PLANES ETERNOS = VIDA TRASCENDENTE - Misión Vida para las Naciones

Av. 8 de octubre 2335

Montevideo

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MENSAJES DEL CIELO

PLANES ETERNOS = VIDA TRASCENDENTE

maslo

INTRODUCCIÓN

Quiero hablarte hoy, sobre el hecho de que la vida que Dios ha puesto sobre nosotros es gloriosa, poderosa y trascendente. Significa que trasciende y va más allá de nuestra propia existencia en el planeta. Me vuelve loco saber que lo que yo he hecho, no terminará cuando me muera sino que continuará. Apocalipsis 14:13 dice: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen”.Un día yo voy a entrar en el descanso y mis obras seguirán trabajando porque la continuarán los pastores y líderes que he levantado.

Quiero que prestes atención a lo siguiente: cuando pones tu mirada en los problemas cotidianos, pierdes noción acerca de la visión de Dios para tu vida. ¡Tienes que levantar la mirada y ver lo que Dios tiene para ti porque es realmente extraordinario!

Muchos se estancan. Por ejemplo, en uno de las reuniones hablé acerca de que había que poner la mirada en los grandes planes de Dios porque éstos realmente tienen valor. Dije también que tampoco tienes que estancarte con los problemas matrimoniales o laborales; no tienes que darle tanta importancia, ni estar afanoso o ansioso por esos temas, porque realmente no son importantes. Entonces, cuando terminé de hablar acerca de esto, una hermana se me acerca queriendo hablar conmigo porque estaba mal con un pastor. Yo le había dicho a la congregación: “Olvídate de los problemas que tienes con tu suegra y de tus problemas matrimoniales, entrégaselos a Dios y ponlos en sus manos”, “Por nada estéis afanosos…” dice Filipenses 4:6, pero esta hermana no recibió la palabra en su corazón y continuó con su mirada puesta en sus problemas. Uno de los más grandes tropiezos, es que satanás, y él sabe cómo hacerlo, nos presenta problemas que nos distraen y nos hacen bajar la mirada de lo realmente importante.

                PLANES ETERNOS DISEÑADOS PARA ABRAHAM

Dios había enviado dos varones para destruir Sodoma y Gomorra, entonces pasaron por donde estaba Abraham. Génesis 18:17 dice: 17Y Jehová dijo: ¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer…?” Sabemos que Abraham ha sido catalogado como amigo de Dios, y el Señor dijo de él, “mi amigo”. Esto nos lleva a la conclusión de que si eres amigo de Dios, Él te va a revelar sus planes y propósitos. Tu amistad y tu relación con Dios genera situaciones como ésta: “¿Le voy a esconder a fulanito lo que voy a hacer siendo que me ama y me sirve con tanto amor? ¡No, se lo voy a revelar!” El principio de la revelación es que ames a Dios, que le sirvas de corazón y seas su amigo. Hay quienes se ofenden con el Señor y les va mal. ¿De qué te sirve estar enojado o enojada con Dios? ¿Porque no hace lo que tú quieres? ¿Quién te crees que eres? ¡Él es Dios y no tú!

Dios decidió anunciarle a Abraham lo que iba a hacer. “¿Cómo le voy a ocultar a Abraham lo que estoy por hacer, siendo que él será una nación grande?” Abraham, una sola persona, sería una nación. Una semilla es un bosque, una persona, una nación.

Dios, en una conversación consigo mismo dijo: “¿Cómo yo voy a negarle a Abraham darle conocimiento de lo que estoy por hacer, siendo que su futuro será extraordinario?” Quiero que sepas que cuando Dios estaba planeando esto con Abraham, él aún no había tenido hijos; es más, era ya viejo y estaba casado con una mujer estéril. No obstante, Abraham tiene tratos con Dios y el Señor le prometió una descendencia. Abraham tenía problemas de visión por la vejez y alguno dirá: “Ya estoy calvo”, “Estoy viejo y me queda poco tiempo de vida, ¿qué podrá hacer Dios conmigo?” Abraham podría haber dicho que su esposa era estéril, pero Dios lo tomó y le mostró los planes que tenía con él, entonces le declaró: “Yo te voy a dar descendencia y será muy grande sobre la tierra”. Abraham no entendía bien cuál era la visión que Dios tenía para él. El Señor lo había traído al mundo con un propósito, entonces, un día lo sacó afuera y le dijo: “Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: así será tu descendencia” (Génesis 15:5). ¡Es imposible contar las estrellas! En tu realidad visible y tangible estás solo, eres viejo y tu esposa es estéril, sin embargo, la Biblia nos dice que Abraham le creyó a Dios y le fue contado por justicia.

El Señor está hablando que va a destruir Sodoma y Gomorra y de pronto le dice que sería una gran nación, y cuando Abraham llega a ser una gran nación, ya se lo habían comido los gusanos hacía rato. Del mismo modo, el plan de Dios sobre tu vida es glorioso, grande, poderoso y trascendente. ¡No te detengas en pequeñeces! ¡No hagas caso a esas cosas que satanás usa para distraerte y desenfocarte!

Leemos en Génesis 18:19: “19Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él”.  La obra que haría Abraham se prolongó a través de sus descendientes; el mandato que les dio a sus hijos para después de sí, continuó funcionando sobre su descendencia. “Yo sé lo que sucederá después de que Abraham ya no esté”, dijo el Señor. Claro que si te pasas la vida preocupado porque no llegas a fin de mes, te estás perdiendo la amistad con Dios, y El no te revelará sus planes. Hay gente que se afana por esto, llevan treinta años trabajando ansiosos, y siempre llegan a fin de mes. ¡Todos los meses se ponen ansiosos porque no podrán pagar las cuentas o no tendrán para comer! Éstas son cosas a las que Jesús llama añadiduras. La gente se preocupa por las añadiduras y están con sus pensamientos y su mirada puestos en esas cosas, entonces se enojan con Dios cuando Él no les da lo que quieren, pero el Señor quiere que hoy levantes tu mirada. “Yo tengo planes contigo que ni te puedes imaginar. Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que yo he preparado para los que me aman”, te dice el Señor. ¡Dios tiene cosas grandes para ti!

Cuando yo escuchaba esta clase de mensaje, pensaba: “Si, bueno, anda a saber si es para mí…” ¡Yo te digo que si escuchas palabra de Dios, tienes que apoderarte de ella y no soltarla! En una oportunidad Jacob luchó con un varón hasta el amanecer. El ángel no lo quería bendecir, pero él le declaró: “…No te dejaré, si no me bendices”. Cuando el ángel vio el empeño que Jacob tenía en ser bendecido, lo bendijo. ¡Jacob era medio sinvergüenza! Pero era tanto el anhelo de ser bendecido, que Dios dijo: “¡No puedo con este hombre que tiene tanta fe y tantas ganas! ¡Lo voy a bendecir!” Quizás eres una persona mala que no merece nada pero anhelas a Dios, quieres cambiar y que el Señor transforme tus circunstancias. ¡Este es el día en que te tienes que apoderar de lo que Dios te dice y tiene que ocurrir algo en tu vida!

Este es uno de los casos que hay en la Biblia, que muestra cómo es el trato de Dios con los que le creen y le aman. Y yo te hablo acerca de cosas con las que también he tenido que luchar, como con la escasez, entre otras cosas. Pero Dios me fue llevando y me dijo: “Encárgate de mis asuntos que yo me encargaré de los tuyos. No voy a permitir que te falte ningún bien”. ¡Y así fue! ¡Soy un testimonio vivo! Yo no vivo preocupado por lo que vestiré o lo que comeré; no me preocupo por lo que se preocupa todo el mundo porque ya entendí, y aunque me costó porque era cabeza dura como tú, lo entendí. Espero que tú comprendas que es mucho más importante prestarle atención a las grandes cosas que Dios tiene, que afanarte por las pequeñas cosas que tú tienes.

David es un personaje con quien me identifico. Parece que siempre tenemos que hacer algo, o nos asusta pensar que no vamos a poder, especialmente cuando llegamos a determinada edad, porque comenzamos a ver que se nos van los años. “Veinticinco abriles que no volverán. Veinticinco abriles volver a tenerlos, que cuando me acuerdo me pongo a llorar”, dice el tango. Se pasan los años y comienzas a preguntarte qué has hecho de tu vida o cuál es el legado que estás dejando al mundo.

Cuando veo la obra que Dios está haciendo a través de Misión Vida, que se extiende hacia las naciones, veo también que es Dios quien hace todo y no yo. El Señor nos puso nombre: Misión Vida, y apellido: para las Naciones. Yo no tengo que estar planificando qué es lo que voy a hacer para llegar a las naciones porque Dios ya lo ha hecho por mí. ¡No es lo que veo sino lo que creo! A mí ya no me importa a cuántas naciones llegue en el tiempo que me queda de existencia porque ya he creído que Misión Vida es para las naciones, y conmigo o sin mí, esta iglesia llegará a cada rincón del mundo. ¡Lo importante es lo que creo!

En un tiempo creí que si yo no estaba, las cosas no iban a funcionar. Ahora creo que aunque yo no esté, de todas maneras Dios seguirá adelante con este proyecto porque no es mío sino de Él.

                PLANES ETERNOS DISEÑADOS PARA DAVID

David había sido rey de Israel por muchos años y en alguna etapa de su vida pensó: “Yo vivo en una casa hecha de madera de cedro y el arca del Señor está tapada con unas cortinas, no hay una casa para Él”. Y tuvo en su corazón el deseo de edificar un templo para Dios, entonces lo habló con el profeta Natán, y éste le dijo: “…Haz todo lo que está en tu corazón, porque Dios está contigo”. Pero esa noche el Señor le habló a Natán lo siguiente: “4Ve y di a David mi siervo: Así ha dicho Jehová: Tú no me edificarás casa en que habite” (1ª Crónicas 17:4). ¿Será que Dios no quería una casa o un templo? ¡No! Es que los planes que el Señor tenía con David trascendían su existencia terrenal. Dios le dijo a David: “Me agrada el deseo que tienes de hacer un templo pero no lo edificarás tú, sino tu hijo, nacido de tus entrañas”. Ya no importa quien hará el templo, lo que importa es que la obra que estoy haciendo tiene una proyección que va más allá de mi existencia y no me pone celoso si alguno de mis hijos lleva a cabo algo que yo no pude hacer, es más, me pone orgulloso que ellos culminen la obra que yo comencé y se multiplicará, porque en el año ´91 éramos solamente Marta, mis hijas y yo, pero ahora somos miles, y cuando esto explote veremos lo que hemos confesado desde ese entonces: “¡Veré la gloria de Dios en Uruguay y en las naciones!” Yo me gozo en ver lo que sucederá porque tengo un almácigo tremendo. Las plantitas están comenzando a germinar, dando sus hojitas y echando sus raíces; y personas que no estaban firmes se han afirmado, quienes no podían, ahora pueden, los que no creían, ahora creen. Gente que tenía su familia rota hoy la tiene unida, quienes decían que nunca se iban a casar, se casaron; y algunos que se habían divorciado se volvieron a casar. ¡Dios está ordenando las cosas! ¡Levanta tu mirada! Deja de lado los problemas por un momento y entrégaselos a Dios. Decide poner tu mirada en Jesús, el autor y consumador de la fe y ya no pongas tu corazón en los problemas que tienes. ¡No importa lo que tengas que pasar! ¡Dios tiene planes extraordinarios contigo!

Fíjate que Jesús tenía que ir a la cruz del calvario, y esto era una vergüenza, era un oprobio y algo muy penoso. ¡La cruz era un espectáculo muy malo! ¿Cómo iba a estar el Hijo de Dios en esa condición? Pero al Señor no le importó, se burló del oprobio porque sabía lo que sucedería después que Él padeciera en la cruz. ¡No importa lo que tengas que pasar! ¡Enfréntalo! No te amedrentes porque eres más trascendente que tus problemas. En unos años mirarás hacia atrás y dirás: “Yo que me atemoricé por causa de ese problema pero ya pasó y yo sigo adelante porque Dios me ha hecho más que vencedor por medio de aquel que me amó”.

No es que Dios no quería que le hicieran un templo, es que la obra de David continuaba a través de su descendencia. Es importante que entiendas que primero debes tener una descendencia y ésta puede ser de sangre pero también espiritual. Abraham tuvo hijos de sangre, los que comprendían su linaje, pero también nosotros somos sus hijos. Señala la Biblia que nosotros somos el Israel espiritual, los que tenemos la fe de Abraham.

La fe se transfiere o se hereda. Una de las cosas que me pone feliz es saber que cada vez que me paro en el púlpito estoy sembrando fe y veo que hay corazones abiertos. Yo sé que la fe se transfiere y se hereda. Estoy convencido que en un tiempo más, tú serás el tipo de Jorge Márquez porque tendrás la fe que yo te sembré. Yo te digo como el apóstol Pablo le dijo a los corintios: “Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio” (1ª Corintios 4:15). Por lo tanto, yo sé que tengo hijos y sé de qué fibra están hechos; sé que ocurrirá con ellos, aunque sean cabezones como lo he sido yo. También sé que Dios tratará con esos, mis hijos y obrará en ellos y a través de ellos. Así que lo que viene es mucho más grande de lo que hemos visto, porque como dije, en el año ´91 éramos Marta, nuestras hijas y yo, pero ahora somos muchos y con la misma semilla, el mismo Espíritu y la misma unción.

Espero que lo entiendas y que decidas pedirle perdón a Dios por haber demorado y por perder el tiempo poniéndote ansioso, depresivo y angustiado por problemas que no son importantes.

Lo que había en el corazón de David era correcto; era necesario construir un templo pero Dios le dijo que no sería él quien se lo iba a edificar. David estuvo de acuerdo pero decidió ayudar para que la edificación se realizara, entonces trabajó denodadamente para dejarle a su hijo Salomón todo lo necesario para que construyera ese templo para Dios. Y seguro que involucró a su hijo en esta tarea porque hizo tallar piedras, juntó oro, plata y bronce, con lo que se fabricaron obras de arte. Acumuló mucha madera para que no les faltara a la hora de realizar la obra. Y David murió tranquilo porque sabía que ese templo se iba a hacer. En vida no lo vio construido pero como los que mueren en Cristo, en realidad no mueren sino que continúan, él habrá visto desde el cielo el lugar que Salomón su hijo edificó para Dios. Creo que también vio cómo se multiplicaba la bendición de Dios sobre la obra de sus manos.

Dios le dice a Natán, quien le declara a David: “7Por tanto, ahora dirás a mi siervo David: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo te tomé del redil, de detrás de las ovejas, para que fueses príncipe sobre mi pueblo Israel; 8y he estado contigo en todo cuanto has andado, y he cortado a todos tus enemigos de delante de ti, y te haré gran nombre, como el nombre de los grandes en la tierra” (1ª Crónicas 17:7 y 8). ¿Qué trascendencia tiene lo que Dios le está diciendo a David? ¿Tenía que darle un nombre grande antes de que se muriera o crecería después de haber muerto? David fue hombre y fue rey, pero después de más de tres mil quinientos años si le preguntas a cualquier persona aunque ésta sea atea, quién fue David, sabrán qué responder. ¿Por qué? Porque Dios le ha dado un nombre muy grande como los grandes de la tierra. No importa que ya no esté porque lo que Dios ha declarado que va a hacer, lo hará.

Los saduceos no creían en la resurrección o en la vida después de la muerte y tentaban a Jesús haciéndole preguntas, pero el Señor les respondió: 31Pero respecto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo:32Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos” (Mateo 22: 31 y 32). Cuando Dios declara que es el Dios de Abraham, está diciendo: “Abraham está vivo, está conmigo y está viendo que el fruto de su fe, y la obra que él comenzó aún continúa”. Dios no dijo: “Yo fui el Dios de Abraham” sino “Yo soy…” Ese “yo soy” es mientras Abraham vivió y después que ya se fue de este mundo. Quiero que entiendas que tu vida es trascendente, lo mismo que los planes que Él tiene contigo, son trascendentes y eternos. El Señor hoy te dice: “He aquí que yo quiero hacer una obra nueva, ¿no la veréis vosotros? Es que están tan preocupados con sus problemitas y no pueden ver la dimensión de lo que tengo para ustedes”. ¡Eso es un pecado! El estar mirando los inconvenientes de la vida es estar con los ojos cegados. ¡Tú necesitas visión de parte de Dios para moverte en la vida! Todo comienza con el propósito de Dios. Esto es la idea generadora o inicial de algo que el Señor quiere hacer, y Él tiene un propósito con cada uno de nosotros. Para que nosotros lo podamos entender, Dios nos lo transfiere y nos lo da en forma de visión para que podamos verlo espiritualmente.

Cuando Dios le dijo a Abraham que su descendencia sería grande y que serían benditas en él todas las naciones de la tierra, esto era mucho más grande de lo que Abraham podía entender. Abraham no sabía que yo hoy estaría predicando de él y que soy fruto de su fe. ¡Pero me imagino que estará mirando desde el cielo!

Lo primero es el propósito, una idea generadora de Dios, y después, para que tú puedas entrar en ese propósito, el Señor extiende la visión, por eso le dijo a Abraham que saliera afuera y contara las estrellas del cielo y que Él le explicaría de qué se trataba. ¡Y Abraham lo vio! En otra oportunidad, Dios le dijo a Abraham: “Extiéndete a tu mano derecha y a tu mano izquierda, hacia atrás y hacia adelante. Hasta donde llegue tu visión yo te daré”. Ahora, si tu visión te hace declarar: “No voy a llegar a fin de mes”. ¿Esperas que suceda algo grande con esa confesión? O si dices: “¡Con esta mujer no se puede vivir!” ¿A dónde vas a llegar? “¡Esta vida miserable que estoy viviendo!” ¿A dónde crees que llegarás con esa postura? ¡Levanta tu mirada!

Entonces, el propósito es lo primero, la visión viene después, y cuando uno capta la visión y la cree, porque tú la puedes ver pero es un pájaro que pasó, en cambio, si la ves y te apoderas de ella, si haces tuya esa visión, se genera adentro de ti una pasión. Cuando ves lo que Dios quiere y has entendido lo que va a hacer, un fuego se enciende dentro de ti, el cual nadie puede apagar. Vienen las circunstancias pero no me importa, yo las atropello, las salto, las quemo, pero esas circunstancias no me podrán frenar porque ya conozco el propósito, tango la visión y se ha encendido la pasión que Dios puso dentro de mí. ¿Qué es la pasión? Es ese fuego que te hace avanzar, es esa predisposición a padecer, porque quien tiene pasión está dispuesto a padecer. Sabe que vendrán problemas grandes y que tendrá que llorar pero no importa porque vale la pena pagar el precio, porque lo que Dios ha dicho, sucederá. ¡Lo que Él espera de mí se hará! Los que no están bien agarrados de la visión, en cambio, cuando vienen los problemas, se lamentan al punto de declarar que eso no es de Dios y caen.

Dios le manda a decir a David: “Tú has querido hacerme una casa a mí y yo quiero decirte que te haré un gran nombre y seré yo quien te edifique casa a ti”. 1ª Crónicas 17:10 segunda parte dice lo siguiente: “Te hago saber, además, que Jehová te edificará casa”. Y continúa diciendo: “11Y cuando tus días sean cumplidos para irte con tus padres, levantaré descendencia después de ti, a uno de entre tus hijos, y afirmaré su reino. 12El me edificará casa, y yo confirmaré su trono eternamente” (1ª Crónicas 17: 11 y 12). ¿Quién es ese hijo? ¿Salomón? Hay otro hijo de David que es Rey de reyes y Señor de Señores cuyo reino es eterno. En otras palabras, Dios le dijo a David: “De tu descendencia yo levantaré uno que te enorgullecerá y será hijo tuyo”.

En la fecundación de Jesús participó el óvulo de María pero también el germen de Dios, de modo que Jesús, además de ser Hijo de Dios, es descendiente de David. Lo que Dios le declaró tiene doble cumplimiento, por un lado tuvo participación Salomón porque fue él quien construyó el templo, pero quien le está construyendo una casa a Dios, es Jesús. Recordemos que Él dijo: “Sobre esta roca edificaré mi iglesia; y el poder del Hades no prevalecerán contra ella”(Mateo 16:18). ¡Esa casa es eterna y el reino también es eterno! ¡David no tenía ni la menor idea del gran proyecto de Dios con su vida! Sucede como declara 1ª Corintios 2:9: 9Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman” ¡Es inimaginable lo que Dios tiene para ti! Por eso arde mi corazón al pensar que cuando yo no esté la obra que comencé seguirá adelante. ¡No importa que no esté Jorge Márquez porque el fuego está encendido y nadie va a poder frenar la obra de Dios!

Tú pensarás que yo no tengo problemas, y que por eso tengo tiempo de ocuparme de los asuntos de Dios. ¡Yo tengo problemas como los tienes tú pero decidí que no me dejaré turbar por nada! Hoy te predico con todo el fuego encendido porque sé lo que Dios hará. La visión se clarifica día a día y año a año. ¡Los planes de Dios me dejan loco!

Dios le dijo a David: “Tengo planes contigo, así que no te apures a edificar un templo porque esos planes no se terminarán cuando te mueras. La obra que estoy haciendo contigo va a trascender en los siglos”.

Dios se ha identificado con nosotros, nos ha hecho a su imagen y semejanza, quiere vivir con nosotros y anhela que reinemos juntamente con Él. ¡Es inimaginable lo que el Señor tiene para nosotros! ¡Yo quiero captar aunque sea un poquito! Quiero tener la mirada puesta en las cosas de arriba y no aquí abajo. Si me pongo a mirar los problemas que tengo, termino abrumado y no predico esto que te estoy predicando. Dios sabe que tengo problemas por los cuales estoy quebrantado en esta hora, sabe que hay noches en que duermo muy poco por causa de esto, pero llegado el día, el Señor me da una palabra y yo debo creerla y confesarla.

Leemos en 1ª Crónicas 17:12 al 17 y 24 al 27: “12El me edificará casa, y yo confirmaré su trono eternamente. 13Yo le seré por padre, y él me será por hijo; y no quitaré de él mi misericordia, como la quité de aquel que fue antes de ti; 14sino que lo confirmaré en mi casa y en mi reino eternamente, y su trono será firme para siempre. 15Conforme a todas estas palabras, y conforme a toda esta visión, así habló Natán a David. 16Y entró el rey David y estuvo delante de Jehová, y dijo: Jehová Dios, ¿quién soy yo, y cuál es mi casa, para que me hayas traído hasta este lugar? 17Y aun esto, oh Dios, te ha parecido poco, pues que has hablado de la casa de tu siervo para tiempo más lejano, y me has mirado como a un hombre excelente, oh Jehová Dios…24Permanezca, pues, y sea engrandecido tu nombre para siempre, a fin de que se diga: Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, es Dios para Israel. Y sea la casa de tu siervo David firme delante de ti. 25Porque tú, Dios mío, revelaste al oído a tu siervo que le has de edificar casa; por eso ha hallado tu siervo motivo para orar delante de ti. 26Ahora pues, Jehová, tú eres el Dios que has hablado de tu siervo este bien; 27y ahora has querido bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca perpetuamente delante de ti; porque tú, Jehová, la has bendecido, y será bendita para siempre”. ¡Qué grande eres Dios! David creyó la palabra y la confesó. ¡Yo me voy a morir Señor, pero creo en tus promesas y sé que mi casa permanecerá eternamente! La visión encendió al rey David, de tal manera que disfrutaba por causa de lo que Dios le mostró. Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen” (Apocalipsis 14:13). ¡Yo descansaré pero la obra continuará!

                CONCLUSIÓN: PLANES ETERNOS DISEÑADOS PARA TU VIDA

Ahora, las obras que tienes a causa de los problemitas cotidianos, las añadiduras que tanto te preocupan te tendrán loco todos los días. Y si satanás sabe que te preocupan esas cosas, todos los días te mandará alguna circunstancia para que tú no te puedas acercar a Dios para que no te acuerdes de Él y tampoco hagas su voluntad. ¿Estás en la voluntad, en la visión de Dios o estás en la tuya?

Te diré qué hace Dios con la descendencia de los que le aman. Yo he compartido acerca de mi abuelo, quien se vino de Italia y donde le quedó una gran parentela. Cuando él les llevó el evangelio no lo quisieron recibir y lo echaron, entonces se volvió con su esposa y sus tres hijos a Sudamérica, muy triste. Decidió venirse a América del Sur en dónde criaría a sus hijos en el conocimiento del evangelio. Antes de morir, mi abuelo escribió una historia la que tituló, “La historia de un hombre feliz”, en la que declara con total certeza que se va tranquilo de este planeta porque él ha dejado su descendencia en las manos de Dios y el Señor se haría cargo de ellos. A la hora de morir tenía diecisiete nietos. Hace más o menos unos cuarenta y cinco años que falleció y te cuento que somos más de doscientos descendientes por parte de mi abuelo, todos creyentes, entre los cuales hay un montón de pastores. ¡Dios honró la fe de mi abuelo! Al comienzo eran él y su esposa. Venía de una familia grande de Italia pero, ¿sabes qué sucedió con esa familia numerosa? Se fue perdiendo y al día de hoy sólo quedan dos descendientes de esos que lo rechazaron por causa del evangelio. Uno es un primo que se está por morir y otro es un sobrino que está solo y no tiene descendencia. ¡Se acaba la descendencia de los que no aceptaron el evangelio y se multiplica el linaje de los que creen en Cristo! Los que creen en Cristo tienen descendencia, no importa si es de sangre o espiritual. Lo cierto es que son hijos y éstos continúan en las tareas de los padres.

¿Tú formas parte de esta visión o eres un allegado? ¿Formas parte de la visión o eres un simple espectador? ¿Has puesto tus manos en el arado con la mirada hacia adelante o estás mirando atrás como si debieras haber traído alguna cosa contigo? ¡Dios quiere cambiar tu existencia!

Estar con tu mirada puesta en pequeñeces que tanto te preocupan, no te deja ver lo que Dios tiene para ti y esto es un pecado. Dice la Palabra de Dios: “Por nada estéis afanosos…” (Filipenses 4:6). ¡Por nada! ¿Tienes novio o novia? ¡No estés afanoso o afanosa! ¿No tienes? ¡Tampoco te afanes por ello! ¿Tienes trabajo? ¡No estés afanoso! ¿Te falta trabajo? ¡No te afanes! No estés afanoso si tienes o no tienes dinero. ¡No te afanes por nada! Ni siquiera por una enfermedad. El afán y la ansiedad son pecados y producen enfermedades y maldiciones. Leamos todo el texto de Filipenses 4:6: “6Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”. ¡Decide entregarle al Señor todas tus preocupaciones y entra en el territorio de las grandes visiones de Dios! Tus problemas son cortitos y las bendiciones de Dios son largas, son eternas y grandes. Dile al Señor: “Hazme como Abraham o como David”.

¿Caminarás con Cristo o no? Porque si tienes tu mirada puesta en tus problemas cotidianos, no estás caminando con Jesús y tus ojos están ciegos. Hoy tienes que pedirle perdón al Señor porque has estado demasiado ocupado y preocupado tratando de resolver tus problemas. Hoy tienes que desligarte de esas cosas a las que te has atado. Tú te has ligado a cosas que no son los proyectos de Dios. Te has metido en cuentas que no te tenías que meter; te has metido en una relación amorosa con quien no debías. Yo te pregunto: ¿Esa relación amorosa que llevas, tiene que ver con el reino de Dios y con su propósito de en tu vida? Pídele perdón porque tus preocupaciones te han atado y no has podido vislumbrar la gran visión que el Señor tiene para tu vida.

Cada uno de nosotros ha nacido con un propósito, Dios te trajo con una idea. Tú no tienes que ir con ideas al Señor porque Él ya tiene todo planeado. ¿Qué iba a saber David que la obra que Dios tenía con él llegaría hasta el día de hoy? ¡Y continuará!

Yo te bendigo en el nombre de Jesús y declaro que este es un día de liberación y de bendición para tu vida. Declaro que se rompen ataduras y cadenas que te atan. Tú amas cosas que no debiste amar y eso te alejó de amar más a Dios. Pídele al Señor que te haga libre de todo amor que le está estorbando. Dile: “Dios, yo quiero esa pasión y ese fuego imparable que las muchas aguas no podrán apagar”. ¡No lo dejes para mañana!

Si quieres pedirle perdón a Dios porque has gastado tiempo y fuerza en lo que no aprovecha y te has preocupado en demasiadas cosas y no has progresado, si no has estado viviendo la vida abundante que Jesús prometió y has dado vueltas y vueltas pero no has hecho algo trascendente para Dios, hoy es el día en que vas a comenzar a hacer las cosas que Dios quiere. ¡Hoy es un día de decisión y decidirás cosas importantes para tu futuro! Yo quiero ayudarte a hacer una oración. Dile a Dios: “Señor, quiero entrar en tu visión para mi vida, quiero conocer tus propósitos y caminar en tus caminos. Perdóname Padre, porque he tenido mi mirada muy baja, me he enredado en problemas cotidianos, de trabajo, de familia, de dinero, casa y amigos. ¡Perdóname y límpiame, Señor! Haz que yo invierta mi tiempo y mis fuerzas en tu propósito. Cúbreme con tu sangre y límpiame de toda maldad, te lo pido en el nombre de Jesús, amén”. 

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