TU QUEBRANTO PRODUCE VICTORIA - Misión Vida para las Naciones

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Montevideo

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MENSAJES DEL CIELO

TU QUEBRANTO PRODUCE VICTORIA

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1º CUADRO:

                TENEMOS UN TESORO EN VASOS DE BARRO

Leemos en 2ª Corintios 4:7: 7Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros”. ¡Cada uno de nosotros tenemos un tesoro el cual está adentro de un vaso de barro! No hay vida ni poder en el barro; pero sí, hay vida y poder, en el tesoro que está adentro de ese recipiente. ¡No es importante el vaso de barro, el cual algunos cuidan tanto! Las mujeres lo cuidan bastante y se miran mucho al espejo, se pintan y se arreglan. Dios hizo al hombre del polvo de la tierra pero al final dijo: “Eres polvo y al polvo volverás”. O sea que la vasija de barro es un hogar transitorio donde vive tu alma, y en los creyentes, además del alma vive el espíritu, pero es simplemente un recipiente. Cuando una persona se arrepiente de sus pecados, cuando busca a Dios con todo su corazón, se da cuenta que nada de lo que haga o diga agrada a Dios por lo que necesita es su gracia y su perdón, entonces Cristo, envía a su Espíritu Santo y genera una clase de vida adentro de ese vaso, una vida de poder, gloriosa y eterna, pero la vida del vaso de barro es transitoria. ¡Tu vida es transitoria! ¡Te esperan muchos  gusanos!

La gente vive ansiosa pensando qué va a comer o vestir; que tiene que comprar una casa o un auto, cuidando siempre lo exterior, que no tiene importancia, quitándole trascendencia a lo interior, que es lo más glorioso que hay sobre la tierra. ¡Lo glorioso es lo que Dios ha puesto dentro de nosotros! Y lo que el Señor y el mundo están esperando, no es ver la vasija de barro sino la gloria que hay dentro de ésta.

Pero, para que se pueda ver el tesoro que hay dentro de la vasija de barro, ésta debe ser rota, de lo contrario, todos veremos sólo el barro. ¡Dios quiere salir por tus poros! ¡Él quiere salir por tus ojos y por tu boca! Cuando esa gloria que Dios ha puesto adentro sale, se producen sus obras, se producen milagros y sanidades. ¡Los demonios tiemblan y huyen! Hay luz, hay entendimiento y se conoce la verdad cuando el tesoro que hay adentro logra salir, porque la vasija de barro se transforma en un recipiente que impide que el mundo vea la gloria de Dios.

Hay cuatro enseñanzas que pintan este panorama que te estoy presentando y que hablan exactamente lo mismo y sobre eso meditaremos hoy. El primer cuadro es pues, que tenemos un tesoro el cual está dentro de vasos de barro, y para que se manifieste al exterior, ese vaso de barro debe ser quebrado.

                2º CUADRO:

                SOMOS SEMILLAS EN LAS MANOS DE DIOS

Leemos en Mateo 13:38: 38El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo”. Jesús les estaba explicando a sus discípulos la parábola del trigo y la cizaña. El Señor les refirió que un hombre sembró buena semilla en su campo, pero mientras dormían, vino el enemigo y sembró cizaña. Ésta es una planta parecida al trigo pero que no tiene nada adentro. ¡Es pura pinta! Además, tiene un hongo que si se llega a mezclar con la harina le da un sabor amargo y arruina el producto. Como si fuera poco, la cizaña también tiene un veneno.

Así que el enemigo sembró cizaña en el mismo campo donde fue sembrado el trigo. Entonces, vinieron a él sus siervos y le dijeron: “Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? Y el Señor les respondió: 28El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? 29El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo”(Mateo 13: 28 y 29). Sucede que si arrancas la cizaña, cuyas raíces están enredadas con las del trigo, arruinas la planta del trigo, por eso el Señor determinó: 30Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero” (Mateo 13:30).

La gente no entendía bien qué hablaba Jesús, y cuando llegaron a la casa, sus discípulos le dijeron: “Explícanos la parábola de la cizaña del campo”. Entonces el Señor les respondió: “El que siembra soy yo (el Hijo del hombre)”. ¿Y qué siembra Jesús? La buena semilla que son los hijos del reino… Un hombre tenía un terreno y sembró en él, buena semilla. ¿Cuántas hectáreas tendrá el terrenito de Jesús? Según la palabra de Dios, el campo es el mundo, entonces el Señor tiene tantas hectáreas como mide el mundo. Ningún centímetro cuadrado del planeta Tierra le pertenece a satanás ni a los hijos del maligno. ¡El mundo es el campo del Señor! Y Jesús siembra la buena semilla, que son los hijos del reino. O sea que la semilla somos personas. ¡El Señor siembra en el mundo semillas, y esas semillas somos nosotros! ¿Qué se espera de éstas? Que den fruto. ¿Y qué tiene que suceder para que dé fruto? Leemos en Juan 12:24: 24De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”.

¡Dios ha sembrado personas y espera cosechar! Cuando siembras trigo, es de esperarse que coseches trigo, si siembras cizaña, obtendrás cizañas y si siembras personas, cosecharás personas. ¡Yo declaro hoy que viene una gran cosecha! ¡Dios está sembrando en el mundo la buena semilla! Pero dice la Biblia que vino el enemigo al campo del Señor y sembró cizaña, cuya semilla se mezcló con la del trigo. La cizaña son los hijos del maligno, así que éstos han sido sembrados junto con los hijos del reino y están mezclados.

El hecho de que seamos semilla supone que estudiemos qué significa este término. En el interior de la semilla encontramos el germen, y la parte externa es una cáscara dura, una capa protectora llamada tegumento. Mientras la cáscara esté intacta no tendrá lugar el proceso de germinación de la semilla. El tesoro, según la Biblia está adentro de la vasija de barro, y si ésta no se rompe, no se podrá ver el tesoro que hay en el interior. La semilla, o sea nosotros, tenemos una cáscara exterior y es lo que se ve de nosotros. ¿Y qué es lo que se ve? Que somos celosos, envidiosos, cuidamos nuestra imagen y no nos gusta que hablen mal de nosotros porque nos hiere, entonces hablamos bien acerca de nosotros y vivimos por apariencias. Tenemos malos pensamientos y malas intenciones pero procuramos que no se note. ¡Y esa cáscara exterior es la que no permite que salga la gloria de adentro hacia afuera!

La semilla entonces, tiene una parte que no es importante y debe morir. Esa parte no tiene valor pero cuenta con algo en su interior que no muere, porque cuando el Señor dice que la semilla tiene que caer en tierra y debe morir, en realidad lo que muere es la cáscara, pero el germen tiene todo el poder o potencial de producir hectáreas y hectáreas del mismo género al que pertenece. En otras palabras, en una semilla de un árbol está el potencial de un bosque entero. Hay un potencial muy grande pero está adentro y eso no muere, más bien lo que muere es lo de afuera. ¡Lo de afuera tiene que morir para que lo de adentro salga a la luz! ¡Eso tiene que suceder en tu vida! Porque Dios, el mundo y yo estamos esperando ver lo que Dios ha puesto dentro de ti. ¡Adentro está la gloria de Dios! Está Cristo, está su vida, y si está la vida de Cristo, entonces, en tu interior están toda la gloria y el poder de Dios. Lo que hay adentro es eterno. ¿Por qué es eterno? Porque tiene el potencial de continuar produciendo. Dios ha hecho que los diferentes géneros de plantas permanezcan en el planeta y no desaparezcan gracias a la capacidad que tienen de producir semillas y éstas traen adentro el potencial. ¡Y Dios ha puesto en los creyentes su germen! ¿Qué no podrá hacer Dios conmigo?

El Señor me sembró a mí en Uruguay. De la iglesia Misión Vida para las Naciones han salido muchos pastores, algunos se fueron enojados, pero están pastoreando en otras iglesias. Hemos sacado a miles de jóvenes de las drogas, de la prostitución, de la calle… Tenemos mil doscientas personas internadas en los diferentes hogares de Beraca, de las cuales, mil son chicos y chicas que salieron de las adicciones, pero eso se renueva y ya llevamos muchos años en esta tarea. ¡Gloria a Dios por ello! Pero, para que se produjera ese fruto, la cáscara de Jorge Márquez tenía que morir. En mi cáscara estaban mis planes, mis proyectos, mis amores y deseos, pero si eso no moría, no había fruto. Yo he aprendido que mi fracaso resultó en la victoria de Dios sobre mi vida. ¡Fue mi fracaso lo que le permitió a Dios la victoria! ¡Te estoy hablando de algo que me vuelve loco y me hace feliz! ¡Gloria a Dios que fracasé! ¡Gloria a Dios que tuve que dejar mi carrera de arquitecto, mi provincia en Argentina y mi familia! ¡Todo eso me dolió pero tuve que quemar las naves y venir al lugar a donde Dios finalmente me trajo, Uruguay! ¡Todo eso ha hecho posible que haya fruto!

Hay miles de matrimonios restaurados, personas que creían que con el divorcio se terminaba todo, pero no es así porque cuando se manifiesta Cristo, Él puede armar de nuevo el mismo matrimonio. Hemos visto la restauración de familias, gente sanada y salvada. ¡Eso es fruto de una vida sembrada! Yo tuve que renunciar a mí mismo, a mis anhelos más preciados y a las cosas que amaba. Y no es que ya estoy muerto, algunos agujeritos se han producido pero, ¡gloria a Dios por ello!

¿Qué cosas estás dispuesto o dispuesta a perder para que el germen de Dios dé fruto? ¿Qué tendrías que permitir que suceda en tu vida? ¿Le permitirías a Dios que haga lo que Él quiere? Yo le dije amén a Dios y le declaré: “Señor, yo quiero hacer tu voluntad. Envíame a donde quieras, a hacer lo que tú quieras, pero no me pidas que sea pastor”. Yo quería tener mi casa, mi empresa, mi dinero; de ese modo, le estaba dando al Señor un poco de mí, no todo, porque quería tener mis cosas. Pretendí seguir haciendo lo que me gustaba y consagrárselo a Dios y que Él me felicitara. Pero el Señor no me felicitó, Él me dijo: “Te quiero a ti, no quiero tu profesión. Quiero que te avoques a mis planes y no a los tuyos”. “Pero Señor, ¿qué tiene de malo que yo sea un arquitecto?” Y me respondió: “¡Tiene todo de malo porque no te quiero de arquitecto!” Y si el Señor no quiere que ejerzas tu profesión, ¿qué harás de tu vida?

Te estoy hablando de muerte, de quebranto y de aflicción; te estoy hablando de lo que Dios quiere producir en tu vida para que se pudra la cáscara. Quiero decirte que no sólo nos vienen aflicciones por causa de nuestro pecado sino que Dios manda aflicciones para destruir nuestra carnalidad, o sea lo exterior, lo visible, el gobierno sobre nosotros mismos. Y el Señor tiene una guerra a muerte con nuestra carnalidad. La Biblia señala que lo que es nacido de la carne, carne es; ésta nunca producirá obras espirituales y no podrá consagrase aunque quiera, porque la carne es carne. ¡Aunque sea de exportación, es carne al fin! ¡Jamás podrá la carne consagrada agradar a Dios! ¡Eso es la cáscara exterior! También nos dice la palabra de Dios que la carne batalla contra el espíritu y el espíritu contra la carne, y no es que harán las paces, como se busca en Medio Oriente. ¡El espíritu jamás hará las paces con la carne porque la quiere muerta! Aunque la carne quiere tener al espíritu bajo su pata, lo quiere sometido. El creyente que tiene su carne intacta, tiene al espíritu acorralado, tiene la gloria de Dios dentro de sí, pero nadie la ve. ¡Tiene todo el potencial pero está escondido!

Te hablo acerca del hecho glorioso del quebranto y la aflicción para que Dios logre lo que Él quiere en nuestras vidas.

La obra que se lleva a cabo en Haití no se podía haber hecho con personas que estuvieran preocupadas por su casa o su trabajo. Una tarea como la de Haití sólo se puede lograr con gente que está dispuesta a perder lo que fuera necesario. Cuando estábamos por irnos a esa nación me di cuenta que necesitábamos un carpintero, entonces mandé a decirle a un hermano, Miguelito, que lo necesitaba en Haití, y él me dijo: “Amén pastor, me voy a Haití”. Pero Miguel estaba casado y tiene una hijita rubiecita, una muñequita hermosa. Entonces la preocupación que los agobiaba era cuánto tiempo tendría que estar en Haití; yo le dije que por lo menos dos o tres meses y lleva allá tres años. Cuando estaba en aquel país, una mañana, me dijo: “Pastor, yo estoy sintiendo de parte de Dios que me tengo que quedar aquí”. Yo me sentí aliviado con esa declaración porque allá hay mucho para hacer, pero le pregunté qué pensaba su señora, a lo que me respondió: “Ella es mi ayuda idónea. Dios hará algo y tendrá que venirse a Haití conmigo”. Su esposa comenzó a hacer muchas preguntas, como: “¿Y mi hija con quién se va a criar? ¿A dónde va a estudiar? ¿Cuándo sea grande, con quien se va a casar?” La hijita es una rubiecita preciosa y su preocupación era que se termine casando con un negrito. ¡La cáscara estaba dura! Pero comenzamos a orar y a ayunar. Transcurrieron unos dos meses y la esposa de Miguel habló conmigo y me dijo: “Pastor, yo no quiero ser un estorbo en el ministerio que Dios tiene para mi esposo. Si me tengo que ir a Haití, me voy”. ¡Y me largó las preguntas que tenía! Pero todas las respuestas que le di, iban destinadas a la destrucción de los esquemas que ella tenía. Los abuelos maternos y paternos se lamentaban que no verían más a la nieta y no sabían qué iban a hacer pero el asunto es que la esposa de Miguel se fue a Haití con su hijita a reunirse con su esposo que había tomado la decisión de quedarse allá. Tuvieron varios inconvenientes pero se fueron amoldando y un buen día la esposa queda nuevamente embarazada, en Haití, entonces surgió la interrogante: “¿En qué hospital nacerá mi hija?”

Hace unos días me llegó un mensaje de parte de Carolina, la encargada del hogar en Haití, una joven de veintitrés años que renunció a su carrera, a su pretendiente, a sus sueños aquí en Uruguay y dejando todo se fue para allá, y Dios la puso como directora de todo el proyecto. Hay allá gente de treinta y cuarenta años de edad a las cuales ella pastorea. Me mandó por Facebook un informe médico que dice: “La paciente dilató siete centímetros en media hora sin muchos dolores. El parto fue bueno…La criatura se llama Sofía y nació en casa”. Al pie de la nota  firman la doctora Angelita y la enfermera Carolina.

Los padres de Miguel y su esposa que tenían tantos temores por sus hijos, están orgullosos de ellos y una de las abuelas me manda un mensaje en el que me dice: “¡Gloria a Dios, tengo una nieta haitiana!”

¡Con Dios hay que perder para ganar! ¡Es imposible ganarle a Dios y es imposible ganar con Él sin perder! Por eso tenemos que amar la cruz; tenemos que amar el quebranto. Porque el quebranto en el creyente no viene para destrucción de éste, ya que Dios nos ha hecho a prueba de quebrantos. 37Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”  (Romanos 8:37). ¡Es bueno el quebranto porque lo único que puede destruir, es la cáscara exterior! Cuando te duele mucho lo que te dijeron o piensan de ti, o te genera resentimientos alguna cosa que te hicieron, o cualquiera de esas cosas te causa amargura, eso significa que la cáscara está intacta y todavía no ha muerto. Porque cuando tú llegas a la muerte, ninguna de esa cosas te afectan. Si no, trata de ir donde haya un muerto y dile: “¡Idiota, estúpido!” ¿Reacciona? ¿Se pondrá celoso el difunto? ¿Se llenará de ira o de amargura? ¿Podrá responderte? ¡Dios quiere tu muerte para que tu cáscara quede muerta!

¡El mundo está esperando ver la gloria de Dios! Y la gloria de Señor está adentro de los creyentes. Es más, Dios está necesitando que esa gloria que Él puso adentro de ese vaso de barro, se pueda ver. ¡El mundo está esperando eso! ¡Hay una obra extraordinaria que Dios está por hacer! Y esto me agrada porque cuando Marta y yo llegamos junto con mis hijas a Uruguay, éramos nosotros solitos, pero ahora somos una multitud. ¡Hemos sido plantados en esta nación! Y muchos pueden ver la proyección de esto. Jesús dijo que el reino de los cielos era como la semilla de mostaza, que es la más pequeña entre los árboles, pero cuando germina se hace la más grande de las hortalizas. O como la medida de levadura que se pone en una medida de pan, la que va creciendo y llenando toda masa hasta que ésta leuda. ¡El reino de Dios es así! ¡Su reino está creciendo y el reino de las tinieblas se está debilitando! ¡El diablo es un fracasado y la victoria es nuestra por causa de Cristo!

¡El mundo está harto de verte la cara y de encontrar sólo una vasija de barro! ¡La gente necesita ver la gloria de Dios que hay en ti!

El primer cuadro que te pinté según la enseñanza bíblica es que tenemos este tesoro en vasos de barro, lo segundo es que somos una semilla, lo importante es lo de adentro y lo de afuera tiene que morir para que ese interior se manifieste.

                3º CUADRO:

                EL HOMBRE EXTERIOR DEBE SER QUEBRANTADO

El tercer cuadro que quiero mostrarte lo pintó el apóstol Pablo en Efesios 3:16, pero quiero mencionar desde el verso 14 para que se entienda mejor: 14Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, 15de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, 16para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu” (Efesios 3:14 al 16). El Espíritu no fortalece al hombre exterior sino al interior. El hombre exterior es el que se debe desgastar. Esto lo confirma el pasaje bíblico que se encuentra en 2ª Corintios 4:16: 16Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día”.

Notamos aquí que tenemos algo afuera y algo adentro, como ya lo venimos estudiando.

“¡Ah, Dios mío, otro problema más! ¿Por qué a mí? ¡Es injusto lo que me está pasando! ¿Por qué Dios permite que me suceda esto? ¿Puede un cristiano sufrir tribulación?” ¡Claro que puede! Algunos dicen: “¡No, Dios no permitirá que pasemos por la gran tribulación! ¡Él es un Dios bueno y no va a permitir que suframos la gran tribulación!” ¿Y por qué permitió que crucificaran a Pedro cabeza abajo? ¿Por qué permitió que los romanos quemaran a los cristianos en las piras de fuego o que las fieras los devoraran? ¿Qué, tú tienes coronita? “¡Dios no va a permitir que nosotros suframos!”, dicen algunos. ¡Pero Dios lo va a permitir! Dice la Biblia que Jesús aprendió obediencia por lo que padeció. ¡Y Él no tenía pecado! Sin embargo vino a padecer y en sus padecimientos, Él aprendió obediencia.

En el quebranto suceden milagros. Antes del quebranto yo era un genio, a mí no me detenía nada, pero cuando me llegó la hora del padecimiento no sabía qué hacer y me lamentaba: “¡Dios mío!” Antes oraba por los alimentos y daba gracias rápidamente a Dios por ellos y por el día que me había dado, pero en el momento del quebranto, pasaba tiempo delante de su presencia, y lloraba diciendo: “¡Dios mío, ayúdame!” ¡Me salían unas oraciones terribles! Antes podía todo pero en el quebranto, oraba: “Ayúdame Señor, porque sin ti yo no puedo”. Las oraciones más lindas y más sinceras las hice cuando estuve quebrantado. Por algo la Biblia dice que Dios está cercano al quebrantado de corazón porque éste hace las mejores oraciones, en cambio quien no está quebrantado, cree que no necesita de Dios, es soberbio y orgulloso. ¡El quebranto es bueno! Digamos que tiene un poder redentor. Lo que pasa, es que para quien no es creyente, un quebranto puede ser un motivo de suicidio y tantas cosas más, pero para el cristiano el quebranto es una bendición. ¡El Señor nos ha hecho más que vencedores por medio de aquel que nos amó!

Leemos en Romanos 8: 38 y 39: “38Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”.Podemos decir que estamos atribulados mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos, así lo leemos en 2ª Corintios 4:8 y 9: “8que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; 9perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos”. ¡Esto es para que la gloria sea de Dios!

El apóstol Pablo oraba para que el Señor le quitara el aguijón, pero Dios le respondió: “Bástate mi gracia porque mi poder se perfecciona en tu debilidad”. ¿Tú quieres que se haga la voluntad de Dios en tu vida? ¡Entonces estás pidiendo quebranto! Hay un precio, y es que la gloria de Cristo tiene que atravesar las paredes de tu cacharro de barro; tiene que romper la cáscara para que la semilla dé fruto.

El tercer cuadro que te presento, es que tenemos un hombre exterior y éste es nuestra alma. Nuestra alma identifica a nuestro yo, nuestra persona; es lo que más apreciamos y amamos. ¡Nuestra alma quiere gobernar! Ésta se quiere consagrar y pretende ser espiritual pero no lo puede lograr porque es carnal, vendida al pecado. Lo único posible es que Cristo perdone tus pecados y te dé vida eterna, pero para que Él pueda hacer ese trabajo, te tiene que llevar a la cruz.

El apóstol Pablo declaró: “Con Cristo estoy juntamente crucificado y ya no vivo yo…” Mi yo es mi alma; mi mente, voluntad y emociones. ¡Ya no vivo yo porque estoy muerto! ¡Estoy sometido! ¡Estoy muerto para el mundo y para el pecado, pero vivo para Dios! ¡Mi alma está sometida a los designios del Espíritu Santo!

                4º CUADRO:

                SOMOS PORTADORES DEL AROMA DE DIOS

Ahora te presentaré el último cuadro. Leemos en 2ª Corintios 2:14: 14Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento”.

Dios no usa ángeles, nos usa a nosotros. El Señor tiene un aroma y nosotros somos portadores del olor de su conocimiento. Señala este pasaje bíblico que por medio o a través de nosotros Él manifiesta su olor. ¡Te tiene que atravesar a ti para que esa fragancia salga! ¡Dios manifiesta su olor a través de nosotros! Y continúa diciendo 2ª Corintios 2:15: “15Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden”.

Hay gente que está en la lista de la vida y está esperando oler ese aroma. Entonces tú te acercas a esas personas, éstas huelen y declaran: “¡Esto es lo que yo estaba necesitando! ¡Es lo que yo había deseado y buscado toda mi vida!” ¿Quién le manifestó el olor? ¡El creyente! Pero hay algunos que no huelen a nada, ¡no sale nada de adentro!

Señala este pasaje que somos olor de vida para los que se salvan pero también somos olor de muerte para los que se pierden. Hay gente que rechaza a Dios, rechaza la vida eterna y no quieren saber nada con el perdón de sus pecados, entonces te huelen y dicen: “¡Qué olor más feo, yo no quiero saber nada con esto!” ¡Es el olor de Dios pero lo rechazan! En cambio, otros huelen ese aroma de Dios y declaran que es eso lo que andaban buscando toda su vida. Ahora, hay un tema con el perfume; éste viene en un frasco y quienes lo elaboran se especializan en hacer frasquitos que son una obra de arte. Cuando te muestran un perfume en una propaganda, lo que ves es un frasco seductor, entonces piensas que esa fragancia debe ser deliciosa. Pero a la hora de perfumarte no te pasas el frasco por el cuerpo, sino que tú lo destapas y te pones el líquido que hay en su interior. No importa si ese recipiente es de determinado color o textura, importa lo que está adentro. ¡Hay algunos que son frascos cerrados y no se ha conocido nunca el olor que tienen! ¿Qué eres tú? ¿Un frasco cerrado o abierto?

El frasco pues, es lo exterior y el perfume es su interior. Lo que impide que salga ese aroma, es el frasquito. ¡Lo valioso es lo de adentro! Cuando estás de novio y quieres agradar a tu amada no le muestras el frasquito lindo que tienes, tú te perfumas bien y dejas que te huela. Pero para perfumarte, debes abrir el frasco.

En la época de Jesús, una mujer lavó los pies del Señor con un perfume muy costoso, su precio eran unos trescientos denarios, se calcula que equivalían a los ingresos de casi un año de trabajo. Ese perfume era de nardo puro y muy costoso, tanto que algunos se enojaron y criticaban: “¿Cómo va a desperdiciar algo tan caro en las patas del maestro? ¡Un perfume tan caro! Lo hubiéramos vendido para hacer una obra social”.

El perfume hoy se envasa en un frasco que, como te dije, lo presentan como algo muy seductor pero en aquel entonces venía en un vaso de alabastro. Este material era similar a un mármol muy blando, fácil de trabajar y con el que se hacían toda clase de recipientes y frascos, muy costoso. Pero lo importante no era el frasco de alabastro sino el perfume que había en su interior, y dice la Biblia que la mujer quebró ese vaso de alabastro. ¿Qué es lo que sucedió? El perfume llenó toda la casa. ¡No hay manera de perfumar sin quebrar el vaso de alabastro!

En resumidas cuentas, el Espíritu de Dios está unido al espíritu del creyente y el Señor ha puesto su tesoro dentro del corazón del creyente.  Por eso el apóstol Pablo oraba para que seamos fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu porque es obra del Espíritu.

                CONCLUSIÓN

                ¿Estás dispuesto a que sea roto tu vaso de alabastro y que el perfume de Dios salga de adentro tuyo? Los creyentes despistados oran: “Dios, que venga tu gloria. ¡Lléname Señor, tócame!” ¡Pero está dentro! El Señor hoy te dice: “Acá estoy. Necesito que el vaso se rompa, que la cáscara se pudra para poder salir. ¡Quiero salir y mostrarme! ¿Me dejarás? ¿Estás dispuesto?”

Debes saber que hay cosas que Dios nos ha dado y nos atan; nos enamoramos y embobecemos con esas cosas, pero nos olvidamos que el amor más grande debe seguir siendo el Señor. Dios le dio a Abraham un hijo, pero un día le dijo: “Quiero que me sacrifiques a tu hijo el que amas, el que yo te di”. Es que hay algunos que se aferran y declaran: “¡Esto me lo dio Dios y yo no lo voy a soltar!” Pero el Señor te dice: “Tienes que estar dispuesto a soltar hasta lo que yo te he dado. Muchas veces te di cosas para probar que no me amas y que estás más interesado en lo que te doy y no en mi”.

¡Yo bendigo a los hermanos de Haití que han tomado la decisión de quemar los barcos! En una oportunidad oré: “Señor, quiero hacer tu voluntad; haz de mí lo que tú quieras, menos pastor”. Luego, sólo oré: “¡Quiero que en mi vida se haga tu voluntad!” Y ahí comenzó el quebranto. Yo no entendía para qué eran las aflicciones que me tocaban vivir pero resulta que hoy estoy feliz y agradecido a Dios porque rompió todo lo que le estorbaba y si no hubiera hecho así, no hubiera visto la gloria que hoy estoy viendo. Estoy feliz que Cristo haya vencido en mí y que yo haya fracasado, porque si yo hubiera vencido al Espíritu Santo, hoy sería infeliz pero Él venció en mi vida y soy un hombre dichoso que ha encontrado la voluntad de Dios. ¡Amo a Dios y lo sirvo!

¿Quieres esa clase de vida para ti? Quiero decirte que si no estás rendido, Dios no podrá hacer su obra a través de ti. ¡Que nada te detenga para entregarle tu vida al Señor! Dile que estás dispuesto a padecer lo que haya que padecer, y que, aunque duela, lo aceptas.

“Señor, he dado tu palabra. Hay gente que está sufriendo quebranto pero ha entendido que esto viene de ti para demoler las obras de la carne y para romper la cáscara. Hay otros que comenzarán a padecer quebrantos a partir de ahora, Señor. Yo quiero honrarte y bendecirte. Sé que tu poder es grande y tú nos ha dado la victoria a través de Jesucristo. Tu palabra declara que es menester que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de los cielos y sé que en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. ¡Queremos que el tesoro sea visto y salga el perfume que hay en nosotros! Queremos que el hombre interior prevalezca sobre el hombre exterior. Obra con poder, Espíritu Santo, sobre aquellos que hoy tienen que aceptar esta demanda de ir a la cruz, de perder lo que haya que perder con tal de servirte. ¡Tú haces la herida y tú la vendas, Padre! Levanta un ejército de semillas sembradas en el mundo Dios mío, te lo pido en el nombre de Jesús. Entendemos que no tenemos que buscar más afuera porque está adentro de nosotros, ya que tú has puesto tu gloria en nosotros y queremos que salga y se manifieste al mundo, en el nombre de Jesús, hago esta oración, amén”.

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