tener certeza en medio de la calamidad, hacían que pudiera saber qué sucedería en medio del naufragio.
Hoy tienes que pedirle a Dios que te dé esa visión; tienes que pedirle que te conceda ese privilegio que está reservado para los creyentes. Dios ha reservado para los creyentes el tener una visión aguda, para que podamos alumbrar el camino de los que están cerca de nosotros. Jesucristo es nuestra luz que ilumina nuestro camino, y Él dijo: “Vosotros sois la luz del mundo”. ¡Somos la luz de Dios para otros! No hay duda, hay certeza; no hay ceguera, hay visión. Dios no quiere que juegues al azar con tu vida, una decisión mal tomada te puede costar años de caminar en el error, pero Dios no quiere que camines un solo día en el error, ¡Él quiere alumbrar tu vida!
El apóstol Pablo oraba por los efesios para que el Dios de toda gloria alumbre los ojos de su entendimiento. Es el deseo de Dios abrirte los ojos del entendimiento para que salgas de la chatura de decidir las cosas conforme a tu alma y que puedas entrar en le dimensión del Espíritu para decidir las cosas conforme a la luz del Espíritu. Yo se que estás cansado de fracasar, de tomar decisiones equivocadas y te preguntas: “¿Por qué me va mal si yo creo en Dios?” Es que todavía no has soltado tu alma para abrazar al Espíritu. ¡Todavía dependes de tus razones, de tus pensamientos!
Desde niños hemos sido marcados por circunstancias que nos han enseñado cosas torcidas, y hemos sido marcados por esas experiencias, pero necesitamos dejar atrás la vida anterior. No podemos caminar en la nueva vida de Dios trayendo como bagaje lo que hemos vivido porque el que está en Cristo es una nueva criatura, las cosas viejas pasaron y todas son hechas nuevas.
Algunos dicen: “Yo soy agresivo porque mi papá me pegaba”, pero tú eres agresivo porque tu temperamento te llevó a reaccionar de esa manera; otra persona con otro temperamento llega ser tímido por el hecho de que su papá le haya pegado, otro por la misma causa termina siendo homosexual, rechazando la figura masculina y aferrándose a la identidad femenina. Así que finalmente, uno es el que peca; el abuso de los golpes es el pecado del padre pero lo que hacemos nosotros es decisión nuestra, creemos que tenemos a quien echarle la culpa por ser quien somos pero Dios quiere cambiar tu manera de ver, de pensar y de sentir. ¡Dios quiere poner fuego en tu espíritu y alumbrar los ojos de tu entendimiento! Mientras tengas a quien echarle la culpa de alguna decisión que has tomado, seguirás siendo una persona inútil, sin luz, Dios te dejará librado a tu propio entendimiento, pero si le dices: “Señor, no entiendo nada, alúmbrame”, Él actuará en tu vida. ¡Dios quiere verte bien, no quiere verte tropezar!
Jacob estuvo 7 años trabajando para su suegro y no se había dado cuenta que éste era un mentiroso y sinvergüenza; ¿será que nunca vio algún indicio que le mostrara lo que el suegro iba a hacer en la noche de bodas, de cambiarle a la mujer? Si la costumbre de la región de Labán, el suegro, era dar primero la hija mayor, ¿en ningún momento se dio cuenta de eso Jacob, en tantos años que estuvo trabajando para el suegro?
Pero Dios no dejó en total ceguera a Jacob. Una visión aguda requiere ver un problema antes que se haga grande, ¡y Dios te la quiere dar! Algunos cristianos dicen: “Acá no me siento bien, me voy para allá”. ¡Qué no te dominen las circunstancias! ¡Que no te gobiernen los sentimientos! Otros dicen: “Ya no puedo más, a mí que no me digan que lo tengo que amar, yo lo quiero, pero lejos”.
Hay cosas que nos parecen graves, no obstante para Dios no lo son. Cuando Abraham tuvo a Isaac, Ismael, que era hijo de la esclava se reía y se burlaba de él; Sara, la esposa de Abraham le dijo: “Quiero que eches a la esclava junto con su hijo, porque su hijo no va a heredar con el mío”. Dice la Biblia: “Este dicho pareció grave en gran manera a Abraham a causa de su hijo”. Entonces dijo Dios a Abraham: “No te parezca grave a causa del muchacho y de tu sierva; en todo lo que te dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia. 13Y también del hijo de la sierva haré una nación, porque es tu descendiente” (Génesis 21:11-13). ¡Lo que le perecía grave a Abraham, para Dios no lo era! No digas más: “Me parece”. ¿En qué se basaba Abraham? En que había una ley que señalaba que cuando una persona tenía un hijo con una esclava, entonces ese hijo no era de la esclava sino del patriarca en este caso; entonces, para Abraham no era el hijo de la esclava sino el suyo y le correspondía heredar. Pero esa ley era de los caldeos, y Dios no le daba trascendencia; lo importante era que Dios se haría cargo del asunto e iba a bendecir y a multiplicar la descendencia de Ismael y vaya que lo hizo, tanto es así que los israelitas no saben qué hacer, en la actualidad, con la descendencia de Ismael.
¡Renuncia a tu parecer en esta hora! Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a si mismo” (Mateo 16:24), en otras palabras: “Deja de ser intuitivo y deja de sacar conclusiones por tu propia cuenta. ¡Deja de razonar tanto!” Este es un concepto importante: La verdadera visión proviene de la revelación, no de la razón; es lo que Dios te muestra. La verdadera visión no proviene de argumentos, pensamientos ni sentimientos sino por revelación. Es un conocimiento que yo tengo, que por momentos no sé ni entiendo por qué Dios quiere tal cosa, pero sé que Él lo quiere. Como cuando Dios le dijo a Abraham que sacrifique a su hijo; no había manera de entenderlo ni razonarlo, pero lo cierto es que Abraham supo que Dios le había pedido eso. ¿No habrá sido satanás que se lo pidió? ¿Cómo Dios le va a pedir que mate a su propio hijo? ¡No razones más! ¡Se lo pidió Dios, y Abraham lo sabía bien!
Es mi oración que tú sepas lo que Dios quiere y que lo hagas no importando las consecuencias. Repite conmigo esta oración, y dile a Dios: “Señor, renuncio a mi propia visión, a mi propia percepción de las circunstancias y te pido perdón; enséñame, Señor, tu visión, alumbra mi entendimiento, y enciende mi lámpara. Tú, Señor, encenderás mi lámpara y me mostrarás la verdad. ¡No caminaré en apariencias, no caminaré en mi verdad sino en tu verdad! Te amo Señor y te necesito, te bendigo y te alabo. ¡Llena mi corazón con tu luz! En el nombre de Jesucristo hago esta oración, amén”.
ANEXOS: